Miguel González Moraga, experto en ética periodística, califica la situación de los medios como una crisis de la que es posible salir. “No puede ir para peor, pero sí para …
Miguel González Moraga se define a sí mismo como iconoclasta y lector. Un periodista que
no asegura ser objetivo, pero que persigue el equilibrio. Ha sido redactor de medios
impresos como la relevante revista Crónica y del diario Prensa Libre. Trabaja para el proyecto de verificación de información Confirmado, que acaba a finales de agosto, y ha contado con el apoyo de la Asociación DOSES y Mirador Electoral. Ocupó también el poco usual puesto de defensor del lector en la revista ContraPoder.
González Moraga es gran conocedor del ecosistema mediático de Guatemala, ha trabajado de cerca con al menos mil periodistas de todo el país y ha asesorado y dado al menos 100 talleres en medios, muchos desde Sala de Redacción, otros con Ojo con mi pisto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y con Energuate.
En esta entrevista, González Moraga habla sobre la dinámica actual de las coberturas, el estado de salud del periodismo y sobre un tema del que poco se publica en los medios. González Moraga no tiene reparos en considerar una crisis, que ha llevado a despidos, presiones y censura al interior de éstos.
El domingo en la centro de cómputo, el Parque de la Industria se veía vacío en comparación de otros años, ¿qué ha pasado? ¿Era una reflejo del desánimo ciudadano? ¿Hay nuevas dinámicas de cobertura?
En general hay menos periodistas en el terreno que hace cuatro y hace ocho años. Ya muchos colegas no reportean in situ sino que se han facilitado las cosas sacrificando calidad, utilizando las redes sociales, por ejemplo. Nosotros venimos de una generación en la que el contacto personal y extendido con las fuentes era fundamental. Ahora gana lo inmediato y lo superficial. Además, hay que cubrir muchos temas en poco tiempo y eso hace que se vaya perdiendo la especialización dentro del periodismo. Ahora hay periodistas que son aprendices de todo y expertos en nada.
Tras las campañas negras en estas elecciones y las estrategias de desinformación en general, ¿cómo ve el futuro de la libertad de expresión?
La libertad de expresión básicamente sigue siendo la misma, pero la gente debe entender que tiene límites. Y los límites son los derechos ajenos. Pero por la desinformación que circula, hay gente que no se dedica a verificar o a chequear, que es uno de los principios del periodismo desde siempre. Había un diario en Chicago con aquel consejo que decía “si tu mamá te dice que te quiere, compruébalo”. Mucha gente no lo escuchó, pero deberían conocerlo porque se está perdiendo la calidad.
¿Qué sucede con la sociedad? ¿Es ahora es más procible a creerse la desinformación?
Tampoco es algo nuevo, pero ahora hay más altoparlantes para divulgar desinformación y creerla. Como en estas elecciones, como ya se ha dicho en varios lugares del mundo, no es la primera vez, en donde se usó muchísimo más la desinformación a través de cadenas en Whatsapp, mensajes en Facebook, con más impacto en Twitter y mucho menos en Instagram o YouTube, pero hubo variedad de desinformación y mucha la replicaban: periodistas y medios.
Allí está el problema, en que replicamos sin verificar.
Por eso es que ha sido necesario que se ponga en práctica como en Guatemala hicieron Fáctica. Algo Plaza Pública, Confirmado. Hay esfuerzos de verificación hechos por profesionales en al menos 30 países. Y tendría que haber más, pero es caro y lleva tiempo ponerse a verificar la información. O ponerse a chequear el discurso público, como lo hicimos desde Confirmado. Nosotros analizamos 130 frases de los candidatos y la mayoría son mentiras. Poquísimas son verdades. Los candidatos se han acostumbrado a decir las cosas sin que la prensa lo verifique y eso no me lo estoy inventando. Lo más fácil para verificar son los medios impresos. Podemos chequear cuántas frases fueron verificadas. Los porcentajes son muy bajos.
¿Cómo calificaría la dinámica actual del periodismo político en el país?
Lo inmediato se está imponiendo. No sólo no se verifica la información; no se busca que sea información balanceada. Otra de las deficiencias es que no se acude a fuentes pertinentes. Buscamos al que tengamos más cerca o la dirección electrónica, o la dirección en Twitter o el teléfono, para que nos confirmen cosas que ya sabemos, que se sume a nuestras opiniones o para llenar espacio. Entonces eso ha ido contaminando a los periodistas. El no acudir a las fuentes pertinentes que es una de las reglas de nuestra profesión u oficio.
¿Cuáles son los principales retos paras los periodistas? ¿Cuáles son los mayores riesgos?
Hay demasiados periodistas formados que no tienen trabajo. Hay periodistas que tienen trabajo y no cobran lo que tendría que ser justo. Puede ser positivo, depende de donde uno esté, que se han integrado a labores de periodismo o de información, personas que tienen otra formación académica. Otra formación en el terreno. Es decir, hay más o menos, voy a ser ligero, 10 mil estudiantes de comunicación. Un tercio quiere ser periodistas y no alcanza el mercado, el espacio para tener ocupados a todos y remunerados bien. Los que establece la legislación. Contar con clases pasivas, aguinaldo, prestaciones. Ya la mayoría no goza de esos beneficios.
No es exclusivo de Guatemala. Es una corriente internacional en la que te pagan por pieza. Nosotros entendemos que éste no es un trabajo de ocho horas. Pero hasta hace 10 años ser periodista era una profesión que tenía muchas garantías. Y bien pagado. En los medios escritos en particular. Cuando irrumpieron los medios digitales la cosa empezó a variar.
¿Cómo han mutado los medios de comunicación en Guatemala en los últimos diez años?
Vemos que se han encogido las redacciones. Cada vez hay menos periodistas en las redacciones aunque hay más medios. Y hay medios especializados, pero estamos viendo cómo lentamente, en particular los medios en papel, se van desnutriendo y van a terminar muriendo algunos, porque no se han adaptado a las nuevas corrientes, ni sus modelos de negocio son los más adecuados. Eso también evidencia en el momento actual, que no hay un solo medio digital o de internet que sea autosostenible. Los exitosos aquí o que han logrado ocupar ciertos espacios como Plaza Pública, Nómada, Soy 502 y Publinews son subsidiados.
Los medios nativos digitales en Guatemala han marcado el inicio de una era de información distinta. Medios como Prensa LIbre y elPeriódico, la radio y la televisión, se ven obligados a generar contenido para la web y adaptarse a las nuevas dinámicas de consumo de la información –como es la tendencia mundial–.
Está ocurriendo en otros países también. En Estados Unidos hay medios que se están volviendo autosostenibles. Porque las audiencias se han dado cuenta que si quieren periodismo de calidad tienen que pagar por él.
¿En Guatemala la ciudadanía podría pagar por el periodismo para que haya periodismo verdaderamente independiente?
Pues aquí donde más de la mitad de la población apenas tiene recursos para sobrevivir es muy difícil. Por eso es que se recurre a empresarios progresistas, incluso guatemaltecos que viven en el extranjero para que subsidien los medios. No solo no están apoyando a los medios digitales, que son los que están a la vanguardia en este momento, sino que es imposible que en Guatemala haya una revista, en papel, semanal o cada quince días, que la gente lo compre. El último gran esfuerzo, y lamentablemente no terminó bien fue la revista Contrapoder. Pero antes de eso tuvieron que pasar 15 años para ocupar el espacio de la antigua revista Crónica, que han sido los semanarios más exitosos de la historia del periodismo guatemalteco.
Despidos, presiones, censuras… ¿Podemos hablar de una crisis en los medios de comunicación? ¿Se deben a los nuevos tiempos y a los cambios de modelo de negocio? ¿O ha habido un verdadero intento por silenciar a los medios y a la prensa?
Hay crisis, pero como los colegas son muy creativos hemos visto el florecimiento de medios específicamente en Facebook. Los que se conocen ya como medios hiperlocales, que te informan sobre tu comunidad y de la comunidad espejo que está en Estados Unidos. Yo conozco medios en Facebook, no electrónicos, que específicamente en Guatemala tienen sus pequeñas plantas de redacción de tres periodistas en Petén o en Alta Verapaz y que tienen hasta 200 mil seguidores. Números considerables. Y los compañeros están volviendo estos espacios rentables porque ponen fotografías publicitarias y cobran. Que son metodologías que de lo urbano, desde la metrópoli vemos como risible o demasiado simbólicas, pero que a los compañeros les sirven para tener sus emprendimientos.
Pero estos emprendimientos surgen de la crisis.
Sí, porque los montan periodistas que han sido despedidos. En este momento el medio más exitoso en Guatemala es Nuestro Diario. Un diario popular que tiene más o menos 125 corresponsales en todo el país. No hay ningún medio radial, mucho menos de la tele con esa capacidad de contactar a proveedores de información desde lo local. Y Nuestro Diario tiene prácticamente periódicos locales que son sus ediciones regionales. La gente se identifica con los medios que van desde lo local, que puede ser el municipio, a lo hiperlocal, que puede ser el barrio, la colonia o la aldea. De esos hay bastantes ejemplos que están floreciendo pero no se les ha puesto suficiente atención.
En los últimos dos años, y es difícil que un ejecutivo de un medio grande lo acepte, ha influido el hostigamiento del gran empresariado guatemalteco, que decidió cortar la gran publicidad a grandes medios para que dejaran de informar sobre la lucha contra la impunidad. Especialmente en los casos que investigaba CICIG. Y allí está el caso Vielman. Que se puede hacer un hemerografía de cómo los medios fueron variando, desde los impresos, hasta generar una corriente de opinión de victimización hacia alguien que era judicialmente perseguido. El gran empresariado es uno de los factores de la crisis actual de los medios. Al orquestar una campaña para que los medios no tuvieran publicidad. Eso más que la venta en la calle o las suscripciones, es la publicidad la que sostiene a los medios. Y allí está, uno los ve muy flacos y con problemas. Cuando un medio no tiene suficientes recursos tiene que comenzar a recortar personal. Lo último que tocan los medios son las redacciones, pero las han ido recortando cada vez más.
Quizá con el cambio de Gobierno podría haber una apertura a las inversiones de mercado, para que la crisis en los medios se detenga y comience a revertirse. No sé, podría ser.
¿Y cree que sucederá ese “quizá”?
Alejandro Giammattei no es Jimmy Morales. Yo supongo que él tiene un entorno mucho menos hostil con la prensa que el de Morales, que se escudó en los medios del monopolio de la televisión, aliado con la radio. Jimmy deja la banda muy baja, cualquiera la puede superar. Y Giammattei, supongo yo por su personalidad, que él quiere ser un buen presidente. Y aquí se ha comprobado que no se puede gobernar bien teniendo a la prensa en contra. Que no quiere decir que hay que tenerla a la par, sino que se deben respetar los espacios democráticos. La prensa tiene que criticar, en la posición editorial, como en su momento puede aplaudir a un gobernante. Pero el gobernante no puede ser como Morales que permanentemente hostigó a los medios y provocó.
¿Si Giammattei no toma esta postura, la crisis empeorará?
No puede ir para peor, pero sí para mejor. Ya los periodistas estamos acostumbrados a obtener la información no por vías oficiales, siempre vamos a tener información, siempre la conseguimos. Los medios han sobrevivido sin la pauta que era tradicional, que desde hace dos gobiernos no hay suficientes. En América Latina hay una corriente para castigar a la prensa. Yo tampoco me paso de optimista pero en unos momentos hay que serlo. Hay que dejarlo gobernar, sí, pero hay que marcar la cancha. El nuevo organismo Ejecutivo debe entender cuáles son los roles de la prensa. Y no contestar como lo hizo después de su primera aparición de ganar extraoficialmente criticando a un medio, que estaba criticando a alguien que por ley no puede ser ministro. Eso no se lo inventa un medio. Allí está la normativa legal. Y si Giammattei va a estar sintiéndose perseguido, espero que su vice pueda servir de balance. Estamos en las primeras horas y queda ponerse a especular nada más.
¿Aún hay espacio para el optimismo?
De alguna manera, Giammattei tiene 30 años en la actividad pública. Ya algunos sabemos cómo es. Tiene una personalidad explosiva. Quisiera yo que él moderara su explosividad, pero me parece que él está siendo como es. Tiene cinco meses hasta que le pongan la banda presidencial para rodearse de un equipo experto en comunicación política para que le digan cuál debe ser la ruta.
No pueden estar perdiendo la cabeza con cada crítica. Deben entender el papel de la prensa. Pero no me sorprende a mí su comportamiento. Me sorprendería que fuera más moderado. Él debe entender que como Presidente debe dejar de ser tan huraño y tan hostil con la prensa. La prensa va a seguir cumpliendo su papel de siempre, que no es quedar bien con el gobierno. Es trasladar lo que ve, interpretarlo, reportar, pero no ser condescendiente.