Stacy Velásquez
“El aislamiento como una condena y no como una prevención”
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Es activista, mujer trans y migrante refugiada. Desde que empezó la crisis sanitaria del coronavirus, junto a OTRANS, la organización que dirige ha volcado sus esfuerzos para apoyar a sus compañeras afectadas. En esta entrevista cuenta cómo la pandemia ha recrudecido la violencia, la criminalización y la precariedad en la que viven muchas mujeres trans en Guatemala.


Stacy Velásquez habla desde su computadora en la sala de su casa. Hace más de dos meses que no sale más que para ir al supermercado y llevar bolsas de ayuda a compañeras que la están pasando mal durante la pandemia. Aún así, no deja de usar su pintalabios rosado. “Hay que estar presentables siempre”, dice mientras sonríe. Velásquez es coordinadora en Guatemala de la Red Latinoamericana y del Caribe de Personas Trans –Redlactrans– y Directora Ejecutiva de OTRANS- Reinas de la Noche. Admite que está cansada, han sido días largos, el trabajo durante la pandemia ha aumentado, especialmente porque es ahora “cuando las compañeras necesitan más ayuda, porque están solas”.

Desde que empezó la crisis por la COVID-19, la Organización de Naciones Unidas (ONU) y varias organizaciones sociales alertaron a los países sobre el posible aumento en la violencia de género y el peligro que significaba el aislamiento para las mujeres. Pero, pareciera que las advertencias y los escasos esfuerzos estatales han dejado fueraa las personas trans. Muchas han quedado desamparadas, asegura la líder,  entre ellas, las que ejercen el trabajo sexual. La imposibilidad de ganar dinero, la violencia policial y la criminalización, acompañada de la falta de políticas que garanticen sus derechos, las deja más vulnerables de lo que ya estaban.  

¿Qué significa la pandemia para las mujeres trans?

La pandemia vino a reafirmar muchas cosas, especialmente la violencia de género sistemática. Y cuando hablo de esto, hablo de que se creó una ley de urgencia nacional, por decir un ejemplo, y las mujeres trans no estamos en esa ley. Se crearon diez programas para paliar el hambre y mejorar la economía, y las mujeres trans tampoco estamos ahí. Y bueno, tiene lógica la exclusión: se creó un programa de familia, te dan víveres si tenés hijos, si tenés familia.

Hubo una hipervulnerabilización de nuestros derechos, a muchas compañeras las están echando de sus viviendas porque no tienen cómo pagar. Desde OTRANS hemos tenido que pagar hotel y vivienda a cinco compañeras que ya estaban en contexto de calle. Ya las habían sacado de sus hoteles, y a eso sumarle que son migrantes o migrantes internas, muchas son indígenas. Es una cuestión bien violenta en esta crisis porque si bien es cierto que existen todos esos programas, estas compañeras jamás van a tener acceso al recibo de luz, porque viven en un hotel. Jamás va a llegar esto, jamás va llegar el Ministerio de Trabajo.

La violencia nos ha atravesado, teníamos 15 días de confinamiento cuando asesinaron a la primera compañera. Desmembrada.

 (La compañera de la que habla es Stephanie Cardona Matias, quien fue asesinada a cuchilladas el 15 de marzo de 2020.)

¿Llevan otros registros sobre mujeres trans violentadas durante la cuarentena?

En todo esto (al 25 de mayo) han asesinado a tres compañeras y aprehendido a siete. Sin criminalizar, pero creo que hay que evidenciar esto porque pareciera de que “¡ay, las agarraron en el toque de queda, andaban borrachas!”. Pero quiero informar, las compañeras no estaban bajo efectos de alcohol. Las compañeras estaban ejerciendo el trabajo sexual. Eso quiere decir que las compañeras estaban consiguiendo alimentación y las están arrestando. La policía debería hacer un trabajo humanitario en estos tiempos. Lejos de reprimir deberían referirte a albergues, a programas, porque si estás en una esquina consiguiendo algo para comer, estás viendo cómo ganarte la vida, es lógico en esta crisis.

Aparte tenemos una compañera desaparecida.

Hubo una Alerta Isabel-Claudina…

La primera en Centroamérica que reconoce a una mujer trans en el sistema de justicia.

Pero, en la página del Observatorio de la Mujer del Ministerio Público no está publicada esta alerta.

Bueno, no me extrañaría. Estamos con un gobierno evangélico y militar. La cuestión es que conseguimos y tenemos la foto para escribir la historia. La historia ya está escrita no la pueden borrar (ríe).

La verdad da tristeza porque hasta la fecha no ha aparecido la compañera. Su hermana fue al Ministerio Público a que le tomaran su ADN y no ha aparecido. Entonces yo digo que está presa. Porque si hubiera fallecido, las malas noticias siempre llegan rápido. De ahí nos han dicho que podía estar presa porque tuvo un problema borracha, pero no hemos podido ir al sistema carcelario.

Y por teléfono, ¿sabés qué nos dicen? Yo llamo y la gran casaca, les digo que soy coordinadora de la organización de mujeres trans y pregunté por ella. ¡Ah, es hombre! me dice.  Y yo sé que ella está ahí porque una compañera me dijo.

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¿Y cómo lograron para que se activara la alerta?

Mirá, yo fui la que la activé. Tenemos alianza con el Fondo de Población de las Naciones Unidas -UNFPA- y con Mujeres Transformando el Mundo -MTM- y entonces empezamos a hacer la gestión y a decirles. Y nos convencimos a una que maneja la alerta en el interior, en un municipio, porque la compañera no es originaria de la capital sino de ahí de Mazate (Mazatenango). Entonces esta compañera del MP les dio una hora de taller a los de la capital para que se activara la alerta. Y pues al final me dijeron, alguien la tiene que activar, ya conseguimos que se haga, pero alguien tiene que activarla. Y bueno yo dije, la voy a activar.

La activaron y bueno, unos comentarios en redes sociales. Es que seguro la quitaron por los comentarios. En el Facebook los mensajes eran… (silencio) ¿Me entendés?

¿A dónde llevan a una mujer trans cuando la arrestan?

Van al preventivo de varones.

Esto representa un gran peligro ¿no?

Esa es otra cuestión, tenemos el caso de una compañera que aprehendieron y le quitaron el cabello en el preventivo de Izabal. A pesar de que en el 2012 la Corte de Constitucionalidad le ordenó al sistema penitenciario proteger y no violentar la identidad de género de las mujeres trans, hasta la fecha no han hecho caso. Estamos monitoreando ese caso.

Mencionas la vulnerabilidad de las trabajadoras sexuales. ¿Cómo es su situación en el contexto de la pandemia, con las restricciones de movilidad y el toque de queda?

Fíjate que ellas han cambiado su horario de ejercer. Ahora ejercen de 3 de la mañana a 3 de la tarde. Ese es su horario de trabajo. Entonces en el día se ha vuelto un poco chocante con los vecinos. Ellos llaman a cada rato y entonces llega la policía a sacarlas. Les llegan a decir que se vayan. Se ha vuelto represivo. Se siente como en los ochentas, cuando los policías llegaban y te movían de tu esquina. No podías andar en la calle porque te decían “vos andate hijueputa”

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A todo esto, está la criminalización, o sea, la gente antes pensaba que las putas trans éramos sidosas, y ahora que también podemos tener coronavirus.  Hay una criminalización de las mujeres trans, de las trabajadoras sexuales y de sus cuerpos. De que no solo portan el VIH sino coronavirus. Y que además salen a la calle.

Es una reafirmación social, que no nos está ayudando. Nos están viendo como la gente irresponsable que no sale a la calle para conseguir alimentos sino para “acostarse con la gente”. Si antes no te decían las cosas, hoy sí te las dicen. Hay una cultura de odio hacia nosotras.

¿Y qué pasa con las mujeres trans portadoras de VIH durante la cuarentena?

Está bien difícil la situación porque no se pueden movilizar. El gobierno no ha hecho un programa en el que los antirretrovirales puedan llevarlos a sus hogares. Ahorita no te podes enfermar de ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) o de VIH porque no te atienden.

¿Tienen registro de cuántas mujeres trans hay en Guatemala y cuántas de ellas se dedican al trabajo sexual?

Hicimos una talla de población en el 2017. Ahí dice que en la capital hay alrededor 1,200 mujeres trans solo en el área metropolitana. Esto se hizo en cinco ciudades de Guatemala, entonces vos ahí podés armar tu conjetura, porque llegamos a abordar 4,788 mujeres trans. Esa es la estimación baja, y la más alta es de 15,000.

Aproximadamente un 75 por ciento ejercen el trabajo sexual, pero también hay compañeras estilistas, comerciantes independientes, trabajadoras del hogar. Y en los estudios que estamos haciendo viene la revolución del sexo virtual. Queremos hacer un documento así. (ríe)

Muchas compañeras así están subsistiendo esta pandemia. Una revolución del sexo virtual porque si analizamos de cuánto dinero está dejando, cuántas compañeras están realizándolo, cuántos nuevos perfiles de ofrecimiento de sexo se suman. Hay una página aquí en Guatemala donde todos los días se suma alguien, todos los días hay un perfil nuevo.

Lo que se ha revelado con la pandemia es que muchas mujeres están más  vulnerables en el encierro porque conviven con su agresor. ¿Cómo se vive esto dentro de la comunidad trans?

Mirá, nuestra familia ya nos excluía, pero ahorita con esto estamos condenadas al aislamiento. Hay compañeras que están solas en sus habitaciones de hotel, sin cocina, sin refrigeradora, como que estuvieran presas. Cuando pueden, tienen alimentación y cuando no pueden salir, racionan su comida. Y eso pasa muchas veces con las compañeras migrantes, y la otra cuestión es que las compañeras que eran sostén de su familia se han vuelto bomberas. Y te digo se han vuelto bomberas porque “si hay que ir al mercado que vaya la trans”. Pareciera que estas mujeres lo hacen con todo el afán de ayudar a su familia y lo hacen felices y contentas. Pero no, detrás de esa felicidad hay cansancio, deterioro de esos cuerpos físicos, hay efectos de los que no se hablan. Y esos efectos son por ejemplo: reprimir los derechos sexuales y reproductivos.

Estas compañeras no tienen derecho a coger porque andan toda la vida pensando en su familia, más que en el placer mismo de su vida. Y cuando hablo de placer no solo te hablo del de coger, sino de un abrazo, de una caricia, de un afecto. Y esos efectos colaterales de la pandemia no se están hablando de las mujeres trans. El aislamiento como una condena y no como una prevención.

El panorama es desolador. ¿Cómo apoya OTRANS a las mujeres en este contexto?

Nosotras tenemos 16 años de estar trabajando por y para las mujeres trans. Lo que hemos hecho es una estrategia que se llama COVIDA, una estrategia para vivir y no morir. Y básicamente esta estrategia tiene cuatro ejes. Damos asesoría de hormonas, derechos humanos, VIH y de nuevas tecnologías para combatir el VIH como la PrEP y PEP. Damos atención médica en línea. Además, damos víveres y una bolsa que se llama Bolsa de dignidad que lo que trae es un kit para poder prevenir el coronavirus y trae toallas húmedas, alcohol en gel, cinco mascarillas, champú, jabón de olor, jabón para lavar ropa, peine, pasta.

Estamos trabajando una estrategia de salud diferenciada para personas trans. Yo creo que las mujeres trans dentro del movimiento social y de feministas hemos alzado la voz y estamos rompiendo estereotipos desde el repensar de las activistas. Porque no puedo pensar que a mí me acepten como activista, pero no como puta. Entonces sería contradictorio de parte de ellos, y también de parte de nosotras, criminalizar. Entonces ahí andamos, educando sobre la identidad de género.

A algunos los incomodamos, pero preferimos incomodar a que esta violencia de género nos lleve a la tumba.

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