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Quema de la Embajada de España: testimonios que resurgen de la hoguera

La quema de la embajada de España en Guatemala hace 45 años estremeció al mundo y evidenció la violencia extrema que las fuerzas de seguridad aplicaban ante la demanda de derechos humanos. Aunque se hicieron campañas de comunicación para señalar a las víctimas como responsables, los testimonios y evidencias reconstruyeron ese capítulo que permitió la condena de Pedro García Arredondo, exjefe del Comando VI de la Policía Nacional.

El 31 de enero de 1980 la embajada de España en Guatemala dejó de ser una sede diplomática y se convirtió en una hoguera que, en solo 3 minutos, consumió  …

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El 31 de enero de 1980 la embajada de España en Guatemala dejó de ser una sede diplomática y se convirtió en una hoguera que, en solo 3 minutos, consumió  la vida de 37 personas indígenas, campesinas, estudiantes y exfuncionarias. 

Las personas llegaron a esa embajada luego de intentar sin éxito que instituciones del Estado les brindaran atención sobre la represión del Ejército en comunidades de Quiché, según el informe Guatemala Memoria del Silencio.

Sobre lo ocurrido, el régimen del presidente Fernando Romeo Lucas García, dijo que se trató de un asalto por «terroristas» y señaló a las víctimas de provocar el fuego.

Pero la versión de diversos testigos, entre familiares, activistas sociales, estudiantes y diplomáticos, se aleja por completo de esa versión.

Los testimonios revelaron el papel decisivo de las autoridades nacionales para que nadie escapara del fuego.

Varios de esos testimonios fueron incluidos en el juicio contra Pedro García Arredondo, exjefe del Comando VI de la Policía Nacional.

García Arrendodo fue condenado en 2015 a 90 años de prisión por ese hecho.

Quema embajada España en Guatemala Mauro Calanchina
La quema de la Embajada de España en Guatemala dejó 37 personas calcinadas. Foto: Mauro Calanchina

¿La verdad fue bien dicha?

La información oficial de lo que sucedió aquel 31 de enero no fue precisa y tampoco rigurosa por parte de las autoridades nacionales.

En los días posteriores, diversos medios de comunicación replicaron la versión oficial.

Entre las declaraciones, que luego se conoció que fueron tergiversadas, se encuentran las del único sobreviviente, el embajador español Máximo Cajal.

Después del incendio, también se encontró con vida al campesino Gregorio Yujá, originario de Uspantán, Quiché.

Sin embargo, horas después de que fuera llevado a un hospital por las quemaduras sufridas, un comando armado ingresó al hospital y lo secuestró.

Al día siguiente, según la Comisión de Esclarecimiento Histórico, su cuerpo fue abandonado con señales de tortura en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Entre los detalles que los medios dieron a través de noticias y de campos pagados que ocupaban páginas completas en los diarios, las declaraciones del embajador español fueron sacadas de contexto.

En un campo pagado de página completa y publicado en Prensa Libre el 8 de febrero de 1980, disponible en la Hemeroteca Nacional, se observa la fotografía de Cajal.

Junto a las declaraciones que el embajador habría brindado, el documento lleva un encabezado titulado «La verdad bien dicha».

Entre la narración del embajador, destacaron con letras en mayúscula y en color negro las referencias a personas que iban armadas con machetes, pistolas y bombas molotov. 

Comunicados oficiales de la quema de la Embajada de España en Guatemala que promovían una narrativa oficial de culpar a las víctimas.

La publicación favorecía la narrativa oficial sobre un grupo subversivo y no civil que había planificado la toma de la embajada, como un acto calificado de «terrorismo» y que justificaba el accionar de las fuerzas de seguridad.

Años más tarde, el propio Cajal que escribió un libro sobre lo sucedido, comentó en una entrevista concedida a la socióloga e historiadora Marta Elena Casaús, que nunca se cansaría de «mencionar ciertos fraudes de los medios de comunicación».

La madre de Casaús, Odette Arzú Castillo, fue un personaje clave para que el embajador Cajal sobreviviera y fuera trasladado a un hospital.

Otros detalles de los recuerdos de Cajal sobre el incendio están disponibles en la publicación Guatemala: Consecuencias del asalto de la Embajada de España en Guatemala

En esa publicación, además de un extenso ensayo de Casaús, también se encuentra el informe del embajador Yago Pico de Coaña de Valicourt, quien asumió funciones un día después del incendio.

“El recordar ahora lo acontecido me produce un sentimiento de dolor por lo que pudo haber sido y no fue, por lo que pudo evitarse y, por la incomprensión y desatino de los responsables de un gobierno de facto. No se evitó».

Otro de los testimonios recopilados por Casaús es el de Elías Barahona, quien evoca el hecho a través del olor como algo doloroso y espeluznante, señala la autora.

«Fue terrible. Muy doloroso. Porque eran tan criminales que recuerdo que estaban

tomando whisky y boquitas de carne asada… e hicieron alguna alusión entre la carne asada y los quemados vivos».

«Que la historia no se olvide»

Maritza Urrutia compartió con Ocote que tenía 20 años de edad cuando vivió la quema de la embajada de España. Era militante de izquierda.

Actualmente, es parte de la Red Internacional de Solidaridad con Guatemala, integrada por personas guatemaltecas que viven en Argentina, México, Costa Rica, Australia, entre otros, y que promueven respaldo al país en derechos humanos.

Urrutia vivió en carne propia las estrategias de represión y sometimiento que el Estado continuó durante los años 90. Por esa razón tuvo que marcharse del país.

Su caso está documentado en el libro Para Salvarla. La desaparición y liberación de Maritza Urrutia.  Además, en una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Recuerda que se enteró de que ese 31 de enero dirigentes campesinos, indígenas y estudiantes estaban atrapados en las llamas.

Sobre lo que experimentó ese día, nos narra que «nos causó gran impacto y dolor, además cólera, porque los estudiantes y campesinos iban por la vida y no tras la muerte».

Se refiere a las extremas condiciones de violencia, despojo y exterminio que las comunidades y sectores urbanos organizados y estudiantiles vivían bajo el régimen del presidente Lucas García.

«Buscamos rendir un homenaje y mantener en la memoria ese evento, así como recordar a los héroes y heroínas que murieron en la embajada», asegura tras su llegada al país para participar en actos para recordar ese hecho.

Agregó que después de 45 años, esos eventos «ya no están en las escuelas o en los curriculums, por eso queremos que no se olviden, porque si nos olvidamos de nuestra historia cometemos el error de volver a repetirla».

Además, que «si las nuevas generaciones no conocen la historia, pueden correr el riesgo de apoyar medidas que van en contra de los derechos humanos».

Para Arturo Albizures de la asociación Comunicarte, y quien trabaja como documentalista, los hechos que originaron la toma de la embajada de España siguen latentes hoy en día.

«El Estado sigue desalojando a los campesinos de sus tierras, sigue existiendo persecución contra periodistas y dirigentes sociales» afirma.

Añadió que «aunque pedimos que se acabe y que haya justicia contra los que están cometiendo esas acciones,  la cosa va al revés, porque se está aplicando la justicia contra los que defienden los derechos humanos».

En la misma sintonía que Urrutia, asegura que desde su trabajo como documentalista aporta para que la población conozca lo que sucedió y a los responsables.

El «plan de subida» que incluía Pollo Campero

El 4 de febrero de 1980, en el Diario El Gráfico, también se publicó lo que las autoridades oficiales llamaron en una conferencia de prensa «el plan de subida».

Se dijo que ese documento era una especie de plan maestro, que narraba con detalles las acciones que tenían programadas las personas que llegaron a tomar la embajada española. 

También se dijo que el documento formaba parte de las pertenencias de las víctimas y que las autoridades encontraron las hojas de papel en morrales que quedaron tirados antes del incendio.

Agregaron que se encontraron pañuelos negros y rojos con estrellas blancas y bombas molotov.

Supuestamente, el documento también contenía instrucciones precisas para un aparente trabajo coordinado en comisiones. 

Dijeron que en un apartado se mencionó que se tenía previsto pedir que les llevaran comida para permanecer el mayor tiempo posible en la toma de la embajada.

«Podrían ser porciones de Pollo Campero, por ejemplo», según esa versión.

Sin embargo, el informe Guatemala Memoria del Silencio, comprobó que los agentes del Estado atentaron contra el derecho a la vida de 37 personas y fueron los responsables de la ejecución arbitraria de quienes estaban dentro de la embajada.

Quema embajada de España en Guatemala La República
Quema de la embajada de España en Guatemala el 31 de enero de 1980. Foto: La República

Las personas se encontraban en la oficina del embajador cuando llegaron las fuerzas de seguridad e intentaron abrir boquetes en el techo y derribar la puerta.

Inmediatamente después se escucharon detonaciones y comenzó el fuego. Las fuerzas de seguridad dijeron que fue por las bombas molotov.

Pero la CEH rechazó  «la autoinmolación», un extremo que consideró sin ningún sustento.

Tras una investigación del Ministerio Público, Pedro García Arredondo, exjefe del Comando VI de la Policía Nacional, fue condenado por el Tribunal de Mayor Riesgo “B” en 2015.

Nadie más del alto mando gubernamental ha enfrentado a la justicia.

El expresidente Lucas García y German Chupina Barahona, exdirector de la desaparecida Policía Nacional, fallecieron antes de iniciar el proceso judicial.  

El exministro de Gobernación Donaldo Álvarez Ruiz se fugó. Al día de hoy continúa en esa condición.

Las víctimas de la quema de la Embajada de España

Listado publicado por la CEH que incluye a tres estudiantes sancarlistas asesinados durante el cortejo fúnebre de las personas quemadas en la embajada.

También se incluye el nombre del sobreviviente Gregorio Yujá que horas después fue secuestrado del hospital a donde fue llevado y fue ejecutado.

  1. Adolfo Molina Orantes
  2. Gavina Morán Chupe
  3. Edgar Rodolfo Negreros Straube
  4. Eduardo Cáceres Lenhoff
  5. Felipe Antonio García Rac
  6. Francisco Chen Tecu
  7. Francisco Tun Castro
  8. Gaspar Vi Vi
  9. Jaime Ruíz de Arbol
  10. José Angel Xoná Gómez
  11. Juan José Yos González
  12. Juan Chic Hernández
  13. Juan López Yac
  14. Juan Tomás Lux
  15. Juan Us Chic
  16. Leopoldo Pineda
  17. Luis Antonio Ramírez Paz
  18. Luis Felipe Sáenz Martínez
  19. María Cristina Melgar
  20. María Lucrecia Rivas de Anleu
  21. María Teresa Vásquez de Villa
  22. María Pinula Lux
  23. María Ramírez Anay
  24. María Ramírez Anay
  25. María Wilken de Barillas
  26. Mateo López Calvo
  27. Mateo Sic Chen
  28. Mateo Sis
  29. Miriam Judith Rodríguez Urrutia
  30. Nora Adela Mildred Mena Aceituno
  31. Regina Pol Cuy
  32. Reyno Chiq
  33. Salomón Tavico Zapeta
  34. Sonia Magaly Welchez Váldez
  35. Trinidad Gómez Hernández
  36. Vicente Menchú Pérez
  37. Victoriano Gómez Zacarías
  38. Gustavo Adolfo Hernández González
  39. Jesús Alberto España Valle
  40. Liliana Negreros
  41. Gregorio Yujá

***

La Red Internacional de Solidaridad con Guatemala y la Asociación Comunicarte se han unido a las actividades conmemorativas de la Convergencia 31 de enero.

Diversas actividades se desarrollan entre el 27 de enero y el 2 de febrero para recordar a las víctimas de la quema de la embajada hace 45 años.

Los documentales históricos de Comunicarte pueden verse en su Canal de Youtube y la asociación realiza giras por centros educativos y universidades para darlos a conocer.  

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Lourdes Álvarez Nájera

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