Ensayo
Rebeliones sin masas // El aranismo se levanta (fragmento)
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El gobierno de la Revolución fue no solo la época más fructífera de la historia política de Guatemala, sino también uno de sus periodos más convulsos. El gobierno de Juan José Arévalo sufrió distintos tipos de intentos desestabilizadores y el panorama político atestiguó una serie de tensiones y contradicciones que han sido poco exploradas. De este periodo y sus crisis trata este libro de los historiadores Arturo Taracena Arriola y Rodrigo Véliz Estrada del cual publicamos un fragmento relacionado al rol del coronel Javier Arana al final del gobierno de Arévalo Bermejo.


Rebeliones sin masas
Los “30 golpes” contra Arévalo y el inicio de la guerra fría en América Latina (1945-1951)
Arturo Taracena Arriola, Rodrigo Véliz Estrada
Catafixia Editores, 2024

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El coronel Javier Arana había sido central en la insurrección de 1944, y como miembro de la Junta Revolucionaria presionó sin éxito a los otros miembros de la junta (Jacobo Árbenz y Jorge Toriello) por no ceder el control del nuevo gobierno a un civil1. De diferentes formas, buscó ubicarse como el candidato oficial para las elecciones de finales de 1950, pero fracasó por la falta de apoyo que tuvo de los partidos revolucionarios y de las federaciones sindicales y campesinas, los principales sostenes del régimen. Éstas lo veían demasiado reacio a un apoyo abierto para la expansión de derechos y beneficios laborales. Árbenz parecía como una opción más viable para los intereses de estas organizaciones. Mientras crecía la polarización doméstica y se acentuaban las tensiones internacionales en torno al régimen, las fuerzas de oposición se concentraron en él como su principal baluarte. Las aspiraciones de Arana venían de 1945, cuando el presidente Juan José Arévalo tuvo un accidente del que se pensó que no sobreviviría. Mientras estaba hospitalizado, se llegó a un acuerdo con Arana entre los partidos revolucionarios (principalmente el FPL, PAR y RN) de apoyarlo en las elecciones presidenciales siguientes con tal que sostuviera militarmente al régimen de morir Arévalo.

Este acuerdo (conocido como el “Pacto del Barranco”) se fue desdibujando con la recuperación de Arévalo y los cambios en la política nacional. Para octubre de 1948, Arana ya estaba en pláticas con complotistas para derrocar a Arévalo. Aunque su apoyo no fue convencido, era usual encontrarlo en reuniones conspirativas2. Para las elecciones legislativas de noviembre de 1948, Arana patrocinó con dinero del ejército a varios candidatos a diputados por parte del FPL. Eran en su mayoría candidatos anodinos con un arrastre limitado. Ninguno de sus candidatos fue elegido. En un pasaje recordado por Gleijeses, “Arana se dirigió en dos ocasiones a José Manuel Fortuny, líder del ala radical del PAR. En palabras de Fortuny, Arana le preguntó: ‘¿Por qué no les caigo bien a vos y a tus amigos? No soy un hombre de derechas’. Fortuny respondió: ‘No estamos en su contra. Apreciamos el papel que jugó en la revuelta contra Ponce. Es que usted no tiene simpatía por los trabajadores’”3. Arana entendió así que sus chances presidenciales se hacían cada vez más exiguas, dada la alta y creciente participación obrera y campesina en la política nacional.

Para inicios de 1949, solamente una tendencia dentro del FPL apoyaba a Arana (autocatalogada el FPL ortodoxo). Esta era liderada por el ex alcalde citadino, Mario Méndez Montenegro, con una postura anticomunista moderada de derecha. En abril de 1949 se llevó a cabo la convención ordinaria del FPL para elegir autoridades internas, y el FPL ortodoxo, pujando por una lista de conocidos aranistas, fue derrotado abiertamente. Los ortodoxos recibieron críticas por hacer campaña interna con vehículos del ejército. Para mediados de 1949, el PAR y RN habían decidido ya privadamente que su candidato no sería Arana, sino el ministro de la Defensa, Árbenz4.

Para esas fechas, Arana tenía un estricto control de la correlación de fuerzas militares en el país. Controlaba la Guardia de Honor, hogar de los mejores tanques del ejército, y el Mariscal Zavala, la principal base militar del país. Cada una de las bases militares era dirigida por personajes cercanos a él. Solamente la Fuerza Aérea era controlada por un arbencista, el coronel Francisco Cosenza, y la Guardia Civil (policía) era controlada por el cuñado de Arévalo, el coronel Víctor Aldana Sandoval. Según los recuentos conocidos sobre esta polémica entre Árbenz y Arana para llegar a ser el candidato oficialista, la tensión se fue dirimiendo en la elección para el Consejo Superior de la Defensa. Árbenz y Arana buscaron llenar los puestos vacantes con oficiales cercanos a cada uno. Las ventajas principales iban para Árbenz, de cara a la elección a inicios de julio de 1949. Luego de tensiones en discusiones técnicas sobre el procedimiento de elección, la fecha para elegir fue trasladada para fines de julio. No se llegó a esa fecha. Estas tensiones terminaron el 18 de julio de 1949.

Ese día fue asesinado el coronel Arana a manos de oficiales enviados para capturarlo por órdenes del Congreso de la República, en un operativo comandado por el coronel Árbenz. Arana estaba siendo presionado por sus partidarios para que diese un golpe de Estado a Arévalo, pero optó por poner primero condiciones al presidente, entre las cuales estaba la destitución de su gabinete, el envío a retiro anticipado de Árbenz y de los militares que lo seguían, y la formación de un triunvirato que llamaría a elecciones anticipadas. También lo críticó por “crear sentimientos hostiles hacia la Iglesia y el ejército”, además de su “falta de tino” por su política de intervención en el resto de América Central y el Caribe, lo que había logrado “enemistarse con todos sus vecinos e incluso con los Estados Unidos”5. Inmediatamente tras dar este ultimátum a Arévalo en el Palacio Nacional, Arana se dirigió a una bodega en el sur de la ciudad para recoger una parte de las armas que había devuelto el nuevo gobierno de Costa Rica tras la guerra civil. Por su parte, Arévalo logró el apoyo del Congreso para destituir a Arana por medio de su captura y enviarlo a la Cuba del presidente Carlos Prío Socarrás, antes que distribuyera armas a los golpistas. Como es sabido, en el momento de su captura las tensiones llevaron a disparos que terminaron con la muerte del jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

El embajador chileno en el país calificó la situación de “alarmante”, asegurando que Árbenz “simpatiza con comunistas”6. Mientras tanto, el embajador argentino informó que la posición de Arana era justificada, debido al “incremento de la propaganda comunista” dentro del gobierno, a partir de la visita de “varios notorios dirigentes comunistas extranjeros”. El embajador también incluía la visita de artistas de países latinoamericanos, auspiciados por el grupo Saker Ti, “de intelectuales de extrema izquierda”7. La Guerra Fría hacía estragos en las opiniones del Cuerpo Diplomático.

Inmediatamente fueron arrestados los jefes de las zonas militares, el jefe del Estado Mayor y el comandante de las fuerzas motomecanizadas. La reacción de los partidarios de Arana fue un levantamiento de la Guardia de Honor, de la que éste había sido comandante en 1944. Sus tropas y oficiales fueron apoyados por civiles bajo la dirección de Mario Méndez Montenegro y otros miembros del FPL ortodoxo. Durante la tarde del 18 de julio el Palacio Nacional, la Casa Presidencial, la Guardia Presidencial, los campos de aviación de La Aurora y de Cipresales fueron atacados con ametralladoras y tanques desplazados desde la Guardia de Honor. El cuartel rebelde estaba comandado por los coroneles Jorge Barrios Solares y Saturnino Barrera, quienes, de triunfar, formarían un triunvirato de gobierno junto a Méndez Montenegro.

Bajo las órdenes de Árbenz, del coronel Rafael O’Meany Martínez y del mayor Carlos Paz Tejada, como jefe interino de las Fuerzas Armadas, apoyados por contingentes de civiles armados (sindicalistas, estudiantes y campesinos) se procedió a la defensa del régimen. Según recuentos, hasta 10 mil civiles fueron armados por Árbenz y las fuerzas militares que lo apoyaban, aunque el dato parece un tanto abultado8. Desde la tarde del 18 de julio hasta el siguiente día, el presidente Arévalo permaneció sitiado en el Palacio. Según los embajadores de Chile y Brasil, varios diplomáticos tuvieron noticia que aviones cubanos apoyaron al gobierno guatemalteco9.

El 19 al mediodía, según el embajador argentino en el país, luego de una reunión del Cuerpo Diplomático la noche anterior, se aceptó una mediación diplomática a pedido de las fuerzas sublevadas. El contacto del embajador argentino con los rebeldes era Jorge Luis Arenas, dirigente del Partido de Unificación Anticomunista (PUA), un pequeño partido que se caracterizaba por sus discursos anticomunistas y su derrota continua en las urnas10. Según este recuento, el presidente aceptó, iniciándose pláticas ese día a las cuatro horas de la tarde.La comitiva rebelde, encabezada por el coronel Jorge Barrios Solares, el teniente coronel Juan Francisco Chacón Chua, y Mario Méndez Montengro, exigía el castigo a los culpables por la muerte de Arana; libertad a los jefes de zona militar arrestados; y que las fuerzas militares volvieran al estado en que se encontraban previo a iniciada la lucha. Por su parte, el gobierno exigía el cese total del fuego y el repliegue de los tanques que rodeaban la casa de gobierno11. El Cuerpo Diplomático se trasladó en ambulancia a la Guardia de Honor para conseguir un cese al fuego temporal, lo que lograron sin problemas. Las reuniones de mediación continuaron en la sede de la embajada de El Salvador. Por los rebeldes se encontraban el coronel Barrios Solares y los tenientes coroneles Alberto Bone y Chacón Chua. Por el gobierno estaba el coronel O’Meany, el coronel Federico Fuentes Girón y el teniente coronel Luis Max Serrano C12.

El gobierno de Arévalo, sin informar a los mediadores, aprovechó las reuniones para continuar atacando a los rebeldes. Los bombardeos de la Fuerza Aérea y el apoyo cubano, con bombas y aviones armados, fueron clave para la rendición, pese a los casi 50 tanques blindados activos desde la Guardia de Honor. Mientras seguían las reuniones de mediación, los representantes del gobierno “se hicieron más exigentes y decididos en pedir la rendición incondicional”, hasta que el gobierno dio “brusca terminación a las negociaciones, cuando se habían rendido los rebeldes”13. Al siguiente día se supo que el embajador de El Salvador, en protesta por la violación a la tregua, había pedido su retiro del país, además de señalar que afuera la embajada se encontraba un camión con soldados dentro. El embajador estadounidense Richard Patterson criticó también públicamente la muerte de Arana y el rompimiento de la tregua.

Cuando el gobierno controló de nuevo la situación, dio un plazo de unos días para que los civiles, incluidos los comandos obreros que desde 1947 habían pedido armas a Arana, regresaran las armas. Según se sabe, buena parte de éstas fueron regresadas14. Las embajadas estaban llenas de asilados. En la embajada chilena, por ejemplo, se encontraba la esposa de Arana, además de José María Palacios, secretario del FPL ortodoxo, y el diputado de oposición del FPL, Antonio Colom Argueta15. En salvaguarda, hasta la esposa de Arévalo estuvo asilada durante todo el conflicto en la embajada argentina16.

La muerte de Arana y el consecuente levantamiento de la Guardia de Honor significó el intento más grave en contra de Arévalo, lo que dejó meses de una silenciosa tensión17.


Notas:

1 Ver el recuento de Gleijeses, “The Death of Francisco Arana”.

2 Gleijeses, “The Death of Francisco Arana”, 538.

3 Gleijeses, “The Death of Francisco Arana”, 536.

4 Gleijeses, “The Death of Francisco Arana”, 536-538.

5 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente; carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 20 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1; telegrama del embajador chileno en Guatemala para La Moneda, 27 de julio de 1949, AHCC, caja 2727.

6 Telegrama del embajador chileno en Guatemala para La Moneda, 18 de julio de 1949, AHCC, caja 2727.

7 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1.

8 Telegrama del embajador chileno en Guatemala para La Moneda, 20 de julio de 1949, AHCC, caja 2727.

9 Carta del embajador brasileño en Guatemala para Itamaraty, 28 de julio de 1949, AHI Estante 19, Prateleria 4, Volume 7; telegrama del embajador chileno en Ciudad de Guatemala para MRE, 22 de julio de 1949, AHCC, caja 2727.

10 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1.

11 Ver una detallada descripción de la mediación en carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1.

12 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1.

13 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1; telegrama del embajador chileno en Guatemala para La Moneda, 20 de julio de 1949, AHCC, caja 2727; “Información dispersa sobre los últimos acontecimientos”, 18 de julio de 1949, Diario de Centro América; “La Revolución está en pie hoy más fuerte que nunca”, 20 de julio de 1949, Diario de Centro América; “Valiente actitud de los trabajadores en defensa del Gobierno de la República”, 20 de julio de 1949, Diario de Centro América. Entre los exiliados estaba Méndez Montenegro y el pintor Mario Alvarado Rubio, presidente de la Asociación de Escritores y Artistas de Guatemala (AGEAR).

14 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 23 de julio de 1949, AHMREC Caja 20, expediente 1; “Herido de muerte el coronel Arana”, 18 de julio de 1949, Diario de Centro América; “Plazo a civiles para entregar armas nacionales”, 20 de julio de 1949, Diario de Centro América; “Salen los primeros exiliados rumbo a México y Honduras”, 2 de agosto de 1949, La Hora.

15 Telegrama del embajador chileno en Guatemala para La Moneda, 20 de julio de 1949, AHCC, caja 2727.

16 Carta del embajador argentino en Guatemala para Casa Rosada, 20 de julio de 1949, AHMREC, caja 20, expediente 1

17 “Vista pública en el Consejo de guerra el día de hoy”, 31 de octubre de 1949, La Hora; “Ocho guatemaltecos fueron expatriados ayer rumbo a Cuba”, diciembre de 1949, La Hora.

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