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“¡Van a cerrar elPeriódico!”

Durante 25 años, en Guatemala, elPeriódico encarnó la lucha contra la corrupción, irritando a los gobernantes y a las élites económicas del país en un tono siempre irreverente. Hasta que, hace poco más de dos años, las autoridades decidieron sellar su suerte y enviaron a prisión a su emblemático fundador, Jose Rubén Zamora. Desde su celda, nos cuenta la historia de una de las aventuras más hermosas de la prensa latinoamericana.

Por Arthur Jeanne desde Ciudad de Guatemala para  la revista Society ______________________________________________________________ La cárcel Mariscal Zavala, situada en la zona 17 de Ciudad de Guatemala, es un lugar extraño. Para …

portada Jose Rubén Zamora, revista society, creada junto a Reporteros sin Fronteras_Ocote

Por Arthur Jeanne desde Ciudad de Guatemala para  la revista Society

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La cárcel Mariscal Zavala, situada en la zona 17 de Ciudad de Guatemala, es un lugar extraño. Para entrar, primero hay que estacionar en el aparcamiento de un centro comercial, entre un Pizza Hut y un Domino’s Pizza.

Luego, hay que caminar unos metros hasta la garita, donde un joven soldado con ortodoncia, boina, y una metralleta casi tan grande como él sale para realizar el control de identidad y señala una zona boscosa a lo lejos. 

Para llegar al segundo puesto de control hay que caminar casi un kilómetro bajo un sol abrasador. En el camino, que serpentea entre altos cipreses, uno se cruza con vendedores de tostadas y bebidas.

El suelo está lleno de latas. La cárcel Mariscal Zavala no es exactamente lo que se espera de una cárcel. Quizá porque hay cierto desorden y falta de normas. 

Quizá también porque en el recinto un antiguo jefe de la seguridad del Estado, condenado por corrupción, vende brochetas para ganar algo de dinero. 

Los guardias están apostados cada 50 metros, escuchando música tropical mientras teclean en sus smartphones. 

Un hombre anota los nombres y horarios de los visitantes en un cuaderno de espiral. 

Luego les pone un sello en el brazo, les retira el pasaporte y les escolta hasta el tercer puesto de control. Seis guardias. 

Digresión: el lugar casi podría hacer sonreír de cómo se parece a las cárceles donde furibundos dictadores latinos encierran a sus rivales en las malas películas de acción de Hollywood. 

Vuelta a la realidad: la última puerta da a un pasillo compartido por las tres celdas del pabellón de aislamiento. Sólo la celda del medio está ocupada. 

Dentro, el periodista más famoso de Guatemala, Jose Rubén Zamora Marroquín, abre la puerta.

Portada de la edición especial de la revista Society y Reporteros sin Fronteras en donde además de la historia sobre Jose Rubén Zamora y elPeriódico, cuentan la vida de siete periodistas más, presos en el mundo.

Zamora lleva más de 780 días entre rejas, oficialmente por «blanqueo de dinero», «chantaje», «tráfico de influencias», «incitación y conspiración para blanquear dinero». 

En realidad, la razón por la que está encerrado es que, durante décadas, este empresario mediático se ha interpuesto en el camino de los poderosos de su país. 

Su diario, elPeriódico, ha atacado sin piedad el sistema de cleptocracia institucionalizada vigente en Guatemala y ha dedicado todas sus energías a denunciar los actos de lo que él llama «el pacto de corruptos». 

Desde hace casi dos años, su mundo se reduce a una habitación de 2.75 por 3 metros. En el interior, hay una litera. 

Él duerme en la cama de abajo y, en la de arriba, se acumula ropa y montones de archivos. 

En una esquina, libros y fotos familiares se apilan en una mesa de plástico. 

Los productos de higiene se amontonan en un armario y hay un traje colgado en la pared con unas cuantas corbatas. 

Jose Rubén Zamora es un hombre elegante. A sus 68 años, no se permite en modo alguno abandonarse. 

Lleva el bigote bien recortado y su melena luce recia y blanca. Como si quisiera decir «se necesita más para quebrarme», a pesar de lo inhóspito de su celda, donde el calor es a menudo insoportable y el frío, en ocasiones, intenso.

«Bienvenido a mi casa», proclama, desplegando su metro ochenta y siete de altura con cierta dificultad, debido a sus problemas de espalda. 

Ataviado con chanclas, pantalón azul y camiseta blanca, ofrece galletas y un chocolate Toblerone.

Luego, saca de sus archivos una columna suya publicada por el diario español El País el 6 de agosto de 2023 y titulada Guatemala: un laberinto perfecto, es decir, sin salida

En ella, explica que la democracia no ha pasado de ser una «ficción, una fantasía».

Que cada cuatro años el país elige a un presidente «ladrón» que gobierna en connivencia con exoficiales de inteligencia, el alto mando militar, la élite económica y las mafias. Que cambian los dirigentes, pero no el sistema.

«Esta es la situación en la que se encuentra mi país», dice mientras deja el periódico. 

Jose Rubén Zamora en la carceleta de la Torre de Tribunales en 2023, previo a una de las audiencias en su contra. Foto: Christian Gutiérrez, Ocote.

Antes de convertirse en el preso más famoso de Guatemala, Jose Rubén Zamora Marroquín fue muchas cosas: hijo de la alta burguesía, joven periodista de La Hora, diario fundado por su abuelo, jugador de baloncesto de primera división, ingeniero, director de la Cámara de Comercio e Industria y empresario de prensa, primero, al frente del diario Siglo Veintiuno, que fundó en 1990. 

Ese mismo año, Jose Rubén, conocido como «Chepe», publicó su primera gran primicia: el asesinato de Myrna Mack, una antropóloga que documentaba la violencia cometida por el Ejército contra la población indígena, a manos de los militares.

Su amigo Manfredo Marroquín, con quien no guarda parentesco y cofundador de la ONG Acción Ciudadana, recuerda: «si él no hubiera publicado nuestra investigación, este asesinato se habría olvidado».

«No nos callarán», tituló elPeriódico tras la detención de Jose Rubén Zamora. 

Por su trabajo y los riesgos que asume al cubrir temas como el tráfico de drogas, la guerrilla y la corrupción en las altas esferas del Estado, el periodista bigotudo recibió en 1994 el premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia. 

En 1996, los Acuerdos de Paz pusieron fin a 36 años de guerra civil en Guatemala. 

Era un periodo de esperanza para la democracia, pero las cosas no salieron exactamente como se esperaba. 

«En aquel momento las élites boicotearon los acuerdos porque querían mantener sus privilegios y utilizaron al Estado como instrumento para ello», explica la periodista Marielos Monzón.

Es en este contexto en el que Zamora, enfrentado a los accionistas de Siglo Veintiuno, pero decidido a proseguir su cruzada, lanzó elPeriódico, en 1996. 

Investigaciones, pasos de baile y mariachis

Una bonita casa en la acomodada zona 10 de la capital. Este fue el lugar en el que se estableció el diario que simbolizaría la lucha contra la corrupción en Guatemala durante más de 25 años. 

Periodistas de apenas 20 años debutaron allí bajo el amparo de directores no mucho mayores que ellos. 

Paola Hurtado llegó en el año 2000, recién salida de la universidad. Enseguida sintió que estaba en el lugar adecuado. 

«Era un periódico creativo, innovador, subversivo, que te dejaba probar cosas. No era sólo un medio de lucha. Podías escribir historias y llegar al fondo de los problemas. Fue revolucionario en Guatemala», recuerda sonriendo, en la terraza de Saúl Bistro, un café chic de la capital. 

Su compañera Claudia Méndez se había incorporado dos años antes, como reportera de asuntos policiales y judiciales.

«Aprendí muchas cosas, empezando por lo que es el verdadero periodismo de investigación», comenta. 

«Pronto surgió una aventura colectiva. Los jóvenes periodistas ganaban menos que en otros medios, dedicaban muchísimas horas, pero al menos “no iban a trabajar”», añade Méndez. 

En esta casa de la zona 10, los cierres solían terminar con fiestas, y a veces incluso llegaban mariachis a tocar. Surgieron historias de amor y de amistad. Siempre había música.

El principal impulsor de la aventura se mantenía alejado del ambiente festivo. 

Cuando estaba en la redacción, Chepe Zamora saludaba vagamente a los periodistas y se instalaba en un despacho, donde recibía a redactores jefe, empresarios y políticos. 

Amable pero distante, de vez en cuando aceptaba dar unos pasos de baile, pero se mantenía centrado en su objetivo.

«Su motor siempre ha sido la justicia. Denunciar a los corruptos, el abuso de poder. Creo que es una persona profundamente justa», afirma Paola Hurtado, que trabajó en elPeriódico hasta 2013.

A mediados de la década de 2000, este afán de justicia se vio respaldado por el contexto político. 

En 2006, se instaló en el país la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un organismo internacional creado por un tratado firmado entre Guatemala y Naciones Unidas. 

Por primera vez, jueces independientes investigaron escándalos de corrupción y obtuvieron sanciones. elPeriódico jugó un papel clave. 

“Fue un denunciante de corrupción. La CICIG confirmó casi todos los casos que destapó”, dice Manfredo Marroquín. Fueron los tiempos de gloria de elPeriódico. 

El 5 de junio de 2005, por ejemplo, Paola Hurtado publicó un vitriólico retrato del pastor evangélico Cash Luna, líder de la iglesia más grande del país. 

Un hombre que ama a Dios tanto como los coches deportivos alemanes y los Rolex. Lloró ante sus 20.000 seguidores cuando vio el artículo.

El director, Juan Luis Font, reveló la historia de la narcotraficante Marllory Chacón, una guatemalteca apodada «la Reyna del Sur», que blanqueaba dinero para el cártel de Sinaloa, financiaba varios partidos políticos y a la que el Estado solía proporcionar escolta militar. 

El artículo le valió a Font una cita un tanto escalofriante en el hotel Westin de la capital. 

«Llegué y el restaurante estaba vacío. Sólo estaban ella y sus guardaespaldas. De hecho, sólo quería saber por qué había escrito que parecía mayor de su edad real», explica riendo.

Una risa que se torna helada. Unos años más tarde, se enteraría por uno de los antiguos guardaespaldas de Chacón de que aquel día la muerte le rondaba.

Justicieros enmascarados 

Todos los domingos por la mañana, elPeriódico publicaba también una sección de una página, “El Peladero”, que hacía las delicias de los lectores y enfurecía a los poderosos.

En ella se recogen cotilleos del mundo de la política y un cúmulo de informaciones que difícilmente podrían publicarse de otra forma que no fuera la sátira. 

Paola Hurtado explica: «Un día, en el despacho de la ministra de Salud, vi dos loros de especies protegidas en su despacho. En otra ocasión, un colega vio al ministro de Defensa con su secretaria en Hawái. Ese es el tipo de noticias que acababan en El Peladero». 

A menudo, estallaban verdaderos escándalos que daban lugar a grandes investigaciones. Otras veces, se daban pasos en falso y la columna publicaba informaciones inciertas. 

Para los señalados, la consecuencia solía ser la misma: «Saliste en “El Peladero”, te pillaron». En el diario, esta columna causaba divisiones. Pero, Zamora no tenía reparos, «El Peladero» era su debilidad. 

«Jose Rubén fue el periodista más atrevido del país, pero no hay que pensar que está limpio al cien por cien. Como todos nosotros, tiene zonas grises», dice el exdirector Juan Luis Font.

Sea como fuere, entre «El Peladero» y sus artículos de investigación, elPeriódico molestó a mucha gente. Sus investigaciones y el trabajo de la CICIG llevaron a la detención de políticos clave, como el presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta, Roxana Baldetti.

Portadas del desaparecido diario elPeriódico, fundado por Jose Rubén Zamora. Foto: eP Investiga.

La figura de Zamora concentra el odio de gran parte de las élites.

Su costumbre de ponerle apodos denigrantes a quienes critica, su alta autoestima y su papel de justiciero enmascarado, le hacen cosechar tanto reconocimiento como odio. 

«Políticos corruptos, élites económicas, altos mandos del Ejército vinculados al contraespionaje y a los narcos: todos querían verlo caer», resume Marielos Monzón.

Y los intentos de lograrlo empezaron a sucederse. He aquí tres de ellos. 

1994. Después de que el director de elPeriódico revelara que el ministro de Defensa lideraba una organización que recibía autos robados, le asestaron 30 disparos en pleno centro de la capital el día de su cumpleaños. 

2003. Un comando de doce hombres irrumpió en su casa en junio. Su familia permaneció secuestrada durante tres horas y sus hijos fueron golpeados. Le obligaron a arrodillarse desnudo con una pistola en la cabeza.

Le dijeron que dejara de investigar. Unos meses después publicó los nombres y fotos de los responsables. Entre ellos se encontraba un ayudante del entonces presidente de la República, Alfonso Portillo.

2008. Zamora salía de una cena con amigos cuando fue drogado con diazepam –un potente ansiolítico– y secuestrado. Sus captores lo dieron por muerto y lo abandonaron en un vertedero cerca de Chimaltenango, a unos cincuenta kilómetros de la Ciudad de Guatemala.

«Afortunadamente, un hombre que pasaba por allí me vio y llamó a los servicios de emergencia. Cuando llegaron, estaba en tal estado de hipotermia que se me había parado el corazón. Me desperté en la mesa de autopsias», rememora desde su celda.

De la alfombra mágica a la cárcel 

En 2017, todo se desbordó. Durante una rueda de prensa, el nuevo presidente, Jimmy Morales, habló en nombre de las élites hartas de los «abusos» de Zamora y sus periodistas.

«¡A su alrededor había gente acusada de corrupción! Militares, jefes de grandes empresas, narcos, incluso un mafioso ruso… En eso consiste el “pacto de corruptos”», expresa indignada Paola Hurtado. 

Cuando Jimmy Morales logró expulsar del país al comisionado de la CICIG, el 27 de agosto de 2017, ya no quedaba ninguna institución que se interpusiera. Y el sistema enloqueció.

Bajo el mandato del siguiente presidente, Alejandro Giammattei, y con la ayuda de la fiscal general María Consuelo Porras, comenzó una persecución de jueces progresistas, defensores de derechos humanos y periodistas opositores. 

Algunos abandonaron el país, como Juan Luis Font, exdirector de elPeriódico, que se exilió en Estados Unidos, donde sigue viviendo. 

En plena tormenta, elPeriódico aguantó, pero la soga se iba tensando. A principios de 2022, su fundador recibió un mensaje de texto de una de sus fuentes en la fiscalía, que revelaba una conversación en los corrillos del poder.

La consigna era clara: «Hay que lograr la cabeza de Zamora». Sin embargo, elPeriódico siguió destapando nuevos casos.

El primero, que recibió el nombre de «alfombra mágica», reveló, con fotos, que el presidente Giammattei recibió fajos de billetes escondidos en una alfombra para asignar la concesión de una mina de níquel a una empresa rusa.

El segundo le costó la libertad a Zamora. En su columna favorita, escribió «La fábula del ogro y el Principito Azul que lo quería todo». 

La sátira reveló los regalos que hizo el presidente Giammattei (el ogro) a su compañero Miguel Martínez (el Principito Azul) –conocido como «Miguelito»–, con dinero público.

«Cuando lo vi, me dije: “Esto es la gota que colma el vaso, van a cerrar elPeriódico y van a meter a Chepe en la cárcel”», recuerda Monzón.

Bingo. El 29 de julio de 2022, las Fuerzas Especiales detuvieron al director de elPeriódico en su domicilio. Al día siguiente, ingresó en prisión a la espera de juicio. 

Éste llegó un año después: el 15 de junio de 2023 fue condenado a seis años de cárcel por «blanqueo de capitales». A éste, siguieron otros cargos espurios de obstrucción a la justicia y falsificación de documentos.

Cuando llegó a la cárcel Mariscal Zavala el día siguiente, los ocho guardias que le escoltaban dejaron que Jose Rubén Zamora se adelantara unos metros, en la oscuridad de la noche. 

El periodista recuerda que en aquel momento pensó que era el final. Que, después de todo lo que había pasado, le iban a disparar por la espalda, en medio de la carretera.

Pero nada de eso sucedió. Las primeras noches en aislamiento fueron terribles. 

Cada tres horas llamaban a su puerta para impedirle dormir. Los carceleros traían a los perros en mitad de la noche para buscar drogas. 

Su colchón fue deliberadamente infestado con chinches. El suelo estaba negro de suciedad y la celda no tenía ventanas. 

En pocos meses, Zamora perdió 18 kilos. Mientras, elPeriódico languidecía.

Nueve de sus periodistas estaban siendo investigados por «obstrucción a la justicia».

El lunes 15 de mayo de 2023, tras 27 años de existencia, elPeriódico echó definitivamente el cierre. 

«A lo largo de todos estos años», se lee en esa última edición, «a pesar de las constantes intimidaciones y agresiones, a pesar del constante acoso de los gobernantes (…), elPeriódico se ha esforzado por ofrecer a sus lectores la mejor información para entender la sociedad y el mundo en que vivimos». 

En la portada, un hombre se adentra en un laberinto que parece no tener salida.

Última portada de la edición impresa de elPeriódico, publicada el 15 de mayo de 2023.

Durante los últimos meses, sin embargo, parece haber vuelto la esperanza. Para sorpresa de todos, ha sido elegido un nuevo presidente en el país, Bernardo Arévalo, diplomático de centro-izquierda.

Recientemente, declaró que son «los tentáculos de la corrupción los que mantienen a Zamora en prisión». 

Desde su celda, Jose Rubén Zamora muestra su agradecimiento, pero analiza la situación con la crítica mordaz que siempre le ha caracterizado: «Creo en sus convicciones, pero le falta garra. Sería un excelente presidente para Dinamarca, no para Guatemala». 

Mientras, Zamora ha recibido el Reconocimiento a la Excelencia de la Fundación Gabo, creada por el Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, y parece que el viento comienza a soplar a su favor. 

El expresidente Giammattei tiene prohibida la entrada en Estados Unidos. Y las condiciones de detención de Zamora han mejorado. 

El pasado 15 de mayo, el Tribunal Noveno de Sentencia Penal de Guatemala ordenó su arresto domiciliario, dictaminando que ya no había justificación para su encarcelamiento, señalando que no había riesgo de fuga y que no se le consideraba una amenaza para la investigación. 

Esta decisión fue ratificada el 26 de agosto. Un primer paso hacia la salida de prisión, aunque Zamora tenga aún dos causas pendientes contra él por presunta obstrucción a la justicia y falsificación de documentos. 

Mientras, un nuevo medio, creado por antiguos periodistas de elPeriódico, ha tomado el relevo. Su nombre: eP Investiga. ¿Habrá salida del laberinto?

Jose Rubén Zamora, 68 años, fundador del diario elPeriódico. Procesado por «lavado de dinero», fue condenado en julio de 2022 a seis años de prisión. En octubre del mismo año, la sentencia fue anulada. Sin embargo, Jose Rubén Zamora lleva más de 780 días encarcelado a la espera de un nuevo juicio, que la Justicia aplaza periódicamente.

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Publicación original en una edición especial de la revista Society con Reporteros sin Fronteras correspondiente a septiembre de 2024, creada junto con 8 periodistas presos en diversas partes del mundo.

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