Aquí pasó algo | Desaparición de Rubén Amílcar Farfán

El 15 de mayo de 1984, Rubén Amílcar Farfán fue secuestrado por las fuerzas de seguridad del Estado en la esquina de la 12 avenida y 9 calle, de la zona 1 de la Ciudad de Guatemala. Era sindicalista, estudiante de Humanidades y corrector en la editorial de la Universidad de San Carlos. Su nombre y fotografía aparecieron en el Diario Militar. Desde entonces, su familia, especialmente su hermana Aura Elena Farfán, se ha dedicado a buscar justicia por Rubén y los miles de desaparecidos durante en la guerra.

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Lee aquí la transcripción del episodio:

La 12 avenida  de la ciudad de Guatemala es una carretera de dos carriles que cruza todo el centro de la capital. Recorre la zona 2, desde Ciudad Nueva y llega hasta el estadio del Ejército en zona 5.

En la zona 1, entre octava y novena calle, la 12 avenida llega al parque Colón. Una plaza rodeada de rejas, de las que sobresalen las copas de los árboles, que en su mayoría son pinos.

En el lugar, inaugurado en 1948 por el expresidente Juan José Arévalo Bermejo, el ruido de los carros, motocicletas y buses se mezcla con los gritos de los vendedores y los taxistas que ofrecen viajes.  A las afueras hay bici taxis y taxis estacionados. Recostados en sus carros, los taxistas ofrecen llevar a las personas que pasan caminando presurosas. 

Encuentra la esquina con la novena calle. Podrás guiarte por los colores de las piñatas colgadas afuera de los negocios que venden todo lo necesario para celebrar una fiesta de cumpleaños. 

En esta misma esquina verás un edificio de dos niveles, pintado de blanco. Es la «Torre Colón». Del lado opuesto, sobre la 12 avenida, hay un parqueo con un grafitti que dice «Nunca más» en su fachada. 

Aquí, en esta intersección, el 15 de mayo de 1984, el Ejército de Guatemala desapareció a Rubén Amílcar Farfán. 

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Manuel Farfán: Mi nombre es Manuel Antonio Farfán. Soy hijo de Aura Elena Farfán y sobrino de Rubén Amílcar Farfán, detenido el 15 de mayo de 1984.

Rubén viene de una familia originaria de Jutiapa. Él nace el 18 de octubre de 1943 y su familia pues una familia humilde. Con muchos esfuerzos se trasladó para acá, para la ciudad de Guatemala. Y ahí empezó a poder desarrollarse en el estudio. 

Aquí terminó sus básicos, su estudio como maestro de escuela urbana y posteriormente ingresó a la Universidad de San Carlos de Guatemala. Trabajó en Caminos, fue parte del sindicato de Caminos. En el 84 él era estudiante del último semestre de la Facultad de Humanidades y trabajador del sindicato de la editorial de la universidad y estudiante. 

Creo yo que Rubén Amílcar dentro del núcleo familiar nos marcó a todos. En la esencia de dar lo mejor de nosotros, de luchar por una sociedad más justa. Él vio la necesidad de la familia, la pobreza de la familia. Como vio la pobreza en otras personas y él fue siempre muy atento. Muy, muy colaborador. Muy facilitador a cosas para que las personas de escasos recursos pudieran tener algo de lo que él tenía en su mesa.

Mis recuerdos son esos, era muy estricto, le gustaba mucho leer, por lo mismo, porque era corrector de libros en la editorial. Él tenía un cuarto lleno y todavía lo tiene el cuarto lleno de libros donde él nos exigía a nosotros que pudiéramos dedicarnos al estudio, a formarnos, pero lamentablemente yo lo dejé de ver a los 8 años.

En 1984 el 15 de mayo, había un silencio absoluto en la casa. Creo yo que mantenían ese perfil de que los niños no tienen que escuchar las con las conversaciones de los adultos. Yo veía a mi mamá muy afligida porque salía desde la mañana y regresaba en la noche. Mi abuelita lloraba, pero nunca nos decían: «miren, esto le pasó a Rubén». 

Posteriormente, que fuimos creciendo, nos dimos cuenta por las acciones que tenía mi mamá ya acciones muy públicas, ¿verdad? Porque salía en manifestaciones, en caminatas, llevaba la fotografía de Rubén en su bolsa y ella nunca dejó de trabajar como enfermera auxiliar, ella en ese momento trabajaba en el Hospital Roosevelt. Ella iba a trabajar en sus turnos normales, por ejemplo, trabajan de mañana, salen en la tarde. Ella se iba a buscar a Rubén, a las policías, a la morgue, a los bomberos, a los hospitales. Si trabajaba en la tarde, pues hacía eso en la mañana y cuando trabajaba en la noche, pues dedicaba todo el día a buscarlo. 

A mí me contaron que habían llegado judiciales a la casa para informar de que habían detenido a Rubén en el campus de la universidad, lo metieron a un carro, dieron las placas y se lo llevaron.

El  día que aparece el diario militar, yo recuerdo que fue un día lluvioso y yo regresaba de la universidad. Cuando ella apareció nos llamó a mis hermanos y a mí y  nos dijo: «miren, apareció un documento donde aparece Rubén con la fotografía y aparece cómo se lo llevaron». Entonces ella se descompuso porque no sabía cómo decírselo a mi abuelita. Entonces yo le dije: «mire, tenemos que hablarlo y decírselo porque es una información muy importante porque nosotros teníamos otra historia».

Pero después, posteriormente, mi mamá pues hizo las investigaciones y había una compañera que ese día salió junto con Rubén de la universidad y ella dice que se bajó él por Belén y empezó a caminar. Nos imaginamos que empezó a caminar y llegó a la 12 Avenida y 9 Calle y es como lo dice en el diario militar: «Rubén Amílcar fue detenido en la 9 Calle y 12 Avenida a las 4:30 horas de la tarde. Se puso resistencia y se dio 300».

Lo he dicho anteriormente, fueron sentimientos encontrados. Fue mucha tristeza, dolor, angustia, de saber qué era lo que le había pasado a él, pero a la vez como tranquilidad de lo que había sucedido, pues es algo importante para la investigación que mi mamá estaba haciendo, ¿verdad?

Mi madre se dedicó 100% a la búsqueda, tuvo el apoyo obviamente de mi abuelita, su mamá, que nos pudo cuidar, atender, trabajó como nuestra mamá, ¿verdad? Mientras que mi mamá pues se dedicó a la búsqueda de Rubén y  eso creo yo que nos ha marcado a nosotros y nos ha dejado un legado muy fuerte, muy grande, muy hondo en nuestro nuestro ser, en nuestro corazón, en nuestros pensamientos, en lo que hacemos día a día.

Nosotros siempre pensamos en Rubén, siempre pensamos en mi abuelita y  creo yo que el trabajo que ha dejado Aura Elena Farfán, pues también ha sido muy fuerte para nosotros para poder dar continuidad a ese trabajo, en la búsqueda de justicia.

Creo que es necesario que la juventud conozca lo que hemos sufrido. Que Guatemala entienda la necesidad de una justicia verdadera, una búsqueda de la verdad. Que se juzguen a los responsables de estos hechos y que podamos tener tranquilidad porque las familias ahora no vivimos en paz, o sea, tenemos esa angustia.

Ahorita nuestras madres o nuestras abuelas están falleciendo. Están muy enfermas y no cerraron ese ciclo de dolor porque nunca supieron dónde están sus hijos, hijas. Y creo yo que merecemos una Guatemala diferente. 

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Narradora: ¿Quieres escuchar lo que pasó en otros lugares? Si estás haciendo un recorrido presencial, puedes seguir caminando sobre la doce avenida, llegar a la doce calle y buscar el código QR. Ahí te contaremos sobre el asesinato de la antropóloga Myrna Mack.
Si haces el recorrido digital, puedes escuchar las demás cápsulas en agenciaocote.com o en tu plataforma de audio favorita. También puedes explorar el mapa para ver otros lugares. Te animamos a que escuches y veas otros productos  sobre el tema en nuestro sitio web, puedes leer: «Las que dedicaron su vida a buscar a los desaparecidos en Guatemala» o escuchar el episodio: «El diario del horror» .

María Olga Domínguez Ogaldes

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