El 21 de junio de 1980, Rosa María Wantland, llegaba tarde para una reunión a la que la convocaron de la CNT, una de las centrales obreras más importantes que …
El 21 de junio de 1980, Rosa María Wantland, llegaba tarde para una reunión a la que la convocaron de la CNT, una de las centrales obreras más importantes que luchaba contra la represión, falta de espacios y explotación de los trabajadores.
Rosa María era parte del equipo jurídico de la CNT. Recuerda que se atrasó unos 15 o 20 minutos para la reunión en el edificio de la 9a. avenida, entre la 4a. y 5a. calles de la zona 1. Cuarenta y cuatro años después, Wantland dice que el haberse atrasado le salvó la vida.
Confiesa que no sabe qué destino es peor. Si hubiese llegado antes a la reunión, formaría parte del grupo de 27 sindicalistas de la CNT que fueron desaparecidos.
Aun así, Rosa María Wantland cuenta que si ese hubiera sido su destino, al menos no viviría con la incertidumbre de no saber qué pasó con sus compañeros de lucha.
La desaparición de los 27 sindicalistas de la CNT es el hecho por el que se conmemora el Día Nacional contra la Desaparición Forzada en Guatemala.
Además, es el más violento acto que causó la caída del movimiento sindical durante la década de los ochenta y demostró la crueldad y violaciones contra los derechos humanos que el Estado ejerció en sus políticas contrainsurgentes.

¿Por qué la CNT?
La CNT era la organización de trabajadores y trabajadoras más grande de Guatemala.
El informe Memoria del Silencio de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, recuerda que la CNT fue el núcleo de la actividad sindical y la organización mayoritaria durante la década de los setenta. Para 1979 aglutinaba 69 sindicatos.
Durante la década de los sesenta, en Guatemala se instauró una doctrina de seguridad nacional. Según Rosa María Wantland, el Estado catalogó como enemigo interno a varias organizaciones y personas individuales al considerarlas una amenaza.
El movimiento sindical era una pieza clave que había que neutralizar para el Estado.
Años antes de ese fatídico 21 de junio de 1980 ya habían ocurrido atentados que alertaron a la CNT que los llevó a tomar la decisión de no utilizar sus instalaciones para reuniones, recuerda Miguel Ángel Albizures, quien formaba parte del movimiento sindical.
En enero de 1979 habían colocado una bomba en la sede del sindicato. El mismo año que ocurrió el asalto a la CNT, en enero, ocurrió la quema de la sede de la embajada de España cuando varias personas protestaban para denunciar los abusos de derechos humanos por parte del Estado en zonas rurales.
La madrugada del sábado 21 de junio de 1980 fue asesinado Edgar Aldana Ruano, miembro del sindicato de la embotelladora Coca Cola.
La cúpula sindical había convocado a una reunión extraordinaria para esa fecha, pero cerca de las 11 de la mañana de ese día los responsables de la convocatoria decidieron cancelarla debido al asesinato y otros casos recientes.
Cerca de las tres de la tarde, un grupo de personas armadas y con el rostro cubierto allanaron las instalaciones. La 9a. y 10a. avenidas estaban rodeadas por tropas que habían interrumpido el tráfico y apuntaban sus armas hacia todos lados.
La Comisión para el Esclarecimiento Histórico identificó a 27 personas secuestradas a plena luz del día.
Frank LaRue, también parte del equipo jurídico de la CNT, no fue convocado.
«Eso fue lo que nos salvó», dijo en una jornada de dignificación en el Palacio Nacional de la Cultura, a la cual asistió junto con Wantland y Albizures. Fueron convocados por la Comisión Presidencial por la Paz y los Derechos Humanos (Copadeh) el 26 de junio.
«Se llevaron a nuestros compañeros, los desaparecieron. Solo había archivos tirados. Pero se los llevaron vivos», recuerda el abogado. Sin embargo, 44 años después, no se sabe qué ocurrió con ellos ni su paradero.
Los 27 desaparecidos
- Agustín Chitay Chapetón
- Héctor Manuel Sánchez González
- Irma Candelaria Pérez Osorio
- Álvaro Orlando Estrada
- Erwin René Hernández País
- Selvin Arnoldo García López
- Bernardo Marroquín Salazar
- Manuel Antonio Rodríguez
- Sonia Elizabeth Alecio
- Florentino Gómez López
- Ismael Vásquez Ortiz
- Crecencio Cornel Ordóñez
- Jorge Luis Serrano
- Cristina Yolanda Cabrera
- Rafael Antonio Aguilar Pérez
- Florencia Xocop Chávez
- Hilda Carlota Pérez Menéndez
- Sara Cabrera Flores
- Manuel René Polanco Salguero
- Oscar Armando Salazar
- Mario Campos Valladares
- Mario Martínez
- Orlando Antonio García Rodríguez
- Pedro Ramos Micatu
- Tomás Roberto Pol
- «El Repollo», del sindicato de Incesa Standard
- «El Bananito», estudiante de secundaria
«Lo que pasó fue crimen de Estado»
Rosa María Wantland no teme llorar al recordar los eventos a los que llama un crimen de Estado. Para ella, la estrategia del Gobierno era aniquilar el movimiento para pasar a la ofensiva rural en contra de la guerrilla.
Lo cataloga como un crimen de Estado porque testigos declararon que las personas que se llevaron a los sindicalistas llevaban transporte militar.
Además, «fue un solo acto contra una gran cantidad de víctimas, formó parte de otros actos sistemáticos y dirigido con motivo social».

A esto ella le agrega el silencio de los medios de comunicación, pues «a pesar de que el secuestro se denunció ese mismo día por la noche», fue hasta días después que los medios comenzaron a informar lo ocurrido.
La desaparición forzada, por otro lado, es un delito que permea en el tiempo. Las familias siguen buscando respuestas. Rosa María Wantland detalla que aparte del dolor por la ausencia de un ser querido, el ciclo no se cierra.
«El estado nos debe y le vamos a exigir, necesitamos justicia», asegura.
Dos meses después de esa desaparición, líderes sindicales e integrantes de la Escuela de Orientación Sindical de la Universidad de San Carlos organizaron un seminario fuera de la capital en la finca Emaús, Medio Monte, Escuintla.
El 24 de agosto de 1980, con las mismas características que en el caso de la CNT, elementos del Ejército y de la Policía Nacional detuvieron y desaparecieron a otras 16 personas, sindicalistas y miembros de la Escuela de Orientación Sindical.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los secuestrados fueron conducidos a los garajes de la división de investigaciones de la Policía Nacional en la zona 6 de la ciudad de Guatemala, en donde fueron torturados.
Efectos en el movimiento sindical
Un año después de los hechos, la CNT estaba debilitada y desarticulada. Muchos de sus integrantes se desligaron de la organización o se exiliaron. Unos adoptaron métodos clandestinos y otros se unieron a la guerrilla, cuenta Wantland.
La profesional del derecho recalca que el movimiento se radicalizó cuando se presentaban fuertes demandas y el Estado respondía con represión en lugar de procurar mejores condiciones de vida.
Ella también cita la Memoria del Silencio sobre los vínculos que algunos de sus compañeros pudieron tener.
«Los vínculos que pudieron existir entre algunas de las víctimas y la guerrilla no justifican este crimen de lesa humanidad que ha permanecido en la impunidad».
Recuerda que «actualmente, las exigencias de la CNT no han desaparecido, sigue habiendo explotación, represión y falta de espacios».
Miguel Ángel Albizures recalca que la organización sindical es un derecho y una necesidad porque contribuye a los cambios políticos y socioeconómicos del país, «y aunque es eminentemente político, no es partidario», asegura.
Frank LaRue reafirma la importancia de recordar casos como este en el Día Nacional contra la Desaparición Forzada. Considera que luchas como las del movimiento sindical siguen siendo importantes.
Así como ellos, en la casa que alguna vez fue la sede de la CNT no los olvidan. Hay una placa que conmemora a los desaparecidos, colocada en 2001 por la Unión Sindical de Trabajadores de Guatemala.

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¿Quieres honrar a las víctimas de desaparición forzada?, puedes visitar este homenaje de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala en memoria de los mártires y sobrevivientes del sector sindical.
Foto de portada: Mauro Calanchina.
