Aquí pasó algo | Archivo Histórico de la Policía Nacional

En julio de 2005, por una denuncia vecinal, se descubrieron miles de documentos abandonados en una antigua sede de la Policía Nacional en la zona 6 de Ciudad de Guatemala. Ese hallazgo dio origen al Archivo Histórico de la Policía Nacional, un acervo con más de 80 millones de folios que revelan el funcionamiento de una de las instituciones clave en la represión estatal durante el Conflicto Armado Interno.

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Lee aquí la transcripción del episodio:

Sobre la avenida «La Pedrera», a la altura de la novena calle, en la zona 6 de la ciudad de Guatemala, está el Departamento de material móvil de la Policía Nacional Civil. Un espacio donde se reparan y actualizan patrullas y otros vehículos de la institución. 

Desde afuera, una pared blanca impide ver lo que hay adentro. Pocos podrían imaginar el material histórico que se alberga detrás de estos muros.

Pasa un portón negro custodiado por un policía. Cruza un terreno de tierra donde hay patrullas y buses, algunos en buen estado y otros que ya son chatarra. 

Si llegas a un muro, verás que ahí, a unos tres metros de altura hay un rótulo. Acércate y podrás leer: Archivo Histórico de la Policía Nacional “AHPN”. Y la dirección: Avenida la Pedrera, zona 6, 10-00. 

El archivo es un edificio robusto, de concreto, con ventanas rectangulares distribuidas simétricamente. La fachada está deteriorada, con manchas de humedad, pintura deslavada y signos evidentes del paso del tiempo.

Durante el gobierno de Romeo Lucas García, entre 1978 y 1982, este lugar se planificó para ser un hospital. Pero esto nunca se concretó, debido al golpe de Estado que daría pie al gobierno de Efraín Ríos Montt. 

En lugar de esto, desde el 82 hasta 1997, este fue la dependencia del Servicio de Desactivación de Explosivos de la Policía Nacional, que luego pasó a ser de la Policía Nacional Civil. 

En 2005, casi de casualidad, en este lugar se encontraron  miles de documentos administrativos que utilizó la Policía Nacional: fichas policiales, informes, cartas, oficios y fichas de seguimiento. 

Después de recuperarlos, en 2005 se creó el Archivo Histórico de la Policía Nacional.

Hoy, dentro del edificio amarillo un mural da la bienvenida al público. En él se lee: «El papel de la memoria». Debajo, un dibujo de dos archivistas que cargan con documentos

Al lado hay un cuarto donde se simula cómo estaba el archivo cuando lo encontraron. Las paredes están pintadas de negro, como si evocaran la oscuridad en la que estaba. En el suelo hay pilas de documentos desordenados y sucios, que recrean el caos original: hojas tiradas, carpetas vencidas por la humedad, polvo acumulado por años. 

Ahora los materiales están más ordenados, en cientos de cajas de cartón, apiladas en estantes metálicos en otro de los cuartos. 

Allí, hay un leve olor a humedad y el espacio se siente frío. 

En 2009 la administración del archivo fue transferida del Ministerio de Gobernación al Ministerio de Cultura y Deportes y se integró al Archivo General de Centro América. En 2018 enfrentó una crisis administrativa, cuando despidieron al exdirector Gustavo Meoño Brenner y a buena parte de los trabajadores. Hoy el equipo no supera las 16 personas. 

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Luisa Fernanda Rivas Pérez: Soy Luisa Fernanda Rivas Pérez. De profesión soy traductora jurada en inglés y español. Actualmente trabajo para la Fundación María y Antonio Goubaud. Trabajé durante muchos años en el tema de memoria y durante 13 años para el Archivo Histórico de la Policía Nacional.

Van a cumplirse 20 años del hallazgo del archivo, cuando una comisión del Procurador de los Derechos Humanos de ese entonces llegó al terreno que ocupaba el archivo, un hospital abandonado en su construcción, en la zona 6 de la capital.

Esto fue a raíz de una denuncia de los vecinos, temerosos de que pudiera ocurrir una explosión como la que había ocurrido en el cuartel de Mariscal Zavala, que quedaba cerca. Los vecinos pidieron al procurador una inspección buscando explosivos.

La inspección fue dirigida por el historiador Edilberto Cifuentes. Hicieron una búsqueda exhaustiva en ese local abandonado y no encontraron nada. Cuando ya iban retirándose, vieron unas puertas cerradas y muchos documentos. Preguntaron a los oficiales de policía que cuidaban el lugar qué había allí, y ellos respondieron: «Ese es el archivo de la policía». No lo podían creer. Al final, les mostraron el archivo administrativo de la Policía Nacional.

En 2005 se empezó a conformar el equipo de trabajo. Inicialmente eran personas que venían de organizaciones de víctimas y derechos humanos, y luego comenzaron a llamar a más personas. Así llegué yo. Recuerdo las enormes cantidades de documentos apilados en cuartos oscuros, llenos de humedad y murciélagos.

Los compañeros usaban equipo especial. La tarea fue titánica: plagas, filtraciones, basura. Todo eso tenían que limpiarlo porque el archivo estaba oculto y nadie imaginaba que se iba a encontrar.

Hay una cosa peculiar en este archivo: por lo general, cuando se rescata un archivo histórico, hasta el final, cuando ya está organizado, se da acceso. En este caso, era tanta la urgencia que se comenzó a investigar de inmediato. Había documentos desde la fundación de la Policía Nacional en 1881 hasta su disolución en 1997.

Recuerdo cuando llegaron personas buscando información sobre Fray Agustín Ramírez Monasterio. Su hermana y sobrina fueron de las primeras que llegaron. El caso de Fray Augusto es que era párroco de la iglesia de San Francisco, en La Antigua. Llegó una persona sindicada de ser subversiva, y a él lo secuestraron para que revelara información. Se negó, porque la información se la habían dado en confesión. Lo retuvieron varios días, lo soltaron y luego lo asesinaron. Mucha información del caso apareció en el archivo.

Así como ellas, llegó muchísima gente cuando se supo del hallazgo. Todos pedían información, pero el proceso de rescate fue largo.

El archivo no guardaba órdenes evidentes, sino documentos administrativos. Pero, gracias a la ciencia archivística, se lograron armar casos, como el de Nineth Montenegro o Fernando García. Creo que en este último se encontraron más de 600 documentos.

La importancia del archivo también es histórica. Es el acervo documental más grande de una institución policial en Latinoamérica. Además, es un sitio de memoria, porque ahí se encontró el archivo escondido y también porque funcionó como centro de detención clandestina.

Cuando trabajaba ahí, hacía recorridos con visitantes. Varias personas contaron que estuvieron detenidas en ese lugar. Esa es otra parte muy importante: la memoria histórica.

Todos tenemos derecho a saber lo que pasó en el país. Todos tenemos derecho a acceder a esa información. Hoy en día, el acceso al archivo está vedado en cierta medida, y eso no se debe permitir. Es un patrimonio documental de la nación. Ya fue declarado como tal, es parte de nuestra historia y tenemos derecho a él.

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¿Quieres escuchar lo que pasó en otros lugares? Si estás haciendo un recorrido presencial, puedes ir a la cuarta avenida y novena calle en la zona 1. Ahí te contaremos sobre el asesinato del ex diputado Adolfo Mijangos López. 
Si haces el recorrido digital, puedes escuchar las demás cápsulas en agenciaocote.com o en tu plataforma de audio favorita. También puedes explorar el mapa para ver otros lugares. Te animamos a que escuches y veas otros productos sobre el tema en nuestro sitio web.  Puedes leer: «El Archivo Histórico de la Policía abandonado en la precariedad » o escuchar el episodio: «No estábamos Locas», para conocer más sobre el caso de Fernando García que aparece en los archivos de la policía.

María Olga Domínguez Ogaldes

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