El «Memorial de Sololá», recargado y descargable

El Memorial de Sololá es uno de los textos más importantes del siglo XVI en el continente, precisamente por ser una memoria desde el pueblo kaqchikel. La Universidad Mesoamericana publicó la nueva traducción a cargo del antropólogo y lingüista Sergio Romero.

El antropólogo y lingüista guatemalteco, Sergio Romero Florián, publicó con la Universidad Mesoamericana una nueva edición del Memorial de Sololá, también conocido como Anales de los Kaqchikeles; uno de los …

El antropólogo y lingüista guatemalteco, Sergio Romero Florián, publicó con la Universidad Mesoamericana una nueva edición del Memorial de Sololá, también conocido como Anales de los Kaqchikeles; uno de los grandes textos del siglo XVI escrito desde los pueblos indígenas.

La traducción de Adrián Recinos ha sido la edición mayormente difundida en las últimas décadas. Esta edición, traducida por Romero plantea nuevas miradas al texto histórico, en una edición enriquecida con abundantes imágenes y notas, y un riguroso cuidado editorial de la Universidad Mesoamericana, tiene otra gran ventaja para la memoria regional: es de descarga libre.

Publicamos a continuación el prefacio de la edición a cargo del historiador Horacio Cabezas.

Haz click en la imagen para descargar la edición del Memorial de Sololá
traducida por Sergio Romero y publicada por la Universidad Mesoaericana.

Prefacio

En la madrugada del 4 de febrero de 1976, un sismo de 7.6 grados en la escala de Richter y 9 grados en la de Mercalli, al que se le dio el nombre de Terremoto de San Gilberto, causado por un desplazamiento geológico de la Falla del Motagua, afectó total o parcialmente la mayor parte del territorio de Guatemala, ocasionó más de 20,000 muertos y 75,000 heridos, y destruyó alrededor de 250,000 viviendas. En esa ocasión, la Universidad de San Carlos me envió a la cabeza de un grupo de estudiantes de la Facultad de Ingeniería al pueblo de San Juan Comalapa, el antiguo Chi Xot (Lugar de los Comales) kaqchikel, a ayudar en las tareas de rescate y descombro. En esa localidad, el terremoto ocasionó la muerte de más de 3,000 de sus habitantes.

En medio del ambiente fúnebre, un templo parroquial sumamente desquebrajado y el terror que las réplicas sísmicas provocaban, conocí en San Juan Comalapa el temple y los valores ancestrales de la población kaqchikel, en especial su organización social y su solidaridad comunal. Gracias al apoyo de los representantes de los barrios y en especial del cofrade mayor, gran autoridad moral en esos momentos, en ausencia del alcalde que había fallecido, se organizó un hospital de campaña y se inició el descombro.

Un testigo de esa capacidad de organización lo fue el coronel Mariano Rayo Ovalle, gerente entonces de GUATEL, quien, al llegar a su terruño a inaugurar una radio portátil, para que se contara con comunicación con la ciudad capital y, en especial, con los choferes de dos picops que había puesto a disposición del poblado, constató a la hora de un almuerzo en el improvisado hospital cómo alrededor de unos 30 adolescentes entregaban disciplinadamente palas, azadones y piochas, se dirigían a lavarse las manos a la pila del centro escolar y acudían con el mismo orden a recibir su ración alimenticia. Su comentario fue: ¿Cómo lo ha logrado, pues ni en el Ejército conseguimos tal disciplina? Mi respuesta fue: Es algo natural en ellos. Basta descubrir quién es su líder y lo demás viene por añadidura.

Pasada la emergencia del Terremoto de San Gilberto, al retornar a mi quehacer y obligaciones académicas en la Universidad, me sentí motivado a profundizar en el conocimiento del origen de los valores ancestrales mayas como el de los habitantes de San Juan Comalapa.

El Memorial de Sololá o Anales de los Kaqchikeles, en la versión de Adrián Recinos, fue la primera crónica en que encontré información sobre la organización social kaqchikel, pues se refiere por doquier al chinamït o parcialidad (es decir, el calpolli de los mexicas y el molab de los poqomes). Durante el Posclásico, dicha institución social consistió en grupos familiares basados en vínculos de parentesco patrilineal y exógamo que vivían en amaq’ o comunidades dispersas; con tierras comunales; usufructo de los recursos naturales para la caza, pesca y recolección de frutos y leña; y, aunque con cierta autonomía política, eran dirigidos por sus principales y por la teocracia desde un tinamit (ciudad rodeada de defensas naturales), como lo fueron Q’uma’r Ka’aj e Iximche’.

A mediados del siglo XVI, después de la conquista española de los principales señoríos indígenas, la población fue sacada de sus asentamientos y concentrada en poblados, con plaza, iglesia y cabildo, para el mejor control del pago del tributo y el manejo de la mano de obra a favor de los españoles.

Cada chinamït o parcialidad fue ubicado en un barrio y se obligó a sus moradores a organizar una cofradía. Entre los Ajawa’, Señores o Principales de los barrios, el Gobernador Indígena, en unión del Alcalde Mayor o Corregidor y el Cura Doctrinero, escogían a las autoridades del cabildo, así como al Fiscal de Indios y a los teopantlacas para que ayudaran al Cura Doctrinero.

Además de las tierras comunales ancestrales de los distintos chinamïts o parcialidades, todos los pueblos, desde su creación, contaban también con tierras ejidales, medidas a partir de la cruz mojonal frente al atrio de la iglesia. Eran entre 3 ó 4 leguas a la redonda, según el número de barrios; y cada año eran repartidas por las autoridades edilicias entre las familias, para que pudieran sembrar sus milpas y tener con qué pagar el tributo, conforme a lo dispuesto en la tasación.

El núcleo central de esta edición del Memorial de Sololá consiste, en primer lugar, de trípticos para cada una de las páginas, integrados por una fotostática del folio respectivo, así como por la transcripción conforme a las normas de la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala (ALMG) y la traducción al español. Luego sigue una sección con Notas lingüísticas y de análisis para aclarar el significado de un buen número de palabras y expresiones, así como los errores de otras traducciones del Memorial. Las últimas secciones son las de notas históricas en que se brinda mayor información sobre personajes, toponimias y acontecimientos, como la ruptura entre k’iche’s y kaqchikeles, la Secesión de los tuquche’s, la sublevación kaqchikel, el ahorcamiento de varios Señores kaqchikeles…

En Guatemala, el Memorial de Sololá constituye la principal crónica indígena sobre la versión de los vencidos,1 es decir, sobre el relato histórico de cómo huestes españolas conquistaron y esclavizaron a la población mesoamericana, imponiéndole una nueva religión y sometiéndola a trabajos forzados.

Refiere que Pedro de Alvarado, después de obligar a los Señores k’iche’s a tributar, los quemó en Q’uma’r Ka’aj: El día Kaji’ K’at (4 K’at) [7/3/1524] fueron quemados los Señores ajpop y ajpop k’amajay por órdenes de Tunatiw. Nunca descansaba de la guerra el corazón de Tunatiw.2 Señala igualmente que, a pesar de que los kaqchikeles ayudaron a Pedro de Alvarado y a sus huestes a conquistar y esclavizar a los k’iche’s de Q’uma’r Ka’aj, de haberlos recibido como seres divinos en Iximche’, empezaron a hacer la guerra a los tz’utujiles y a los señoríos pipiles de Pan Atakat (Lugar de los Atakat) y Cuscatlán. Indica también que, al retorno desde este último Señorío, Alvarado exigió le entregaran como concubina a la princesa Suchil, esposa del Ajposotz’il Kaji’ Imox, además de esclavos, esclavas y joyas,3 así como 1,200 pesos de oro de minas.

Debido a los tantos atropellos, asesinatos e insaciable sed de oro de los españoles, los kaqchikeles decidieron dispersarse bajo los árboles, bajo las lianas de las montañas cercanas, y a resistir a la guerra hecha por los españoles y sus aliados mexicanos, k’iche’s y tz’utujiles. En tales circunstancias, Pedro de Alvarado optó porque el Real (Puesto de Mando) no permaneciera en Iximche’, sino en el lugar en que las tropas acamparan, es decir, fue itinerante.

Después de incendiar Iximche’, Pedro de Alvarado, también conocido como Tunatiw, viajó a España y dejó a su hermano Jorge de Alvarado como Teniente de Gobernador. Fue éste quien prosiguió la guerra contra los pueblos alzados y se convirtió en el verdadero conquistador de Guatemala, como lo confirman el Lienzo de Tlaxcala y el Lienzo de Quauhquechollan. Es más, después de haber estado en Chi Xot (Comalapa) y B’oko’ (Lugar de los Escudos o Chimaltenango), trasladó el Real o Puesto de Mando al pueblo kaqchikel de B’ulb’uxya’ (Manantial), donde, después de desalojar a sus moradores, realizó el trazo y asentamiento de la ciudad de Santiago de Guatemala, pues hasta entonces sólo había habido nombramiento de autoridades edilicias.

En 1530, Tunatiw retornó a Santiago de Guatemala, todavía en B’ulb’uxya’ o Almolonga, y tomó posesión como Adelantado y Gobernador de Chiapas y Guatemala. Llegó acompañado de refuerzos militares y armas. Fue en esas circunstancias que los Señores kaqchikeles optaron por rendirse y entregarse, lo que hicieron el Waqxaqi’ No’j (8 No’j), es decir, el 8 de mayo de 1530 en el hasta entonces pueblo kaqchikel de Pan Choy. Según el Memorial de Sololá, de inmediato 400 hombres y 400 mujeres fueron obligados a lavar metales: Todas las personas escarbaron metales en Pan Q’än (Lugar Amarillo).4 Es más, añade: 2 veintenas después de que se cumplieran 2 años desde que se presentaron los Señores [ante Tunatiw], murió el Señor B’eleje’ K’at (9 K’at). Murió el día Wuqu’ Kej (7 Kej) [24/9/1532] cuando se encontraba lavando metales.5

En 1536, el Memorial de Sololá reconoce un cambio radical en el trato a los naturales por parte de las autoridades españolas: Este año llegó el Señor Presidente Mantunalo [Alonso de Maldonado] el día Julajuj No’j (11 No’j) [17/5/1536]. En verdad el Señor llegó a aliviar el sufrimiento de la gente. Se dejó de arrancar el metal precioso, se dejó de tributar muchachas y muchachos, y también se dejó de quemar y ahorcar. Los castellanos dejaron de despojar [a la gente] en los caminos.6

Algunos años después, el Memorial de Sololá también patentizaría lo hecho por el segundo Presidente de la Audiencia de los Confines: Este año llegó el Señor Presidente [Alonso López de] Cerrato, cuando aún estaba el Licenciado Pedro Ramírez [Quiñones]. Al llegar hizo juicio a los castellanos, y les quitó todos sus esclavos. Se quitaron otros tributos y se pagó a los servidores. Los castellanos empezaron a pagarles poco o mucho. El Señor Cerrato alivió los sufrimientos de la gente. Yo vi [todo] esto ¡hijos míos! En verdad fueron muchos los sufrimientos que pasamos.7

Los escribanos o cronistas del Memorial de Sololá, además de referirse a los hechos más trascendentales acontecidos después de su llegada desde Tulan, también lo hicieron sobre los acontecimientos más importantes del período colonial. Uno de ellos fue el intento de asesinato del Obispo Francisco Marroquín, perpetrado por el Oidor Pedro Ramírez de Quiñones, en Santiago de Guatemala, estando presente el Presidente Alonso López de Cerrato: 20 días después de llegada de la campana, el Señor Obispo estuvo a punto de morir en Pan Q’än por culpa del Licenciado Ramírez. Todavía estaba el Señor Cerrato cuando fue violentada la iglesia por Ramírez. Ocurrió el día Ka’i’ Kan (2 Kan) [17/1/1553], martes; o el antagonismo entre los frailes dominicos y franciscanos: Ya se habían enfrentado en Xelajub’ los Padres de San Francisco y Santo Domingo. Los de Santo Domingo estuvieron a punto de quedarse con [la doctrina de] Xelajub’.8

También dejaron constancia sobre la muerte en Ak’ala del fraile dominico y lengua Domingo de Vico, a manos de lacandones: murió nuestro Padre Domingo de Vico en Ak’ala. En verdad fue un gran maestro nuestro Padre. Fue asaeteado por los amaq’.9

En forma escueta, el Memorial de Sololá anotó que, después de la Pascua de Navidad, el Obispo Francisco Marroquín en unión del Oidor Pedro Ramírez de Quiñones expulsaron al fraile franciscano y lingüista Francisco de la Parra quien se encontraba en el pueblo de Santa María Asunción Sololá.10

En varias ocasiones, los cronistas del Memorial de Sololá se refieren a las mortandades provocadas por epidemias traídas por los españoles, una de ellas, acontecida antes del inicio de las guerras de conquista:

En el vigésimo quinto año empezaron las epidemias ¡hijos míos! Primero se enfermaron de tos y catarro, después de sangre y de orina amarilla. En verdad hubo una gran mortandad antiguamente. Fue entonces cuando murió el Señor Waqaqi’ Ajmaq (6 Ajmaq). Faltaba poco para que llegara una gran oscuridad, una

gran noche sobre nuestros padres y abuelos ¡hijos míos!: la epidemia de las llagas […] En verdad daba miedo la mortandad que vino sobre la gente. No se conocía una enfermedad así, se despellejaba la gente […] Juntos murieron su abuelo y su padre. Hedía y apestaba por la gran mortandad de gente. Cuando murieron nuestro padre y nuestro abuelo, otros los fueron a tirar al barranco. Los perros y los zopilotes se comían a la gente. Era pavorosa la mortandad que mató a sus abuelos. Murieron el hijo del Señor junto con sus hermanos mayores y menores. Así fue como quedamos huérfanos ¡hijos míos! Éramos apenas unos muchachitos cuando todos nos quedamos solos. Muñecos de la parentela.11

Esta edición del Memorial de Sololá se consiguió en primer lugar gracias al diligente, minucioso y esmerado trabajo académico del doctor Sergio Francisco Romero Florián, lingüista originario de Guatemala, quien hizo la traducción del kaqchikel al español, así como las notas lingüísticas e históricas. El doctor Romero Florián estudió el bachillerato en el United World College of South East Asia, en Singapur; licenciatura en Antropología en la Universidad del Valle de Guatemala; maestría en Antropología en la Universidad de Tulane (New Orleans, Estados Unidos); y doctorado en Lingüística en la Universidad de Pennsylvania, mediante la defensa del trabajo de tesis Sociolinguistic Variation and Linguistic History in Mayan: The Case of K’ichee’. Aprendió el kaqchikel bajo la guía del lingüista guatemalteco Narciso Koqti’, quien, a la vez, según palabras del doctor Romero, fue un referente personal sobre la espiritualidad y la historia del Pueblo Maya.

Debo hacer un justo reconocimiento al doctor Félix Serrano Ursúa, quien, en 2004, siendo rector de la Universidad Mesoamericana, me visitó en la Fundación para la Cultura y el Desarrollo (FUCUDE), donde laboraba en la edición de una Historia General de Guatemala, en seis tomos, y me pidió apoyo para la elaboración de un libro sobre Mesoamérica, pues estaba interesado en que docentes y estudiantes conocieran y valoraran en su justa dimensión la cultura mesoamericana.

Con gusto atendí su propuesta y el libro consistió en una antología, con ensayos de destacados especialistas. A dicho impreso siguieron Crónicas Mesoamericanas I y II, Cosmovisión Mesoamericana, Ciudades Mesoamericanas, Códice de Madrid, Popol Wuj y Códice de Dresde. Todas estas publicaciones se encuentran a disposición de todos los interesados en la cultura mesoamericana en la página web de la Universidad. Pese a dificultades surgidas durante el proceso de edición del Memorial de Sololá, se logró llegar a feliz término gracias al constante y firme apoyo que el doctor Serrano Ursúa brindó a las decisiones del Consejo Editorial y, en especial, por su presencia y esmerada participación en sus reuniones, en la revisión de todos y cada uno de los textos.

En la edición del Memorial de Sololá, conté con el apoyo del Consejo Editorial, integrado por el doctor Félix Javier Serrano Ursúa, el doctor Luis Fernando Cabrera, los Maestros Jorge Mario Garoz, Luis Antonio Rodríguez Torselli, María Teresa García Kennedy, Luis Roberto Villalobos, Jesica Guerrero y Rómulo Gallegos, actual Rector de la Universidad Mesoamericana.

Deseo finalmente patentizar también mi reconocimiento al trabajo de infografía realizado por Wílfido Enríquez y un agradecimiento especial a Luis Quel, por el diseño y diagramación de esta nueva edición del Memorial de Sololá.

1 León Portilla, 2013: 307-348.
2 Memorial, fol. 40: 134.
3 Ramírez, 1847: 59 y 165. Proceso, 1930: 364 y 366.
4  Memorial, fol. 44: 151.
5  Memorial, fol. 44: 152.
6  Memorial, fol. 45: 156.
Memorial, fol. 47: 168.
Memorial, fol. 48: 171.
9  Memorial, fol. 49: 177.
10  Memorial, fol. 49: 177.

Horacio Cabezas Carcache

Historiador nicaragüense. Ha publicado importantes libros sobre la historia de Centroamérica, en particular sobre el periodo de la Colonia.

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