Gioconda Belli: «El exilio no es solo un drama para el que se exilia, sino para el país»

En esta conversación, durante el festival Centro América Cuenta en Madrid, la escritora nicaragüense Gioconda Belli, habla sobre la literatura centroamericana, sobre las dificultades de vivir un segundo exilio y sobre la esperanza como motor para seguir avanzando.

Que no se dejen vencer por el miedo. Es el mensaje que a Gioconda Belli le gustaría susurrar a la ciudadanía de Centroamérica.  La escritora nicaragüense, que vive un segundo …

  • «Si querés luchar contra la corrupción, si querés crear un espíritu distinto en el país, si querés que la gente se eduque de una manera distinta, porque la educación no solo se adquiere en las escuelas… Leyendo se adquiere mucha educación», resume Gioconda Belli.
  • «Si uno creyera que el granito de arena no tiene valor, no veríamos muchísimos avances en el mundo».
  • «Tengo la enorme suerte de ser escritora y la literatura me salva. La literatura, los lectores, las lectoras y todo lo que rodea ese mundo de la cultura es bien nutricio para el alma».
  • «Yo quisiera poder susurrarle a la gente que no se dejen vencer por el miedo. Porque es lo que hay. Es una intención abierta de aterrorizar a la gente, de que no haga nada de que se queden completamente sumisos».

Que no se dejen vencer por el miedo. Es el mensaje que a Gioconda Belli le gustaría susurrar a la ciudadanía de Centroamérica. 

La escritora nicaragüense, que vive un segundo exilio a sus 75 años en Madrid, España, está convencida de que cada experiencia puede ser un aprendizaje. Confía en que tanto Nicaragua como la región centroamericana lograrán, igual que Sísifo, subir la piedra que constantemente se vuelve a caer.

Este septiembre, durante el festival Centroamérica Cuenta en su edición en Madrid,  conversamos con Belli sobre los desafíos de la literatura centroamericana, sobre la necesidad de que los gobiernos de la región reconozcan el trabajo de sus autoras y autores y sobre la dureza de haber salido forzosamente de tu país.

El escritor Francisco Méndez nos dijo una vez que si Gioconda Belli no fuera centroamericana, ya hubiera tenido el Nobel de Literatura. ¿Cree que la literatura centroamericana tiene el peso que merece a nivel mundial? 

No, yo creo que no lo tiene todavía. Solo hay algunos nombres que se saben y hay mucha gente que escribe muy bien. Sí, todavía falta.

¿Qué crees que tiene que pasar para que sea reconocida como debería?

Este ejercicio de Centroamérica Cuenta ha sido buenísimo para proyectar la literatura centroamericana, para que suene el nombre de Centroamérica. Solo eso es importante. Porque mucha gente ni ubica dónde está Centroamérica. 

Hay un esfuerzo concertado de mezclar escritores de Centroamérica con escritores de países más grandes, más conocidos, porque entonces ya hacen nexos, se conocen, intervienen para que las editoriales se fijen en ellos también. Ese nexo humano que se ha creado entre escritores españoles, argentinos, colombianos ha sido muy importante. 

Lo que pasa en Centroamérica también es que la industria editorial es pobre. Entonces la gente no tiene muchos libros que enseñar o si los tienes son libritos que no están bien editados… ese es otro problema. 

Además, por ejemplo, hay editoriales que no te sacan de Centroamérica. Por ejemplo, te puede publicar, qué sé yo, Alfaguara, pero te publican sólo en la región. No te sacan de ahí. 

¿Los gobiernos centroamericanos tienen una deuda con la literatura de sus países?

Sí. Nosotros, por ejemplo, imagínate que estamos expulsados del país, desterrados, Sergio Ramírez y yo, que somos nombres conocidos. Y no hay mucho aprecio. 

Entiendo que (Nayib) Bukele le quitó un montón de apoyo a la cultura; en Honduras siempre ha habido problemas con la cultura porque no han tenido apoyo estatal; Costa Rica sí tiene un apoyo más grande, pero también como los que están ahora en el poder son más técnicos, entonces no hay tanto interés como hubo por ejemplo el gobierno de Carlos Alvarado.

Los gobiernos deberían tener y apostar por la cultura. Yo espero que en Guatemala el presidente (Bernardo) Arévalo apueste por la cultura, porque es bien importante para todos. O sea, si querés luchar contra la corrupción, si querés crear un espíritu distinto en el país, si querés que la gente se eduque de una manera distinta, porque la educación no solo se adquiere en las escuelas… Leyendo se adquiere mucha educación. 

Entonces esa esas cosas yo creo que los gobiernos deberían de apoyarlas. 

¿Tienes esperanza de que en Guatemala el gobierno de Arévalo logre cierto cambio en estos tres años y medio que le quedan?

Siempre los cambios toman tiempo. Y él está luchando contra una instituciones que por mucho tiempo han estado luchando contra su propia gente.

Con una posición muy de poder personal. No le interesa el bienestar de la gente ni nada, lo que quiere es su poder. Es un sistema muy corrupto. 

Entonces yo creo que lo que él haga va a hacer es súper importante. Si uno creyera que el granito de arena no tiene valor, no veríamos muchísimos avances en el mundo. Sólo la gente que es tenaz, que aunque sea que en ese momento no te lo reconozcan, pero vos seguís haciendo lo que tenés que hacer, eso, a la larga, es un ejemplo para la gente. No perder la esperanza, no perder la fe en la misma gente de que sí puede haber un cambio. Entonces hay que apoyarlo, yo creo.

Centroamérica es una región de personas exiliadas y Centroamérica Cuenta es un festival exiliado. ¿Crees que se puede aprender algo de una situación tan dura como el exilio?

De todo se puede aprender. Este es mi segundo exilio, y qué te diré.

Lo que es admirable en el espíritu humano es la resistencia que uno tiene. Uno no cree que va a poder resistir cosas y las acaba resistiendo porque la vida te lo impone. Yo no me iba a meter debajo de una cama y llorar; tenía que seguir viviendo. Y además tengo la enorme suerte de ser escritora y la literatura me salva. La literatura, los lectores, las lectoras y todo lo que rodea ese mundo de la cultura es bien nutricio para el alma. 

Aquí me han tratado de una manera tan amorosa. España me ha recibido con los brazos abiertos. Aquí tenía muchos amigos, tengo una hermana, han venido mis hijos a visitarme. Siempre es duro, pero uno tiene que aprender a saber que la vida depende de uno mismo. No de la casa que tenés ni de los vestidos que dejaste, sino de tu capacidad para morder la oportunidad. 

Pero bueno, yo como te digo yo tengo la ventaja de que mi trabajo es portátil. Yo sé que muchísima gente ha sufrido enormemente porque los han echado de Nicaragua ya con 80 años, por ejemplo.

Y la gente joven también, que deja a su familia, por lo menos tienen más posibilidad, pero es el recurso que se pierde en el país también. El exilio no es solo un drama para el que se exilia, sino para el país. En Nicaragua se ha ido la gente joven, todos los que estaban haciendo cosas interesantes, el talento creativo se han ido, porque no le dan perspectivas. Eso es bien trágico. Porque el mayor capital de un país es su gente.

Tú mencionas mucho que Nicaragua es el amor de tu vida y al mismo tiempo también te duele. ¿Cómo te reconcilias con este amor que está tan herido?

Es difícil reconciliarse. Me reconcilia mi fe en el futuro y en otra gente. Me gusta mucho el mito de Sísifo. (Albert) Camus decía que Sísifo al final acepta su suerte. Y se da cuenta que en la vida todo es eso. Lo que es la vida es subir esa piedra. Y se te va a ir cayendo, se te va a volver a caer. Tener la energía y la rebeldía para que la piedra no te venza, sino para decir: «La vuelvo a subir».

Yo creo que va a haber mucha gente en Nicaragua que la va a volver a subir. 

¿Qué le puede dar esperanza a la gente para subir esa piedra? ¿A ti qué te da esperanza? 

Yo quisiera poder susurrarle a la gente que no se dejen vencer por el miedo. Porque es lo que hay. Es una intención abierta de aterrorizar a la gente, de que no haga nada de que se queden completamente sumisos, que se vuelvan como un rebaño de ovejas que ellos puedan manejar. 

No hay que dejar que eso suceda. Hay muchas maneras de seguir revelándose. Por ejemplo, ahorita acaban de pasar unas leyes para controlar las redes sociales, haciéndole querer a la gente que solo ver las redes sociales los puede meter en problemas y eso es mentira. Que la gente entienda que les están metiendo miedo haciendo un montón de cosas para aterrorizar y que no se dejen aterrorizar.


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