#NoEsNo
Hablamos de consentimiento con una psicóloga y una abogada
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La socióloga Silvia Trujillo conversó sobre consentimiento con la abogada Jennifer Bravo y la psicóloga Dina Elías en nuestro espacio para la conversación #ConsultorioOcote. Aquí compartimos algunas de las ideas de las que hablaron.


En el último de nuestros consultorios Terrazas Imaginarias, el espacio de Agencia Ocote en que expertas y expertos sobre determinado tema resuelven las dudas de nuestra comunidad conversamos sobre consentimiento.

La socióloga Silvia Trujillo facilitó la charla con Jennifer Bravo, abogada y notaria, especialista técnica en el acceso a la justicia y reparación con perspectiva de género en ONU Mujeres en Guatemala y con Dina Elías, psicóloga clínica, social y comunitaria con más de 20 años de experiencia.

Al inicio de la conversación y en sus intervenciones, Trujillo hizo un completo análisis sobre el concepto de consentimiento desde las teorías feministas y desde el cuestionamiento a nuestras prácticas diarias.

“La convocatoria a este conversatorio tenía que ver con una canción (Dime que no, Ricardo Arjona) que cantamos a veces sin pensar mucho en qué dice. Hay que seguir pensando cómo esta sociedad ha construido una serie de dispositivos que reproducen cotidianamente. Esta lógica dicotómica de hombres que piensan que el cuerpo de las mujeres es para apropiarse”, explicó Trujillo.

La socióloga lanzó el interrogante de a qué nos referimos cuando hablamos de consentir: “¿Consentir es solo decir que sí y permanecer en una relación violenta? ¿El silencio es consentir?”, se cuestionó. “La epistemología feminista justamente nos propone una mirada hacia el orden sexual. Y este orden sexual no solo reproduce la opresión de las mujeres, sino que reproduce constantemente las brechas de desigualdad en las que las mujeres vivimos en este en este sistema”.

“El consentimiento es una idea de la modernidad —continuó—. Esto implica que hay dos partes que racionalmente eligen en igualdad de condiciones. ¿Estamos en igualdad de condiciones con los hombres? La teoría feminista nos ha enseñado que no”, recordó.

Sobre esta idea, Trujillo habló de tres posturas desde el feminismo alrededor del consentimiento. La radical, que expone que el consentimiento en una sociedad tan jerárquica es falaz: “Catherine MacKinnon, por ejemplo, plantea que las mujeres en el sistema patriarcal no somos libres, que no decidimos, que los hombres siempre tienen más poder, más edad, mejores trabajos, mejor valoración…”.

La segunda postura, continuó la socióloga, niega la mirada que coloca a las mujeres como víctimas y expone que el consentimiento es una decisión individual y que las mujeres pueden consentir. Y la tercera quita el ojo de la decisión individual y la pone en lo estructural.

Cuando hablamos de consentimiento, estamos hablando de una cuestión individual, pero es una ‘decisión’ entre comillas, que está sujeta a un orden o a una estructura social que es jerárquica y que está organizada a partir de roles de género, de lugares que se nos asignan.Hay que entenderla en ese marco”, concluyó.

Antes de abrir el espacio del consultorio, Trujillo puso sobre la mesa otro tema: el silencio. “Este silencio muchas veces es entendido por los hombres como ‘quien calla otorga’. En realidad, el silencio nos está diciendo algo. Si no estamos diciendo que sí, nos dice que, por lo menos, no queremos esa relación sexual, aunque no digamos completamente no”.

Y ese no, explicó, se omite por las mismas relaciones de poder: “Muchas mujeres dicen: ‘Si le digo que no, entonces se va a enojar’ o ‘si le digo que no, va a dejar de ser mi pareja’ o ‘mejor para mantener la relación armoniosa y las cosas en paz pues no digo que no’. Pero mínimamente no hay un deseo sexual ahí. El problema tiene muchas muchas aristas”, concluyó.

¿Qué podemos hacer para no ceder ante la presión de estar en una relación sexual?

Dina Elías: Esta es una cuestión individual que nos atañe como personas en nuestra psicología individual, en nuestra vivencia de nuestro cuerpo, de nuestro deseo, de nuestra atracción sexual. Tanto la que sentimos por otra persona como la que otra persona siente por nosotras. Pero también tiene que ver con cuestiones comunitarias, sociales, estructurales, patriarcales…

¿Qué hacemos para no ceder ante la presión? En la pregunta misma viene la palabra: presión. No está diciendo ante la “solicitud”, ante la “invitación”. Esta pregunta la interpreto en un contexto de pareja, donde sucede mucho eso. En el caso de las relaciones heterosexuales, es la mujer la que termina cediendo. Aunque no quiera, aunque no inicie la actividad sexual porque no lo desea, no se atreve a decir que no.

En primer lugar, hay que pensar que para llegar a ese momento donde te están presionando para que tengas actividad sexual, hay otros indicadores en esa relación de pareja que ya hablan de un tipo de violencia psicológica, de manipulación, de control y de otras condiciones de desigualdad que en el todo de la relación y de la dinámica de pareja ya están funcionando.

Creo que la persona debe hacer un ejercicio de asumir autónomamente cuál es su deseo. Qué es lo que tú quieres, qué es lo que no quieres. Y no solo en el principio básico de tener una actividad sexual, sino también qué tipo de actividad sexual, qué cosas yo deseo hacer, qué cosas no deseo hacer, qué cosas acepto experimentar aunque no sea a iniciativa mía y qué cosas no.

¿Qué se puede hacer? Hablar con claridad desde antes, mantener esos parámetros claros. Hay temor del rechazo de la pareja, de alguna reacción violenta y a veces la búsqueda de la pareja no es ni siquiera tampoco violenta o agresiva, pero sí es a través de la manipulación. Dicen: “Mira, entonces si tú no quieres, voy a tener que buscar a otra”.

Tienes que aclarar: “En este momento yo no deseo tener actividad sexual contigo, me gustaría tenerla en otro momento, en otra oportunidad, pero ahora no”. O si es algo que se refiere a una práctica muy específica decir: “Esto que me estás proponiendo no lo he intentado, no lo deseo hacer” o, si te llama la atención, decir: “Está bien, probemos, pero si yo no me siento bien, te lo voy a hacer saber y tú tienes que respetar que deseo que no continuemos”.

Hay distintos escenarios donde puedes practicar eso. Pero es muy importante que practiques esta autonomía desde antes y en todas las áreas de tu relación, no solo cuando llegas al punto del encuentro sexual, sino que en todo momento analices profundamente si estás en una relación donde te sientes respetada, valorada, escuchada, donde sientes que tú tienes decisión, voz y voto en lo que pasa en la dinámica de pareja.

No tienes que sentirte forzada a hacer algo que tú no quieras. Y si es algo que tú dijiste “está bien” y no te estás sintiendo bien, puedes detenerlo en cualquier momento y aclararlo.

En el tema legal, ¿cómo puedo probar que una relación sexual fue una violación si nadie lo vio?

Jennifer Bravo: Esta pregunta se hace a menudo. Los delitos de violencia sexual están categorizados dentro de la doctrina como delitos en soledad. Esto significa que la víctima y el perpetrador son los únicos testigos.

Al momento de declarar se piensa: “Es que nadie me vio, no hay pruebas, es su palabra contra la mía” o “no tengo pruebas, no tengo cómo demostrar que me violaron”. Pero claro que sí. El testimonio de la víctima es una prueba considerada fundamental, sumado a que existen las pruebas periciales posteriores.

Y algo importante también es lo que se menciona en el protocolo la Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer, donde existen seis pasos que se crearon para analizar la declaración de la víctima. Una violación va a estar acompañada de elementos objetivos, cuando hay un continuum de violencia o cuando las mujeres han caído en un círculo de violencia.

¿Cómo lo puedo probar? Primero, aceptar que lo que está sufriendo es una violación, que está siendo víctima de una violencia o de un acto sexual que no ha sido consentido. No puede llegar con miedo de que nadie le va a creer. Por supuesto que le van a creer.

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¿Cómo desmontar la idea de consentir desde una perspectiva que nos plantee el “con” “sentir” o el “sentir” “con”? ¿Cómo imaginar un sistema de justicia en otros términos?

Jennifer Bravo: Actualmente hay un sistema de justicia especializado: los juzgados o tribunales de competencia, conocidos como tribunales de femicidio y otras formas de violencia contra la mujer, que se crearon con la Ley contra el femicidio en 2008.

Pero ¿cómo cambiar esos estereotipos, desde la investigación? La justicia no únicamente se ve en los juzgados. Al momento de interponer la denuncia ante el Ministerio Público, al escuchar los hechos, no podemos decirles: “Ah, pero usted lo consintió, eso significa que no es violación, porque usted lo permitió”.

Y en la investigación debe existir una debida diligencia para que al momento de ir a conocer el proceso, no se voltee hacia la víctima, que por ese hecho de consentir se le considere la responsable.

Precisamente, cuando se está juzgando, salen a la luz estereotipos, aspectos misóginos sobre las responsabilidades de la víctima por haber consentido. Al estar en una justicia especializada, se pretende que estos hechos no sean conocidos con una visión misógina o estereotipada, sino con aspectos relevantes y necesarios.

El caso de Sepur Zarco es un hecho trascendental, no solo a nivel nacional sino mundial, en donde se conocieron hechos que las víctimas sufrieron hace más de 38 años. Aquí, ellas declararon y uno puede decir: “Pero fue el consentimiento de ellas porque permitían ir al destacamento militar, ellas iban, ellas hacían lo que lo que los soldados les decían”. Aquí no estamos midiendo un consentimiento real, porque ellas estaban bajo amenaza en un contexto de conflicto. Estaban con soldados, había una fuerza a la que no se les permitía decir sí o no. O lo hacían, o eran violadas y asesinadas.

Dina Elías: También comparto esta opinión. Está el privilegio masculino de demandar, exigir, solicitar o iniciar una actividad sexual de cualquier tipo sin que la otra persona, en este caso la mujer, tenga esa misma libertad de expresar su deseo, su atracción, sino que le toca decir que sí o decir que no. Con todas las implicaciones de que después se diga que es culpa de la víctima haber aceptado o no haberse defendido. Desde el punto de vista de quienes trabajamos con sobrevivientes de violencia sabemos que es una forma de preservar su vida.

Si estamos hablando de una relación de pareja, donde no es una violación o una violencia sexual extrema, es lo mismo. En esa dinámica está esa desigualdad de poder, que implica que una persona puede expresar su deseo libremente y demandar, pero la otra persona no está en las mismas condiciones y le toca decir que sí o decir que no, pero no realmente expresar qué quiere o qué no quiere.

Otro punto importante es que es un acto de voluntad, de responsabilidad, libertad, pero que tiene que haber ciertas condiciones para poderla ejercer.

Esa misma desigualdad que hay entre hombre y mujer, la hay entre adulto y menor de edad. Por eso tampoco pueden decir que consienten. En el imaginario de la gente está que cuando una niña tiene 11 o 12 años, se piensa que ya consintió.Le suena como que a esta edad ya sabe lo que quería o hasta incluso participó en algún juego de seducción que contribuyó a que la abusaran sexualmente.

Y por supuesto, una dinámica de relación de pareja tampoco está exenta de coacción. Si se está accediendo a participar en una actividad sexual resultado de manipulación, de agresión, de amenaza o incluso de forzarla de manera sutil, de seguirla besando y tocando a la puerta y finalmente ella cede, eso es una relación de desigualdad de poder y de violencia de igual manera.

Ahora bien, solo para hacer un poquito de abogado del diablo y cerrar la idea, mientras llegamos a un momento donde esto pueda ser plenamente visible, discutido e instalado en nuestras formas de ser y de relacionarnos como niñas, como jóvenes, como mujeres, tenemos que aceptar que en esa transición, sí ha sido un avance en hablar de que debe haber un consenso. Porque antes ni siquiera eso estaba ahí.

Es como que yo diga: “Qué mal que tengamos que enseñarle a las niñas y a las mujeres a cuidarse, porque no tendríamos que estar haciendo eso en una sociedad donde fuéramos respetadas”, pero mientras este tiempo llega no podemos negar que tenemos que hacer algún trabajo preventivo, para crear conciencia de la importancia que tiene que sea un acto de voluntad, con esta mirada crítica, por supuesto.

¿Es violación si yo digo “no” en medio de una relación sexual y no quiero seguir aunque haya comenzado convencida de hacerlo?

Jennifer Bravo: Es el derecho a decidir, lo que hemos venido mencionando. Yo soy dueña de mi cuerpo. Si yo decido iniciar una relación sexual con mi pareja, estoy aceptando de voluntad, sin coacción. Y si, habiendo comenzado, ya no quiero seguir, también es válido.

Pero si habiendo iniciado, hay un forcejeo, se obliga a continuar, he ahí la violación. Porque la violación es ese irrespeto a tu decisión, a tu consentimiento. Porque si una dice no, es no. Se debe respetar el derecho a decir: “Ya no quiero continuar”. Pero en el momento de venir y forzar la decisión, se está agrediendo su indemnidad sexual, se está agrediendo ese derecho. Por lo tanto: es una violación.

Habiendo dicho esto, también es importante decir que cuando una persona está consciente o está decidiendo iniciar una relación sexual, si no quiere y si no está segura, debe de parar. Debe decir no. Porque no queremos que posteriormente salga dañada.

Generalmente estamos pensando en que el hombre se va a ofender. Yo siempre coloco esta idea, porque incluso quienes hemos discutido el tema y quienes supuestamente nos hemos empoderado, en algún momento resbalás en esta idea de: “Ay, no, pero se va a molestar, pero ¿cómo hago para decirle que no?”. Y entonces nos hacemos un vericueto. Creo que es todo un proceso.

¿Cómo podemos hacer que más gente entienda que el consentimiento es importante en el noviazgo?

Dina Elías: Bueno, yo me voy a ir más atrás. Tenemos que ser conscientes de que como mujeres adultas y a los hombres adultos —porque también tiene que ver con la masculinidad y el ejercicio de su privilegio sexual— se nos tiene que formar en eso.

Y por supuesto, desde que nacemos, las personas entramos a esta cultura patriarcal que nos precede. Desde estas etapas de la vida debemos ir formando a las personas para que adquieran esa noción de valor propio, de autonomía, de sentido, de identidad. Donde mi cuerpo es mío, soy yo misma, es parte de mí y yo puedo decidir sobre él.

Si vamos formando eso desde antes, ya va a tener mucho más sentido hacer refuerzo en estos temas en una dinámica de pareja, donde en el plano de la educación sexual integral inclusiva y equitativa, se forman estos elementos.

Es muy importante que cada una de las personas involucradas en esta relación de pareja pueda expresar sus deseos, sus no deseos, sus limitaciones, sus inquietudes, sus intereses… Tomar la iniciativa de manera equitativa, porque estamos hablando de un contexto de pareja y sobre todo también con esta mirada de no violencia, de protección y de seguridad.

Podemos seguir trabajando. Tiene que haber programas de formación para los adultos, para padres y madres, para que empiecen a formar a sus hijas e hijos desde ya. Y también enfoques de educación sexual integral, programas de formación psicosocial y de prevención de violencia. Si empezamos a trabajar en prevención de violencia desde la infancia, vamos a tener menos probabilidad de estar en una relación de violencia en la juventud y en adultez.

¿La discusión del consentimiento de género se restringe al marco legal penal? ¿Qué otros enfoques se deben reflexionar?

Jennifer Bravo: Un enfoque cultural. A través de la historia, se ha identificado que el cuerpo de la mujer es propiedad de los hombres y que puede ser usado sin discusión. Mucho más, cuando están en un ámbito en donde prevalece el machismo, en donde han sido criados con culturas patriarcales.

Otros ámbitos son el religioso y el político. Recordemos lo que se dice, de que lo privado se vuelve político, se vuelve público. El hecho de que las mujeres denuncien también es un acto político.

Para aprobar en debate la ausencia de consentimiento, aparte de los peritajes psicológicos, pueden dar soporte los peritajes de género. Pero, ¿es común que estos últimos sean aportados de oficio por el Ministerio Público?

Jennifer Bravo: Si la mujer no está acompañada de una organización de derechos humanos de mujeres que le apoye en el litigio, es difícil que pueda sumarse (el peritaje de género). Sí, las fiscalías cuentan con peritos de Inacif (Instituto Nacional de Ciencias Forenses), cuentan con algunos expertos… Sin embargo, para darle esta perspectiva en derechos humanos de mujeres que se pretende un juicio, precisamente se debe tener la prueba pericial científica con ese enfoque.

Y es cierto también que muchas veces, aunque se tenga la plataforma probatoria especializada, no en todos los departamentos se cuenta con tribunales de femicidio. Y si no se cuenta con este enfoque, tristemente, así tengamos una plataforma probatoria con enfoque de género, no se va a poder validar. Son cuestiones muy difíciles en el proceso, pero no imposibles.

¿Hay consentimiento si mi pareja me oculta algo, diciendo que no le gusta que otros sepan de su vida?

Dina Elías: Si estamos hablando de que para que tú puedas tomar una decisión sobre lo que quieres hacer o lo que no quieres hacer, ya sea previamente reflexionada o en el momento, debes tener cierta información.

En las relaciones entre hombres y mujeres o en las relaciones que no son hetero donde hay una persona más dominante que la otra, generalmente la que domina y la que lleva el liderazgo en la relación, la que impone, es la que quiere saber todo de la otra persona.

Pero no en una dinámica de “quiero conocerte”, sino en una dinámica de “quiero saber para controlarte”. Y la otra persona siente que le tiene que decir todo.

Tú tienes derecho de preguntarle a la otra persona lo que tú quieres saber y por supuesto que la otra persona tiene el derecho de reservarse lo que no te quiera compartir. Pero cuando viene el tema de la sexualidad, tú tienes derecho de hacer las preguntas que tú consideres necesarias.

Por ejemplo, si tú le preguntas a tu pareja: “Quisiera saber si tú has tenido sexo sin protección con alguien” o “quisiera saber si tú te hiciste recientemente alguna prueba de VIH”, tienes el derecho de hacer esas preguntas y no te tiene que salir con que es su vida privada. Es su vida privada saber con cuántas personas ha tenido sexo. Eso se lo puede reservar. Pero tú tienes derecho a saber para protegerte.

Sucede en otras culturas, donde parte del consenso de la iniciativa sexual entre una persona y otra cuando empiezan a conocerse es compartir los resultados de una prueba. En Guatemala eso no sucede tan comúnmente, pero en otros espacios culturales, sí. Todo lo que esté relacionado con tu bienestar, tú tienes derecho a preguntarlo.

Se habla poco del consentimiento en parejas del mismo sexo. ¿Cómo construimos conciencia desde esta perspectiva?

Dina Elías: Efectivamente, es parte de algunos mitos culturales que se han constituido. En las culturas y sociedades patriarcales, vamos a ver que en las parejas del mismo sexo hay dinámicas de violencia similares a las que hay en las parejas heterosexuales.

No vamos a pensar ni idealizar tampoco que porque son parejas del mismo sexo van a tener unas relaciones más equitativas y respetuosas donde ambas personas puedan crecer y desarrollarse. Por supuesto que no se habla mucho de eso porque viene dado con esa idea mitificada y romántica de que las dinámicas de la violencia no suceden las parejas del mismo sexo y no es así.

Al igual que las otras parejas, las expresiones de violencia son las mismas. Hay presiones abiertas, obvias manifestaciones de violencia, de coacción, de amenazas, de exigencias físicas para tener actividad sexual. Y también otras manifestaciones de violencia más sutiles que terminan en hacer que una de las dos personas se sienta forzada a tener actividad sexual que no desea.

Definitivamente tenemos que sacarlo de la relaciones hetero, como muchos otros temas, y enfocarnos en que tiene que ver con una dinámica de desigualdad como hemos comentado anteriormente, de poder y de privilegios. Y con todos los otros elementos de la dinámica propia de la violencia de pareja.

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Quisiera sumarme a la pregunta sobre el lenguaje no verbal y andar algunos pasos hacia atrás partiendo del flirteo como elemento básico del diálogo-atracción. Entre hombres se suelen hacer la pregunta de “¿Y entonces ahora cómo nos acercamos?” y aunque es una pregunta reduccionista me parece que vale la pena pasar por ella.

Dina Elías: Son cuestionamientos que surgen constantemente. Aquí me voy a meter también en esta dimensión de la sexualidad como vivencia corpórea, erótica, de deseo sexual… Da espacio para muchas cosas en la dinámica de pareja.

Estoy hablando acá no de una relación forzada, sino que de una relación donde hay deseo. No importa si la persona está en una relación que implica también construcción afectiva, vínculos afectivos de mucho tiempo o si es una relación que se está construyendo apenas y que hay atracción sexual y deseo mutuo.

Tomando en cuenta esa área en particular, no es que necesariamente sea: “Bueno ahora sí me puedes besar, ahora sí te puedo besar, ahora sí te puedo acariciar…”. Eso, para mí, es como llevarlo a nivel de caricatura. Es como seguir diciendo: “Como ahora son exageradas y resulta que a todo las obligan, entonces mejor me voy a curar en salud y voy a hacer que firme algo”.

Pero volviendo al tema de la dinámica sexual de la pareja, hay mucho de no verbal, por supuesto. Hay una insinuación, un deseo que va creciendo en el momento de la atracción sexual, del proceso de flirteo, donde la respuesta de la otra persona nos va diciendo si es algo que desea o no desea.

Y el punto es llegar a esa construcción de relación y de dinámica de pareja donde puede ser que tú no inicies ahora, porque cada uno también a veces tiene diferentes expresiones de atracción y deseo. Digamos que lo inicia tu pareja, en un momento dado. En otro momento dado lo inicias tú, pero si la otra persona inicia y tú también lo deseas participan ambos.

Y no hay ningún problema. Porque están expresándose libremente ambas partes de la relación, expresando su deseo, su atracción sexual, lo que le gusta, lo que le agrada, lo que no quiere y la otra persona está en la misma condición que tú.

Este para mí es un punto que nosotros a veces desde la psicología lo formamos mucho y nos interesa que quede claro en ese sentido. Que esta dinámica de sexualidad respetuosa equitativa se dé con cierta espontaneidad, pero estar atento a las necesidades de la otra persona también. No estar solo metido en tu deseo y en lo que te gusta a ti, que eres incapaz de ver la reacción de la persona que tienes enfrente, ya sea tu pareja de mucho tiempo o que la estás conociendo.

Si la invisibilizas desde este punto de vista, donde ya ignoras sus reacciones, su deseo, su atracción… ahí ya estamos hablando de otra cosa.

Jeniffer Bravo: Totalmente de acuerdo. Creo que es importante tomar en cuenta que a veces, lejos de ser como un flirteo puede caer en acoso. Que son otros aspectos que va a ser tema de otro momento, para dialogar o discutir.

Pero creo que esa mística de cómo enamorar o cómo tener una relación de pareja permite que las mujeres puedan volver a tomar la decisión sobre su vida y también tener ese respeto. Porque no podemos permitir que nuevamente se vuelva a caer en ese amor romántico o ese amor de telenovela. Muchas telenovelas traen el mensaje de que el hombre que te trata mal es porque te quiere, o si te ignora es porque de verdad le interesas. Toda esa desvalorización que nos quieren hacer ver hacia las mujeres es lo que no tenemos que permitir que suceda.

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¿A dónde debo ir a denunciar una violación? ¿Mucha gente se enteraría de que me violaron?

Jeniffer Bravo: Para la denuncia pueden acudir al Ministerio Público, a la Policía (Nacional Civil), a la Procuraduría de Derechos Humanos, a la Procuraduría General de la Nación. También están los números 1572.

Muchas veces, una no se anima a denunciar porque piensa que lejos de ir a denunciar el hecho, va a salir perjudicada. Actualmente el Ministerio Público cuenta con un sistema, con el MAI (Modelo de Atención Integral), que permite brindar una atención especializada a toda víctima o sobreviviente de violencia sexual. Puede acudir y ser atendida por una fiscal y una psicóloga para brindarle atención integral y darle el ambiente confortable para poder denunciar. Y no todo el mundo se va a enterar, por supuesto que no. Al contrario, se resguarda el proceso por protección de la víctima.

Dina Elías: Quisiera aportar brevemente la parte psicológica, porque esto es algo que aunque en teoría los mecanismos legales y los procedimientos funcionen de otra forma, a nosotras desde la psicología nos toca ver la otra parte y esto es muy importante también.

La mujer que toma la decisión de ir a denunciar ha pasado un proceso y eso es parte de lo que se le cuestiona a veces: “¿Por qué pasó tanto tiempo desde que le sucedió eso y se decidió a denunciar hasta ahí?”. Como que se asumiera que una mujer inmediatamente después de haber sido violada lo que dice es: “Ah, tengo que ir al MP”.

Es una mujer que está viviendo una experiencia traumática, que la ha dejado impactada física y psicológicamente, moralmente, espiritualmente desde muchas dimensiones. Ese proceso para la mujer es desgastante, es extenuante y es necesario que se tome conciencia de eso.

Que tenga acompañamiento de sus redes de apoyo, su familia, sus amistades más cercanas, su pareja… Toda la red de apoyo afectivo que pueda tener desde ese círculo, pero también acompañamiento psicológico.

Hay organizaciones especializadas en eso, porque no porque sea una persona formada en la psicología va a tener conciencia y conocimiento o experiencia de lo que implica sobrevivir una violencia sexual. Hay que entender muchas cosas de la dinámica de la violencia contra las mujeres, de la violencia sexual, para poder acompañar apropiadamente, porque es un proceso agotador, psicológicamente desgastante y es necesario que la mujer que lo ha sobrevivido y ha tomado la decisión de denunciar reciba este acompañamiento, porque el sistema judicial sigue siendo un sistema patriarcal y lo que le espera no es fácil. Es admirable y la tenemos que apoyar y acompañar en la mejor forma posible.

[Busca aquí información de estas organizaciones: Organizaciones de la complicidad]

Como hombre con amigos hombres, ¿Cómo aportar a la construcción sana del consentimiento, sin enojarme y alejarme?

Dina Elías: Creo que esto tiene que ver, por una parte, con la construcción de normas comunitarias. Estos acuerdos tácitos de interacción entre personas y grupos que hemos aceptado como válidos, que hemos naturalizado y que ya no discutimos. Porque lo que estamos hablando acá es de transformar esta forma de pensar de un hombre que se vincula con otros hombres que sostienen este tipo de comportamientos, pensamientos posicionamientos… Es importante mantener esa claridad y expresarlo verbalmente, expresar desaprobación ante estas actitudes.

En el plano más relacional e individual, si son hombres con los que tienen esta relación de amistad o de compañeros de trabajo o compañeros de estudio… yo no sé si necesariamente puede uno dejar de enojarse cuando sucede algo que se considera que está “fuera de”. Si ustedes me preguntan por ejemplo de la violación, yo no puedo hablar de ese tema sin dejar de enojarme, sin dejar de contrariarme, de frustrarme, porque tengo un posicionamiento muy claro respecto al tema.

Pero sí tiendo a tener una reacción que conduzca a un cambio, a un aporte en la toma de conciencia e información. Y no que lleve a un encontronazo que no conduzca a nada. El objetivo tampoco es alejar, es tratar de contribuir a un cambio en las otras personas.

Estas conversaciones claras, entre hombres, de masculinidad, donde realmente puedan cuestionarse cómo han construido su masculinidad en relación a la sexualidad y a la par del cortejo y el consentimiento.

Si en un momento dado eso no se logra, también se tiene que medir si ese es el tipo de personas con el que se quiere seguir vinculando. Si este es el grupo de referencia, de amistad o de trabajo que quiera mantener. Un grupo que es tan contrario a sus valores y a sus posiciones en la vida. Es una decisión que viene en un momento posterior.

A la par de desmontar la idea de consentimiento de una visión asimétrica, hay que tomar en cuenta la expresión de deseo de los cuerpos feminizados. Pareciera que el deseo es consustancial a los cuerpos masculinos. La masculinidad es comprendida desde esa idea reducida del deseo o la conquista.

Dina Elías: Coincido con que es importante visibilizar y resaltar cómo se construye culturalmente, psicosocialmente, religiosamente, espiritualmente, éticamente… el deseo. Dentro de la cultura patriarcal, el deseo de la mujer se forma de manera pasiva: ella desea ser penetrada, ella desea ser tomada, ella desea ser deseada… Pero no como sujeta activa de su deseo y de su atracción sexual, del conocimiento de su cuerpo, de la expresión libre de su sexualidad y de lo que le da placer.

Como que el deseo sexual de la mujer se limitara a que otro se sirva de ella y de su cuerpo para adquirir placer y no como una vivencia activa también de su propio placer, que a veces ni siquiera conoce. Y en esto, la pornografía tiene mucho que ver y en estas últimas décadas se ha encargado de reforzar estos aspectos.

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