¿Te cuesta respirar semanas después de haber pasado el COVID-19? ¿No logras concentrarte? ¿Cuando conversas con alguien te quedas con una laguna mental y olvidas de qué iba el tema? …
¿Te cuesta respirar semanas después de haber pasado el COVID-19? ¿No logras concentrarte? ¿Cuando conversas con alguien te quedas con una laguna mental y olvidas de qué iba el tema? Estos son apenas tres de más de 50 efectos que se registraron en personas que han padecido covid y que han sido documentados por la Scientific Electronic Library Online de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Estos efectos son más comunes de lo que se cree y de lo que la literatura de la pandemia, que apenas lleva dos años escribiéndose, ha logrado ya documentar, aseguran dos expertos infectólogos guatemaltecos consultados por Fáctica. Los especialistas consideran que no es algo para preocuparse, pero sí es necesario ponerle atención y tratar los efectos que cada quien desarrolle posterior a contagiarse con el virus.
«Estudios calculan que entre el 10% y 30 % de las personas (que tuvieron COVID-19) presentan problemas médicos nuevos o persistentes meses después de la infección inicial de coronavirus. A dicha constelación de síntomas se le conoce como covid persistente o prolongada», asegura la doctora Nancy Sandoval, especialista en Enfermedades Infecciosas de Medicina Interna del Hospital Roosevelt y miembro de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas.
Los síntomas de largo plazo que puede padecer un paciente, según estudios analizados por la doctora Sandoval, y los casos que conocen en el hospital Roosevelt, son «fatiga, mareos, depresión, dificultades para respirar, ritmo cardiaco errático, dolores de cabeza, así como problemas de la memoria y concentración».
Por su parte, el infectólogo Carlos Mendoza explica: «Hay muchas personas a las que les cuesta recordar algo. No es un problema de fondo, pero sí hay un poco de pérdida de la atención y de recordar algunas cosas. Es temporal, pero ayuda ir recuperando la capacidad con ejercicios de habilidad mental».
«Mi impresión es que deberíamos hacer muchos más estudios relacionados con ello. La literatura saca un porcentaje muy bajo de estos problemas aún», dice el doctor Mendoza, quien también es consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Según la infectóloga Sandoval, existe poco consenso sobre la definición exacta de covid prolongado, también conocido por el término médico en inglés PASC (secuelas posagudas de COVID-19). La Organización Mundial de la Salud indica que el covid persistente comienza tres meses después del cuadro o episodio original de la enfermedad o del resultado positivo de la prueba. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos establecen un marco más pronto: después de un mes.
La especialista también refiere que el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE) del Reino Unido «hace una distinción entre la enfermedad que ocurre de 4 a 12 semanas después de la infección (COVID-19 sintomático en curso) y los síntomas que persisten más de 12 semanas (síndrome de COVID-19 postagudo)».
Recuperar la memoria con juegos
A criterio de los especialistas guatemaltecos es posible que los efectos del poscovid puedan desaparecer, aunque no en todos los casos. Generalmente ocurre de forma natural, pero también depende de la condición clínica de cada paciente, y aseguran que es posible ayudar al sistema a recuperarse.
Según la doctora Sandoval, hasta ahora se conoce poco sobre el tiempo de desaparición de los síntomas persistentes, pero «un estudio de seguimiento prospectivo de 12 meses que valoró el curso natural de la salud y el bienestar en niños y jóvenes no hospitalizados después de la prueba del SARS-CoV-2 en Reino Unido, encontró que la prevalencia de síntomas adversos notificados disminuyó».
«La mayoría se recuperaron de los síntomas adversos que experimentaron en el inicio y (hasta) seis meses después de la infección. Adultos en quienes persisten los síntomas posteriores también han demostrado que disminuyen con el tiempo».
Otros estudios como este de la Revista de Neurología de Viguera Editores, respaldan lo que menciona Sandoval.
Entre tanto, el problema de la pérdida de memoria o dificultad para concentrarse puede resolverse con juegos de agilidad mental, según el investigador clínico Carlos Mendoza.
«Le voy a contar mi caso: tras infectarme, percibí que mi respuesta a lo que yo estaba acostumbrado no era la mismo. Entonces, como a mí me gusta jugar ajedrez y hay juegos mentales, trato de mantener agilizada mi mente; no le digo que el ajedrez sea para todos, sino que hay múltiples cosas que se pueden hacer. Depende de lo que le guste a determinada persona para ir agilizando su mente. Así se va quitando».
La guía clínica para la atención al paciente long covid/covid persistente, de la Sociedad Española de Médicos Generales también menciona que parte del tratamiento para el covid persistente consiste en la rehabilitación cognitiva
Para todos los casos, ambos expertos aconsejan que siempre se consulte a un especialista. «Todos tenemos diferentes grados de afectación y para todos es diferente el tratamiento y el seguimiento de su progreso».
El Estado no ayuda a difundir que existen estos problemas
En la página web y las redes sociales del Ministerio de Salud Pública—las únicas puertas de comunicación que la población tiene con esa dependencia— no existe ninguna información sobre «COVID persistente, COVID prolongado o secuelas posagudas de la COVID-19».
Pero al pedir información al departamento de Comunicación Social sobre si existe forma de tratar estas secuelas, indicaron a Fáctica que en el MSPAS «33 hospitales cuentan con una clínica pos-COVID-19, donde se atendieron de enero a diciembre 24,608 pacientes que han presentado alguna secuela».
El departamento de comunicación indicó que «se trabaja con un equipo multidisciplinario que lo integran médicos especialistas (traumatólogos, neurólogos, nefrólogos, gastroenterólogos, pediatras) y disciplinas de apoyo (terapia respiratoria, fisioterapia, nutrición, psicología, laboratorio, imágenes…) con quienes se les brinda un tratamiento integral para lograr la recuperación del paciente, con citas recurrentes para darle seguimiento a través de las Clínicas de Paciente Recuperado».
A la consulta de cómo una persona puede obtener información del Ministerio de Salud para saber si padece secuelas de COVID, se indicó que «los pacientes pueden acercarse a los 33 hospitales que cuentan con Clínica Post COVID-19».
Sin embargo, en opinión de la doctora Sandoval, existe únicamente una clínica de seguimiento multidisciplinario en el hospital Temporal del Parque de la Industria, en donde se puede tener el seguimiento de COVID-19 y secuelas de manera interdisciplinar, «pero fuera de ello, son pocos los hospitales de especialidad que están dando acompañamiento y/o seguimiento en todo el país. Quienes lo hacen no tienen un lineamiento estandarizado de manejo de los efectos de la pandemia».
Sandoval considera que el Estado debe mejorar el plan y estrategia para minimizar el riesgo de la población de enfermarse y de la aparición de posteriores complicaciones o secuelas. Un paso clave, explica la médica, es alcanzar coberturas vacunales óptimas de las personas más vulnerables.
«Las vacunas ofrecen cierta protección contra infección inicial y, por tanto, evitar el contagio es la forma más segura de prevenir el COVID-19 prolongado, pero en Guatemala la vacunación masiva para la población y con especial interés en los más vulnerables por edad o comorbilidad no ha sido prioritario», indica.
«Es preocupante que enfrentamos esta ola (de fin de año 2022) con alza de casos a un año de la aparición de ómicron y sin acceso a vacunas disponibles y tampoco con instauración de medidas epidemiológicas para minimizar los contagios, como el uso adecuado de mascarilla, preferencia de lugares ventilados o al aire libre, distanciamiento físico, evitar aglomeraciones y cumplir con la higiene de manos», lamenta la doctora Sandoval.
El doctor Mendoza considera que, si bien existen deficiencias en el personal de Salud y concentrar la atención especializada en la capital no es correcto, el principal problema de la falta de atención y conocimiento de estos padecimientos proviene de una mala gestión gubernamental.
«Al Gobierno no le conviene dar un plan educativo, así como no le convino hacer que la gente se vacunara porque todavía no tenía las vacunas y las consiguieron tarde. Tampoco le conviene hablar de efectos prolongados porque la gente consultaría y ellos tienen que dar el servicio y los medicamentos», confirma Mendoza.
«Estoy de acuerdo en que debería existir una mejor vigilancia, eso es efectivo, pero hace falta muchísimo desde los efectos secundarios a las vacunas, pues no hay un método específico en el que usted pueda decir qué efectos tuvo, por darle un ejemplo».
«Hay un subregistro de casos y es por este problema. Diría que un subregistro de un 40% (de más casos de los oficializados) y evidentemente esto hace que los tomadores de decisiones no tengan la suficiente información para la prevención de las personas».
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