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La nueva movilidad o el viejo ardid para que nada cambie
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La bicicleta siempre ha sido una opción, y el confinamiento fue una oportunidad desperdiciada para mejorar la movilidad urbana, los cambios estéticos no son cambios estructurales. De esto nos habla el escritor y ciclista urbano Engler García.


En los albores de la pandemia en Guatemala, cuando con apenas un par de casos nos encerramos a cal y canto, porque pensamos que así pasaría por sobre nuestras cabezas la emergencia y nos dejaría salir pronto con las sonrisas plenas por haber librado pronto la tragedia, algunas personas, valiéndose de su carnet de prensa, supongo, o como parte de su trabajo, publicaron varias notas sobre las calles vacías.

Eran días en los que lo novedoso del encierro nos hacía explorar por medio de esas postales, las cosas que pasaban fuera en nuestra ausencia. Era la época de las flores de la cuaresma que resaltaban nítidas y esplendorosas en las composiciones junto a las líneas continuas que separan los carriles de las calles y avenidas de una ciudad sin nosotros. Y fue tan contundente la imagen de vacío, de ausencia de nosotros en… ¿de nosotros o en realidad la simple ausencia de los carros y sus luces titilantes en el horizonte de una tarde hermosa?

Moverse en carro en una ciudad es la norma. Algo que es parte del imaginario colectivo. Del sentir colectivo. Pero las ciudades, al igual que los cuerpos que abusan de algo, del colesterol por ejemplo, se van saturando y enferman. En ese sentido, ciudad de Guatemala es una ciudad muy enferma y terrible para vivir. Y las imágenes aquellas de las calles vacías y las jacarandas, hicieron evidente que acá el que se harta el espacio es el carro unipersonal. Aclararon que a pesar de las anchas calles circular es imposible porque es terrible la cantidad de espacio que consumen los carros. Que se mal usan para mantener la ciudad en movimiento. Volvió a evidenciar que el modelo del carro unipersonal fracasó.

Cuando ya los días de los afortunados que podemos estar encerrados empezaron a parecer tediosos y pesados porque la cal aquella se empezó a volver ansiedad, empezamos a pensar en cómo sería la salida cuando se diera. O en cómo salir evitando las aglomeraciones y mantener la distancia social. Entonces parece que algunos descubrieron el agua azucarada. O la vieron en los titulares de otros países “más avanzados” -incluso en la pandemia, porque hasta en eso somos un país atrasado- que ya superaban “la primera ola” y que retomaban “la nueva normalidad” montados en sus bicis en lugar de subirse al transporte público.

Así surgieron algunos tuis y posts en un intento de movimiento al que llamaron nueva movilidad. Aunque sospecho que se refieren simplemente a movilidad, porque está claro que en estas calles ni para atrás ni para adelante. O, simplemente intentaron hacer la versión local tropicalizada de esa etiqueta bastante extendida por las redes sociales de varios lugares fuera de Guatemala.

Y está bien, desde luego, este intento de plantear formas para desatascar el tráfico, pero como suele pasar con la novedad, o cuando uno cree que está frente a algo novedoso, se tiende a olvidar -digamos eso y no ignorar- los esfuerzos ya existentes en abordar determinado tema. En el caso de movilidad en la ciudad, abundan las soluciones que se han planteado de maneras teóricas a la Municipalidad o incluso de maneras prácticas, como es el caso de usar la bici, desde mucho antes de iniciada la pandemia.

Quizás en función del objetivo no tenga mucho sentido recalcar esto, pero definitivamente sí porque no hace falta inventar la rueda. Además porque en lugar de una rueda que dure, se corre el riesgo de terminar con una rueda pache, con una solución a medias. Y de aplaudir chapucerías. En todo caso, sí que es entendible el entusiasmo y en ese sentido resulta muy esperanzador que finalmente pareciera que más personas se convencen de que la bici es una opción. Y yo recalco: que siempre ha sido opción.

Este intento de movimiento en redes sociales, seguro llegó a oídos municipales, quienes desde hace muchos años acumulan múltiples propuestas técnicas muy claras para incorporar a la bici como un medio de transporte en la ciudad. Y se decidieron a pintar sobre algunas avenidas y calles, unas paupérrimas líneas blancas apenas a un metro de la acera. ¿Se agradece el gesto? Pues tal vez, pero eso sería como agradecer que alguien te de la vía cuando tiene el semáforo en rojo.

Pero no, porque la muni no está para gestos, sino para gestionar lo que sucede e impacta en la vida colectiva en la ciudad. Algo en lo que claramente ha fallado y ha enfermado de gravedad la manera de circular en la ciudad. A mí tales líneas además me parecen una insultante chambonada, porque en realidad lo que hacen es delimitar un espacio por donde los ciclistas ya circulan y porque es el espacio “sobrante” para intentar ir en bici sin absoluta ninguna seguridad. Eso es muy insultante viniendo de la municipalidad. Y es peligroso que el entusiasmo detrás del movimiento de la nueva movilidad lo vea como un gesto aplaudible porque ese siempre ha sido uno de los ardides de los que detentan el poder: apoderarse del entusiasmo y la energía que genera una idea, un movimiento y acallarlo con gestos complacientes que adrede saben, no son la solución.

Hablar de movilidad es un tema necesario. Es un tema impostergable. Pero parece que la muni no está en esas. Hablar de movilidad implica no solo a la bici, implica al peatón, al transporte público de calidad. Incluso al carro unipersonal. No se puede apuntar a la bici como la solución mágica porque no funciona para todas las personas, ya sea por cuestiones de salud, de edad o por las condiciones del paisaje por donde se movilizan. Eso sí, reducir o incluso prohibir usar el carro para ir a un par de cuadras. Ustedes, los que van en carro a por el pan y las tortillas incluso, saben de qué hablo.

Ese debiese ser el enfoque y ese debiese ser el reclamo a la Municipalidad. No nos conformemos con un par de líneas a la orilla del camino. Y si aún hay dudas de la verdadera implicación municipal en este tema: ¿cuál fue el trabajo en estos cuatro meses en los que tuvo todo el parque vehicular de transporte púbico totalmente estacionado? ¿Hicieron algo por revisar unidades cuando menos? ¿O volveremos a ver las postales de siempre con las luces titilantes en el horizonte y personas colgando del pasamanos al caer la tarde mientras el smog nos hace más intensos los colores de la tarde?

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*Engler García es narrador y ciclista urbano. Ambas acciones le han hecho transitar entre la fotografía y la literatura. Editorial Cultura publicó su libro de relatos Postales.


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