ENTREVISTA | Floridalma Contreras: «Un empleador necesita de una trabajadora del hogar para salir a trabajar»

En Guatemala hay alrededor de 266,481 trabajadoras de casa particular, según datos del Informe Alternativo del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo. Jornadas de hasta 17 horas, ausencia de contratos y violencia marcan su cotidianidad. Aunque el gobierno instaló una mesa multisectorial y el sindicato SITRADOMSA ha logrado victorias legales, la ratificación del Convenio 189 de la OIT, que aborda el reconocimiento y dignificación del trabajo del hogar y de cuidados, continúa siendo una deuda histórica

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Explora aquí el especial completo «El trabajo invisible»


En Guatemala hay alrededor de 266,481 trabajadoras de casa particular, según datos del Informe Alternativo del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

La mayoría son mujeres, muchas de ellas indígenas y migrantes internas. Enfrentan largas jornadas laborales sin contratos, sin seguridad social y, con frecuencia, expuestas a violencia, discriminación y racismo. 

En los últimos años, las organizaciones de trabajadoras del hogar han ganado visibilidad y protagonismo en la defensa de sus derechos. Han impulsado reformas legales y presionado al Congreso para la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 
Este convenio, aprobado en 2011 por la OIT, reconoce que el trabajo doméstico debe gozar de los mismos derechos que cualquier otro trabajo. Incluye salario mínimo, jornada laboral definida, descanso semanal, vacaciones, acceso a seguridad social y protección contra la violencia y el acoso.

En entrevista con Agencia Ocote, Floridalma Contreras, integrante del Sindicato de Trabajadoras Domésticas, Similares y a Cuenta Propia (SITRADOMSA), conversa sobre las luchas, los avances y los desafíos que persisten en la dignificación del trabajo en el hogar y de cuidados en Guatemala.

¿Cuáles son las  condiciones  comunes que enfrentan las trabajadoras del hogar en Guatemala?

La condición más común que viven las trabajadoras del hogar es no contar con un contrato de trabajo por escrito. A la mayoría de las trabajadoras las contratan en una casa y como no está estipulado en el Código de Trabajo, ni hay una ley específica para las trabajadoras domésticas, no les hacen un contrato. Ahí debería incluirse  el horario que van a tener, para qué son contratadas y cuál es el salario mínimo. 

Otra de las cosas que viven las trabajadoras del hogar también es la violencia. Enfrentan violencia verbal, a veces violencia física. Muchas de las trabajadoras tienen baja escolaridad. Es un sector altamente vulnerable, desprotegido.

Investigaciones señalan que muchas trabajadoras del hogar realizan jornadas extenuantes, con descansos limitados o sin ellos. Tampoco tienen  seguridad social. ¿Qué tan extendidas están estas prácticas y qué impacto tienen en la vida de las trabajadoras?

Las compañeras se levantan a las cinco de la mañana, tienen que hacer loncheras, ir a dejar a los niños al bus, regresar, hacer desayuno, almuerzo y lavar la ropa. Por la tarde, preparar la cena y si ella está a cargo de los niños y las niñas, también tienen que ver las tareas. 

Aunado a eso, creo que es importante señalar la carga y la presión que viven las compañeras al tener toda esta carga de trabajo y no estar sujetas tampoco al seguro social.

El Programa Especial de Protección para Trabajadoras de Casa Particular del IGSS (PRECAPI) fue creado para  impulsar y garantizar que se inscribiera a las trabajadoras del hogar en el Seguro Social ¿Qué tan accesible resulta este programa? 

Lamentablemente, este programa únicamente tiene dos planes: el de maternidad y accidentes. 

No tienen otros que les podrían beneficiar, como el IVS (invalidez, vejez y supervivencia) y el de enfermedad común. Las compañeras se enferman y tienen que sobrevivir con medicinas naturales o con algunos medicamentos caseros. 

Muchas no se atreven  a afiliarse o pedirle a su empleadora que la afilie, porque no es viable. No es atractivo para la mayoría de las trabajadoras domésticas, precisamente por los programas que hacen falta.

¿Han identificado el perfil de las/los patronos que cumplen con inscribir a las trabajadoras del hogar ante el Seguro Social? 

La mayoría de las personas que inscriben a sus trabajadoras al seguro social son empresarios. Si tienen una empresa, inscriben a la trabajadora del hogar en una planilla para que pueda gozar de los beneficios. Pero ya no es el PRECAPI. 

Algunas empleadoras han decidido inscribir a la trabajadora del hogar, pero cuando pierden la relación laboral con ella, se pierde la cuota que se ha cotizado al seguro social.

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Trabajadoras del hogar han señalado maltratos, controles sobre su vida privada, discriminación y racismo. Desde el sindicato, ¿qué tipos de violencias han identificado que enfrentan?

Una de las  violencias que más sufren las trabajadoras del hogar es la violencia psicológica. Muchas son maltratadas, principalmente las compañeras indígenas. Todo el tiempo les están diciendo nombres peyorativos: «María», «choleras», «ignorantes»… 

Entonces es algo que sufren muchas de las trabajadoras, principalmente las más jóvenes,  es el maltrato muchas veces físico. Algunas chicas nos han contado que los patronos le pegan un empujón o les jalan el pelo. 

Algunas de las compañeras también han resultado embarazadas por la violencia sexual. Nosotras, como sindicato, tuvimos a dos chicas que salieron embarazadas de sus patronos y las amenazaron. Ellas decidieron irse. Creo que eso es lo más impactante dentro de las violencias que viven nuestras compañeras, la violencia sexual, la violencia psicológica, la violencia física.

¿Cómo se organizan para presentar las denuncias y dar seguimiento ante el Ministerio Público?

Pues lamentablemente las trabajadoras tienen miedo. Recuerde que muchas son inmigrantes de todos los departamentos. Tenemos compañeras que no se atreven a denunciar porque tienen miedo de que ellas sean criminalizadas, perseguidas y discriminadas.

La narrativa de que las trabajadoras del hogar son «como parte de la familia» suele popularizarse y usarse para encubrir abusos o falta del cumplimiento de sus derechos ¿Por qué se debe señalar esta práctica? ¿Cómo afecta a la lucha por el reconocimiento laboral?

Algo que nosotras les decimos a las trabajadoras domésticas y además  a las empleadoras: no es parte de su familia.

Nosotras también llevamos casos de compañeras que son despedidas injustificadamente y que no le pagan prestaciones. 

Cuando llegamos al Ministerio de Trabajo, (las empleadoras dicen): «pero es que yo la trato como mi hija, la trato como parte de la familia, yo le he regalado crema, le regalo champú, me la llevo a pasear, le doy ropa». 

Nosotras le decimos a las trabajadoras domésticas que ninguna de ellas es parte de una familia, que es una trabajadora con derechos, una trabajadora que tiene que pelear por su espacio, aunque la traten bien y le regalen cosas.

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Este año, el gobierno creó una Mesa multisectorial para atender la situación de las trabajadoras del hogar, ¿Hay avances al momento?  ¿Cuáles son los mínimos no negociables con los que el Gobierno de Bernardo Arévalo debe cumplir a las trabajadoras del hogar?

Creo que lo que se debe garantizar con esta mesa es que vayamos avanzando en estos procesos que hemos instalado y que no se pueda regresar. 

Nosotras en lugar de ir para atrás creemos que en ir avanzando como Guatemala, como Estado, para dignificar a las trabajadoras domésticas, que son un gran aporte a la economía y el desarrollo de este país.

Fíjese que algo muy importante es que un empleador, sea profesional, médico, abogado, o la profesión que tenga, necesita de una trabajadora doméstica para salir a trabajar.

El Convenio 189 de la OIT sigue pendiente de ratificación en el Congreso desde hace nueve años ¿Han identificado a partidos políticos o congresistas que han obstaculizado esa aprobación?

La última vez que nosotros tuvimos oportunidad de que llegara a  tercer debate de la iniciativa 4981, tuvimos 73 votos a favor y se expresaron muchos de los diputados.  

Nos decía el jefe de una bancada: «Miren, lo que pasa es que muchos no estamos de acuerdo porque se va a crear desempleo». Nosotras le decimos que eso no es cierto. En América Latina, Guatemala, El Salvador y Honduras están entre los países que no lo han ratificado. En los países donde sí lo han hecho, se han ganado derechos y se ha visibilizado el trabajo doméstico.

También en muchos países ya le han apostado a mejorar las condiciones porque las trabajadoras que se van a trabajar ¿con quién dejan a sus hijos? Con la mamá, con la abuelita, porque tampoco se ha respondido de parte de de los gobiernos.

Históricamente el trabajo que realizan las trabajadoras del hogar ha sido poco o nada reconocido ¿Por qué debe cambiar la percepción sobre el trabajo en el hogar y el de cuidados? 

Nosotras hemos luchado ante la OIT para que se reconozca el trabajo doméstico, pero que no sea separado del trabajo del cuidado. Si me contratan para el trabajo doméstico y si voy a hacer trabajo del cuidado, que sea reconocido y sea valorado, porque para que una trabajadora pueda desarrollar o desempeñar el trabajo de los cuidados se necesita capacitación.

Entonces, lo que debemos hacer es valorar el trabajo que hacen muchas de las trabajadoras que está ligado al trabajo no remunerado. Que son contratadas para el trabajo doméstico y que nunca las capacitaron (por ejemplo) para cuidar a una persona que tiene problemas de Alzheimer. Y si  no es reconocido el trabajo del cuidado como un aporte también del trabajo doméstico, eso no va a cambiar.

¿Cómo imagina un país donde el trabajo doméstico y de cuidados sea plenamente reconocido y protegido por ley?

Hay países en Europa, Asia, África que han ratificado el convenio, pero aún así cuesta la implementación. Imagínese aquí en Guatemala que no se ha ratificado.

Después tenemos que crear insumos, mecanismos, reformar el código de trabajo, hacer convenios, reformular el PRECAPI o que desaparezca el PRECAPI para que ellas puedan ser acogidas al seguro social.

Me imagino (el país) con una mejor calidad de vida, una mejor calidad de vida laboral. Aunque aquí ni en las empresas hay una calidad de vida laboral, porque nunca se cumple con lo estipulado en el Código de Trabajo.

María Olga Domínguez Ogaldes

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