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Las cicatrices del fuego en la Sierra de las Minas

Este último año, la temporada de incendios forestales en Guatemala afectó a 5,100 hectáreas del área protegida de las Sierra de las Minas, en el oriente del país. Dañó el hábitat de los animales, el sistema de aguas de las comunidades cercanas y el bosque en su conjunto. Recuperar este ecosistema podría tardar hasta 50 años.

Evelyn Mateo Martínez tiene 33 años. Nació y vive en Zacapa, en la región nororiente de Guatemala. Es hija de un agricultor, que sembraba maíz, frijol y frutas, como limón …

Evelyn Mateo Martínez tiene 33 años. Nació y vive en Zacapa, en la región nororiente de Guatemala. Es hija de un agricultor, que sembraba maíz, frijol y frutas, como limón y guayaba. Estos eran la base de la alimentación de su familia, dice. 

Mientras crecía, sus padres llamaban a la Sierra de las Minas un «lugar encantado». Conforme se hacía mayor, «entendí que lo llamaban así por su riqueza natural», recuerda. 

«Con el paso del tiempo, nos fueron explicando que por razones del ser humano, se dan problemas como los incendios. Por él y sus malas acciones, se iba perdiendo ese encanto», agrega. 

El área boscosa de la Sierra de las Minas se observa de color gris. Muchos árboles quedaron con daño por la termporada de incendios. Foto: Christian Gutiérrez

La Sierra de las Minas es una cadena montañosa que ocupa 240,537 hectáreas del territorio de los departamentos de Alta Verapaz, Baja Verapaz, El Progreso, Zacapa e Izabal. Es el hogar de 575 especies de aves, mamíferos, anfibios y reptiles y de aproximadamente 280 mil personas, que conforman 208 comunidades, según la fundación Defensores de la Naturaleza

En 1990, la Reserva de Biósfera Sierra de las Minas fue declarada como un área protegida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Es coadministrada por la fundación Defensores de la Naturaleza y por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP)

Este «lugar encantado» fue afectado por decenas de incendios forestales que devastaron 5,100.37 hectáreas de su territorio durante la temporada de incendios forestales que empezó en diciembre de 2023 y terminó en mayo de 2024, en la época seca de Guatemala. 

En la Reserva de Biósfera Sierra de las Minas se identificaron 1,156 puntos de calor (posibles incendios), registrados por el sistema de alerta de Defensores de la Naturaleza. Principalmente, en las cuencas de los ríos Pasabien, San Jerónimo, Teculután, Río Hondo, El Lobo y Jones, en la región sur y El Pataxte, El Chapín, Zarco, Sierra de las Minas y Tzambalá, en la ladera norte. 

Las heridas de los incendios

Alcanzar la cima de la Sierra de las Minas en la jurisdicción de Zacapa toma más de dos horas. Las curvas pronunciadas y los caminos de terracería hacen que sea necesario utilizar un vehículo de doble tracción, conducido por una persona con conocimiento del terreno. 

Al subir la montaña, a poco más de 3 mil metros sobre el nivel del mar, el clima cambia. El calor asfixiante, característico del oriente del país, queda atrás. El viento sopla fuerte y obliga a los visitantes a protegerse del frío con chaquetas. 

En el bosque, solo se escucha el soplo del viento y los insectos y aves que habitan el lugar. Algunas de ellas, como los chipes de cachete dorado, una especie en peligro de extinción, han migrado desde territorios como Texas, en Estados Unidos, para pasar el invierno. 

En algunas áreas del bosque, estos sonidos solo se escuchan lejanos. Las copas verdes y frondosas de los árboles cambian y son reemplazadas por hojas color café rojizo y ramas caídas. La corteza de los árboles se observa debilitada. Están «muertos», aunque siguen «de pie», como los describe Heidy García, directora de áreas protegidas de la fundación Defensores de la Naturaleza.

Ocote envió algunas consultas sobre el comportamiento de los incendios forestales al Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA) de la Universidad Rafael Landívar. Fueron respondidas por escrito por los investigadores César Sandoval y Juan José Narciso. 

Según los investigadores, «algunas especies como los pinos y los encinos tienen la capacidad de rebrote después de que han sido afectados por un incendio». Esto depende de la severidad y el tipo de incendio que haya afectado el área: subterráneos (que afectan debajo de la superficie, rastreros (en el sotobosque) y de copa, que afectan la parte aérea de la vegetación). 

En la Reserva de Biósfera Sierra de las Minas, hubo incendios de copa. En esta área, fue subterráneo: «mata todo, mata el árbol desde la raíz», dice Alfredo Chacón, técnico de incendios forestales para la Reserva de Biosfera Sierra de las Minas de la Fundación Defensores de la Naturaleza. 

Alfredo Chacón, técnico de incendios forestales para la Reserva de Biosfera Sierra de las Minas de la Fundación Defensora de la Naturaleza. Foto: Christian Gutiérrez

Esto es la evidencia más clara de que, cuatro meses atrás, a finales de mayo del 2024, ocurrió aquí un incendio forestal. 

En total, este último año, se contabilizaron 95 incendios forestales en la Sierra de las Minas . Las más de 5,100 hectáreas afectadas «superan en 2,623.62 el promedio histórico de los últimos 25 años para la región», según Defensores de la Naturaleza. Ese promedio era de 2,476.74 hectáreas. 

El Plan Maestro de la Reserva Biósfera Sierra de las Minas divide el área protegida en cuatro zonas, «que permiten un manejo adecuado y aseguran la protección de los recursos naturales». 

El 24% de los incendios  forestales de esta temporada sucedieron en la zona de amortiguamiento, un área que se dedica al uso y al aprovechamiento sostenible de los recursos. En esta zona, por ejemplo, no se permite extraer recursos no renovables ni hacer obras de infraestructura para no afectar negativamente al ecosistema.

El 30% ocurrió en la zona de uso sostenible, que se encarga del amortiguamiento de la zona núcleo y 5% en la zona de recuperación, que, como indica su nombre, es la dedicada a recuperar la cubierta forestal de las »áreas de vocación forestal». El suelo de estas áreas tiene las condiciones necesarias para garantizar el establecimiento de bosques, pues tienen bajo riesgo de erosión y escurrimiento superficial. 

La cuarta área es un terreno clave. Se llama «zona núcleo» y aquí es donde está ubicado el bosque nuboso, «el área donde se retiene el agua de la lluvia, la “esponjita” que nos que nos mantiene el vital líquido», explica Chacón. 

Aquí nacen 63 ríos, 31 de los cuales abastecen el oriente de Guatemala, «que es la zona más seca de Centroamérica», según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). 

Según Alfredo Chacón, el bosque nuboso es también el hábitat de los quetzales y el ecosistema en el que la monja blanca crece, en la jurisdicción del municipio de Purulhá. 

El problema en la última temporada de incendios es que el 41% de éstos se produjeron en la zona núcleo. 

La potencialidad de que exista un incendio en la zona núcleo es baja porque se trata de un territorio virgen, sin presencia agrícola o ganadera y con mucha humedad, según los expertos del IARNA. «Si llegara a ocurrir, podría ser por extensión de incendio (en otra zona). La presencia importante de material combustible contribuye a dispersar el incendio», explican.  

En los últimos 26 años no se habían registrado incendios en el bosque nuboso. En 1998, estos fenómenos afectaron a más de 600 mil hectáreas de bosque, según el Protocolo nacional temporada de incendios forestales 2023-2024 de la CONRED. 

Los incendios tienen una consecuencia evidente: la pérdida del hábitat para miles de animales.  Sandoval y Narciso, del IARNA explican que los ecosistemas de la Sierra de las Minas albergan a más de 800 especies de mamíferos, aves y reptiles. Dentro de la fauna afectada por los incendios hay aves, monos, osos hormigueros, zorros, tortugas y roedores. 

«La fauna que habita en la Sierra de las Minas, al igual que en cualquier otro espacio territorial, ante la presencia de un incendio forestal busca alejarse del peligro y se refugia en espacios en donde el incendio no llega. Es un instinto propio. Al terminar el incendio, la fauna prevaleciente retorna a su antiguo hábitat o se desplaza a otros en donde encuentre los medios de vida suficientes para vivir, como comida, cobijo, agua y manadas», indican los investigadores. 

«Tengo 20 años trabajando en la prevención y el combate de incendios. Nunca había visto algo que me impacte tanto como ver a un animal quemado, a las aves volando cuando el incendio es demasiado grande. Pudimos observar varios animales quemados: venados, osos hormigueros… Para uno es triste porque es un ser vivo que está en peligro», lamenta Chacón. 

Los ecosistemas afectados por incendios forestales menos agresivos pueden tardar entre cinco y diez años en recuperarse. Cuando se trata de incendios que afectaron las copas de los árboles o que, incluso, quemaron el suelo de forma subterránea, la recuperación puede superar los 50 años, según Defensores de la Naturaleza. 

El área boscosa de la Sierra de las Minas se observa de color gris. Muchos árboles quedaron con daño por la termporada de incendios. Foto: Christian Gutiérrez

Combatir el fuego con fuego

En sus 14 años de experiencia como bombero forestal, Rigoberto Chacón no había enfrentado una temporada de incendios como la última. Las brigadas de bomberos forestales de Defensores de la Naturaleza, del CONAP, de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) y las brigadas privadas no se daban a vasto para combatir los 95 incendios que atacaron la Reserva de Biósfera Sierra de las Minas. Algunos de ellos ocurrieron al mismo tiempo. 

El bombero recuerda la desesperación que vivió al combatir uno de los incendios, en San Lorenzo, en el municipio de Río Hondo, en Zacapa. Las llamas alcanzaban entre 30 y 35 metros.  

«Fue una tragedia. Salimos huyendo, algunos rodando. No queríamos morir quemados. El fuego nos venía taloneando los zapatos. Pero, gracias a Dios, escalamos, caímos al río Teculután, y de allí le dimos a la parte donde estaban los vehículos», narra. 

Este, según Rigoberto Chacón, «fue el incendio más grande que he podido ver aquí, en Guatemala». 

La condición del terreno en la Sierra de las Minas hizo que la tarea de combatir el fuego se complicara para las 2,411 personas que participaron en las brigadas. Fue posible con el apoyo de aeronaves, que sobrevolaron los incendios portando bambi buckets (bolsas especiales para transportar agua). En total, se realizaron 245 descargas de agua con producto retardante, las cuales sumaron 211,312 litros. 

Los bomberos, además, crearon «brechas» en el terreno. Son franjas que se cavan en el suelo y en las que se extrae lo que se considera «combustible orgánico»: hojas, pasto y arbustos que pueden prender fuego con facilidad.

Esto sirve para cortar los incendios pero, cuando no es suficiente, se utilizan estas mismas franjas para combatir el fuego con más fuego. Se trata de una técnica que consiste en rodear el incendio de una barrera de fuego controlada para evitar que se siga propagando. 

En años anteriores, los incendios forestales eran controlados en un promedio de uno a tres días. En 2023 y 2024, duraron, en promedio, 12 días cada uno, según la fundación Defensores de la Naturaleza. 

Los incendios también alcanzaron zonas de la Sierra de las Minas donde nunca antes habían ocurrido incendios, como el cerro Raxón y el Bosque enano. Es una zona llamada así, ya que los árboles no crecen por las condiciones climáticas de la Sierra de las Minas. 

«Eran cinco metros de profundidad de la materia orgánica que se estaba quemando. Nos dolió ver cómo los bomberos no podían ingresar porque había muchas cavernas, algunos se hundían», recuerda Chacón. 

Los incendios de la temporada 2024 en la Sierra de las Minas dejaron pérdidas en flora y fauna. Foto: Christian Gutiérrez.

El impacto comunitario 

Los incendios impactaron en la comunidad de Teculután, un municipio conformado por 21,070 habitantes, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas. Según Elvia Pérez, concejal II de la corporación municipal, la municipalidad obtiene el agua de ríos, como el Teculután, para abastecer a la población. En mayo, «definitivamente el caudal de agua se redujo un montón y, por ende, los proyectos de agua y abastecimiento», dice. 

La falta de abastecimiento aumentó con el fuego. Cuando los incendios fueron incontrolables, alcanzaron la tubería que transporta el agua a las distintas comunidades del municipio. «La mayoría de tubería es de PVC, se quema», indica la concejal. 

Según el alcalde César Augusto Paiz, el municipio se mantuvo en alerta anaranjada durante la duración de los incendios. En dos ocasiones, también declararon alerta roja. Los bomberos forestales trabajaron, sin descanso, desde el 25 de mayo hasta el 17 de junio para extinguir el fuego. Durante este tiempo, en Teculután, la temperatura del ambiente se sentía cada vez más alta. 

«La capacidad institucional se había salido de nuestras manos. Pedimos ayuda a la CONRED y a la ministra de Ambiente y Recursos Naturales», señala Paiz. El alcalde considera que es necesario fortalecer la capacidad institucional de las municipalidades para responder a los incendios.  

«Tendrán que dotar de más presupuesto a las instituciones que son las que deben de contar con equipo porque nosotros aquí, aunque han capacitado a los elementos que están en la brigada municipal para hacer la función de bomberos forestales,  no tienen ningún tipo de protección (como cascos)», agrega. 

Paiz asegura que solicitó también el apoyo de la industria cervecera, de gaseosas y purificadora de agua que opera en la región, pero no obtuvo respuesta. 

La temporada de incendios del 2023 y 2024 afectó la zona boscosa de la Sierra de las Minas. Foto Christian Gutiérrez

La recuperación de lo que quedó 

La municipalidad y la fundación Defensores de la Naturaleza iniciaron acciones de reforestación de las áreas afectadas el 21 de junio. 

En conjunto, tienen un vivero comunitario, donde crecen los árboles que se trasladan a las zonas de incendio. «Esos arbolitos ya estaban pegados, con bastante avance de crecimiento, pero con la ausencia de lluvias que hemos tenido, estamos preocupados», dice el alcalde. 

En esta área de la Sierra de las Minas afectada por el fuego, las autoridades le apuestan a la restauración natural, debido a la dificultad de movilizarse en el terreno para reforestar las áreas de peor acceso. 

Esta restauración natural es un proceso de sucesión ecológica en el cual las áreas afectadas tienden a recuperarse solas.  «Se inicia con los arbustos, que se convierten en especies nodrizas de las especies que luego se convertirán en el dosel superior, hasta llegar a construir un bosque clímax. El proceso es lento y al ritmo de la naturaleza», indican Sandoval y Narciso.  

Según los expertos, el proceso puede apoyarse por la reforestación de enriquecimiento, «para acelerar la recuperación de la masa boscosa, con especies nativas prevalecientes en el ecosistema afectado», explican.

La temporada de incendios del 2023 y 2024 afectó la zona boscosa de la Sierra de las Minas. Foto Christian Gutiérrez

Hay semillas de los bosques que necesitan fuego para germinar. «Este es un proceso que se puede obtener cuando se realizan quemas controladas, también conocido como el “fuego bueno”, con objetivo de disminuir el mantillo del suelo, para favorecer la germinación de especies como por ejemplo de Pinus oocarpa (pino ocote)», indican los investigadores.

«Me llena de satisfacción que, de un árbol, aunque ya esté inerte por el fuego, tenemos ya 57 arbolitos, en un perímetro de diez metros», indica Alfredo Chacón. Es decir que, este árbol produjo semillas que se convirtieron en otros árboles. 

Según el último informe de la temporada de incendios de Defensores de la Naturaleza, al que tuvo acceso Ocote en una versión preliminar, el 72.31% de los incendios forestales que ocurrieron en las áreas protegidas por ellos (la Reserva de Biósfera Sierra de las Minas, el Parque Naciones Unidas, el Parque Nacional Sierra Lacandón y el Refugio de Vida Silvestre Bocas de Polochic), fueron intencionales. El resto serían consecuencia de quema de pasto (2.4%), quema agrícola (15.42%) y quema de basura (1.35). Las causas del resto no han sido determinadas. 

Las autoridades comparten que los incendios fueron provocados por personas, «por la manera como estaban ubicados. No era que se hubiera prendido fuego en un solo punto y de allí se hubiera extendido. Estaban focalizados en diferentes puntos. Cuando se lograban controlar, al día siguiente, aparecía otro punto y otro, dispersos», explica el alcalde. 

Hasta el momento, no se han encontrado responsables. 

El área boscosa de la Sierra de las Minas se observa de color gris. Muchos árboles quedaron con daño por la termporada de incendios. Foto: Christian Gutiérrez

Los investigadores del IARNA añaden que, según el Instituto Nacional de Bosques (INAB), la mayoría de incendios forestales son intencionales, derivados de prácticas culturales de tumba, roza y quema, realizadas para preparar los terrenos para los cultivos antes del invierno. Pero, cuando se realiza durante la temporada seca, se puede perder el control y generar incendios. 

«Habría que indicar también que la presencia de actividades ilícitas en áreas protegidas, las cuales para operar, principalmente por la necesidad de pistas de aterrizaje clandestinas, requieren de espacios territoriales con poco control, por lo que queman bosque para abrir la brecha y así construirlas. Con ello dañan aún más el bosque y afectan la concurrencia de flora y fauna en el lugar», indican los expertos. 

El cambio climático también incide en los incendios forestales pues, con la falta de lluvias, se genera mayor cantidad de material combustible, lo que afecta la extensión de los incendios forestales. 

Distintos tipos de árboles sufieron daños en los incendios registrados en la Sierra de las Minas. Foto: Christian Gutiérrez

Después de los incendios, la fundación Defensores de la Naturaleza visita y registra los lugares afectados. Toman también información recopilada por imágenes satelitales y sensores remotos que miden índices de calcinación. A partir de esto, crean mapas de riesgo, que les indican dónde podrían existir próximos incendios, según la tendencia actual. 

Con esta información, inician un proceso de prevención de incendios. Llevan a cabo charlas de sensibilización con las comunidades cercanas, capacitan a las brigadas comunitarias y realizan las brechas cortafuegos en el terreno. 

 «La pérdida de bosques trae consigo un impacto en la biodiversidad en general y eso trae la pérdida de bienes y servicios ambientales, que representa también una pérdida económica muy grande», explica Heidy García. Tiene, además, un impacto en cadena, pues la condición en la Sierra de las Minas afecta a la situación, por ejemplo, del Caribe guatemalteco, pues estos ecosistemas son cadenas que se encuentran interconectadas. 


Durante la temporada de incendios, la CONRED recomienda monitorear las condiciones climáticas y evitar hacer quemas o rozas en terrenos con demasiada pendiente. Si detectas un incendio forestal, repórtalo al 119. 



Créditos:

  • Investigación y redacción: Kristhal Figueroa
  • Edición: Carmen Quintela 
  • Fotografías y videos: Christian Gutiérrez 

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Kristhal Figueroa

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