Entrevista a Andrea Aguilar Ferro
«Es necesario que saquemos a la menstruación del baño»
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En la sala de Andrea Aguilar Ferro hay dos libreras blancas. En una de ellas, sobresale un libro: (Contra) narrativas menstruales de Abya Yala. Tiene el lomo rojo, brillante, y en la portada destacan dos elementos: unos dibujos prehispánicos, garabateados, y unas manchas rojas, que simulan sangre.


En la sala de Andrea Aguilar Ferro hay dos libreras blancas. En una de ellas, sobresale un  libro: (Contra) narrativas menstruales de Abya Yala. Tiene el lomo rojo, brillante, y en la portada destacan dos elementos: unos dibujos prehispánicos, garabateados, y unas manchas rojas, que simulan sangre.

Antes de iniciar esta entrevista Andrea busca y toma el libro, lo pone sobre una mesa y se sienta. La conversación va a girar en buena parte en torno a los temas que plantea y en los que profundiza (Contra) narrativas menstruales de Abya Yala.   

La obra es una compilación de textos de autoras que relatan cómo han vivido la menstruación. El trabajo de Andrea Aguilar fue acompañarlas y guiarlas, con preguntas, para que pudieran expresar sus narrativas. Así, logró sistematizar saberes por medio de las voces de activistas y educadoras de América Latina. 

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

Mientras habla un poco sobre estos textos, Andrea se vuelve a poner de pie para buscar su otro libro, también de ella. Se titula Así me habla la luna  y lo escribió mano a mano con Cecilia Pérez Juárez, una activista y educadora menstrual. 

Tenían el propósito de crear una herramienta útil de acompañamiento para las niñas en la primera menstruación. Tiene información muy sintética de qué es el ciclo menstrual y qué se vive en cada fase.

Andrea Aguilar habla y escribe sobre menstruar, dice, desde otras narrativas. Lo hace por un motivo. 

Para ella es importante reconocer que hay una narrativa dominante, una narrativa hegemónica que ha enseñado que la menstruación es algo sucio, algo para avergonzarse, algo que se debe vivir en secreto. 

La idea es crear contra narrativas o narrativas disonantes de esa visión. Descubrir qué otras formas de menstruar hay. Mas allá de los tabúes, más allá del silencio, para vivir la menstruación con autonomía y dignidad. 

Para la activista y escritora, es importante nombrar con palabras a todas las personas que menstrúan: niñez, mujeres, juventudes, personas menstruantes. 

Hablar de esas personas, que también menstrúan y que no se conciben como mujer, es reconocer su existencia. Para la escritora, nombrar es un acto de dejar de imponer etiquetas o categorías muy fijas. 

En su vida, en sus letras, en sus palabras, Andrea Aguilar reconoce la importancia y la necesidad de seguir hablando de las mujeres y de las batallas que todavía están pendientes: la recuperación de sus cuerpos, la recuperación de saberes corporales, de poder leerse a sí mismas. 

Cuando conversa sobre la menstruación, no puede dejar de lado la iniciativa de ley para el fomento de una salud menstrual digna, para la que ella misma hizo revisiones y aportes antes de que se presentara en el Legislativo. Una iniciativa que hoy está sobre la mesa en el Congreso de Guatemala, y que ha levantado ampollas y desinformaciones de los grupos más conservadores. 

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

¿Cómo se relaciona la menstruación con los derechos humanos? 

Se ancla a los derechos en el sentido de que somos un sujeto que menstrua y desde ahí, desde reconocer que hay un ser humano que va a menstruar, debería haber una conexión a ese goce y a ese disfrute de los derechos particulares que tiene este ser humano por estar menstruando. Se vinculan a una salud y una educación menstrual digna. 

La experiencia menstrual va a influir en cómo gozamos de otros derechos. Por ejemplo: Fe y Alegría sacó un informe importantísimo en el que documentan cómo las niñas pierden el 20 por ciento del año escolar cuando menstrúan. Muchas de ellas no asisten a la escuela durante el periodo menstrual porque no tienen cómo gestionar su sangre. Impacta directamente en el derecho a la educación. 

Nuestro ciclo menstrual influye en todas las áreas y por eso hablamos sobre cómo muchas políticas e incluso programas de salud dirigidos a mujeres y personas menstruantes deberían tener como eje ese conocimiento del ciclo menstrual.

¿Cómo influye la situación económica de cada persona menstruante en la forma de vivir la menstruación?

La desigualdad económica nos priva a quienes tenemos el privilegio de manejar nuestra menstruación como queramos, de reconocer que hay otras personas que a veces tienen que decidir entre comer o comprar una toalla. 

A veces se utilizan trapos para gestionar la menstruación, pero no siempre son bien manejados. Se ha documentado que en algunos países de la región todavía hay niñas utilizando papel periódico para no chorrearse. La capacidad adquisitiva de un producto menstrual también está vinculada a toda la desigualdad estructural. 

En las escuelas públicas a veces no tienen baños, no tienen papel toilette, no tienen donde lavarse las manos. Las facilidades que tengan o no para menstruar dignamente en las aulas va a atravesar su experiencia educativa, también el tema de la disponibilidad de agua en los hogares. 

Hay otras poblaciones en estado de vulnerabilidad. Por ejemplo: las personas en situación de movilidad, las personas en hospitales psiquiátricos y en las cárceles. Podemos enlistar montones de personas que incluso esa desigualdad priva de poder gozar del derecho a una salud menstrual. 

Para que podamos entender bien de qué estamos hablando: ¿qué comprende la salud menstrual? 

Me gusta el concepto de salud más amplio que solo el estado físico. También una salud emocional, una salud mental, una salud física e incluso relacional del entorno. Una salud menstrual debe comprender la dimensión de la persona como individuo, pero también la dimensión de ese individuo menstruante en sociedad: cómo reacciona la gente con una persona menstruante. Qué tabúes o violencias ocurren en esa interacción. 

La salud menstrual comprende la capacidad de gestionar nuestra sangre con insumos o herramientas como las copas, esponjas, toallas o lo que cada una escoja. También acceso a especialistas o personas que tengan esos saberes. 

En Guatemala (además) hay que reconocer la pluralidad médica que existe. El sistema de salud por definición está anclado a la biomedicina, pero hay otros sistemas tradicionales de medicina que tienen saberes, como los médicos mayas y las comadronas. Personas que tienen saberes importantes y que pueden acompañar para menstruar dignamente. Ese acceso a los especialistas también debería estar anclado a la salud menstrual. 

Liberarse del tabú, descartar mitos, porque a veces esos mitos influyen en el goce de una salud más amplia. Hay espacios que les dicen que no se pueden bañar durante esos días o que no pueden comer huevo, mayonesa o un montón de cosas como limón, por ejemplo. Hay cosas ancladas en mitos y desinformación que siguen privando a las personas de ese goce de salud. 

Es fundamental el tema del autoconocimiento para poder tener una buena salud menstrual. Si la sangre varía o hay un manchado diferente pueden ser motivos de alerta, pero a veces ni nosotras mismas sabemos leer nuestro cuerpo, ni nuestros fluidos.

La salud menstrual también debería incorporar el autoconocimiento y el tema emocional. Saber cómo se expresan las emociones a lo largo del ciclo. No vamos a estar igual en una fase preovulatoria que en una fase premenstrual. En una fase premenstrual vamos a estar más sensibles por las cuestiones hormonales. 

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

¿Qué incluye el hecho de vivir una menstruación digna?   

Lo vinculo a tres pilares: autoconocimiento, autocuidado y autonomía. Suena como algo que está muy centrado en el individuo, pero estos tres van a ser imposibles sin el componente colectivo. La menstruación es relacional. El tabú no existiría si no hubiera una relación social de por medio. A veces pasamos por alto que esa experiencia íntima y privada realmente es una cosa colectiva. 

El autoconocimiento está anclado al acceso a la información. El autocuidado es tener las condiciones para poder cuidar de nosotras mismas En ese autocuidado, aunque suene muy individual, es ahí en donde entra el Estado, que debería garantizar que cada persona pueda cuidar de sí misma. 

Un Estado que realmente se preocupe por su población menstruante procura el bienestar, procura la seguridad, pero también las condiciones materiales que necesitamos. Que todos los hogares tengan acceso a agua, que todos los hogares tengan acceso a saneamiento, que las escuelas tengan buenos baños, que el tema sea transversal en la educación pública, la capacitación de maestros. En el tema de autocuidado es donde entra lo público y nuestras redes familiares o pares. 

La autonomía está vinculada a la dignidad. Nos permite experimentar la emancipación de que no automáticamente, solo por menstruar, tenemos que dejar de hacer deporte o dejar de jugar. Saber que no porque me dijeron que la tengo que amar, la tengo que amar. Hay mandatos por todos lados y la autonomía lo que nos permite es reconocer esos mandatos y decir «esto me sirve y eso no». 

Varios de los asuntos que mencionas están incluidos en la iniciativa de ley para el fomento de la salud menstrual digna, que se presentó hace un par de años en el Congreso de Guatemala y que ahora vuelve al debate público, ante la posibilidad de que los diputados entren a discutirla. ¿Por qué crees que en Guatemala hay tanto rechazo hacia esta iniciativa?

Hay algunos argumentos que no descarto del todo como el tema de la corrupción, hay historias de espacios corruptos que se han beneficiado de iniciativas así. De ahí, cuestionan que las niñas no las van a usar (los productos de higiene menstrual que se entregarían gratuitamente si se aprueba la iniciativa), que las van a vender o van a agarrar más de lo que necesitan. Son prejuicios. 

Es posible saber medir cuánto necesito y no llevarme 50 si no las necesito, esa capacidad de discernimiento que esté acompañada por los docentes. 

También hay rechazo por la desinformación. He visto tanta gente desinformando. Una influencer política, que no voy a decir su nombre, se nota que no leyó la iniciativa y se aventó un video como de dos minutos. Púchica, de verdad que no es tan larga la iniciativa. Si vas a criticar algo, va, dale, critícalo, pero por lo menos léelo. Ella resume muy bien la oposición a la ley por desinformación. 

Aunque suene duro, hay una gran falta de empatía, que también está anclada al silencio, porque si no se habla de eso, no tenemos idea de qué necesita alguien para estar bien. 

También siento que hay empresas a las que probablemente no les va gustar, porque el estatus quo mantiene hasta cierto punto ciertas cosas caminando. El tabú menstrual y las empresas transnacionales es una cosa que se retroalimentan así mismos en algunos momentos. 

También somos un país bien misógino y machista, esas oposiciones reflejan muchas violencias que vivimos. La mayoría de los que se pronunciaban en contra eran hombres, personas que no menstrúan. 

[Aquí puedes leer las claves de la iniciativa que busca una salud menstrual digna]

¿Crees que el nuevo gobierno y el actual Congreso podrían lograr algún cambio en este sentido?

Me gusta pensar que sí hay un poco de esperanza, que sí se puede lograr alguna transformación, porque era una iniciativa que en su momento quedó engavetada y ahora volvió a salir. Eso a mí me dice que hay ciertas personas que tienen un interés en darle seguimiento. Aunque es un problema sistémico más amplio. Como esta iniciativa no solo atraviesa al sistema educativo, también atraviesa al sistema de salud e incluso sistemas de vivienda, de agua. 

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

¿La manera en la que el Estado gestiona la menstruación influye en la desigualdad? 

La manera en la que el Estado gestiona la menstruación dice muchísimo. El Estado no ha tenido nada que ver con la menstruación. No hay estudios exhaustivos a nivel nacional de cómo estamos, de cómo menstruamos en Guatemala. No sabemos cómo estamos gestionando nuestra menstruación. 

Sabemos de algunos estudios muy particulares y puntuales, pero a manera de país hay un vacío grande. Ese mismo vacío nos refleja que el Estado está ausente, porque si el Estado de verdad tuviera un compromiso con las personas menstruantes debería saber qué necesitamos, qué nos hace falta, qué queremos y eso no está pasando. Ese silencio estatal contribuye a la desigualdad menstrual. La falta de programas de carácter público nos sostiene en desigualdades muy presentes.  

[Lee aquí el análisis de los resultados de la encuesta «MenstruarQué?», de Guatemala Menstruante]

Mencionabas que «no porque me dijeron que tengo que amar la menstruación, la tengo que amar». Hay personas que detestan su propia menstruación. ¿Es posible vivirla sin odio? 

Invitaría a esas personas que detestan su menstruación a que traten de encontrar un por qué. A veces ese odio está anclado a tabúes, mitos, prohibiciones, dolor o incluso al silencio o a la incomodidad, o el silenciar a otras identidades; son cuestiones que pueden trabajarse de una u otra forma si uno tiene los privilegios de poder hacerlo. 

Pero también tenemos que aceptar que hay personas que simplemente no van a disfrutar su menstruación. Si queremos imponer que todo mundo ame la menstruación caeríamos en crear nuevas hegemonías. Hay gente que simplemente no va a resonar. 

¿Cómo romper los silencios y secretos que aún existen en torno a la menstruación? ¿De quién es la responsabilidad? ¿Qué papel debería jugar el Estado?

El romper silencios creo que debe ser un proceso colectivo. A veces, cuando hablamos con otras y nos podemos reflejar en sus experiencias, ya hay algo ahí que transgrede ese silencio. 

Me gusta pensar en pasos chiquitos, no creo que una iniciativa o un programa pueda transformar la experiencia de todo mundo, pero se pueden hacer pequeñas iniciativas a escalas más comunitarias o locales y probar. 

¿Qué pasa si se implementa una campaña de sensibilización para reducir el acoso escolar a las personas que menstrúan o las violencias que ocurren en el aula con las niñas que se manchan? Pienso que en esas instancias educativas el Estado podría tener un papel importante. Trabajar con docentes y personal.

El hecho de que haya una iniciativa de ley está contribuyendo a romper ese silencio en el Estado. Mucha gente en contra o a favor o como sea, pero ya es un tema sobre la mesa para ir rompiendo esa inercia del silencio. 

Lo ideal sería que no se quede solo en eso. También trabajar con gobiernos locales. Creo que son bien importantes las direcciones municipales de la mujer. A veces solo están para celebraciones del Día de la Madre, pero son pequeñas ramas del Estado que podrían contribuir más activamente a un tema como este.

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

¿Cuál es el papel del sistema educativo en la menstruación? 

El sistema educativo debería de poder brindarnos educación amplia. Me recuerdo muy bien cuando yo estudié, quien me habló de menstruación no fue mi maestra de naturales, fue una empresa de toallas privada. 

Estamos dejando en manos de compañías la educación menstrual y a veces ni siquiera es una educación menstrual sistemática. Está anclada en cómo se van a poner una toalla o cada cuánto la tienen que cambiar. 

Si mi educación menstrual está restringida a ocultar mi sangre, ¿qué estoy aprendiendo? Que no puedo hablar de esto, que lo tengo que ocultar o que mi cuerpo huele mal porque tengo que usar una toalla que huele a lavanda, a manzanilla o a jardín de no sé qué. Son aprendizajes que no son explícitos, pero que hay simbologías ahí que nos van codificando cómo leer ese fenómeno en nuestro cuerpo.

Un sistema educativo fuerte nos enseña bien el ciclo menstrual, sin adoctrinar que eso solo sirve para la reproducción. 

En Guatemala hay especialistas de estos temas, entonces no hay un vacío de información. Lo que pasa es que no se ha escuchado o no se ha integrado en esos espacios educativos más amplios. 

El sistema educativo no debe dejar fuera tampoco a los hombres. Para romper el tabú, si no trabajamos con ellos también habrá un desfase.

¿La menstruación es algo entonces que no pertenece únicamente a lo privado, sino que trasciende a lo público? 

Sí, es necesario que saquemos a la menstruación del baño. La menstruación es un asunto político. En el sentido no solo de las leyes o del Estado, del gobierno, sino en las relaciones de poder que se juegan entre las personas que menstrúan y no menstrúan. 

La micropolítica en el día a día de cómo vivo yo mi menstruación, cómo está atravesada. Va a tener mucho más poder una narrativa que me viene diciendo que estoy sucia, que tengo que ocultarlo y que tengo que seguir siendo cien por ciento productiva cuando me duele. Siempre va a haber una cosa de poder en medio.

Debemos recordar que en todos los países latinoamericanos hay movimientos de educación y activismo menstrual bien fuertes y que han cambiado la vida de un montón de gente e incluso el debate político. Eso es un logro importantísimo de quienes hemos estado metidas en algo de esto. 

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

¿Por qué hay países que tienen leyes relacionadas con la menstruación? 

Tiene mucho que ver con los movimientos, porque la mayoría son iniciativas de sociedad civil o asociaciones de organizaciones de sociedad civil o ciudadanas independientes que se unen bajo esa misma premisa de dignificar la experiencia menstrual.

Es fundamental un gobierno que escuche. Un gobierno con personas preparadas con la capacidad de escuchar la demanda de gente que te está diciendo: esto es un problema y es un problema que puede ser atendido públicamente. 

En Guate se requiere también de todo el tiempo estar viendo que no nos quiten derechos y viendo qué otros derechos no están todavía cumpliéndose. Entonces requiere de una sociedad civil activa. La iniciativa actual no es una iniciativa que se sacó mágicamente de la manga alguien. Es algo que realmente escucha lo que tuvimos que decir en su momento. 

¿Qué herramientas pueden utilizar los padres, madres o personas cuidadoras para explicarle a la niñez y adolescencia sobre la menstruación? 

Hay varios materiales a los que uno puede tener acceso. Textos muy cortos, muy buenos videos, está esta canción de Rebeca Lane Flores Rojas. Me gusta pensarlo como elementos que detonan conversaciones. Empezar la conversación con las niñas, poco a poco. Un acompañamiento desde la ternura, desde el juego. 

Hay un factor determinante en nuestra capacidad de acompañar a las niñas. Es cómo la vive una misma. O, si soy hombre y tengo una hija y yo quiero hablarle de este tema, me toca cuidar cómo se va a informar. A veces la experiencia propia va a influir como se enseña a nuestra descendencia sobre la menstruación.

Los libros de cuentos son muy importantes.  Hacer ejercicios de escribir con las niñas cómo ellas quieren nombrar, lo que quieren decir, cómo lo sienten… 

Yo creo que hay que quitarnos mucho esa carga o esa mirada adultocentrista, del adulto tiene todo que enseñarte. A veces ellas tienen muchos saberes. Me pongo a hablar con mi nena y me sorprende siempre. Habla de cosas que tal vez nunca habíamos hablado o que yo nunca había reflexionado. Acercarnos como adultos con curiosidad a su mundo y a sus experiencias. 

Esta capacidad de acompañar a las infancias debería estar apoyada por el Estado con material de acceso público en los idiomas que tenemos o spots radiales. 

Andrea Aguilar. Fotografía: Christian Gutiérrez.

¿Quieres saber más sobre este tema?

Te animamos a buscar y leer los libros de Andrea Aguilar. Los encuentras en la Librería Sophos, en estos enlaces: 

[Contra] narrativas menstruales de Abya Yala.

Así me habla la luna,

Si quieres acceder a más información, puedes visitar los perfiles en redes sociales de la colectiva Guatemala menstruante. Tienen varios materiales interesantes y a veces organizan actividades.

También te invitamos a seguir la discusión sobre la iniciativa de ley para el fomento de una salud menstrual digna que se encuentra en el Congreso. En Ocote le daremos seguimiento y cubriremos el tema, así que no te pierdas nuestras publicaciones en la web y en nuestras redes sociales.

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