Juan Carlos Vásquez Medeles
“El conflicto armado no fue una guerra de dos frentes”
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En 2006, en México, Juan Carlos Vásquez Medeles debía entregar una tarea para su licenciatura. Decidió entrevistar a su amigo y jefe scout guatemalteco. El estudiante de historia se enteraría que su compañero había participado en la poco conocida Comisión Militar del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), el partido comunista guatemalteco. De esta entrevista nació un voraz interés por la historia reciente de Guatemala y sería la génesis del libro que relata la historia de un grupo de personas de la ciudad que tomó las armas contra el Ejército y el Estado, del que muy poco se ha escrito.


Ahora, Medeles publica Militantes clandestinos, que surge de la investigación de su tesis doctoral. Vázquez Medeles es becario posdoctoral en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha sido también profesor de la Universidad Iberoamericana del mismo país.

Su libro Militantes clandestinos narrala historia de la Comisión Militar del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) -el partido comunista de Guatemala durante el siglo XX-, creada en 1976, a la cual se le conoció como COMIL.  Esta organización se dedicaba al ataque y la defensa bélica contra el Ejército y el Estado, mientras al mismo tiempo formaba parte del partido político PGT.

Posteriormente esta comisión se separó del PGT, debido a diferencias de sus miembros sobre las estrategias y el uso de la violencia. Entonces, pasó a reconocerse como PGT-Partido Comunista.

El autor pone en evidencia las contradicciones internas del PGT respecto a cómo transformar la realidad y de la pluralidad de actores e ideologías que se debatían e influían en el conflicto armado.

La historia de esta organización se relata en torno a varios eventos, entre ellos: el “ajusticiamiento” de miembros de la Policía Militar (PM) conocido como “Panzós Heroico”, y la captura de uno de los fundadores Carlos Humberto García Quinteros, también llamado el “Hombre Lobo”, que delató a sus compañeros, quienes luego fueron desaparecidos o asesinados.

En esta entrevista, el historiador explica sus motivaciones y amplía información sobre los protagonistas que conforman este libro y el desenlace de la clandestina COMIL. Un aporte con nuevos datos y aristas a la compleja historia de Guatemala.

¿Por qué hablar ahora de una organización comunista en un país donde perdura el discurso anticomunista?

Es una pregunta básica para mí. Cursaba una materia que se llama Historia Socioeconómica y no tenía mucho conocimiento de Guatemala. En realidad, los mexicanos no tenemos un conocimiento de lo que pasa en nuestro país vecino. Y yo tengo un amigo guatemalteco que fue mi jefe scout y yo sabía que era guatemalteco, pero no sabía por qué estaba en México.

Entonces, para pasar la materia propuse hacerle una entrevista. Hablé con mi amigo, me dio la entrevista y resulta que era miembro de la COMIL, del PGT-PC. Esto fue en el 2006, cursando la licenciatura terminé mi tesis a partir de la entrevista con mi amigo. Y me intrigó mucha esta historia del PGT-PC.

Empecé a recopilar información de la COMIL durante los siguientes años sin saber para qué me iba a servir. Fui conociendo gente poco a poco. Fue hasta 2012 que decidí hacer la historia de esta organización poco conocida. La gente habla del Diario Militar y no sabe cómo están estructuradas las organizaciones que ahí se mencionan. Todo esto fue para mí sumamente importante para desarrollar este trabajo.

¿Cómo fue el proceso para hablar con los exintegrantes que en su momento actuaron en la clandestinidad?

La primera vez que llegué a Guatemala fue en el 2007 y en el 2010 estuve a medio año. Desde ese entonces voy una vez anual. Por lo que tengo mucha cercanía con gente de Guatemala.

 Desde entonces fui hablando con unos, me fueron contactando con otros y me facilitaron sus redes. Mi acercamiento con ellos fue complicado, porque es complicado entrevistar a personas que vivieron y que crecieron dentro de un conflicto armado, algo que para un mexicano común no entendemos.

Entonces, al empezar a escuchar este tipo de historias uno tiene que ir aprendiendo cómo entrevistar a la gente, cómo acercarse, qué preguntas hacer. Porque puede ser muy complicado, hay momentos en que la gente explota; es catártico. Hay gente que no ha contado estas historias a nadie más durante mucho tiempo entonces te eligen a ti por algo para contarlo, eso se vuelve complicado.

Con algunos establecí una amistad muy fuerte. No solo de hacer las entrevistas, sino también de ir a los bares de la Zona 1 a estar conviviendo en fiestas, reuniones. Me enseñaron cosas no solo de la comida, sino de la cultura, incluso el mismo lenguaje. Porque a veces uno lee cosas que, si uno no es cercano a ese lenguaje, no entiende. Fue una enseñanza, muchos de ellos se convirtieron en una especie de maestros y yo les agradezco.

¿Qué impresiones le causó el conflicto armado?

En mi carrera de Estudios Latinoamericanos, hay una cercanía con los movimientos armados en América Latina. Yo no era muy cercano a esta línea, yo estaba más en la cuestión del arte prehispánico. Esta casualidad con mi amigo fue un impacto para empezar a leer historias de Guatemala.

El primero libro que leí del conflicto armado fue Mi camino a la guerrilla de César Montes, esta historia mítica. Y el personaje luego se convirtió en un entrevistado -no para este trabajo- , tuve la oportunidad de hablar con él, de ir a las Sierras de las Minas con él. En ese momento era escuchar y no entender porque era muy complejo el proceso en Guatemala, pero sí fue entrarle desde esas lecturas míticas. (Mario) Payeras, por ejemplo. Entonces era como una cuestión de periodicidad en mi acercamiento a Guatemala.

Posteriormente uno va conociendo las historias, pero creo que lo más impactante fue escuchar a la gente de viva voz sus experiencias, no solo para esta investigación, de la crueldad con la que llegó a actuar el Ejército y Estado guatemalteco contra la población civil que fue impresionante: la cuestión de los desaparecidos o de las torturas. En algún momento uno llega a cuestionarse, ¿por qué estoy escribiendo? ¿Por qué estoy haciendo esto? Llegué a llorar. Pero también es cosa de que te amarres más con la propia historia de Guatemala. Es difícil cuando penetra tanto en su interior.

Al inicio de su libro y en ese contexto, pareciera que el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) se encontraba en una posición complicada respecto a la lucha armada, ¿podría explicar ese conflicto?

Desde su fundación y en la línea revolucionaria, y sobre todo en el gobierno de (Jacobo) Árbenz, ellos tenían una línea muy específica que no planteaba la lucha armada. Ellos estaban dentro de la propia estructura del Estado guatemalteco. Obviamente el 54 significó para todo militante del PGT la persecución, el exilio, el hostigamiento de parte del régimen de Castillo Armas y posteriormente los gobiernos militares.

El inicio del conflicto, o lo que muchos plantean el inicio del conflicto -13 de noviembre de 1960 a diciembre de 1962- ya hay una experiencia en América Latina para el resto de los países que es Cuba, que plantean que la transformación de la realidad tiene que ser a partir de la lucha armada. También está la cuestión guevarista, foquismo… Y Guatemala que viene de este proceso de anticomunismo férreo, entonces para algunos militantes que empiezan a observar lo que pasa en Cuba o lo que pasa en otros países, el camino son las armas.

Castillo Armas viene, sigue Ydigoras Fuentes, después del golpe contra Ydígoras se plantea que no hay forma. Pero el mismo partido no tiene esta idea -lucha armada- porque ellos están bajo la luz del Partido Comunista soviético en el cual está planteada la convivencia pacífica. Cuando ellos inician el tercer congreso, en el sesenta, plantean la posibilidad de la vía armada. No lo dicen como tal, pero sí se plantea todas las formas de lucha y entre esas está la lucha armada. Casi diez años después, hasta el 69, en el cuarto congreso es donde ellos toman la vía armada como línea política del partido y establecen las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARevolucionarias).

Es un largo camino en el que fueron golpeados constantemente. En el 66 pierden parte de su Comité Central en el caso de los “28 desaparecidos”. El partido es golpeado constantemente. Ellos buscan otras formas que precisamente no sea la línea armada, sino que la línea armada sea un apoyo para la transformación y no la vía principal.

Y esto hizo que durante los años sesenta, con la presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), hubiera una constante contradicción. Porque por un lado estaban las FAR con la guerrilla de Frente Edgar Ibarra (FEI) impulsando la lucha armada y por otro, el Comité Central del PGT evitando el desarrollo integral de la lucha armada en Guatemala. En los setenta se da también esta cuestión y es hasta el 76 que vuelven a replantear la lucha armada, y es cuando surge la COMIL y el partido sigue sin meterse de lleno a la lucha revolucionaria.

Entonces, lo que motivó la COMIL siempre fue la lucha armada.

La COMIL surge en el 76 en un pleno ampliado, esto es una reunión de militantes, de cuadros medios y del comité central, el cual se desarrolla en Quetzaltenango en la clandestinidad. Y deshacen las Fuerzas Armadas Revolucionarias y crean una comisión militar como parte de la misma estructura del partido: el Comité Central, el Comité de Propaganda, el Comité Político y está el Comité Militar que se dedicará a las tareas de esta lógica. Y el grupo que está en esta organización es gente que tiene experiencia militar y que tiene entrenamiento, como Miguel – conocido como el Hombre Lobo- que ha estado en la Unión Soviética, el Waldemar – conocido también por Don Teco- que tenía conocimientos en explosivos, de manera autodidacta. Víctor Paniagua -seudónimo Max- que tiene relación con el sector sindical. Es gente que tiene experiencia y la motivación para realizar actividades en esta línea. Pero también tienen un candado del Comité Central que no los deja crecer.

Esta organización empieza a hacer actividades no solo de enfrentamiento contra el enemigo, como ellos le dicen al Estado o Ejército, sino que una organización político-militar necesita dinero para funcionar. Entonces empiezan a hacer “golpes de mano” o secuestros. De esta manera empiezan a hacerse dinero, dinero que no les permite crecer porque iba directamente al Comité Central y del cual se les repartía poco para que ellos continuaran fortaleciendo y haciendo actividades.

Además, ellos tienen una presencia muy fuerte en ciertas zonas de Guatemala, como Quetzaltenango, y es la gente la que convive con ellos, con quienes hacen reuniones. Yes la gente quienes están viendo y no al Comité Central o el Comité Político. Esto genera muchas contradicciones adentro de la organización, porque desarrollan la lucha armada y a la vez los limitan No se les daba cierto poder para que crecieran.

Entonces, tienen el encargo de crear una organización interna más fuerte, pero por parte del Comité Central los contienen.

¿Cuál era la posición del PGT frente a la COMIL?

Ricardo Rosales, Carlos Gonzáles era su seudónimo, falleció hace un año, quien fue el secretario general del partido desde el 1974 hasta el 1996, para muchos militantes fue una persona que no impulsó y desarrolló el trabajo revolucionario de los acuerdos del cuarto congreso, el camino de la lucha revolucionaria popular. Fue una persona muy inteligente leyendo la situación en Guatemala respecto a que lucha armada implicaba, según el lenguaje de aquella época, aventurismo, una cuestión donde iban a dominar los “tira tiros”, como se les denominaba a esta línea dura militar dentro de las organizaciones. Y, esto iba a ocasionar más represión.

La crítica a esto era que la represión ya estaba: desapariciones, asesinatos, la oligarquía cada vez más poderosa, la intromisión de otros Estados en la política de Guatemala. Y no solo aquí, el problema en América Latina fue la reticencia a meterse de lleno a los procesos revolucionarios de sus países.

Guatemala es de los primeros países que se mete de lleno a la lucha armada. Pero en realidad esa es la historia de los partidos comunistas en el resto del continente. Siempre hubo un obstáculo para meterse de lleno. Esto se tradujo en escisiones del mismo partido, y no solo en el setenta, o sea, en el 1967, 1968 la gente rompe con el partido y posteriormente aparece el EGP. Esa es una historia más larga.

Pero en los setenta rompe la regional del occidente por esta reticencia, posteriormente surge ORPA en el 1976 y en el 1978 rompe la COMIL y forma el PGT-PC. En 1984 rompe el grupo el grupo PGT- 6 de enero. Este debilitamiento en la cuestión militar implicó que eran víctimas de golpes muy fuertes contra muchos de sus dirigentes o militantes por no tener una capacidad militar para responder, no solamente que fuera de avance, sino que pudiera contener la seguridad de todos sus militantes. Fue un problema muy fuerte que tenía que ver con las decisiones del Comité Central.

Me gustaría preguntar sobre un hecho específico: “Panzós heroico”. ¿Qué representó esto para la COMIL y para el PGT?

El 29 de mayo del 78 se da esta masacre donde asesinan a más de cien campesinos de origen q’eqchi’. Y la COMIL junto a otras organizaciones deciden hacer una acción de castigo, así le llaman, en la que responden a esta masacre con el ajusticiamiento de miembros de la Policía Militar (PM). Y tienen algún acercamiento con gente del EGP. ¨

Ponen una mina claymore casera en el paso de un convoy militar que está transportando a policías militares ambulantes. Fue una acción muy fuerte. Una de las primeras acciones que se utilizaron minas claymore. Fue una acción contundente donde murieron muchos policías militares.

Y, el evento quedó en la opinión pública, en la prensa, como un acto de terrorismo que no es propio al conflicto que se estaba viviendo en Guatemala. Bueno, el uso de la palabra “terrorismo” al Estado le gustaba explotarla. El Comité Central del PGT decide no adjudicarse la acción, entonces dice: nosotros no fuimos. La COMIL saca un comunicado y dice que el partido desarrolló esta acción en castigo por la masacre cometida contra campesinos en el municipio de Panzós.

Esto crea un conflicto entre la COMIL y el Comité Central y en poco tiempo termina en rompimiento. ¿Qué significó? Demuestra que mientras el Estado guatemalteco estaba librando una guerra contra las organizaciones revolucionarias en el campo, en las zonas rurales, la COMIL demuestra que también en la ciudad hay un trabajo bastante fuerte y que no solo el trabajo de la ciudad que contiene y dispone los recursos sino en la ciudad también se pueden apreciar este tipo de acciones.

Para la COMIL queda esta idea de militaristas por la manera en la que actúa. Para mí es muy significativa la foto de Jean-Marie Simón, de las pocas fotos donde aparecen los miembros de la COMIL, donde hay una mesa y un cuadro bastante grande que es una mina claymore. Pero la mina claymore por lo regular son pequeñas. Por lo que están demostrando la capacidad que tienen para enfrentar un proceso de lucha. Entonces, no por nada se le denomino “Panzós heroico”, esta acción de poner la mina frente al convoy. Creo que Panzós y Panzós heroico es la génesis de la propia organización.

Quería preguntarte sobre el diario Claridad que utilizó la COMIL para dar a conocer sus ideas y la importancia que tuvo en su relación con persona de la Universidad San Carlos. Parece una contradicción la clandestinidad de la COMIL y el uso de un medio de comunicación que busca lo contrario.

Todas las organizaciones político-militares necesitan medios de difusión, formas de dar su mensaje, su línea política, entonces todos tienen algún medio. En el caso del PGT como partido siempre estuvo el folleto Verdad desde muy temprano. En el caso de la COMIL es parte de la identidad de la organización porque confluye la gente que le da forma que proviene de la facultad de arquitectura de la Universidad de San Carlos que estuvo muy ligada a la COMIL desde sus inicios y quienes se destacaban por la calidad de su dibujo. La gente de ahí son talentosos de la pluma. Este acercamiento con el movimiento estudiantil surge en los setenta y a los inicios de los ochenta. Pero también confluye otro grupo que recién se integra la COMIL, es gente de las FAR, de las FAR rebeldes que rompe con Pablo Monsanto y se integran al proyecto de la COMIL y algunos de ellos tienen experiencia periodística otros vienen de trabajar en Inforpress.

Además, las publicaciones de este tipo tienden a ser muchas veces discursivas, teóricas, con un lenguaje dentro del marxismo o leninismo, y el público que leía esto difícilmente podía entender todo porque le están hablando en un lenguaje diferente al acostumbrado. El tiro que tiene la COMIL es que reduce ese lenguaje y mete el uso del dibujo, caricaturas e imágenes con cuestiones más cercanas a la población. Puede ser contradictorio… En realidad, es clandestino, son revistas o periódicos, en el caso de la COMIL tamaño tabloide, es grande, muy colorido, que es parte de la intención. Ser llamativo. Pero, se distribuye de manera clandestina. No se podía repartir en la esquina. Y, quien tenía esto en sus manos corría el riesgo de perder la vida. Tanto quien lo hace como quien lo porta.

Afortunadamente se pudieron conservar algunas copias que me permitió poder expresarlo en el libro. Ceo que es una experiencia digna de recordar y marcar esa diferencia con las revistas o periódicos de otras organizaciones, por el contenido, la forma, y quizás por las formas de cómo se produjo y cómo se repartía.

Otro evento relevante en su libro es el de la captura del “Hombre Lobo” a partir del secuestro de Pedro Julio García, director de Prensa Libre, ¿nos puede contar un poco?

Es significativa esta captura. Representa para las organizaciones un caso de traición grande. Tuvo repercusiones grandísimas, no solo para el movimiento armado, sino para el desarrollo de la contrainsurgencia.

Este caso tiene que ver con Carlos Humberto Quinteros -seudónimo Miguel-. Él fue de los fundadores de la COMIL, era un militante bastante aguerrido, tenía la confianza de muchos de sus compañeros en acciones militares. Empieza a tener en 1983 un distanciamiento con la nueva estructura de la COMIL. Él ya no es dirigente. La COMIL a diferencia de otras organizaciones no tiene un comandante, sino que tenía una dirección nacional conformada por varios miembros, es una dirección colectiva. Y él ya no pertenece a la dirección colectiva.

Cuando él sale de la COMIL se lleva consigo dinero que se había obtenido de seconales -secuestros- o golpes de mano, sobre todo de seconales. Y, él se lleva dinero y se quedó con las casas de seguridad donde tenían un espacio para los secuestrados. Son casas que no todos deben de conocer. En ese momento de octubre del 83 está viendo la posibilidad con el partido histórico -PGT- de irse para El Salvador e integrarse a la lucha revolucionaria.

El momento en que lo detienen él había corrido un maratón: la carrera de “Los Muppets”. Era una carrera famosa en esos años que se hacía del hipódromo hasta al aeropuerto La Aurora. Y había una cevichería, el bar El Manaque, donde vendían cerveza y se reunían miembros de varias organizaciones a tomar. El realiza esa carrera y llega a tomarse una cerveza.

En paralelo, el PGT ha secuestrado a Pedro Julio García, director general de Prensa Libre. Hay un operativo grandísimo de la Policía Nacional (PN) que logra comunicación con el PGT y hay un acuerdo de liberación de Pedro Julio. El PGT exige la publicación algunos comunicados.

“El Hombre Lobo” había apoyado este secuestro y él esperaba un contacto para mantener secuestrado a Pedro Julio, pero es detectado y apresado. Llega un comando de las fuerzas especiales al bar El Manaque por los campos del Roosevelt. Sacan a todos del bar. De una camioneta sale un personaje que señala al Hombre Lobo: es él, el de la pantaloneta. Y lo apresan. Es al único que se llevan. En el bar había miembros de la COMIL que estaban con él, había miembros de otras organizaciones y no se llevan a nadie más. Solo se llevan al Hombre Lobo y a Guillermo -seudónimo-.

En menos de 24 horas El hombre Lobo empieza a entregar las casas de seguridad, a entregar gente y de ahí se da una escalada no solamente de que El hombre Lobo entregó a sus viejos compañeros, sino fue una escalada en la que entregó a unos, y estos capturados a otros, debido a las condiciones de tortura, secuestro y desaparición.

Entonces la gente tuvo que hablar para preservar la vida. Según el Diario Militar podemos ver cómo sufrieron. En el caso del Hombre Lobo, no, él se entregó. La gente que brindó su testimonio hablaba de que entregaba personas, incluso, vestido de militar. Él iba al frente de unos operativos, señalando gente en la calle o retenes.

No se sabe a ciencia cierta cuánta gente entregó. En el Diario Militar, después de la caída del Hombre Lobo, más de la mitad de los 183 casos son del PGT, gente que entregó. Es un caso paradigmático. Un caso en el que no hubo tortura y que él se entregó a quien era su enemigo para entregar a sus antiguos compañeros. Posteriormente el Hombre Lobo fue colocado en el Banco Nacional de la Vivienda (BANVI) en el 1987. La gente del PGT-6 de enero lo vio y decidió “ajusticiarlo”. No como venganza, sino porque era un riesgo para la gente que militaba en el PGT porque Miguel conocía a mucha gente. Entonces le quitan la vida en los alrededores del estadio Doroteo Guamuch Flores -Mateo Flores anteriormente -.

Fueron tres años en que este hombre pudo seguir y entregar gente a las fuerzas de seguridad. Vinicio Cerezo llegó a comentar que la guerrilla había asesinado a una persona -el “Hombre lobo”- que colaboró con el Estado Guatemalteco contra las organizaciones subversivas.

A ese grado llegó la influencia del Hombre Lobo.

¿Fue este el final de la COMIL?

Cuando se da esta persecución ocasionada por la detención del Hombre Lobo empiezan a asesinar o a desaparecer a la gente de la dirección nacional de la COMIL, en Quetzaltenango o en la zona de la frontera. Entonces, los que pueden salir lo hacen bajo una persecución atroz. Son meses muy difíciles para la COMIL porque ven cómo caen sus compañeros y, a la vez, tienen que cuidarse o buscar cómo salir del país.

En 1984 algunos que logran salir, sobre todo gente de la dirección o cargos medios, llegan a México.  Y es gente que está devastada, a muchos les han matado sus familiares: padres, hermanos, hermanas. A mediados del 84, en la casa de seguridad que tienen en México donde son recibidos, deciden que la experiencia de la COMIL termina porque prácticamente han sido aniquilados, han desestructurado todas sus redes y el riesgo es mayor.

Eso no quiere decir que la gente dejó de luchar o de seguir en el movimiento revolucionario. Mucha gente volvió a Guatemala a través de otras organizaciones. En ORPA u Octubre Revolucionario. Y siguieron trabajando. Pero esa fue su situación. Y tuvieron contacto con otros grupos como el PGT-6 de enero, pero fue a partir de varios meses de persecución que deciden terminar con la COMIL.

¿En el presente que queda de la COMIL? ¿Dónde está su legado?

Para muchos fue una organización muy pequeña. En esos años el EGP hablaba de 500 mil simpatizantes, ORPA y las FAR estaban creciendo mucho. Pero a principios de los 80 cuando caen casas de seguridad del EGP u ORPA en la ciudad donde los golpean muy fuerte. Y la COMIL sigue trabajando, con presencia en la ciudad con acciones fuertes que no las difunden como otras organizaciones con sus reportes de guerra, sino, la COMIL golpea a sectores que son intocables.

 Por ejemplo, ellos “ajustician” a Máximo Zepeda, conocido por su crueldad, ligado a los escuadrones de la muerte en los años sesenta, a quien se le reconoce como el ejecutor de Rogelia Cruz Martínez y como el ejecutor del caso de los 28 desaparecidos. Bueno, es este hombre intocable que tiene un gran poder y en esos momentos trabajó como cónsul de Guatemala en México y que es un puesto que les está funcionando para cuestiones de vigilancia y persecución de la gente que se está trasladando a México. Y la COMIL lo ajusticia.  Además, ellos secuestran al presidente del CACIF a Alberto Habie Mishaan.

O sea, pese a los golpes que le están dando a otras organizaciones, que el Ejército y el Estado guatemalteco está vanagloriándose por el triunfo y por desbaratar el trabajo de la ciudad, la COMIL sigue teniendo acciones, teniendo presencia. Esa es la contradicción, a pesar de que se hablara de ser una organización pequeña, de su futuro de tira tiros.

¿Por qué recuperar este capítulo de la historia?

Creo que recuperar su historia, recuperar su memoria es importante para el conocimiento del conflicto armado y poderlo entender de otra manera. Su legado está en mostrar esta parte del partido comunista que muchas veces queda bajo la idea de que el partido no se metió a la lucha armada.

Aquí se puede demostrar que hubo intentos muy fuertes. También nos deja el conocimiento de estas estructuras militares contrainsurgentes del propio Estado que se ve relatada en el Diario Militar. Su experiencia nos sirve para ver hasta donde llegaba el Estado para aniquilar a la subversión, a los opositores del status quo.

Creo que por ahí es importante para conocer las varias aristas que en la lucha de transformar el país, en la relación que había con la Universidad de San Carlos, con los sindicatos y que el conflicto armado no fue una guerra de dos frentes, la guerrilla y el Ejército. Sino que hay muchos sectores involucrados dispuestos a transformar la realidad. No existe la teoría de los dos demonios.

Hubo diferencias de la izquierda en el pasado, y las hay en el presente, ¿por qué se da esta fragmentación que impide alcanzar un objetivo?

Desde la academia, quienes trabajamos estos temas, quienes nos interesamos en Centro América y los conflictos armados de diferentes países, vemos esta constante de estos rompimientos. Creo que la respuesta no la tengo. Muchas veces lo que decimos es que eran innecesarias las diferencias.

Comparas a lo lejos las líneas políticas, te pones a estudiar un momento, el por qué dicen esto, y a veces resulta absurdo demostrar quién es más marxista, más leninista, más revolucionario porque a veces por ahí eran las discusiones.

El crecimiento del EGP nos demuestra el seguimiento de una línea política que los llevó a un crecimiento en pocos años de ser 15 combatientes, que solo eran ellos, donde hay detrás cuatro años de trabajo en México, en Cuba, en Guatemala, que logran entender cómo hacerse de simpatizantes a su lucha y que crece de una manera exponencial. Pero que también de esa manera exponencial los lleva al riesgo constante por no tener la preparación militar y los recursos materiales cuando se involucra tanta gente.

También el humano es conflictivo y creo que, al asociarnos en grupos, al diferenciarnos de los otros, implica una exigencia de nuestra propia identidad. Y dentro de estas organizaciones, entonces, la gente no coincidía con otros y se hacían a un lado.

En el caso del EGP se hablaba de los “viejos” porque llegan nuevas generaciones con otra formación y hay fricciones, desacuerdos. Entonces, mucho tiene que ver con la diferencia generacional y creo que por ahí se dan muchos rompimientos.

Muchas veces la gente con más experiencia tiene un proceso más lento de adaptación a nuevas perspectivas. Y en la actualidad creo que la izquierda tiene esa cuestión. Vemos en Guatemala un proceso donde la URNG está desaparecida, nada más de nombre la recordamos. Y existen variantes de una izquierda como Semilla, pero también de la gente organizada por comunidades que luchan por problemas muy específicos: despojo de tierra, agua, hidroeléctricas. Por lo que siempre hay una contradicción de formas de ver el campo y la ciudad que han impedido que se fortalezca la izquierda. Ahora Semilla está ahí como una esperanza de la izquierda, pero también se le exige lo que no se hizo en 20 años.

Por lo tanto, de ahí también surgen rompimientos porque la gente también quiere resultados inmediatos y eso hace que la izquierda no entienda que los procesos son largos. Eso puede ser parte de la explicación. Puede ser eso, diferencias generacionales, dónde estamos parados y, a veces, somos conflictivos como humanos.

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