Karin Herrera recuerda el miedo que sintió en su infancia y juventud. Creció en una familia conservadora de clase media, durante el conflicto armado interno. La familia Herrera Aguilar vivía …
Karin Herrera recuerda el miedo que sintió en su infancia y juventud. Creció en una familia conservadora de clase media, durante el conflicto armado interno. La familia Herrera Aguilar vivía en la colonia Jardines de la Asunción, un barrio de clase media, en la zona 5 de la ciudad de Guatemala. Su mamá le advertía que sus vecinos eran guerrilleros, que no hablara de más, que no opinara. Así aprendió a no alzar la voz, a hacerle caso al miedo al levantar la mano en clase para pedir permiso para hablar. Era reservada, evitaba el conflicto. En esa época, la madre de Herrera admiraba a José Efraín Ríos Montt, pero ambas cambiarían esa visión años después, al conocer sobre las masacres que se registraron en el gobierno de facto del general.
Sus padres se conocieron en el Cine Reforma, cuando su mamá atendía en la taquilla. Adalberto Herrera ejercía como juez. Gladis Aguilar era una mujer trabajadora, que no tuvo la oportunidad de estudiar.
A pesar de los esfuerzos de sus papás para resguardar a su hija en una «burbuja», el terror de la guerra la alcanzó.
Ella tenía 10 años cuando secuestraron a su vecino, un joven estudiante de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Ese día, al regresar del Colegio Belga, Herrera se bajó del bus y vio a unos hombres sobre el techo de la vivienda al lado de la suya.
No entendía lo que pasaba. Su madre le dijo: «mira al piso, no vas a voltear a ver porque encima del techo hay gente, no voltees a ver. No mires». Las dos caminaron de prisa con la cabeza agachada, ella trataba de ver de reojo hacia el techo. Cuando lograron entrar a la casa, su mamá le explicó: «vinieron por Francisco, nos quedamos aquí, no salimos hasta que ellos se vayan».
El miedo alejó a Karin Herrera de participar en movimientos estudiantiles, no buscaba liderazgo, se enfocó en estudiar y obtener buenas calificaciones. Alcanzó reconocimiento a lo largo de su reconocida trayectoria académica, como química bióloga en la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac).
Hasta que, en 2015, perdió el miedo y decidió participar en la vida política universitaria, en la universidad pública de Guatemala.
«Después de ver al movimiento estudiantil empoderado yo sentí, “Dios, regresó a la USAC ese espíritu de Oliverio Castañeda de León”. Cuando vi entrar (a la Plaza de la Constitución) la columna de ‘USAC es pueblo’, y la columna de ‘Landivarianos’, me decido a participar».
Las protestas de 2015 reunieron a miles de personas que exigían un cambio en el sistema, luego de que la Comisión contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) revelara un caso de corrupción que involucra al binomio presidencial de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. Ambos condenados y en prisión. Algunos la llamaron la primavera democrática de Guatemala, que hizo que después de décadas la ciudadanía saliera masivamente a la calle a protestar.
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En octubre de ese año, Herrera resultó electa como representante del Colegio de Farmacéuticos y Químicos de Guatemala (Cofaqui) ante el Consejo Superior Universitario (CSU) para el periodo de 2015-2017. Años más tarde, en 2021, la eligieron como vicepresidenta.
Herrera llegó como simpatizante de Movimiento Semilla. El diputado Román Castellanos la conocía porque ambos eran catedráticos en la Usac y se encontraban durante las marchas. En 2022, Castellanos la invitó a participar en el proceso para elegir vicepresidenciable. Entre los criterios de selección estaban: ser mujer, una trayectoria profesional sin señalamientos de corrupción o tachas administrativas, capacidad para trabajar en equipo, y que compartiera los mismos principios ideológicos y éticos del partido.
«Ella (Herrera) me expresó su inquietud de tratar de incidir en el país, porque desde donde estaba había un límite. Sus opiniones no son políticas, más bien técnicas y científicas. A nosotros nos interesan mucho ese tipo de opiniones, porque con base en eso tomamos mejores decisiones», comenta Castellanos.
El 22 de enero de 2023, Karin Herrera fue proclamada candidata a la vicepresidenta. Herrera y Bernardo Arévalo se tomaron de la mano y alzaron los brazos ante sus afiliados. En las paredes colgaba una manta con la frase ¡Viva Arévalo! y el retrato del expresidente Juan José Arévalo Bermejo, padre de Bernardo Arévalo.
Fue así, como en solo siete años de participación en la política universitaria, Herrera dio un salto a la política partidista, directo a la candidatura por la vicepresidencia, para competir por primera vez en unas elecciones con Movimiento Semilla. Un partido que nació, también, en las manifestaciones de 2015 y que tiene como elemento vertebral de su discurso el combate a la corrupción.
Herrera no estaba acostumbrada a los estrados y los discursos. De ahí, que en los mítines su tono de voz, suave y calmado, se aleje de la acostumbrada oratoria grandilocuente y vehemente de los políticos con más tablas de la política guatemalteca.
Feminismo, pueblos indígenas y matrimonio igualitario
La candidata conoce bien las barreras y obstáculos que viven las mujeres para alcanzar posiciones de liderazgo. Durante su trayectoria, se enfrentó a personas que demeritaban su trabajo o la creían incapaz. «Yo nunca fui parte de las roscas de poder», refiere.
— ¿Se considera feminista?
— En mi familia han existido varias feministas que no se han colocado la etiqueta de feministas. Yo soy una feminista o defiendo las causas de nosotras las mujeres, pero no soy activista, porque nunca he estado en el activismo con ninguna organización —responde calmada en el estudio de grabación de Ocote, dos semanas antes de la segunda vuelta electoral.
Una de las propuestas que ofrece el partido es apoyar a las mujeres en sus emprendimientos, a través de un programa de créditos de fácil acceso, que estará acompañado de capacitaciones y formación.
Herrera se involucró en el Movimiento Semilla hasta el 2023. Ella no participó en la creación de los listados de candidaturas, pero reitera que su partido está comprometido con la paridad, por eso decidieron que el binomio presidencial debía estar integrado por un hombre y una mujer.
También buscaron tener listas de candidaturas paritarias, en las que se alterna un hombre y una mujer en la lista, aunque de las listas de diputaciones la encabezaba una mujer sólo en Totonicapán y Petén. Mientras que cinco mujeres compitieron por una alcaldía con el partido.
A pesar del discurso por la igualdad, a Movimiento Semilla se le ha criticado la ausencia de representantes de pueblos indígenas en la bancada actual. En estas elecciones, fue electo en Quetzaltenango el diputado Orlando Pérez, quien se identifica como maya mam.
Herrera asegura que en las candidaturas del partido se incluyeron a lideresas indígenas. «Son mujeres guerreras, aguerridas, yo las respeto mucho. Si una tiene obstáculos, ellas tienen súper obstáculos. Allí van y tienen una capacidad increíble, pero sus comunidades no apoyaron».
Delfina García, candidata a alcaldesa en Totonicapán; Mónica Aguilón, San Marcos; Dulce Cú, Alta Verapaz; Ixel Wer, candidata por el Listado Nacional, son los nombres de cuatro mujeres indígenas que participaron por Semilla y que Herrera menciona. Ellas no encabezaban las listas de diputaciones.
—¿Qué opina del matrimonio igualitario? —este ha sido uno de los temas más incómodos para el partido. Se ha construido una narrativa que apela a los sectores más conservadores de Guatemala, en los que, en campañas de desinformación y desde la misma contrincante Sandra Torres, se asegura que el partido promoverá el matrimonio entre personas del mismo sexo.
—Es un es un derecho que están ejerciendo las personas. En el caso de Semilla no está en la agenda en este momento porque nuestro país está hecho pedacitos y tenemos primero que trabajar en educación, salud, empleo, infraestructura, superación de la pobreza. Los grupos opositores nos han tratado de ligar a una campaña de desinformación con relación a este tema.
Herrera reafirma, contundente, que el matrimonio igualitario no es una prioridad del partido y asegura que se enfocarán en el desarrollo y bienestar social.
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Crecer en medio del terror
Karin Herrera es hija única. Nació en la ciudad de Guatemala el 25 de julio de 1967. Tiene 56 años. Su madre, Gladis Argelia Aguilar Vicente, es originaria de Jutiapa. Su padre, Adalberto Augusto Herrera Palacios, era de Huehuetenango.
Su papá fue juez durante el conflicto armado interno. En 1976 era el titular del juzgado de primera instancia departamental en Petén, según la gaceta de tribunales del Organismo Judicial (OJ).
Herrera estudió, desde párvulos hasta diversificado, en el Colegio Belga, un reconocido colegio privado, religioso y exclusivo para mujeres, de la ciudad de Guatemala. Una compañera de clases en el colegio, Elizabeth González, la describe como una persona conciliadora, que no buscaba liderazgo.
«Karin era una de las mejores estudiantes, siempre sacaba buenas notas. Participaba en la escuelita Primavera (obra social del colegio, donde padres y alumnas apoyaban) y en actividades que hacían en el colegio. Era bastante religiosa», comenta González.
El Colegio Belga fue fundado por las Hermanas de la Congregación de la Sagrada Familia de Helmet, Bélgica. Herrera recuerda con cariño a su maestra María del Rosario Godoy, por fomentar la conciencia social en sus alumnas. Godoy fue secuestrada y asesinada en 1985, era una de las dirigentes del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), que buscaba a su esposo desaparecido.
Herrera dice que su ideología es humanista cristiana. Un estudio del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep) precisa que la ideología humanista cristiana se centra en los valores de la justicia, libertad, solidaridad, da importancia a la persona, el bien común y las comunidades.
«Yo me defino como una persona humanista y cristiana, en el sentido no religioso. Sino que me gusta hacer, como dice la canción de (Ricardo) Arjona: verbo el amor de Dios, como lo entendí en el colegio», aclara.
Las enseñanzas en el colegio y un libro cambiaron la visión que tenía del conflicto armado interno. Una maestra le recomendó leer «Masacres de la selva» de Ricardo Falla. Herrera recuerda que su mamá no quería comprar el libro, porque tenía miedo de que lo encontraran en su casa y les acusaran de comunistas. Pero cedió y se lo compró.
«Fue un antes y un después en esa visión con relación a Ríos Montt y también cambiarle a mi mamá el chip con relación a lo que ella creía de él. El libro me dio otra perspectiva de lo que yo escuchaba en mi casa, que era un lugar bastante conservador. Me permitió platicar con mi mamá, en este libro se mostraba una realidad, que no era la realidad de la que nosotros platicamos».
Cuando Karin Herrera terminó de leer este libro fundamental de la historia de Guatemala, su mamá se encargó de que el libro desapareciera de su casa.
Después del bachillerato, Herrera decidió estudiar biología química en la USAC. Cuando empezó sus estudios en 1985, el terror y la violencia continuaban. En 1989, las fuerzas represivas del Estado secuestraron a diez líderes estudiantiles de la USAC, cinco de ellos aparecieron asesinados con señales de tortura.
Karin Herrera no se involucró en movimientos estudiantiles, se limitaba a estudiar. En 1991 se graduó y empezó a trabajar como auxiliar de cátedra. Luego, en 1999, obtuvo una maestría en estudios ambientales por la Universidad del Valle. Años después, inició un doctorado en política y sociología en la Universidad Pontificia de Salamanca, que tiene un programa en Guatemala.
Herrera hizo una pausa en sus estudios porque quería ser madre. En 2001 se casó con Gustavo Albeiro Gómez Álvarez, de quien se divorció en 2021. Tienen dos hijos, de 19 y 21 años.
Gómez también es biólogo. Trabajó en Montana Exploradora de Guatemala, S.A. al menos entre 2009 y 2021.
Al preguntarle qué opina de la minería, un sector reconocido por la conflictividad social que genera, Herrera señala que la minería no le conviene al país.
«Con la legislación actual, el porcentaje de las regalías es muy bajo en Guatemala. Hay otros países, por ejemplo, Costa Rica en el que han optado por no tener minería y le apuestan al ecoturismo. Es otra oportunidad de desarrollo que nosotros también tenemos, pero debemos entrarle a conservar las cuencas, los recursos y el saneamiento ambiental».
Las presiones en la Usac y el Cofaqui
La Usac marcó la vida de Herrera. Tiene más de 30 años como docente universitaria y en la investigación científica. Herrera estaba cómoda en la academia, pero veía que las decisiones políticas universitarias seguían prácticas clientelares y no buscaban mejorar la educación.
«No me gustaba lo que estaba viviendo en la universidad, sentía que la situación se deterioraba aceleradamente» explica «la compra de voluntades que quizá no está así escrita, pero con las acciones era evidente un clientelismo».
Ella quería que sus hijos estudiaran en la San Carlos. Su hijo mayor le cuestionó sobre los problemas que enfrentaba como catedrática, la corrupción y el clientelismo. Así que ya no insistió. Ahora sus hijos estudian en universidades fuera de Guatemala.
Tras postularse como representante de Cofaqui ante el Consejo Superior, en 2015, Herrera asegura que la tacharon de conflictiva. Algunas compañeras de trabajo y docentes que la habían formado le decían que era incapaz o que no sabía de política.
Una persona que trabaja en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia desde la década de los noventa, quien prefirió omitir su nombre por temor a represalias en la Usac, describe a Herrera como una persona «muy reservada, trabajadora y honrada».
Le sorprende su candidatura a la vicepresidencia. «Ella no es carismática. Ha participado en elecciones en la universidad, pero sí ha quedado, yo creo que es porque votan en contra del otro candidato». Espera que Herrera sea congruente, cumpla sus promesas de campaña y no se olvide de la única universidad pública de Guatemala, que está «sumida en corrupción».
En el Consejo Superior Universitario, Karin Herrera coincidió con su prima, Myrna Ethel Herrera Sosa, representante docente de la Facultad de Agronomía. Las mujeres eran minoría en el CSU. Recordemos que el consejo superior participa de la votación de puestos clave del Estado de Guatemala. Sólo había seis entre los 39 representantes que participaron en la elección de magistrados ante la Corte de Constitucionalidad (CC) en 2016.
Las Herrera fueron las únicas que votaron a favor de Gloria Patricia Porras Escobar en ese proceso del CSU, según consta en el acta de la sesión, para la designación de magistrados ante la CC. Porras salió al exilio en 2021, tras la persecución contra operadores de justicia emprendida durante el gobierno de Alejandro Giammattei.
Al finalizar su periodo ante el CSU, en 2017, Herrera buscó otros espacios para tratar de incidir. Ella representó al sector universidades y organismos de investigación social en la Instancia de Consulta y Participación Social (Incopas) de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Presidencia de la República (Sesan).
En 2021 se postuló como candidata a la vicepresidencia con una planilla en las elecciones para elegir a la Junta Directiva del Cofaqui (2021-2023). En ese proceso afirma que vivió una campaña de desprestigio en su contra, pero resultó electa.
«Es algo que no me gustaría platicar, porque yo ya di la vuelta a la página de eso. Puedo decir que empezó la filtración de audios como está sucediendo actualmente en la campaña», responde con molestia la candidata. Se le consultó sobre información imprecisa que una agremiada difundió acerca de un viaje de Herrera, pagado con fondos públicos para representar a Incopas en Roma, Italia.
Un año después, en 2022, la crisis política en la USAC se agudizó con las elecciones anómalas, en las que asumió la rectoría Walter Mazariegos. Herrera sostiene que ella fue la única integrante de la Junta Directiva del Cofaqui que participó en las marchas contra el fraude.
Luego de haber asistido a una de estas marchas, recibió una notificación de una auditoría en la Usac abierta en su contra, por, supuestamente, haber cerrado edificios durante la resistencia estudiantil y asistir a una conferencia de prensa en horario laboral. Herrera aclara que no cerró edificios ni asistió a la conferencia porque se encontraba en un curso de derechos humanos. Esta auditoría no avanzó.
Ocote solicitó información a la Usac acerca de la auditoría a Herrera, pero respondieron que no tienen acceso a los archivos físicos de los trabajadores y desde el 15 de agosto de 2022 no tienen acceso a los servidores que guardan las fichas digitales, por lo que no pueden determinar si Herrera tiene llamadas de atención, amonestaciones o sanciones.
Ruth de León, química bióloga y agremiada del Cofaqui, recuerda que las presiones aumentaron para Herrera. Los agremiados pedían que la Junta Directiva le quitara el número de colegiado al decano Pablo Oliva, por apoyar el fraude y ayudar a Walter Mazariegos.
«Yo sé que a Karin la estaban persiguiendo estas autoridades nefastas, la acosaban mandándole mensajes a su teléfono por la participación que ella estaba teniendo», dice de León.
Herrera escuchaba las peticiones de los agremiados. «Yo era un voto de siete (representantes de la Junta Directiva del Cofaqui) y en las actas quedó cuál era mi postura. Yo hice lo que estaba en mis posibilidades, pero no podía ir en contra de la ley», recalca la candidata.
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La candidata reconoce que será difícil recuperar la institucionalidad del país en la actual regresión democrática que enfrenta Guatemala.
«Ahora tenemos menos instituciones disponibles que las que teníamos en el 2015, cuando creímos que íbamos a vivir una segunda primavera democrática. En este momento tenemos la posibilidad, sabiendo que va a ser una tarea titánica», expone.
Herrera vivió la campaña electoral con emoción, al ver el apoyo que recibe de su club de fans “las hormiguitas de Karin Herrera”. Sus hijos la acompañaron y apoyaron. En la primera vuelta, repartían volantes del partido junto a su madre.
Ella asegura que su presencia se va a sentir en la vicepresidencia, trabajará hombro con hombro junto a Arévalo para dirigir el gabinete económico y de desarrollo.
Del vicepresidente actual, Karin dice que “seguramente está haciendo su función. El problema fue que se conoció un distanciamiento y posiblemente por eso no logramos conocer todo el volumen de trabajo que debe estar haciendo”. Si el binomio presidencial del Movimiento Semilla ganara las elecciones el 20 de agosto, le gustaría ser recordada como: «una vicepresidenta abierta, que siempre estuvo dispuesta a trabajar en pro de los demás».