Darren Hardy escribió un libro que me cambió la forma de ver la vida, sobre todo porque está basado en un concepto de matemática financiera que jamás había aplicado antes. …
Darren Hardy escribió un libro que me cambió la forma de ver la vida, sobre todo porque está basado en un concepto de matemática financiera que jamás había aplicado antes. “The Compound Effect”, así se titula el libro de Hardy que narra las consecuencias que tiene este término en nuestra vida. Para entender el efecto compuesto, primero debemos entender que la vida no es lineal, lo cual explicamos en la columna pasada; pero les insistiría que por favor volvieran a revisarla, puesto que va construyéndose de a poco.
Dado a que pensamos que los resultados son lineales, el efecto compuesto conlleva un cambio profundo en nuestra manera de ver el universo. Un ejemplo clásico es el que me encuentro en reuniones de uno a uno con personas que, en sus palabras, solían ser pésimos estudiantes en el colegio. Sin embargo, esas personas que tengo enfrente son un CEO, un CFO, un trader, millonario, o un multimillonario, con una capacidad de crecimiento exponencial. Por otro lado, también me ha sucedido que aquellas personas que eran de sólo 100 en el colegio, se les resulta muy difícil la vida laboral; casos en los que no pueden trabajar en equipo, renuncian rápidamente o dejan que sus sueños se vayan.
¿Qué es lo que sucede en estos casos? En un artículo de Youth for Success encontré las respuestas a estas preguntas; aquí les muestro esas 5 razones:
• Son perfeccionistas
• Tienen miedo a cometer errores
• Falta de innovación
• Son socialmente introvertidos
• Nuestro sistema educativo les enseñó a solo buscar un trabajo
Luego de haber leído lo anterior, puedo decir que lo encontré; incluso en mi persona. Durante mi vida de estudiante de colegio me encontraba en el Top 3 de mi clase. Sin embargo, puedo admitir que de las 5 razones mencionadas, las 5 me reflejaban perfectamente. ¿Cómo es que cambió todo?
En mi caso cambió por la segunda: el miedo a cometer errores. Entrando a la Universidad tuve la increíble posibilidad de cometer varios errores que cambiaron la perspectiva de mi vida. Fueron errores que me dolieron porque me pegaron directamente en el ego. Por ejemplo, el tener que llevar un remedial de matemática antes de comenzar a estudiar por haber fallado mi examen numérico; o el que se me hiciera difícil entender los conceptos de economía, e incluso perder mi primer examen; entre tantos otros errores que mencionar. Ninguno de ellos me ocasiona vergüenza, sino un increíble agradecimiento porque fueron los maestros que necesitaba.
En la escuela había descifrado cómo funcionaba el sistema y lo predecible que era el método; la consecuencia fue comodidad. Y así, como en la fábula de La libre y la Tortuga, por ilusamente creer que podía vencer a la tortuga, me dormí. Eso sí, lo que me despertó fue una catarata de realidad, y me desinflaron el ego no sólo con un alfiler, sino con una bolsa de agujas.
Siempre reflexiono sobre ese momento en que no sabía a dónde ir porque la vida me había noqueado y tirado a la lona. Debía reinventarme como el ave fénix. Debía buscarme de nuevo para encontrarme. Debía entender el efecto compuesto. No fue hasta el segundo semestre de mi primer año como economista que recibí aquella clase de matemática financiera, donde el profesor nos enseñó el efecto compuesto con una cátedra similar a lo siguiente:
• Si usted tiene $1,000 dólares y los invierte a un 5% anual, ¿cuánto tendrá?
• Si usted tiene $1,000 dólares y los invierte a un 5% semestral, ¿cuánto tendrá?
• Si usted tiene $1,000 dólares y los invierte a un 5% mensual, ¿cuánto tendrá?
Veía que iba subiendo de $1,000 a $1,050 a $1,051.06. Allí entendí que mientras más veces pudiera cobrar mi interés en mi inversión, más crecería. Esto quiere decir que quería que me pagaran el interés mensual porque así los $1,000 ya no serían solo $1,000, sino que se iban sumando con ese 5%, así para el siguiente mes tenía más y más dinero. Me sentía como Warren Buffet, quien había descubierto el elemento más bello de la inversión: la multiplicación del dinero.
Sin embargo, si algo tiene que subir, también tiene que bajar, ¿no? Pues claro, la ley del efecto compuesto también funcionaba para deudas. Cuando la tasa de interés era del 45% en una tarjeta de crédito, entonces la ecuación cambiaba.
• Si usted debe $1,000 dólares y su tarjeta de crédito le cobra 45% anual, ¿cuánto deberá?
• Si usted debe $1,000 dólares y su tarjeta de crédito le cobra 45% semestral, ¿cuánto deberá?
• Si usted debe $1,000 dólares y su tarjeta de crédito le cobra 45% mensual, ¿cuánto deberá?
Ahora veía que la deuda iba creciendo de $1,000 a $1,450 a $1,594.08. Esto era peor de lo que creía en el aspecto negativo. Si pensamos que el salario promedio puede incrementar un 5% en varios países del mundo (si se tiene suerte), y las tarjetas en promedio rondan desde el 5% al 98%, dependiendo los países, endeudarse sería una de las decisiones más equivocadas que se pueden hacer en la vida (a menos que se apalanque uno para crear activos… algo que veremos más adelante).
¿Así que las finanzas no son lineales? Cuando el efecto compuesto entra en la ecuación, no lo son. De hecho, el mayor problema de la mayoría de personas que han asistido a nuestras conferencias o seminarios, es que se pregunta lo siguiente: “¿Cómo es posible eso si yo he pagado casi toda mi deuda?”. Este es un pensamiento lineal: si pago la mayoría de mi deuda, sólo deberían cobrarme de cierta manera. Sucede que el efecto compuesto de la deuda piensa de manera distinta.
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