Rosalina Tuyuc: dignidad y valor de una líder Kaqchikel desplazada

De las montañas de San Juan Comalapa a migrar a Las Verapaces y luego a la capital de Guatemala para salvar su vida. Su lucha la llevó a la política nacional e internacional. Rosalina Tuyuc transformó su dolor al perder a su padre y a su esposo por desaparición forzada en una organización en la que, junto a otras líderes indígenas, ayudó a miles de mujeres a reivindicar sus luchas.

Rosalina Tuyuc Velásquez nació en 1956 en San Juan Comalapa, Chimaltenango, comunidad del altiplano occidental de Guatemala. Este municipio, reconocido por su rica tradición cultural y artística, fue también uno …

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En resumen

  • Rosalina Tuyuc es una líder Kaqchikel que perdió a su padre por desaparición forzada en 1982 y a su esposo en 1985.
  • Transformó su dolor en una fundación a través de la cual lucha junto con miles de indígenas que alzaron la voz por sus desaparecidos.
  • Se vio forzada a migrar para salvar su vida y su lucha la llevó a la política desde donde representó a víctimas en instancias nacionales e internacionales.

Rosalina Tuyuc Velásquez nació en 1956 en San Juan Comalapa, Chimaltenango, comunidad del altiplano occidental de Guatemala. Este municipio, reconocido por su rica tradición cultural y artística, fue también uno de los epicentros de la violencia del Conflicto Armado Interno (CAI) en Guatemala.

Desde pequeña, Rosalina acompañaba a su padre, Francisco Javier Tuyuc, a reuniones comunitarias. Él era curandero, maestro de música y director del coro de la parroquia. 

A los 14 años, comenzó a caminar junto a él en actividades religiosas y sociales. Ahí forjó los valores de servicio comunitario que marcarían su vida.

Su educación formal fue limitada. En la escuela enfrentó discriminación por su identidad indígena y solo pudo estudiar hasta cuarto grado de primaria. 

El español, que tuvo que aprender en la escuela, lo percibía como un desarraigo cultural. Una imposición que la alejaba de sus raíces.

El despertar de la organización comunitaria

El devastador terremoto de 1976 marcó un punto de inflexión para Comalapa y para Rosalina. La catástrofe que destruyó el pueblo también despertó la organización comunitaria para reconstruir sus hogares y sus vidas.

Rosalina, junto a sus hermanos, se involucró activamente en cooperativas y grupos cristianos dedicados a la reconstrucción. 

Esta labor comunitaria, aparentemente inofensiva, la colocaría años después en la mira del Ejército de Guatemala, que veía con sospecha cualquier organización indígena.

La represión llega a Comalapa

Entre 1979 y 1986, San Juan Comalapa vivió una espiral de violencia estatal. Los años ochenta fueron brutales, con reclutamiento militar forzado, masacres, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y violaciones.

Todo parte de la estrategia contrainsurgente del Estado guatemalteco.

Para salvar su vida, Rosalina tuvo que abandonar su comunidad. Se convirtió en una desplazada interna, como más de un millón de guatemaltecos durante el conflicto armado. 

Inicialmente, el Comité Pro Construcción del Hospital en Comalapa la envió a Cobán a estudiar enfermería. Pero a su regreso, la represión era mucha y ella era vista como subversiva.

Su padre toma la decisión de enviarla a una aldea del mismo municipio, para resguardar su vida. Tiempo después, ella toma la decisión de irse a vivir a la capital de Guatemala. 

Rosalina Tuyuc en el Memorial Comalapa, un sitio simbólico en el cementerio local, en memoria de las personas enterradas en fosas clandestinas por el Ejército. Foto: Christian Gutiérrez, Agencia Ocote

Pero la desaparición de su padre fue el primer golpe emocional devastador. En 1982, Francisco Javier Tuyuc fue secuestrado por el Ejército junto a otros diez campesinos.

Tiempo después descubriría que el Ejército la buscaba a ella, no a su padre, y durante años cargó con el sentimiento de culpa.

En 1985, su esposo, Rolando Gómez Sotz, también fue desaparecido. En ese momento, Rosalina tenía dos hijos pequeños: un niño de un año y ocho meses y una niña de diez.

«Cuando mi esposo desapareció, llegué a pensar que jamás volvería a involucrarme en algún grupo». 

«Lloraba mucho mientras abrazaba a mis hijos, repitiéndome que al menos seguíamos vivos, aunque el costo como familia era demasiado alto», recuerda.

«La vida es más fuerte que la muerte»

Consciente del peligro, Rosalina tomó una decisión. 

«Vi en el riesgo una oportunidad. Decidí abrazar la vida y luchar por lo que aún tenía. Reconocí que no podía permitir que nos arrebataran lo que nos quedaba», reflexiona.

En 1988, Rosalina junto a otras diez compañeras fundó la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (Conavigua). Convirtieron el duelo colectivo en herramienta de resistencia. 

Rosalina Tuyuc inició la lucha por encontrar a familiares de cientos de mujeres, luego de que el Ejército desapareciera a su padre y a su esposo en los años ochenta. Foto: Christian Gutiérrez, Agencia Ocote

La organización se enfocó inicialmente en apoyar a mujeres que, como ella, habían perdido a sus seres queridos.

Miles de mujeres encontraron un espacio para compartir sus experiencias, recibir apoyo emocional y legal y comenzar un proceso de sanación colectiva. 

Con los años, Conavigua amplió su labor hacia la defensa de los derechos humanos, la exhumación de fosas comunes y la promoción de la memoria histórica.

La organización se convirtió en un referente internacional por su labor en la documentación de violaciones de derechos humanos. 

También estableció las bases para futuros procesos de justicia transicional en Guatemala.

De activista a diputada

Ya como dirigente social, en 1995, Rosalina Tuyuc dio un paso histórico. Se postuló como candidata y fue elegida diputada al Congreso de la República. El partido de izquierda Frente Democrático Nueva Guatemala (FDNG) la impulsó. 

Se convirtió así en una de las primeras mujeres indígenas en ocupar un escaño en el Congreso y, posteriormente, en ser designada vicepresidenta de ese organismo del Estado.

Impulsó leyes para la protección de las comunidades indígenas y las mujeres y llevó  al ámbito legislativo las demandas que abanderó desde el activismo. 

Su presencia en un espacio tradicionalmente dominado por hombres no indígenas desafió las estructuras de poder establecidas, cuando aún no se había firmado la paz.

El Programa Nacional de Resarcimiento

Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, Guatemala inició un proceso de reconciliación nacional. 

La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) documentó las atrocidades cometidas, que dejaron más de 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos. La mayoría indígenas.

Como resultado de las recomendaciones de la CEH, en 2003 se creó el Programa Nacional de Resarcimiento (PNR), destinado a reparar a las víctimas del conflicto armado.

Los dos primeros presidentes del PNR fueron los indígenas: Francisco Calí (2003) y Rosalina Tuyuc (2004). 

Sin embargo, en gestiones posteriores, la entidad fue presidida por personas no indígenas y alejadas del movimiento social. No promovieron una participación efectiva de los pueblos indígenas ni impulsaron el espíritu de su creación.

El programa duró en un principio diez años y fue renovado otros diez hasta que en 2023 fel Ministerio de Desarrollo Social lo absorbió

El gobierno tardó 12 años desde que se fundó el PNR en crear el Manual de criterios básicos de resarcimiento. Fue en 2015.

Rosalina criticó ese desinterés del Estado por apoyar a las víctimas.

Reconocimiento internacional

El trabajo de Rosalina Tuyuc ha sido reconocido internacionalmente. En 1994 recibió la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia. La presidencia francesa le dio esta condecoración por la promoción de los derechos humanos y su valentía en la defensa de las comunidades indígenas.

En 2012 fue galardonada en Japón con el Premio Niwano de la Paz, que destacó su compromiso con la reconciliación y la construcción de la paz en Guatemala.

Rosalina ha participado en foros internacionales organizados por ONU Mujeres, donde ha compartido su experiencia y ha abogado por la inclusión de las mujeres indígenas en procesos de justicia y reconciliación.

Más allá de los reconocimientos, el legado de Rosalina Tuyuc está en las miles de personas que encuentran en su ejemplo la fuerza para buscar justicia y dignidad.

A sus 69 años sigue trabajando a través de Conavigua en la reconstrucción del tejido social en comunidades devastadas por la guerra. Lo hace desde Chimaltenango. 

Ya no regresó a vivir a Comalapa. Su pueblo aún le recuerda el dolor de hace más de cuarenta años, cuando vio por última vez a su padre y a su esposo.

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