No todas las pruebas moleculares (PCR) para detectar el virus que causa la COVID-19 dan falsos positivos. En esta nota verificamos las declaraciones de Rodrigo Polo.
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En una publicación del 22 de febrero en su página de Facebook, Rodrigo Polo, a quien antes hemos verificado en Fáctica, aseguró que todas las pruebas PCR para detectar el virus que causa la COVID-19 arrojan falsos positivos. La publicación tiene 30 comentarios, más de 200 interacciones y hasta la publicación de esta nota se había compartido 43 veces.
En Fáctica consultamos a personas expertas sobre los datos de esta publicación y coincidieron en que son falsos.
Al inicio del texto, Polo asegura que “se supone” que una prueba PCR “convierte el ARN en ADN”, que “lo replica por ciclos” y “hace una impresión de la cadena del polímero, como las pruebas de paternidad”.
Como ya explicamos en Fáctica, las pruebas PCR se llaman así porque son el acrónimo en inglés de “reacción en cadena de la polimerasa”. La polimerasa es una enzima que puede replicar los datos que están en el ADN. Y el ADN es la molécula que tiene la información que nos dirá, en este caso, si una persona está o no contagiada.
Andrea Maldonado San Martín, ingeniera agrónoma con especialización en biología molecular, aclara que algunos virus, según su naturaleza, están compuestos por ARN, que es un material genético de una sola cadena, a diferencia del ADN, que tiene dos. El SARS-CoV-2, que produce la enfermedad COVID-19, es uno de estos virus.
Entonces, para poder detectarlo a través de una de estas pruebas, primero hay que convertirlo. Pasar el ARN de una cadena, a ADN, de dos cadenas. Esto se hace a través de una prueba de retrotranscripción, que se conoce como RT-PCR.
“La prueba que hacen los laboratorios es la RT-PCR porque primero se incuba el ARN para convertirlo en ADN, para luego multiplicarlo”, explica Maldonado. Este tipo de pruebas también se utilizan para detectar otros virus de ARN como el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) y la influenza, explica la química bióloga Dalia Lau-Bonilla, docente de la Escuela de Posgrados de Farmacia de la Universidad de San Carlos.
Cuando se obtiene el ADN, entonces ya se pueden replicar sus datos: se amplifica una parte de este ADN para poder localizar más fácilmente el virus.
Esto se hace a través de ciclos en los que se va cambiando la temperatura y así se crean copias idénticas de ese fragmento de ADN. Por lo general, el proceso suele tener 35 ciclos, y a través de él se crean millones de copias.
Además, se agregan nucleótidos, que son unos compuestos químicos que generan fluorescencia y ayudan a identificar si hay virus o no. Si aparece una banda fluorescente, significa que hay virus en la muestra. Si no aparece, la muestra no contiene virus y por lo tanto la prueba es negativa, explica Maldonado.
No todas las pruebas dan resultado positivo
La publicación de Polo continúa: “Usando una analogía fácil de digerir, si una parte de COVID en la muestra fuera un grano de arroz, pasando 35 ciclos de duplicación, se convertiría en DOS MILLONES de libras de arroz… ¿Alguna duda de por qué siempre sale positiva la gente?”. La comparación, para las especialistas en biología molecular, no tiene fundamento.
“Si tengo cero de algo y lo amplifico millones de veces por cero, mi resultado será cero”, responde Lau-Bonilla al señalamiento de Polo. Es decir, que si una persona no tiene el virus SARS-CoV-2, este no se multiplicará y tampoco se verá la banda fluorescente.
Andrea Maldonado utiliza la analogía del “arroz” de Polo para explicar que una prueba no puede dar positivo (o replicar millones de arroces) si no hay arroz para replicar. Es decir, si una persona no tiene el virus, no habrá ARN de coronavirus que luego se convierta en el ADN que se multiplica. “No tiene lógica decir que como la PCR produce muchas copias, entonces todas las pruebas salen positivas”, enfatiza la ingeniera.
En su publicación, Polo asegura que la información que comparte está “basada en hechos verificados”. En Fáctica nos comunicamos por teléfono con él para conocer las fuentes que utilizó.
Polo compartió el enlace a una nota publicada en agosto de 2020, actualizada el 19 de enero de 2021, en el medio estadounidense The New York Times, donde se habla sobre la sensibilidad de las pruebas, como base de sus afirmaciones. También nos envió el enlace a su canal de Telegram donde, explica, compartió capturas de pantalla de la nota.
En el texto de The New York Times, Apoorva Mandavilli, periodista enfocada en ciencia y salud, publica una compilación de datos hecha por funcionarios de los estados de Massachusetts, Nueva York y Nevada, en Estados Unidos, en donde detectaron que el 90% de las personas que dieron positivo a la prueba COVID-19 tenían una carga viral baja. “Es poco probable que la mayoría de estas personas sean contagiosas”, dice la periodista. Lo que es cierto es que, aunque la carga viral fuera baja, las personas portaban el virus.
En la nota, Juliet Morrison, viróloga de la Universidad de California en Riverside, Estados Unidos, habla sobre la sensibilidad de las pruebas (la capacidad de detectar el virus), pero no menciona falsos positivos, como asegura Polo. Michael Mina, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, recomienda en el mismo texto aumentar el número de pruebas.
Consultamos a Polo por qué afirmó entonces en su publicación que las pruebas sin carga viral también dan positivo. “A 40 ciclos cualquier cosa va a ser detectada”, respondió. De nuevo, según las expertas, si no existe el virus, las pruebas no podrán replicarlo.
Aun así, sí existen posibilidades, aunque muy bajas según Maldonado y Lau-Bonilla, de que haya falsos positivos. “Podría suceder, si hay contaminación de la muestra, ya sea de quien la toma o de quien hace la prueba”, explica Maldonado.
“En el caso de las pruebas COVID, no solo se amplifica un gen, sino dos o tres. Entonces la probabilidad de que se crucen bacterias o virus para que haya un falso positivo es muy baja”, añade Lau-Bonilla, y agrega que trabajar con material genético es lo más valioso de las pruebas moleculares, porque eso conlleva a que su precisión sea alta.
El virus de la COVID-19 ya ha sido aislado
“Y ojo, el virus COVID **no se ha aislado**, entonces ¿Cómo hacen para corroborar con toda certeza que es el mapa genético del virus?”. Con esta afirmación concluye Polo su publicación, y agrega que “a la larga, todas las pruebas son falsas”.
Según información recabada por José Jiménez-Guardeño, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas del King ‘s College de Londres, Inglaterra, esto es falso. “El virus se ha aislado de muestras de pacientes… yo mismo he aislado el virus y conozco gente que lo hace”, señala Jiménez.
“No sé de dónde sale su fundamento de que no se ha aislado el virus, si para iniciar el desarrollo de las vacunas, lo primero que hicieron fue aislar al virus (SARS-CoV-2)”, recuerda Lau-Bonilla, quien matiza que “es mentira que sea necesario aislar a un virus para poder leer su mapa genético. No es así”.
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