El miedo de los invisibles

Claudia D. Hernández es una guatemalteca que ha hecho una vida plena en Estados Unidos, sin embargo, le preocupa su familia, le preocupan sus alumnos, le preocupa su hija, una mujer trans. En esta columna de opinión comparte el sentir de muchas personas viviendo el nuevo orden de la segunda administración de Trump.

Me duele saber que la administración de Trump diga que solo existen dos sexos, cuando mi hija es como un pez lábrido de cabeza azul. Ella es y será siempre …

El miedo de los invisibles Claudia D Hernández

Me duele saber que la administración de Trump diga que solo existen dos sexos, cuando mi hija es como un pez lábrido de cabeza azul. Ella es y será siempre lo que quiera ser; una hermosa mujer, fuerte y poderosa. Ningún gobierno tiene el derecho de dictarle su identidad. Sin embargo, con cada nueva ley, con cada intento de eliminar protección para personas trans en educación, salud y deportes, su existencia se convierte en un acto de resistencia. Me preocupa mi hija.

Me inquieta pensar en los jóvenes trans que crecen en un país donde su identidad es negada, donde se les niega el derecho a recibir atención médica adecuada, a participar en deportes según su identidad de género, a existir sin miedo. Me preocupan los jóvenes trans.

Me mortifico por mi tía Carmen, quien ha vivido en Estados Unidos por catorce años sin documentos. Cruzó la frontera con una visa, buscando una oportunidad, una salida a las deudas y al desempleo que la ahogaban en Guatemala. Optó por quedarse en Los Ángeles, sacrificando su estatus migratorio para trabajar, encerrada en una casa en Beverly Hills, invisible ante el mundo. Me preocupa mi tía.

Me aterroriza saber que, un sábado cualquiera, los agentes de ICE detengan el autobús que la trae a mi casa. Me atormenta la idea de que el Uber que la lleva de regreso el lunes sea interceptado. Me angustia que le arrebaten su derecho a la salud, que la despojen de la mínima seguridad que le queda. Me preocupa mi tía.

Ella es una entre miles. Miles de guatemaltecos que, sin documentos, enfrentan el peso de cada nueva política, de cada regla impuesta por la administración de Trump. Un régimen que desafía la Constitución, que busca erradicar todo lo que considere “woke,” que persigue a los pensadores libres y a los que sueñan con una vida mejor. Estamos ante la bestia, y debemos resistir. Me preocupan los inmigrantes.

Yo también fui indocumentada. A los diez años, sentí el mismo temor, el filo de la incertidumbre. Pero mi papá, Amado, logró obtener la amnistía antes de que nos deportaran a mi madre, a mis hermanas y a mí. Conozco bien esa sombra que persigue a quienes carecen de papeles, esa sensación de que el mundo conspira en contra de uno. Me preocupan los indocumentados.

Entiendo el miedo de mis estudiantes de primaria. “Maestra, estoy afligido. Mi mamá me trajo cuando tenía ocho meses de México. Soy indocumentado. ¿Vendrá Trump por mí a la escuela?” Me preocupan mis estudiantes.

También entiendo cuando otro de ellos me confiesa: “No quiero venir a la escuela porque tengo miedo de regresar a casa y no encontrar a mis padres. Ellos también son indocumentados.” Me preocupan sus padres.

Vivo en Los Ángeles, en California, un estado santuario. Pero aun así, el miedo persiste. Todos tememos que Trump derrumbe esas barreras de protección, que envíe a ICE a cazar a niños, madres, padres, familias enteras. Me preocupan las familias inmigrantes.

Es desgarrador verlos esposados, tratados como criminales, deportados sin piedad. Mi tía prefiere regresar por su cuenta antes de que la atrapen, antes de que la humillen con cadenas en los pies y grilletes en las manos. La deportación no es solo un regreso, es un trauma, una herida que nunca sana. Me preocupa la deportación.

Mi tía, mi hija, mis estudiantes, mi comunidad, como muchos, sigue resistiendo, trabajando en las sombras, viviendo con la incertidumbre de cada día. Pero su lucha, su historia, su sacrificio merecen ser contados. No podemos permitir que el miedo nos silencie.

Me preocupa mi hija.

Me preocupa mi tía.

Me preocupan mis estudiantes.

Me preocupa mi gente.


Las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan los criterios editoriales de Agencia Ocote. Las colaboraciones son a pedido del medio sin que su publicación implique una relación laboral con nosotras.

Claudia D. Hernández

Poeta, editora, traductora, fotógrafa y educadora bilingüe. Nació y creció en Guatemala. Reside en Estados Unidos. Tiene un Master de Artes Finas (MFA) en escritura creativa de Antioch University de Los Ángeles, ciudad en la que reside desde que emigró ahí con su madre en 1988. Es también la autora de de Women Mujeres, Ixoq: Revolutionary Visions que ganó el premio Internacional Latino Book Award en 2019. Su novela testimonial Tejiendo la niebla ganó el Louis Meriwether First Book Prize, otorgado al primer libro publicado por una autora de color de género femenino o no binario. Claudia es la fundadora del proyecto: Today’s Revolutionary Women of Color.

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