8M en Guatemala: «Aquí está tu manada»

El 8 de marzo de 2025, cientos de mujeres recorrieron las calles del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala y de Quetzaltenango. Conmemoraron el Día Internacional de la Mujer. Estas son las historias de cinco de estas mujeres y de dos niñas, quienes marcharon junto a otras personas de sus familias. Es una crónica de los vínculos y las relaciones dentro de un día para reivindicar.

Texto: Kristhal Figueroa y María José Longo Bautista. Alejandra González decidió que el 8 de marzo del 2025 sería la primera vez que asistiría a la marcha de conmemoración del …

  • El 8 de marzo de 2025, cientos de mujeres marcharon en varios puntos de Guatemala.
  • En Quetzaltenango y en Ciudad de Guatemala, reclamaron justicia en casos de violencia.
  • Varias de ellas protestaron y caminaron con sus hijas, madres y amigas. 

Texto: Kristhal Figueroa y María José Longo Bautista.


Alejandra González decidió que el 8 de marzo del 2025 sería la primera vez que asistiría a la marcha de conmemoración del Día Internacional de la Mujer en Guatemala. Lo haría junto a sus sobrinas, Keren y Keisha Soberanis.

Para Alejandra, el motivo para protestar es su hija de dos años, quien también las acompañó. 

«Quiero que ella sepa lo que la mujer representa hoy en día. Que estamos en lucha para que ella no viva lo que nuestras antepasadas vivieron. Principalmente, nuestras mamás. Quiero que ella conozca y vea este movimiento», asegura, convencida. 

Alejandra, junto a sus sobrinas, en el Parque Central de Ciudad de Guatemala. Fotografía: Kristhal Figueroa

Dedicaron la semana a organizarse. Consiguieron ropa morada y verde y pañuelos morados, con un bordado en el que se lee «Vivas y libres». 

Las tres imprimieron y dibujaron sus carteles. El de Alejandra pone: «¡Soy la mamá de la niña que jamás vas a tocar!».

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Marielos Musús, de 30 años, pasó toda la semana emocionada. También sería la primera vez que asistiría a la marcha. Invitó a su prima y a María Reyes, su mamá. Ambas aceptaron de inmediato. 

«Cuando mi hija y mis sobrinas salen, siempre me quedo encomendándolas para que vuelvan. Eso me hizo querer participar, que ya cese la violencia», dice Reyes. 

Marielos Musús, junto a su mamá y su hermana, en el Parque Central de Ciudad de Guatemala. Fotografía: Kristhal Figueroa

Este 8 de marzo, salieron de su casa, en la zona 18 de la capital, a las 10:30 de la mañana. Al las 11:45 llegaron al punto de reunión, frente a la Corte Suprema de Justicia, donde saldría la caravana del Bloque de Jóvenas. 

Mientras los minutos pasan, más mujeres se van agrupando en el lugar. Se organizan en grupos: mujeres con discapacidad, mujeres indígenas, estudiantes universitarias, mujeres diversas, integrantes del Comité de Desarrollo Campesino (CODECA)… 

Contra la violencia sexual y la institucional

El sol pega fuerte y las voces de las mujeres se amplifican en consignas. Pasada la una de la tarde, comenzaron a caminar,  rumbo al Parque Central, rebautizado por las organizaciones de mujeres como la Plaza de las Niñas, en honor a las víctimas del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción

Varios de los carteles que llevan las manifestantes hacen referencia al incendio, ocurrido ocho años atrás. «No fue el fuego, fue el Estado», reclaman.

Un grupo de personas organizó un altar frente al Hogar Seguro Virgen de la Asunción, a 8 años del incendio que terminó con la vida de 41 niñas y adolescentes y dejó a 15 heridas. Fotografía: Kristhal Figueroa.

Los lemas en los que exigen justicia, respeto e igualdad se mezclan con canciones. «Ahora que estamos juntas, ahora que si nos ven, ¡abajo el patriarcado se va a caer, se va a caer!», gritan las participantes al unísono mientras se agachan. 

Uno de los reclamos más duros de la marcha: el fin de la violencia sexual contra niñas y adolescentes. 

Como performance, algunas mujeres realizan un acto de graduación para 56,568 niñas y adolescentes que no pudieron continuar sus estudios en 2024 a causa de un embarazo forzado. 

Una mujer muestra un diploma durante la marcha del 8M en Guatemala. Fotografía: Kristhal Figueroa.

Arrojan birretes al cielo y entregan diplomas ficticios, firmados por el presidente de la República, Bernardo Arévalo y la ministra de Educación, Anabella Giracca. 

En la marcha, entre las chicas más jóvenes y las adultas, también hay niñas y niños que caminan, juegan y descansan en los brazos de sus madres. «Me dio tranquilidad estar aquí y, por lo menos un día, sentir seguridad de que no le pasaría nada», dice Isabel Melgar, quien asistió a la marcha junto a su hija de cinco años. 

Isabel Melgar, junto a su hija, en el parque central de Ciudad de Guatemala. Fotografía: Kristhal Figueroa

«¡Esto es por ti, mi amor, ¡te amo! », grita Alejandra González a su hija, entre las consignas que otras mujeres corean a su alrededor. 

La movilización llega a la plaza a las tres de la tarde. Aunque la caminata duró horas y la tarde continúa calurosa, pareciera que no hay cansancio en la mayoría de mujeres, que se reúnen frente al escenario, ubicado delante del Palacio Nacional. 

En lo alto, leen comunicados y tocan varios grupos musicales, como la batucada de las niñas de Asociación Coincidir. 

Alejandra, Isabel, Marielos y María planean asistir a las marchas de los próximos años, acompañadas, de nuevo, por sus familias. 

«Sueño un país donde mi hija no tenga que ser perseguida por piropos groseros. Donde pueda caminar libre en la calle, donde sale a jugar y yo no tengo miedo de que algo le pase. Sueño con una Guatemala con equidad de género, donde las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres tanto en lo laboral, como en lo personal», dice Alejandra, que no puede evitar contener las lágrimas. 

La marcha recorrió las calles de Quetzaltenango. Fotografía: María José Longo Bautista.

Caminar de la mano

En Quetzaltenango, a 200 kilómetros de la capital de Guatemala, un grupo de unas 200 mujeres alza carteles grita: «Las niñas no se tocan, no se violan», «Mujer, hermana, aquí está tu manada», «Mujer, hermana, si te pega no te ama», «Con falda o pantalón, respétame cabrón». 

Entre la muchedumbre destacan unas alas moradas en la espalda de una niña. Tienen un mensaje: «Niñas, niñas, hagamos todo el ruido que queramos, nuestra voz nos pertenece. Calladitas no nos vemos más bonitas».

Dos amigas caminan por las calles de Quetzaltenango durante el 8M. Fotografía: María José Longo Bautista.

La niña de las alas moradas lleva un pañuelo morado y una gorra con dibujos de mariposas. En sus mejillas, dibujada con pintura, hay una mariposa.  

Tiene cinco años. Sostiene con la mano derecha a un león de peluche y con la izquierda a su amiga, otra niña de cuatro que se protege del sol con un sombrero. Caminan juntas.

Dos amigas caminan por las calles de Quetzaltenango durante el 8M. Fotografía: María José Longo Bautista.

Las madres de ambas niñas participan en movimientos feministas y ellas las acompañan, como lo hacen hoy en la marcha.

«Desde pequeña está visibilizando que las mujeres estamos unidas, que las calles son nuestras, que tenemos que gritar. Viene con su aliada, una aliada que tiene desde hace tres años, su amiguita», dice Karen Tay, la madre de la niña de las alas moradas.

«Cuando decida tomará su propia ideología, identidad, pero le he estado presentando las realidades. Cuando alcemos la voz para decir o denunciar siempre vamos a correr un riesgo. Eso no la tiene que callar, tiene que unirse a diferentes mujeres para juntas romper patrones sociales que lastiman», agrega.  

La marcha recorrió las calles de Quetzaltenango. Fotografía: María José Longo Bautista.

8M: Por las que vienen detrás

En la marcha de Quetzaltenango también camina Bertha Tum, integrante de la colectiva Be RadFem Xela y de la Red de Mujeres de Quetzaltenango. «Soy feminista comunitaria. Mi esposo y mi nena son mis compañeros de lucha y de vida», dice, orgullosa. «Mi hija de cuatro años me acompaña siempre. Este es nuestro segundo 8M juntas en las marchas»

Tum es sobreviviente de violencia intrafamiliar en el hogar que creció, hoy está feliz de asegurar que su hija crece en un ambiente seguro.   

«Emocionalmente me llena de esperanza. Son las que vienen con mucho poder, con mucha voz y mucha energía y esa energía se comparte porque las madres nos conocimos por ellas. Somos una red de apoyo. Quiero un espacio seguro porque ella lo está absorbiendo todo», dice Tum.

La marcha recorrió las calles de Quetzaltenango. Fotografía: María José Longo Bautista.

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En el trayecto de casi dos kilómetros desde el Parque Central hasta el Parque Intercultural de Quetzaltenango, las mujeres recuerdan varios casos. La muerte de las 41 niñas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. El homicidio de Floridalma Roque, por el que el cirujano Kevin Maluf fue condenado a solo tres años de prisión. Las denuncias de acoso sexual que hicieron futbolistas de Quetzaltenango.

Violencia sexual, falta de pensión alimenticia de los padres a sus hijos e hijas, acoso, femicidios, muertes violentas de mujeres, falta de acceso a salud sexual y reproductiva.  Las mujeres exponen en su caminata las violencias que sufren a diario en un país que no responde con la contundencia necesaria.

La marcha recorrió las calles de Quetzaltenango. Fotografía: María José Longo Bautista.

Cuando la caminata llega al Parque Intercultural, en la zona 3 de Quetzaltenango, varias mujeres hablan ante un micrófono. Algunas cuentan hechos de violencia que han sufrido. Las demás gritan en respuesta: «No estás sola».

Redacción Ocote

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