La gran lucha: entre el machismo y el racismo
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Las mujeres indígenas de Guatemala se han organizado a través de la historia para luchar contra el despojo de sus territorios, indumentaria e idioma. Han tenido que enfrentar a una sociedad no solo machista sino también racista. Algunas lo han hecho desde los feminismos diversos, aunque para otras ha llegado a ser complejo y hasta contradictorio nombrarse así.



Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo:


Si quieres leer la transcripción de este episodio, la dejamos aquí:


Narradora: En una pequeña sala con paredes blancas y sillas negras, el calor comienza a apretar. Son apenas las ocho y media de la mañana y la sala ya está llena. Estamos en el Juzgado de Mayor Riesgo A, en la Torre de Tribunales de Ciudad de Guatemala. 

Hoy, 24 de enero de 2022, se dictará sentencia por un caso de violencia sexual en contra de un grupo de mujeres achíes, durante el conflicto armado interno en Guatemala.

Una mujer de pelo negro recogido en una trenza, con un perraje blanco sobre los hombros, se sienta frente al micrófono. Es Margarita Alvarado. Con la voz entrecortada le habla al juez. 

Margarita Alvarado: Yo lo único que pido es que entreguen a mi esposo y en dónde lo fueron a dejar. Que me entreguen los restos. Él estaba muy bien, en dónde me lo fueron a matar… Y yo esperaba a mi esposo y ya no llegó.

Narradora: Después de retirarse para deliberar, el juez Gervi Sical lee la sentencia: 

Gervi Sical: Establecemos que los acusados Francisco Cuxum Alvarado, Damian Cuxum Alvarado, Gabriel Cuxum Alvarado, Bembenuto Ruiz Aquino y Bernardo Ruiz Aquino encuadran su conducta  en los delitos contra los deberes de la humanidad regulado en el artículo 378 del código penal por lo que debe imponérseles la pena correspondiente…

Narradora: Así se resolvió que cinco expatrulleros de autodefensa civil fueron responsables de delitos contra los deberes de la humanidad en forma de violencia sexual, en contra de 36 mujeres achíes. 

Las mujeres adentro y afuera de la sala se abrazaron. La justicia había llegado, 40 años tarde, pero había llegado.

Este fue el segundo caso en el que mujeres mayas lograron una sentencia por los abusos cometidos durante el conflicto armado. El primero fue el de Sepur Zarco. En 2016, la jueza Yassmin Barrios condenó a dos militares retirados. Las mujeres q’eqchíes de Sepur Zarco, con los rostros cubiertos por los perrajes parte de su indumentaria, se convirtieron en un símbolo de lucha por la justicia contra la violencia sexual. 

Soy María Olga Domínguez y en este episodio de Radio Ocote Podcast te contaré cómo las mujeres de pueblos originarios se han organizado y sentado un precedente de resistencia en las últimas décadas. Algunas, identificadas como feministas, otras, alejadas de los movimientos más urbanos. 

Hoy exploraremos cuáles han sido los retos que han enfrentado y cómo el racismo es el aliado perfecto del machismo: dos violencias que las atraviesan. 

Las mujeres mayas, xincas y garífunas han participado en luchas históricas en Guatemala. Pero, sin que nos sorprenda demasiado, en muchos casos no han sido nombradas o se les ha borrado de la narrativa. En el primer episodio de esta serie sobre feminismos te contamos de Francisca Ixquiactap, una mujer indígena que encabezó una revuelta popular en 1813, en Santa Catarina Ixtahuacán.

Francisca era una lideresa que promovió la rebelión contra las autoridades locales gracias a su gran capacidad de movilizar a las personas. 

A través de la historia, muchas veces no contada, las mujeres indígenas se organizaron dentro de sus comunidades, como lo cuenta Rosalina Tuyuc, mujer maya kaqchikel.

Rosalina Tuyuc: Cuando empezó el conflicto armado, yo diría que las mujeres estábamos como muy entregadas a buscar solución a los problemas, digamos, de falta de trabajo para las mujeres, mejores precios para el trabajo de las mujeres, por ejemplo. Nosotras en ese entonces más nos dedicamos a la artesanía, al tejido… pero también no sólo nos dedicamos al tejido, sino creamos una cooperativa de crianza de animales. Entonces el trabajo que hacíamos era cómo ayudar económicamente a la familia. 

Narradora: Rosalina es originaria de San Juan Comalapa, un municipio del departamento de Chimaltenango, un lugar donde la guerra estuvo muy presente. Reclutamiento militar forzado, masacres y desaparición forzada. 

Cuando Rosalina tenía apenas 24 años, en los ochenta, los años más crudos del conflicto, la forma de organizarse en las comunidades cambió.

Rosalina Tuyuc: Cuando la guerra se endureció en los años 80 ya no fue posible porque a principio de los años 80, pues el Ejército prohibió las reuniones, prohibió estar trabajando colectivamente, porque siempre se dijo que el hacer trabajo colectivo, pues era comunista, era guerrillero. Era un momento como de afectar psicológicamente, afectar espiritualmente, afectar organizativamente a todas las estructuras de los grupos religiosos, deportista, académico, culturales, campesinas y de cooperativas, entonces las mujeres siempre estábamos presentes a la par de grupos de hombres o trabajando. Hombres y mujeres.

Narradora: Ya no podían reunirse de manera segura y muchas personas comenzaban a desaparecer. El eufemismo para nombrar a secuestros y ejecuciones extrajudiciales. Entre ellos estaban el papá y el esposo de Rosalina, ambos líderes en San Juan Comalapa. 

A raíz de esto, Rosalina y otras mujeres de su comunidad decidieron comenzar a buscar a sus familiares. Así nació la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala, conocida como CONAVIGUA. 

Rosalina Tuyuc: Entonces empieza aquel pensamiento, de siempre buscarlos aunque sea muerto y bueno, ahora 35 años después de la fundación de CONAVIGUA, nos damos cuenta que nuestros familiares no están y entre los vivos ni entre los muertos. Entonces es algo que nos que nos llega o nos llena seguir buscando a nuestros familiares y que en algún en algún rincón de nuestra patria tal vez puedan estar y siempre hay esa esperanza, no, no se puede uno darse por vencido a olvidar

Narradora: Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con el conflicto armado en Guatemala se evidencia la exclusión y discriminación contra los pueblos indígenas. El 83% de las víctimas fueron personas mayas.

Además, la Comisión estableció que la violencia del Ejército no tenía como fin único desmantelar los grupos guerrilleros, sino también quebrar los valores culturales y las acciones colectivas en las comunidades indígenas.

La población indígena se convirtió en blanco de la violencia. Así, hablar un idioma maya o portar determinada indumentaria era peligroso. 

Cecilia Tuyuc, mujer maya kaqchikel y activista por la defensa del idioma, lo ha vivido muy de cerca. 

Cecilia Tuyuc: Nací en Sololá, en una comunidad que se llama Chaquijya en donde todas las niñas y niños bromeamos, jugábamos y todo en kaqchikel. Y al llegar acá a Comalapa un lugar más urbano y darme cuenta de que todos los niños hablan en español fue principalmente una brecha, como para decir: bueno, entonces ¿mi idioma sí sirve? ¿o no? ¿o por qué? Son como esas preguntas que te haces de niño o niña.

Narradora: Para Cecilia, preservar el idioma ha sido una apuesta política para conservar la memoria de los antepasados. 

Cecilia Tuyuc: Yo siento que la resistencia de las mujeres indígenas ha sido muy grande y mucha de esa sabiduría que ellas han podido trabajar o dejar en cuanto al idioma, a la indumentaria. Para mí eso es algo muy fundamental y que considero que si no hubiera sido por el idioma por esto mismo del poder comunicarnos y que ancestralmente a las mujeres se nos ha callado, entonces si no hubiera sido por el idioma nuestra voz estaría mucho más apagada y podría decir que puedo comunicarme mucho mejor en mi idioma que en español porque creo que desde ahí salen como sale el verdadero corazón de lo que pienso. 

Narradora: A pesar de que ahora muchas personas reconocen estos actos como una  acción de resistencia, se ha llegado a creer que no es importante que las mujeres hablen su idioma o usen su indumentaria. Verónica Sajbin, socióloga maya k’iche’, dice que estas luchas no han sido valoradas por ser impulsadas por las mujeres. 

Verónica Sajbin: Se cree que los hombres han sido como los que saben hablar, pero tal vez no es tanto que sepan hablar, sino más bien que de alguna manera los hombres han tenido más oportunidades de castellanizarse. Entonces podían hablar en español. Entonces, se creía que las mujeres como sólo hablaban su idioma, pues no pensaban, no sentían, no se fijaban de las cosas que estaba pasando.

Cecilia se dio cuenta de que su experiencia era distinta a la de otras niñas, no solo por hablar kaqchikel, sino también por ser una niña indígena.

Cecilia Tuyuc: Me daba cuenta, pues que los profesores tenían como más preferencia hacia los hombres o prestaban más atención a los hombres o a las mujeres que eran mestizas, entonces era como por qué amigo, por qué a nosotras nos tratan diferentes. No era como un trato muy amable, sino que era como muy muy brusco violento y entonces te vas dando cuenta que ahí hay algo en ti, seguramente que no está bien. 

Narradora: Es una discriminación que han vivido muchas mujeres indígenas en Guatemala. Para algunas ha tenido implicaciones graves, como el hecho de vivir agresiones sexuales durante el conflicto armado interno que se vivió en Guatemala desde 1960 hasta 1996. El REMHI estima que 30 mil mujeres fueron víctimas de violencia sexual. El 88.7 % eran indígenas mayas. 

La investigadora Aura Marina Yoc Cosajay explica en un artículo publicado en la revista de estudios literarios e historia social Caravelle,  que estas prácticas son producto de una cultura patriarcal y machista, en donde las mujeres se ven como inferiores a los hombres. Esto deja efectos muy negativos como el aislamiento o el silencio ante otras violencias. 

Verónica Sajbin: Entonces encuentran en nuestra vida, en nuestro cuerpo. pues estas formas de opresión de jerarquización de desvalorización. Entonces, se desvalora todo lo que se considera femenino o todo lo que considera que es propio de las mujeres y se junta con todo lo que se les considera todo lo que se considera propio de los pueblos, verdad? Entonces ahí empieza todo ese proceso de racismo también.

Narradora: El machismo y el racismo atraviesan las experiencias de las mujeres indígenas como Rosalina, Cecilia y Verónica. 

Cecilia Tuyuc: Velar porque haya este equilibrio como lo hubo en la historia, maya, que es equilibrio entre la energía femenina y masculina que poco a poco se fue corrompiendo, pero pues por la invasión y por la imposición de una cultura y de una forma de ver el mundo, que no nos pertenece. Y si hablamos de la escuela, si hablamos de la Iglesia y de otras tantas cosas que han hecho que nuestra sociedad esté como esté. 

Narradora: Sucely Puluc, trabajadora social, es parte del equipo técnico de Incide Joven y artista maya k’iche’. Explica que el colonialismo impuso prácticas diferentes a las que ya tenían los pueblos originarios, que cambiaron sus formas de relacionarse. Así comenzó a construirse la masculinidad dominante que de alguna manera ponía en ventaja a los hombres indígenas frente a las mujeres. 

Sucely Puluc: A las mujeres indígenas de por sí nos atraviesa un patriarcado que, yo también insisto en decir que no es un patriarcado muy homogéneo como el que se nos dice, digamos comparado al de Europa. Si hay un patriarcado, es un patriarcado colonial porque se instaura a partir de procesos de violencia hacia los cuerpos principalmente de las mujeres pero que también hay un proceso paralelo ahí de una construcción de una masculinidad dominante.

Sucely Puluc: Como el patriarcado, el colonialismo no terminó y ha tratado también de permanecer a través de adaptarse a nuevas formas lo vemos como en la represión de que las fuerzas las fuerzas represivas. Al final son personas racializadas, son hombres racializados de comunidades indígenas que llegan a desalojar a comunidades, lo vemos hoy y lo vimos en los años 80 durante el genocidio. Entonces creo que esta política de creación de una masculinidad dominante que también además de captar digamos a estas personas de las comunidades van generando formas para violentar a la a sus mismas comunidades. 

Narradora: Otras mujeres también han cuestionado cómo, históricamente, el patriarcado se ha manifestado en sus territorios. Desde Bolivia, Julieta Paredes, activista y feminista aimara, ha explicado cómo el feminismo comunitario les han permitido observar que existieron alianzas y complicidades entre hombres colonizadores y hombres indígenas originarios de sus propios pueblos. Una relación desigual entre hombres, desde el racismo, pero una articulación cómplice contra las mujeres. Según Julieta, esto funcionó para conspirar una nueva realidad patriarcal que se vive hoy.

A pesar del contexto, las mujeres indígenas han buscado diferentes formas de organizarse. En paralelo, empezaron a consolidarse unos movimientos feministas que empezaban a tomar fuerza en Guatemala y a nombrarse cómo tales. ¿Cómo se cruzó esto con las mujeres indígenas organizadas? Te cuento más después de la pausa.

***

Narradora: El polvo se levanta en el camino de tierra que conduce a la entrada del proyecto minero en La Puya, en San José el Golfo, un municipio del departamento de Guatemala ubicado a unos 20 kilómetros del centro de la ciudad. Al unísono y con los brazos entrelazados, los antimotines avanzan. Llevan cascos, escudos y macanas. 

El tramo es estrecho. Hay  árboles a los costados, y en sus ramas están colgadas mantas y pedazos de tela con las palabras pintadas: “No a la mina, sí a la vida”, “La Puya resiste”, “La minería es muerte”. 

Los antimotines bloquean el camino. Al otro lado se encuentran de frente con mujeres niñas, niños y hombres de San José del Golfo y de San Pedro Ayampuc. Desde marzo de 2012 estas personas instalaron un campamento para bloquear la entrada al proyecto minero hasta que las autoridades respetaran su derecho a la consulta previa.

Las personas unen sus brazos para impedir que avancen, pero los policías continúan.

Las mujeres, que se encuentran al frente, se tiran al suelo, boca abajo. Detrás de ellas, más personas se sientan en el piso de tierra. Comienzan a rezar y cantar. No se van a mover. Las botas de los policías quedan a unos pocos centímetros de sus caras, pero ellas ahí se quedan, inmóviles. 

Ese 7 de diciembre de 2012, en la resistencia pacífica La Puya, los antimotines no pudieron desalojarles. En 2014 hubo un intento de desalojo que dejó varios heridos. En 2016 la Corte Suprema de Justicia revocó la licencia de explotación.  

Las mujeres de La Puya han sido un ejemplo de resistencia y de lucha por el territorio, que en Guatemala, aún hoy, sigue siendo un tema de disputa.  

El Estado ha tenido grandes deudas con la población indígena por la violencia ejercida durante el conflicto armado, incluyendo la usurpación de sus tierras. 

Aunque los Acuerdos de Paz, que se firmaron hace más de 25 años, abrieron la puerta para reconocer los derechos de los pueblos indígenas, la realidad es que los problemas de tenencia de la tierra aún no están solucionados. Y las mujeres han tenido un papel importante para poner en el debate esta situación. 

Lorena Cabnal es maya xinka, cofundadora de la red del movimiento feminista comunitario-territorial en Guatemala y de la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario. 

Lorena ha explicado que la reflexión sobre el cuerpo y el territorio que les había sido despojado fue fundamental para pensar en un feminismo comunitario. Un movimiento que otras mujeres de latinoamérica ya habían abordado, como las feministas comunitarias en Bolivia a finales de los años noventa. 

Lorena Cabnal: A partir del año 2004 y 2005 que se hacen procesos de denuncia por violencia sexual violencia contra las mujeres y femicidio en una comunidad indígena al oriente de Guatemala y a partir de ahí, empezamos a hacer una relación y la relación era si defendemos el territorio tierra que es ancestral de toda la lucha que hemos traído contra el colonialismo, pero luego también con los terratenientes que para estos tiempos han usurpado más del 50% del territorio ancestral, entonces decían porque los cuerpos de las mujeres también no se defienden como un territorio. 

Narradora: Escuchas a Lorena en una entrevista con el Centro de Intercambio y Servicio para el Cono Sur Argentina, en el marco del Seminario Taller Mujeres y Ciudades – Injusticias Territoriales en 2019. Desde Ocote intentamos contactarla para este episodio, pero nos comentó que se encontraba asistiendo situaciones territoriales complejas por desalojos en distintas comunidades. 

Las reflexiones que comenta Lorena también iban acompañadas de acciones, como la lucha contra la minería en el territorio xinca. 

Lorena Cabnal: En esas jornadas de lucha y resistencia empezamos a meter defensa de mi territorio, cuerpo y tierra de allí nació y ya quedó como un enunciado que hoy camina con este feminismo comunitario. Y por eso nombramos territorial, porque trae la relación histórica significada de la tierra y de los cuerpos que vivimos las múltiples opresiones del sistema patriarcal.

Narradora: El feminismo comunitario se planteó como un movimiento que toma en cuenta los contextos en la historia de las mujeres indígenas. 

Lorena Cabnal: Entonces al hacer ese análisis histórico estructural de las opresiones, vamos viendo cómo se configuró de este lado del mundo, el sistema patriarcal el colonialismo como tal el racismo el despojo y el saqueo de los pueblos basado en el genocidio, la violencia sexual la religión, verdad como como fuerzas sumamente fuertes que se perpetran en estos cuerpos y en la tierra. 

Narradora: Y también la realidad del territorio que habitan, la espiritualidad que las acompaña y la cotidianidad de sus comunidades.

Lorena Cabnal: Es un feminismo entonces que dialoga desde cosmogonía en este caso maya y del pueblo xinca. Dialoga también con intenciones feministas comunitarias porque dialoga la vida de la comunalidad o de la comunidad cómo se relacionan ahí o cómo se o cómo plantear dentro de la comunidad o cómo decodificar relaciones desiguales de poder? Porque no puedo llegar a la comunidad indígena a hablar de género, de patriarcado, de misoginia, porque son categorías occidentales y que no precisamente van a llegar a dialogar con la realidad de vida cotidiana en una comunidad indígena.

Narradora: Esas mismas categorías occidentales, como las llama Lorena, le hacían ruido también a Ketzali.

Ketzali Pérez tiene los ojos cafés y una sonrisa amplia. El cabello oscuro se interrumpe con mechones color rosa. Usa un huipil blanco y aretes grandes. 

A Ketzali pudiste escucharla en “Las que siguen”, el segundo episodio de esta serie de Radio Ocote Podcast. Es periodista, coeditora en el medio digital Ruda y se define como artista feminista maya poqomam. 

Ketzali Pérez: Yo me comencé en nombrar feminista, creo yo sin mucho hace tres años porque digamos yo me sentía como muy encontrada justamente con estas reflexiones que hacían varias compañeras indígenas, sobre todo mayas en que cuestionaban justamente que pues al final es un término, pues sí que viene desde el occidente y que pues es un término puesto desde las mujeres blancas de esos momentos y entonces eso me perturbó muchísimo, no, porque entonces decía entonces no debo de aceptar eso dentro de mi.

Narradora: Ketzali tuvo muchas reflexiones alrededor de nombrarse o no feminista. No fue hasta que conoció las posturas de algunos feminismos como el comunitario y el antirracista, que comenzó a entender que había mujeres trabajando desde diversos espacios políticos que iban mejor con lo que ella pensaba. Pero lo definitivo para ella fue escuchar a feministas como Lorena Cabnal.

Ketzali Pérez: Luego pues descubrí que sí podía nombrarme desde esta parte sin sentir que estaba como adoptando algo totalmente occidental porque también sabía que yo estaba entendiendo que podía resignificar ese término a partir desde donde está mi identidad mi historia y mi experiencia.

Narradora: Para Ketzali fue un proceso lleno de cuestionamientos, que al final la llevaron a reivindicar su identidad y lo que ella ha vivido en su historia. 

Ketzali Pérez: También en este momento entendí que si bien en pues a lo mejor algunas compañeras decían no nombrarse desde el feminismo, en creo yo entendí en ese momento que sí, para mí era importante nombrarlo porque nombrarlo también era posicionar en una problemática y un tema que surge entre tratarlo y es de cómo las mujeres, pues nos vemos cada día y nos narran cada día desde que nacemos hasta que también llegamos a culminar nuestro ciclo de vida, no, entonces para mí era como muy importante entender que nombrarme era también, pues una forma de resignificar la historia de mi familia mía y de las futuras conocimientos que se podían ir formando.

Narradora: Así como Ketzali decidió comenzar a nombrarse feminista, hay otras mujeres que están activamente en la lucha por los derechos de las mujeres indígenas, que se lo cuestionan. Esto ha abierto la puerta a más reflexiones, sobre el género, por ejemplo. 

Sucely Puluc: A las mujeres se nos dice que el estar en la cocina es una forma de opresión y en realidad no, no, porque dentro de nuestras lógicas el hecho del trabajo en la cocina significa un proceso de creación, que se sostiene también de los diálogos porque al final la cocina sigue siendo el ombligo de la casa y el ombligo de la casa implica que ahí existe el diálogo.

Sucely Puluc: Es otra lógica del trabajo del cuidado incluso porque no solo es un cuidado tuyo individual o familiar, si no es un cuidado a nivel comunitario. Entonces yo creo que como te vuelvo a insistir la los roles de género se deben situar en espacio tiempo y siempre complejizar  porque generar como estas afirmaciones sin historizar nos lleva a reproducir lógicas racistas con las que hoy por hoy las mujeres seguimos luchando. 

Narradora: También, como dice Sucely, el diálogo y el cuestionamiento, puede llevar a revisar hacia adentro de los diversos movimientos feministas.  Dentro de los mismos movimientos también hay discusiones sobre las violencias que vive cada mujer. Sobre el hecho de que no es lo mismo ser una mujer feminista blanca, que mestiza o que indígena.

Verónica Sajbin: Sí lo vivo con algunas compañeras esté en su manera de tratar, y su manera de suponer sobre la otra que es maya que es indígena. Entonces yo a estas alturas de mi vida, ya con 50 años de edad, pues lo sé identificar y sé poner sobre la mesa «así me siento y eso estás haciendo y no me digas que no»

Verónica Sajbin: Pero sí cuesta hacer ese diálogo cuando las compañeras están centradas especialmente cuando están centradas en que no son racistas. Si hay una compañera que parte de su expresión de decir «yo racista no soy» ahí ya no podemos hablar porque claro, es que como digo hasta yo puedo ser racista siendo de un pueblo indígena, también puedo ser racista con otra compañera. 

Narradora: En la historia muchas feministas han cuestionado el racismo dentro del movimiento. bell hooks fue una de ellas. La escritora afrodescendiente ha explicado que, para ser verdaderamente liberador, el movimiento feminista debe desprenderse del racismo. 

Las feministas antirracistas también han cuestionado que no se pueden jerarquizar las violencias: una no es más importante que otra. Así como se aborda la misoginia, porque oprime a las mujeres, debe abordarse el racismo o la precariedad económica. 

Narradora: Aun con el sistema patriarcal y racista en contra, las mujeres indígenas han decidido organizarse desde sus territorios. Así lo ha hecho Cecilia Tuyuc, a quien escuchaste en la primera parte del episodio.  

Cecilia Tuyuc: En el 2019 fundé el movimiento de mujeres por el caso que se dio de una compañera, por el feminicidio de una compañera. Yo organicé, pues subí en el Facebook, que es lo más espontáneo que podía hacer y el siguiente día ya nos reunimos con varias mujeres. Éramos como 80 mujeres indignadas por esto que había pasado y fue ahí cuando surgió la idea de por qué no organizarnos y crear el nombre hicimos una caminata, etcétera, entonces es una de las maneras que creo yo que en las que pude organizar o pudimos organizar con la ayuda de otras compañeras y hermanas.

Narradora: Para Cecilia la violencia de género no ha dejado de ser preocupante, pero ha sido difícil articularse, por los prejuicios y el odio que han llegado a recibir en su misma comunidad. 

Cecilia Tuyuc: Había muchas mujeres interesadas en organizarse, pero luego se van dando todos estos casos de persecución fue algo que nos no nos permitió seguir. Entonces estamos como en el anonimato. Tenemos un perfil muy bajo, o sea, no, no estamos muy presentes, digamos en las redes sociales, en la comunidad tampoco solo cuando alguna mujer tiene algún caso que quiera tratar, por ejemplo de violencia doméstica, violencia sexual

Narradora: En Patzún, otro municipio de Chimaltenango, pasa algo similar. Lidia Patal, emprendedora y feminista kaqchikel, cuenta su experiencia de nombrase feminista en su territorio. 

Lidia Patal: El año pasado hicimos una marcha y definitivamente el pueblo no está acostumbrado para para eso que uno hace la voz ese día se expusieron muchos nombres de hombres que habían acosado a varias chicas y obviamente eso generó como mucho estigma de por lo mismo fue que ya no nos organizamos…

Narradora: La lucha por defender los derechos y la vida de las mujeres mayas tal vez no nació con el feminismo, pero algunas han podido imaginar nuevas formas de organización desde ahí. 

Cecilia Tuyuc:Yo podría decir que si me nombran feminista está bien, pero según el concepto que he creado yo o que hemos coincidido con otras compañeras, que también somos indígenas, que es esta organización entre mujeres, este trabajo colaborativo, este proceso de velar por los derechos de las compañeras y de ejercer también nuestros derechos, porque muchas veces lo dejamos solo como en palabras, no? Y y esto se va en el aire o estamos en espacios que realmente son violentos, entonces considerarme feminista representa como esta fuerza y organización comunitaria entre mujeres para apoyarnos entre nosotras y acuerpar procesos de las otras

Narradora: Las demandas y las formas de organizarse de las mujeres indígenas son plurales. No son homogéneas. Las desigualdades sistémicas, que muchas viven en su propio cuerpo, se han construido a partir del choque entre diferentes factores sociales como el género, la etnia y la clase social. Sus experiencias personales y comunitarias son diversas y muchas mujeres que luchan por defender la memoria y la vida han decidido organizarse desde lo que conocen y experimentan, para seguir construyendo conocimiento.


Narradora: El guion y las entrevistas de este episodio los hice yo, María Olga Domínguez Ogaldes. La edición es de Carmen Quintela. La música original es de Lucas Zapiola y Aviram Spies, Isaac Hernández realizó el montaje y la producción sonora y musical con la asistencia de José Manuel Lemus. La ilustración de portada es de Óscar Donado.

Ixmucané Us es coordinadora de comunidad y audiencias de Ocote y Magui Medina la coordinadora institucional. La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.

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