Virginia Laparra, exfiscal de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI) en Quetzaltenango, se encuentra en el exilio desde julio de 2004, cuando denunció que su vida estaba en peligro. …
Virginia Laparra, exfiscal de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI) en Quetzaltenango, se encuentra en el exilio desde julio de 2004, cuando denunció que su vida estaba en peligro.
Ella es una de las 9 exfiscales encarceladas y forma parte de un grupo de unas 170 personas criminalizadas por el Ministerio Público (MP) que dirige Consuelo Porras, según el informe de Inecip a junio de 2025.
Laparra enfrentó dos procesos penales promovidos por el exjuez Lesther Castellanos y sufrió más de 680 días de detención arbitraria, por lo que fue declarada «presa de conciencia» por Amnistía Internacional.
La exfiscal es una de las voces más contundentes en exigir al Estado de Guatemala y la comunidad internacional, acciones concretas para evitar la cooptación del sistema de justicia.
El sistema de justicia cooptado
En septiembre, en una sesión del Parlamento Europeo, en Bruselas, Bélgica, Laparra se pronunció sobre el panorama de regresión en la región, con énfasis en Guatemala.
Añadió que el sistema de justicia guatemalteco se ha instrumentalizado para perseguir a operadores de justicia, defensores de derechos humanos y periodistas.
Relató que, durante los 18 años que trabajó como fiscal en el MP, impulsó casos que alcanzaban a las élites económicas y políticas.
«Investigar la corrupción y la impunidad significa golpear intereses que creen estar por encima de la ley», dijo.
Aseguró que luego de los procesos penales en contra del presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti, comenzó «una ofensiva planificada para desarticular a quienes trabajamos por la transparencia».
Esas acciones derivaron en el exilio de otros operadores de justicia y exfiscales y, en el caso de Laparra, en prisión.
La exfiscal describió los dos años que pasó privada de libertad: «Me encerraron en condiciones que cualquier persona con una chispa de humanidad describiría como tortura».
Además, enfatizó que no se trata solo de su historia: fiscales, jueces, periodistas, defensores comunitarios e indígenas han debido exiliarse o permanecen en prisión, entre ellos el periodista José Rubén Zamora.

La persecución no ha cesado
Días antes de su intervención ante el Parlamento Europeo, la Fiscalía de Asuntos Internos del MP presentó una acción ante la Corte de Constitucionalidad (CC) para que nuevamente se capture a Laparra.
Esa medida es una contraofensiva a una resolución del 5 de septiembre, donde la Sala Segunda de Apelaciones favoreció a la exfiscal para frenar un proceso en su contra por supuesto abuso de autoridad.
Sobre Laparra también se ha presentado una solicitud de detención internacional en su contra, por uno de los casos donde ya hubo sentencia pero no está en firme.

Una maquinaria para silenciar la verdad
Para Laparra, lo que ocurre en Guatemala es parte de una maquinaria que busca silenciar la verdad.
En ese marco, pidió a la comunidad internacional que brinde protección efectiva a defensores, periodistas y operadores de justicia.
También que impulsen investigaciones independientes frente a torturas y violaciones de derechos humanos.
«No hablo aquí por venganza ni por reclamo personal. Hablo por responsabilidad y por memoria», destacó Laparra.
Indicó que también habló por «todas las familias que han sufrido la separación por las niñas y los niños que pagaron con la infancia la cuenta de la impunidad por los pueblos que han visto sus instituciones desfiguradas».
Al hablar de la región, Laparra mencionó que la libertad política y de conciencia en América Latina está herida por la indiferencia internacional, por la normalización de la tortura legalizada y por la complicidad del silencio.
«Si Europa, si los parlamentos, los organismos multilaterales, las democracias que valoran los derechos humanos no reaccionan con medidas concretas, con solidaridad práctica y con acciones que trasciendan las palabras, la lección será irreversible».
A su criterio, «la justicia es posible cuando las comunidades internacionales no miran hacia otro lado».
Por último, insistió en que la defensa de la democracia no puede esperar y que la solidaridad debe expresarse en hechos concretos. «La justicia exige coraje. La libertad exige compañía»
Puntualizó que, cuando se vulnera la libertad política y de conciencia en un rincón de América Latina, retrocede la promesa democrática de todo el continente.





