Flor de María Gálvez, tiene 45 años y hace casi tres (marzo de 2022) salió del país. Fue mandataria de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) durante …
Flor de María Gálvez, tiene 45 años y hace casi tres (marzo de 2022) salió del país.
Fue mandataria de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) durante once años.
Ese trabajo de investigación y denuncia contra grupos de corrupción e inmunidad es lo que hoy, asegura, la tiene criminalizada.
«Estoy en el exilio por criminalización, por haber trabajado en CICIG investigando y litigando casos de corrupción».
Para Gálvez, esa criminalización incluyó acoso en redes sociales, amenazas e intimidación, así como estigmatización desde grupos pro impunidad ligados al Ministerio Público (MP).
Fue defensora de otras exoperadoras de justicia que fueron criminalizadas y encarceladas: Leily Santizo, Xiomara Sosa y Claudia González.
Cuando la criminalización en su contra era insostenible, tuvo que marcharse.
Luego de tres años fuera de Guatemala, Gálvez considera que existen graves retrocesos en el sistema de justicia, ya que, continúa la criminalización.
Esas acciones buscarían silenciar voces disidentes o que han denunciado corrupción e impunidad en contra de anteriores gobiernos.
A su criterio, que Bernardo Arévalo y Karin Herrera estén al frente del Gobierno y sean de pensamiento democrático no tiene ningún impacto positivo en su caso.
Para reforzar su declaración, recuerda que «hasta el propio presidente está siendo criminalizado».
Se refiere al menos a tres solicitudes de antejuicio que el MP ha solicitado en su contra por diversos casos.
La difícil ruta del exilio
Rehacer su vida alejada de su país implicó mucho sacrificio para la abogada Flor de María, que poco a poco logró afianzarse como consultora internacional.
Las redes de apoyo fueron muy importantes en esa etapa y las califica como «algo significativo para poder reinsertarme y asentarme en donde me encuentro».
A nivel psicológico y espiritual, asegura que también ha enfrentado las secuelas de lo sucedido.
Gálvez cuenta que «de una manera holística, con espiritualidad, apoyo psicológico y familiar he podido sobrellevar el proceso de exilio».
Ante una situación que constantemente le provoca revictimización, nos cuenta que «poder ayudar a otras personas e involucrarme en actividades de recreo me ha permitido ver otras situaciones de vida».
Esto la fortalece y dice que la motiva a «tener esperanza de que pueden cambiar las cosas».
A su criterio, es importante que las personas en general sepan sobre su inocencia, porque «quienes hemos sido criminalizadas no hemos cometido delito alguno».
Reitera que esa criminalización conlleva una serie de vulneraciones a su vida, razón por lo que salir del país se convirtió en la única opción.
Sobre la expectativa de un posible retorno a Guatemala, Flor Gálvez indica que «no existen condiciones legales adecuadas para poder volver. No a corto plazo».
No obstante, señala que mantiene la esperanza, pues «en algún momento, me gustaría poder regresar a mi país».
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