Feminismos en Guatemala
Con ellas empezó todo
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Se habla del surgimiento de movimientos feministas organizados en Guatemala, autodenominados como tal, hace poco más de 30 años. Pero las mujeres llevan muchas más décadas peleando por sus derechos y abriendo camino para las que vendrían después. Este episodio es un repaso a estos movimientos. Desde las primeras expresiones a finales del siglo XIX, pasando por la revolución del 44, la guerra, el inicio de la democracia y la firma de los Acuerdos de Paz.



Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo:


LLENA AQUI LA ENCUESTA OCOTE 2023


Si quieres leer la transcripción de este episodio, la dejamos aquí:


Narradora: Ocho de marzo por la mañana. En la zona 1 de Ciudad de Guatemala empiezan a reunirse personas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. El lila, el morado y el verde resaltan entre los tonos grises de los edificios del centro. 

Hay carrozas, con música y globos. También pancartas y mantas, dónde se leen frases como «Ni una menos» o «La violencia no es normal». Algunas gritan consignas, otras caminan en silencio. 

Así sonó la marcha del 8 de marzo de 2020 en Guatemala, pocos días antes de que la pandemia paralizara al mundo. 

Esa manifestación llenó la Sexta Avenida. Cientos de mujeres caminaron, bailaron, se abrazaron y gritaron. Poco se parece a la primera marcha feminista que se hizo en Guatemala, hace casi 30 años. Las consignas eran otras y el poder de convocatoria, mucho menor.

Con el paso de los años han llegado más mujeres y se han escrito más pancartas. Las expresiones feministas, los colectivos y las formas de organizarse en Guatemala también han cambiado en las últimas décadas. 

Soy María Olga Domínguez Ogaldes, y en este episodio de Radio Ocote Podcast recorreremos la historia de los movimientos feministas en Guatemala. Los nombramos así, en plural, porque no hay un solo feminismo. Existen muchas corrientes, demandas, visiones e identidades cruzadas por diferentes desigualdades y opresiones. 

Hoy conoceremos a algunas de las mujeres guatemaltecas que ayudaron a abrir el camino para que otras siguieran reclamando sus derechos. ¿Cómo fue organizarse durante la guerra? ¿Qué supuso la llegada de la democracia?

Ana Silvia Monzón: Lo que podríamos llamar el movimiento de mujeres tiene raíces históricas…

Narradora: Escuchas a Ana Silvia Monzón, socióloga y comunicadora social guatemalteca. Ha participado en los movimientos feministas de Guatemala desde la comunicación, el activismo y, por supuesto, la academia. Se ha dedicado por varios años a recopilar y estudiar la participación de las mujeres en la historia del país. 

Ana Silvia Monzón: Desde las primeras, desde doña Dolores Bedoya, o todavía más allá, desde Francisca Ixquiactap, desde las mujeres que fueron transgresoras. Y luego las maestras en el siglo XIX y las que crearon el periódico El Ideal a finales del siglo XIX y todas las mujeres que muchas, por supuesto, eran de clases de las élites. Eran las que tenían el acceso a la escritura y la lectura, que participaron en las redes intelectuales de finales del siglo XIX y a inicios del XX…

Narradora: María Dolores Bedoya, a quien menciona Ana Silvia, suele ser recordada por haber sido la esposa del prócer Pedro Molina. Pero fue fundamental para animar a las mujeres a ser parte del movimiento independentista. Y Francisca Ixquiactap fue una mujer indígena que encabezó una revuelta popular en 1813, en Santa Catarina Ixtahuacán. 

Ya a mediados del siglo XX, las mujeres empezaron a tomar espacios que habían sido reservados exclusivamente para los hombres. En 1942, se graduó la primera médica de la Universidad de San Carlos de Guatemala, la doctora Rosa María Escobar, y en 1943 lo hizo la primera abogada: Graciela Quan. 

Según Ana Silvia, la llegada tardía de las ideas de la Revolución Francesa y la declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana de Olympe de Gouges, tuvieron bastante que ver. 

De Gouges que fue una escritora, filósofa y política francesa, escribió ese texto en respuesta a la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano. En el documento reclamó un trato igualitario para las mujeres y exigió que tuvieran los mismos derechos que los hombres: derecho a la propiedad privada, a votar, a optar a puestos públicos o a participar en el Ejército. 

En los años 40 hubo un punto de inflexión. Un momento clave para las mujeres que comenzaban a organizar sus demandas, aunque no necesariamente se llamaran feministas. 

Ana Silvia Monzón: Muchas mujeres apoyan la Revolución del 44 en su doble mirada, de su opresión como mujeres, pero también de opresión del pueblo. Entonces, estas mujeres son pioneras en muchos sentidos, porque ellas venían de una situación de absoluto silencio y negación de derechos y en esa década logran como florecer. 

Narradora: El 20 de octubre de 1944 se dio un levantamiento de líderes políticos, militares y movimientos populares que puso fin a una época de dictaduras, con 14 años de Jorge Ubico en el poder y otros 22 de Manuel Estada Cabrera. Tras la Revolución de Octubre, el gobierno de Juan José Arévalo primero y de Jacobo Árbenz después impulsaron reformas sociales, como la creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y la Reforma Agraria.

Durante diez años, también hubo cambios significativos para las mujeres. 

En 1944 se organizaron para lograr su derecho al voto. Lo consiguieron en 1945, para las mujeres que sabían leer y escribir. 

Algunas comenzaron a participar en partidos políticos y a formarse como maestras en los institutos normales. Las maestras tenían ejemplos como María Chinchilla, que meses antes de la revolución, encabezó una manifestación de maestros contra el Gobierno de Jorge Ubico, donde fue asesinada. 

Dos de las organizaciones de mujeres más reconocidas en la época fueron la Unión Femenina Guatemalteca pro Ciudadanía, que impulsó el voto para las mujeres, y la Alianza Femenina Guatemalteca (AFG), que buscaba mejores condiciones de trabajo, de salud y de vivienda.

Luego, con el golpe de Estado en 1954 y la llegada de Castillo Armas al poder, la lucha quedó en suspenso por la represión del nuevo gobierno. 

Ocho años después, durante las jornadas de marzo y abril de 1962, regresaron. 

Estas jornadas fueron protestas estudiantiles en contra de la corrupción y la represión del gobierno de Miguel Ydígoras Fuentes.

Ana Silvia Monzón: Hay un hilo de continuidad ahí muy importante de las entonces adolescentes, que tenían 13, 14 años en el 62, pero muchas de ellas eran hijas de las maestras o sus hermanas o sus abuelas que habían participado y era como el legado que les dejaron.

Narradora: Esas adolescentes tomaron la estafeta. Dieron continuidad a las pioneras de la revolución. Varios grupos participaron en las protestas. Por ejemplo, las estudiantes del Instituto Normal para Señoritas Centroamérica (conocido como INCA) o las integrantes del Frente Unido del Estudiantado Guatemalteco Organizado -el FUEGO-, que reunía a estudiantes de varios institutos. Algunas mujeres que participaron en las jornadas fueron Chiqui Ramirez, Delia Quiñonez, Magnolia Morales y Anaite Galeotti.

Tras estas jornadas de protesta en los años sesenta, y luego de un intento de golpe de Estado a Ydígoras Fuentes, comenzó una época oscura para Guatemala. Empezó el conflicto armado interno. 

La guerra civil en Guatemala empezó en 1960 y duraría hasta la firma de los Acuerdos de Paz, en 1996. Con una sucesión de dictaduras militares, en las que se cometieron masacres, desapariciones, ejecuciones, quema de aldeas y un genocidio contra la población ixil. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico estima que murieron o desaparecieron 200 mil personas durante esos 36 años. 

En este tiempo, muchas mujeres sufrieron violencia sexual. Años después, algunas de ellas llevarían a sus agresores frente a la justicia, en casos emblemáticos, como Sepur Zarco y el caso de las mujeres achíes. 

[Lee aquí: Caso Mujeres Achi. La condena llega 40 años después de los crímenes] 

También hubo mujeres que participaron de manera organizada en grupos revolucionarios. Una de ellas fue Yolanda Colom, una maestra de educación popular y militante del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y Octubre Revolucionario. 

Yolanda Colom: Realmente vas viendo que no hay opción dentro del marco de la ley, ni solo en el marco del ejercicio político y ciudadano, pero lo vas viendo en base a la mortandad que vas viendo de cantidad de gente. Entonces, eso es lo que te orilla a buscar la lucha armada. No es porque te guste ni porque de primas a primeras la escojas.

Narradora: Yolanda nunca creyó que el enfrentamiento armado fuera algo solo para los hombres. No consideró que ser mujer le impidiera luchar, desde la guerrilla, por sus ideales. La desigualdad, la violencia y la represión le indignaban. Después de un voluntariado como maestra en una aldea de Huehuetenango, y de ver las condiciones en las que vivía la niñez, pensó que debía hacer algo para cambiar el sistema.

Yolanda Colom: Todas esas cosas me daban indignación. Me daban rebeldía, me daban deseos de luchar. No miedo, sino deseos de luchar y de resolver eso. 

Narradora: Y ahí, dentro de la organización, las mujeres también comenzaron a exigir sus derechos. 

Yolanda Colom: Las reivindicaciones de las mujeres con quienes trabajamos o cuyas familias se iban involucrando en la lucha eran, sin pierde, contra las palizas de los hombres, por la alfabetización y la castellanización y contra el alcoholismo. 

Narradora: Se suponía que la organización debía atender esas demandas, aunque dentro de los mismos grupos, los compañeros militantes también ejercían violencia. 

Yolanda Colom: En mis experiencias a lo largo de la militancia también que se dio el caso de militantes que apaleaban a la pareja. Yo recuerdo que las mujeres ya planteábamos bien indignadas y bien enojadas que Fulanito había procedido de esa manera con su pareja… Y los hombres generalmente, tampoco lo defendían, porque era indefendible la cosa, pero tampoco eran beligerantes. 

Narradora: De 1973 a 1978, Yolanda estuvo en la selva del norte de Quiché militando en el Ejército Guerrillero de los Pobres. De ahí nació su libro Mujeres en la alborada.

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En esos años, apenas recuerda a cinco mujeres con las que coincidió en la selva. Luego supo de más. De otras mujeres, indígenas, la mayoría, que pelearon en otros frentes. 

Mujeres como Rosalina Tuyuc, maya kaqchikel. 

Rosalina Tuyuc: Nosotros teníamos un buen grupo de jóvenes y de mujeres cooperativistas, quienes buscábamos el desarrollo económico de las familias y de nuestras comunidades. Sin embargo, desaparecieron a los principales líderes de estos grupos. La mayoría, pues, vimos cómo no se respetó la vida. Tampoco se respetó el de las lideresas y líderes, lastimosamente. Como que la saña se fue contra todo el movimiento social comunitario a raíz de la presencia del Ejército en San Juan Comalapa.

Narradora: A inicios de los ochenta, la represión aumentó. Hubo una sucesión de dictaduras militares y se asesinó a líderes sindicalistas, catequistas, estudiantes y maestros. Se incrementaron las desapariciones forzadas. Se desarticularon movimientos. Se sembró el terror.

En este contexto, igual que en otras partes del mundo, como Argentina, Chile o  México, las mujeres empezaron a organizarse para buscar a sus familiares desaparecidos.

Olga Villalta: Las que habían sostenido, aunque no con una visión feminista el movimiento social, Eran las mujeres, era CONAVIGUA y el GAM entonces claro no con demandas específicas de género, porque eran la demanda de la no militarización, la el alto a la represión y otras demandas.

Narradora: Olga Villalta es periodista, feminista y cofundadora del Grupo Guatemalteco de Mujeres en 1988. Olga explica cómo dentro de ese contexto de miedo y de violencia en la guerra, las mujeres organizadas fueron un bloque de resistencia. 

El Grupo de Apoyo Mutuo, conocido como GAM se creó en 1984 por familiares de personas desaparecidas que buscaban justicia. Aura Elena Farfán fue una de las fundadoras.

Un año después se crearía la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala, o Conavigua.  Conavigua empezó su trabajo con grupos de mujeres mayas viudas, de comunidades de Totonicapán, Chimaltenango y Quiché.

Ambos grupos fueron liderados por mujeres. Una de las fundadoras fue Rosalina Tuyuc. En 1982 desaparecieron a su papá, y tres años después se llevaron a su esposo. Ahí decidió juntarse con otras mujeres que habían vivido lo mismo para buscar justicia. 

Rosalina Tuyuc: Vino a raíz de la desaparición de muchos amigos, de muchos conocidos, de muchos familiares… Pero también en el caso personal la pérdida de mi padre y también de mi esposo. Entonces ahí es donde uno valora lo que es la vida, o sea, no es igual cuando solo te cuentan o escuchas la desaparición o la muerte de algún conocido. Pero cuando te toca es cuando uno ve que todo está perdido.

Narradora: Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, 45 mil personas fueron víctimas de desaparición forzada durante el conflicto armado en Guatemala. 

La guerra no había terminado aún, pero las bases para la democracia comenzaban a asentarse. Se convocó a elecciones y el 1 de julio de 1984 se eligieron a los diputados que formarían parte de la Asamblea Nacional Constituyente. El grupo de congresistas que crearía la nueva Constitución de la República de Guatemala. 

¿Qué representaría esto para los movimientos de mujeres y el futuro de los feminismos en el país? Te cuento más al regresar de la pausa. 

*** PAUSA RADIO OCOTE PODCAST ***

Narradora: A mediados de los ochenta, el entonces presidente Óscar Mejía Victores llamó a elecciones para formar la Asamblea Nacional Constituyente. 

Desde 1944, con la Revolución de Octubre, algunas mujeres habían empezado a ocupar algunos puestos de toma de decisión, como Rosa Castañeda de Mora, la primera diputada, elegida en 1956. En los ochenta, la participación de las mujeres en política fue más recurrente, aunque no dejaba de ser poco común. 

Entre las constitucionalistas estaba Catalina Soberanis, quien después sería ministra del primer gobierno de la democracia y años más tarde se convertiría en la primera presidenta del Congreso de la República. 

Catalina Soberanis: Yo estuve en la Asamblea Nacional Constituyente. Éramos solo tres mujeres. Entonces, tuvimos la oportunidad de proponer el artículo cuarto constitucional, que se refiere a la igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades para hombres y mujeres por primera vez en el texto constitucional. Y, pues, al principio había cierta reticencia de los colegas constituyentes.

Narradora: Las mismas reticencias las encontraría años después, cuando asumió como presidenta del Congreso y donde le cuestionaban constantemente sus capacidades. 

Catalina Soberanis: Ya en el Congreso la República, más adelante, cuando ya fui electa como diputada y sí hubo dos cosas: la primera fue la oposición en tres elecciones consecutivas en la presidencia del Congreso a que yo pudiera ocupar ese cargo, aduciendo que precisamente era por ser mujer que yo no debería tener esa oportunidad.

Narradora: La segunda, cuenta Catalina, ocurrió cuando propuso crear la comisión de la mujer dentro del Congreso. Sus compañeros y compañeras se opusieron. Decían que ella misma estaba segregando a las mujeres. 

En 1985, el partido Democracia Cristiana ganó las elecciones y Vinicio Cerezo se convirtió en presidente. El inicio de la democracia dio pie a que algunas personas que vivían en el exilio pensaran en regresar a Guatemala. 

Hay que mencionar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos estima que durante la guerra, al menos 45 mil personas se refugiaron en México. Se calculan al menos otros 45 mil exiliados en otros lugares. Una de las personas que volvió a Guatemala con la llegada de la democracia fue Olga Villalta.

Olga Villalta: Bueno, cuando yo regreso de un autoexilio en el 88 y me relacioné con otras mujeres que habían estado también autoexiliadas o exiladas que habían regresado y empezamos a juntarnos a reflexionar sobre nuestras vidas. Sobre lo que hacíamos, sobre la familia, etcétera, Eso, pues, nos acercó bastante y luego porque yo en ese tiempo estaba impulsando una pequeña librería. Fui a México y aproveché para hablar con Marta Lamas, con Estela Quan, con Teresita de Barbieri y regresé con una maleta de revistas Fem, que no sirvió mucho para reflexionar.

Narradora: Olga se autoexilió en México por siete años. Se fue del país en los años más duros de la guerra. Corría peligro por sus ideas, su militancia y la del papá de su hijo, que formó parte de uno de los grupos revolucionarios de ese entonces. 

Olga menciona a Estela Quan, escritora y antropóloga guatemalteca. Ahora vas a escuchar una entrevista que le hizo Alaide Foppa en 1980.

[Escucha aquí el episodio de Radio Ocote Podcast Alaíde Foppa y la radio]

Audio Alaide Foppa: Le dediqué yo mi programa a las mujeres de Guatemala es decir a las mujeres que en estos momentos sufren un modo particular la represión. Yo podría contarles la historia pero me parece preferible que lo haga y que establezcamos un diálogo con una de las fundadoras de AIMUR, que es Estela Quan, antropóloga que empezó a moverse en ese sentido en un grupo de antropólogas precisamente. Entonces estela, me gustaría que nos dijeras cómo nació AIMUR.

Estela Quan: A partir de la de la matanza del 31 de enero en la Embajada de España nos reunimos un grupo de antropólogas e historiadora.

Narradora: Alaide Foppa fue una escritora, periodista, traductora y profesora feminista. Salió al exilio en 1954 después de que derrocaran el gobierno de Árbenz. De 1972 a 1980, dirigió Foro de la Mujer, un programa de radio transmitido en Radio UNAM para la Ciudad de México. En este programa invitaba y entrevistaba a mujeres. Conversaban sobre el trabajo doméstico, la represión, el abuso sexual, sobre los derechos de las mujeres y los desafíos de un movimiento feminista en ebullición.

Alaíde Foppa también fundó y editó la revista Fem, la primera revista feminista impresa de América Latina. Con esos ejemplares volvía del exilio Olga Villalta.

Alaide regresó a Guatemala en 1980 y el 19 de diciembre del mismo año la detuvieron y la desaparecieron.

Las ideas, las conversaciones y los escritos de feministas que llegaron a Guatemala con las mujeres que regresaron del exilio no solo venían de México. 

Olga Villalta: Empezamos a relacionarnos con el movimiento feminista internacional. Entonces también eso ayudó en el 91, creo que fue, que se dio el encuentro feminista de Argentina San Bernardo. Fuimos varias de acá y eso también nos ayudó mucho a entender mejor, digamos, las luchas feministas.

Audio: Revisión de la participación lésbica dentro de sus grupos feministas, Ampliación del enfoque de algunos temas como la violencia doméstica, maternidad, etc. Con la visión de la vivencia lésbica.  

Narradora: Escuchas a mujeres que participaron en el quinto encuentro feminista Latinoamericano y del Caribe, del que habla Olga. Fue una actividad que se celebró en Argentina en noviembre de 1990, y que reunió a mujeres para intercambiar ideas de temas como la violencia, la maternidad y la situación del feminismo en la región.

A inicios de los noventa, en Guatemala ya habían dado los primeros pasos para dialogar sobre la paz. Es en este momento cuando empiezan a organizarse, más formalmente, los primeros grupos feministas. 

Ana Silvia Monzón: Entonces confluyen. Nos encontramos las que estábamos en la universidad, qué éramos cinco gatas, más las otras cinco gatas que venían de fuera y que empezaron con el GGM, después Tierra Viva, casi al mismo tiempo… Pues son los grupos originarios y Voces de mujeres, que surge en el 93, que éramos de la Universidad.

Narradora: 1994 fue un año clave para los movimientos feministas. Fue entonces cuando se creó la Convergencia Cívico Política de Mujeres, un espacio feminista que buscaba la equidad y la participación de mujeres en procesos sociales y políticos. Ahí estuvo Catalina Soberanis.

Catalina Soberanis: En la cual participábamos mujeres que teníamos participación política partidista. Fue en esos años de 1990 que se gestó. Era, digamos, pluralista en el sentido de que habíamos de partidos, personas que no eran de partidos, con diferentes ideologías, con diferentes posturas e incluso en las corrientes del feminismo, podríamos tener diferentes posiciones.

Narradora: Ese mismo año se integró la Asamblea de la Sociedad Civil. Era parte de las condiciones para reanudar el proceso de negociación entre el Gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, antes de la firma de la paz. 

La asamblea fue un espacio para que la población participara en las conversaciones de paz. En la asamblea estuvieron grupos de académicos, religiosos, partidos políticos, sindicales, organizaciones de derechos humanos, grupos indígenas y mujeres organizadas que colocarían demandas específicas en ese espacio.

Catalina Soberanis: Que en cada uno de los temas, cada sector representado en la Asamblea de la sociedad civil presentaba una propuesta. Después había una comisión de redacción que proponía un documento borrador a la plenaria y de ahí era que surgía el documento que se iba a las partes; es decir, al gobierno y a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca para que lo incluyeran en los Acuerdos de Paz. 

Narradora: De ahí surgieron acuerdos tan importantes como este: 

Catalina Soberanis: En el acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado, ahí una de nuestras propuestas fue precisamente que las mujeres fueran titulares del derecho a la propiedad de la tierra.

Narradora: Y en este espacio nace también La Alianza Política Sector de Mujeres. Sandra Morán, que entonces era activista, fue integrante de la organización. Años después, en 2016, se convertiría en la primera diputada declarada abiertamente lesbiana.

Sandra Morán: Las situaciones que se han vivido en el país han exigido respuestas de las mujeres organizadas y afortunadamente, me parece a mí, hemos tenido la capacidad de responder a esas necesidades organizativas. Por ejemplo, la construcción del Sector de Mujeres se dio en mayo de 1994, como respuesta a un espacio que se dio en la Asamblea de la Sociedad  Civil y que nos afectó, nos retó a organizarnos, porque era lo que había que hacer. Y lo logramos. Y el Sector de Mujeres, la Alianza Política Sector de Mujeres, es el único sector que sigue vivo de aquel entonces, de 1994. 

Narradora: Olga Villalta me contó que las mujeres se juntaban por la noche. La mayoría estaban ocupadas durante el día, así que la noche era el horario ideal para todas. Se turnaban de casa en casa. Muchas llegaban en bus y, cuando se podía, llevaban algo para comer o beber y lo compartían. En ese momento no tenían mucha de la teoría feminista que conocen hoy, pero organizaban ideas, pensaban planes y, sobre todo, se hacían muchas preguntas.

En el resto del mundo también estaban sucediendo hitos importantes para las mujeres. La Declaración de Beijing y la Conferencia del Cairo fueron un parteaguas para que los gobiernos se comprometieran a promover la igualdad de género. La Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo sirvió para concienciar cómo la salud sexual y reproductiva mejora la calidad de vida de las mujeres y niñas. 

Ana Silvia Monzón: Había una mayor apertura, se estaban movilizando las mujeres a nivel mundial y crearon esta figura de regiones y, qué sé, yo camino de Beijing entonces, eso implicó espacios de debate.

Narradora: Espacios de debate y de manifestación. En 1994 se organizó la primera marcha feminista en Ciudad de Guatemala. Solo que no se llamó así. La bautizaron como «La caravana alegre». Catalina Soberanis, Ana Silvia Monzón, Olga Villalta participaron en ella.

Catalina Soberanis: Empezábamos en la 18 calle hasta llegar a la Plaza Central y la verdad es que salía mucha gente de los comercios. En esa época todavía no estaba bloqueada la Sexta Avenida, era digamos, de los vehículos. Corrían por toda la Sexta Avenida y sin embargo, la verdad es que no tuvimos rechazo. Por ejemplo, por parte de los automovilistas o los peatones era muy raro que alguien apareciera ahí con alguna frase como: «Vayan a su casa a cocinar», o algo así: «Vayan a cuidar a su familia», que son expresiones típicamente machistas, pero eso era de verdad extremadamente raro.

Ana Silvia Monzón: Yo estuve en la organización porque a mi casa llegaron la misma Olga, creo que llegó. Pero yo ya estaba que ya iba a parir, entonces no pude ir físicamente, pero sí estuve en la organización porque para entonces, en nuestro programa Voces de mujeres, ya teníamos casi un año.

Narradora: Casi no hubo cobertura mediática. En los periódicos de la época no se publicaron noticias sobre la primera caravana. Apenas hubo algunas columnas breves, donde se reflexionaba sobre el ocho de marzo y los derechos de las mujeres.

Ana Silvia Monzón: En la Prensa tal vez, ¿verdad? Pero ni creo que le hubieran puesto tanto coco. Mira, yo hasta me recuerdo que eran globos, que eran flores, qué sé yo, porque esa era la idea.

Olga Villalta: Llevábamos globos, música, bailamos… Y era una manera como de festejarnos. O sea, no era una marcha triste ni peleonera. Poco a poco, con los años, porque lo seguimos haciendo, poco a poco los negocios de la Sexta Avenida ya no cerraban sus puertas cuando venía la caravana de las mujeres, porque sabían que no íbamos a pintarrajear ni íbamos agredir, digamos, en algunos casos. Yo sé que con el tiempo pues son otras personas las que participan y en algunos casos sí se dio que pusieran pintas, pero en esos años sí nos ganamos mucho respeto, mucha simpatía por ser una manera diferente, una manera alegre, digamos, de salir a la calle.

Narradora: En el mundo y el país las cosas parecían estar cambiando, pero reconocerse como feminista no era fácil.

Ana Silvia Monzón: Por eso tuve, por lo menos yo te puedo decir, muchos costos. Como que no me dejaran dar clases en mi escuela, por ejemplo. Nunca, desde ahí para nada, porque yo era demasiado feminista.

Yo creo que para el contexto fueron años de romper silencio, de romper barreras, de abrir camino… Que tal vez ahora parezca tan fácil, porque ahora tienen la palabra ganada, pero en ese tiempo ni siquiera se había firmado la paz.

Narradora: Incluso hoy, 30 años después, a pesar de los avances y los derechos ganados, ser feminista en determinados espacios de Guatemala, tiene su complejidad. Sobre todo, cuando se cruzan otros elementos. Como la etnia o la orientación sexual. Sandra Morán lo comprobó cuando fue diputada con el partido Convergencia.

Sandra Morán: Mi raíz no es un partido político. Mis raíces en el movimiento en mujeres feministas con una expresión política en el Congreso. Entonces trenzar el movimiento de trabajo con compañeras con las que yo no trabajaba fue un reto desde el punto de partida. O sea, sentirme y verme sola en un espacio absolutamente en contra es muy difícil con las identidades. Además con las que yo tengo. Yo soy mujer feminista, revolucionaria y lesbiana, que son identidades absolutamente contrarias a la mayor parte de personas que están en el Congreso.

Narradora: Con la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, empezaron a abrirse otras puertas. 

Olga Villalta: Se generó un ambiente muchísimo más positivo para que surgieran más organizaciones. Y sobre todo en los departamentos, porque de lo que yo he vivido en la ciudad. La cooperación internacional también empezó a presionar a las ONGs que financiaban a que tomaran en cuenta a las organizaciones de mujeres, los derechos de las mujeres, etcétera, eso también ayudó.

Narradora: Desde entonces han pasado casi 30 años.

Olga Villalta: 30 años es muy poco en la historia como para revertir lo que tiene 12.500 años que es el patriarcado. Todavía las compañeras jóvenes se enfrentan al rechazo de parte de personas, hombres y mujeres, que consideran que todavía nos piden que seamos suaves, que seamos, digamos, como más suaves para pedir o exigir o los derechos, ¿no? Entonces en ese sentido creo que no es que lo tengan más fácil las compañeras jóvenes, sino que el patriarcado siempre se recicla, siempre se atrinchera y utiliza herramientas más sofisticadas.  

Narradora: El guion y las entrevistas de este episodio los hice yo, María Olga Domínguez Ogaldes. La edición es de Carmen Quintela. La música original es de Lucas Zapiola y Aviram Spies, Isaac Hernández realizó el montaje y la producción sonora y musical con la asistencia de José Manuel Lemus. Para este episodio se utilizó un extracto de la entrevista de Alaíde Foppa a Estela Quan, en el programa Foro de la Mujer, de Radio UNAM. 

La ilustración de portada es de Óscar Donado. Ixmucané Us es la gestora de comunidad de Ocote y Magui Medina la coordinadora institucional. La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.

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