Juanlu Sánchez: «Tenemos que volver a un periodismo que se financie con la complicidad de los lectores»

Juanlu Sánchez tiene 42 años, es periodista, cofundador y subdirector de elDiario.es, donde coordina el podcast diario Un tema al día. El formato se ha vuelto un referente en España y en el extranjero, y a él le apasiona compartir sus aciertos y también sus errores. Propone que a partir de esas experiencias, es posible reflexionar sobre nuevos modelos de trabajo en los medios de comunicación, sobre todo digitales, donde las personas dejan de ser vistas como «clientes» y pasan a ser consideradas «cómplices» en la función social del periodismo.

Juan Luis Sánchez —Juanlu, como prefiere que le llamen— se acomoda como puede en uno de los sillones del estudio de Agencia Ocote, para poder conversar. Con sus cerca de …

María del Carmen Hernández

Juan Luis Sánchez —Juanlu, como prefiere que le llamen— se acomoda como puede en uno de los sillones del estudio de Agencia Ocote, para poder conversar. Con sus cerca de 1.90 metros, es una persona muy alta para el promedio en Latinoamérica y bromea al respecto. 

Es miércoles 1 de octubre, el primer día del festival de comunicación Expansiva de Agencia Ocote. Él es uno de los talleristas y panelistas, invitado por su amplia experiencia en medios digitales. 

Desde su rol como periodista, cofundador y subdirector de elDiario.es ha podido explorar nuevos modelos de relación y de trabajo con las audiencias. A la fecha, ese medio digital tiene más de 100 mil suscriptores que le permiten una solvencia económica bastante sólida y garantizada después de 12 años.

Juanlu también es el responsable de Un tema al día y la voz que acompaña este podcast referente en España, que se sitúa de primero en los ránkings de audiencia y ha sido reconocido con galardones como el premio Ondas.

Eres parte de la generación llamada «de transición» con la incorporación de nuevas tecnologías, redes sociales, blog, inteligencia artificial al oficio del periodismo. ¿Cómo vas con esa experiencia?

Si no fuera por la revolución digital en el periodismo y en la sociedad, yo no trabajaría de periodista. El periodismo digital, creo que fue nuestra última tabla de salvación, en una industria y en un oficio que se hundía por completo por una crisis de negocio, de credibilidad, globalización, que nos dejaba sin la capacidad de ser intermediarios de nada. 

Internet nos facilitó a muchos periodistas la posibilidad, no solo de trabajar en medios grandes, sino de fundar nuestros propios medios de comunicación.

Puedo decir que sin internet, sin Twitter, sin Facebook, elDiario.es no existiría. Y creo que esa es una realidad que tenemos que aceptar. 

Ese ciberoptimismo que teníamos mucho sobre el periodismo digital, pues obviamente ya no hay quien lo defienda. Las redes sociales se han convertido en un lugar muy hostil por culpa de su propietarios, no por culpa de internet como fenómeno. 

La salud del periodismo está muy amenazada por razones que tienen que ver con ese poder digital y global.

En un momento donde los medios tradicionales, los grandes referentes o tótems ya no son lo que eran hace 10 años, ¿cuál es el papel de los medios digitales en una sociedad que exige mayor inmediatez? 

Creo que los primeros medios de comunicación digitales ya tienen 10 y 15 años. Cuando hablamos del periodismo de antes, fue hace 20 o 30 años, no 10. 

El rol social que ocupa hoy el periodismo digital es el mismo que ocupaba antes la prensa escrita. 

Cuando hablamos de periódicos digitales, le estamos atribuyendo un estatus y características de prescripción social, de contrapoder, de referencia, de credibilidad.

Un vicio permanente que tenemos los periodistas es creer que, como le queremos llamar periódico, porque eso tiene un estatus, la sostenibilidad digital tiene algo que ver con la de los periódicos y no es así.

La era digital propicia la sobresaturación de información pero ¿cómo podemos volver al foco los temas que dan luz desde el periodismo digital?

Aunque nos duela mucho a los periodistas, la respuesta no está en el contenido, sino en la forma de financiarnos.

Llegamos a un punto donde la mayoría de medios de comunicación vivimos de una forma de financiarnos que va en contra de la calidad del periodismo. Cuanto mejor periodismo, muchas veces implicaba peor financiación.

Como periodistas, queremos denunciar injusticias, señalar corrupciones, contar nuestra noción de la verdad, pero no sobre temas etéreos, sino sobre temas que están muy en el corazón de la sensibilidad social. Y eso obviamente siempre molesta. 

Estábamos intentando hacer periodismo que molesta, con dinero de los molestados, esto es muy difícil.

Tenemos que volver a un modelo donde nuestro periodismo se financie con la complicidad de los lectores. Que nuestro valor vaya por la complicidad de los lectores. Es decir, dejar de ser un mero producto de consumo. 

Pensar en un modelo de sostenibilidad diferente, donde la supervivencia del medio no depende de tres empresas o tres instituciones públicas, sino de muchos lectores. Eso se perdió en el momento que tratamos a los lectores como clientes.

Cuanta más gente venga al sector de los medios desde organizaciones sociales, sociedad civil, que tenga sensibilidad social para la gestión, para el marketing, para la definición de productos, no solo para la redacción, mejor será. 

Porque esa gente sí entiende que no somos una zapatería que vende zapatos, sino que somos una institución social que se nutre de la complicidad de la gente que cree que somos necesarios como medios de comunicación.

En la región centroamericana, en Guatemala, la criminalización, la persecución, el hostigamiento, incluso desde las propias instituciones del Estado, ha provocado el cierre de medios de comunicación y el exilio de periodistas, entre otros actores. ¿Cómo se promueve la colaboración entre ese periodismo del que hablas y la sociedad civil? 

Llevo unos años escuchando, porque conozco a muchos periodistas guatemaltecos en España y algunos periodistas españoles en Guatemala y he tenido la suerte de poder hablar con gente de EP Investiga y de Agencia Ocote, entre otros proyectos, y la sensación que tengo, es que el estándar periodístico aquí, precisamente por el contexto en el que se realiza, es mucho mejor que en mi país. Lo digo con mucha tranquilidad.

Espero que no se moleste nadie en mi país, pero el nivel de periodismo de investigación, la noción de qué es el periodismo, el rol del periodista en condiciones extremas, creo que saca lo mejor de la vocación periodística en las circunstancias más crueles.

Hay una larguísima lista de formatos periodísticos que aquí se hacen y que en España solo se estudian.

Aquí en la región hay algunas alternativas de financiación que han permitido durante algunos años hacer otro tipo de experimentos editoriales y mantener viva una forma de hacer periodismo que en España creo que murió hace 15 a 20 años.

Hay que intentar buscar maneras de generar complicidades dentro de la sociedad civil con toda esa pulsión que hay en la región.

Porque también es pionera en hablar de feminicidios, derechos de la población originaria indígena, de racismo estructural, todos esos debates que ahora empezamos a tener en España.

Hay una riqueza en la sociedad, hay causas abiertas, hay institucionalidad, hay movimientos sociales, hay organizaciones. Es ahí donde los medios de comunicación tienen que asumir que de entrada, tienen que ser un instrumento de la sociedad civil haciendo periodismo.

Ahí es donde hay que buscar las complicidades para poder encontrar sostenibilidad.

En el marco de tu participación en el Festival Expansiva, ¿qué significa para ti resistir, reinventar y romperla en el periodismo?. 

No hay que tener nostalgia de un periodismo que no hemos vivido. Hay que apostar por cuál es la fórmula de seguir haciendo lo que queremos hacer dentro de cinco, 10 o 15 años. 

No perder el rumbo. Nuestra misión no es enriquecer a empresas de comunicación. Nuestra misión es poder vivir de nuestro trabajo y que ese trabajo sea útil socialmente, que hay una gran diferencia.

En un momento de tantísimo pesimismo, me apetece compartir todas las veces que yo me he equivocado y que me ha salido muy mal. Que he visto a mi alrededor compañeros que también se han equivocado e  identificar cómo muchas veces, por no hablar entre nosotros, acabamos haciendo mal las mismas cosas.

Si de vez en cuando nos vale la experiencia de los demás y dejamos de insistir en cosas que son vicios periodísticos muy comunes como, por ejemplo, montar un medio de comunicación solo con periodistas.

También poner encima de la mesa que gracias a que grandes medios internacionales como The Guardian, The New York Times, han entendido que el sistema ya no va de acumular muchos clicks. Subirnos un poco a esa ola e intentar aprovecharla para proyectos más pequeños, pero con estándares de periodismo perfectamente extrapolables y exportables a otros países.

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Texto: Lourdes Álvarez Nájera

Edición: Carmen Quintela

Video: Christian Gutiérrez

Lourdes Álvarez Nájera

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