Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo: Explora aquí la fotogalería de Carlos Alonzo: Narradora: A la orilla del lago Atitlán, en el …
Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo:
Explora aquí la fotogalería de Carlos Alonzo:









Si quieres leer la transcripción de este episodio, la dejamos aquí:
Narradora: A la orilla del lago Atitlán, en el municipio de Santa Cruz la Laguna, cinco mujeres mayas kaqchikeles están listas para meterse en el agua. El día está nublado y son apenas las siete de la mañana.
Se colocan sus gorros y lentes para nadar. Una de ellas se anima a meter los pies y las demás la siguen. Comienzan a calentar. Primero estiran los brazos, luego la espalda y por último las caderas. Al mismo tiempo, hacen ejercicios de respiración.
Han hecho este ritual durante todo 2022 y buena parte de 2021. Una vez a la semana reciben clases de natación.
Narradora: Al fondo escuchas a Shelly Baril, la maestra de natación. Al inicio de la clase Shelly explica que hoy practicarán la patada de mariposa.
Shelly tiene 33 años. Es una profesora de educación de Argentina, donde llegó a ser nadadora profesional. Vive en Santa Cruz la Laguna desde hace dos años. Llegó a Guatemala en 2018, a través de una ONG, para apoyar a las personas afectadas por la erupción del volcán de Fuego. En 2020 se terminó su contrato y llegó la pandemia. Sin poder salir de Guatemala, decidió ir de vacaciones a un pequeño pueblo en la ribera del lago de Atitlán por un mes. Pronto descubrió algo que la haría quedarse más tiempo.
Observó que en ese lugar, cuyo acceso es complicado por tierra y al que la mayoría de la gente llega en lancha, había mujeres que no sabían nadar.
Shelly Baril: Las mujeres se quedaban en la sombra, en la orilla, mirando como los demás se divertían y estaban en el agua. Y ahí empecé como indagar y preguntarme: «Bueno, ¿qué está pasando?, ¿por qué las mujeres no se meten?, ¿por qué no entran?», y demás. las respuestas que obtenía eran muy de: «No es para las chicas», que «me da miedo», que «yo no sé nadar». Y entonces ahí empecé a preguntar bueno: «Pero si alguien les enseñara a nadar, ¿ustedes se animarían a venir a las clases?».
Narradora: Así decidió crear un proyecto que ha enseñado a más de 80 mujeres a no tener miedo al agua.
Soy María Olga Domínguez Ogaldes, periodista de Ocote, y en este episodio de Radio Ocote Podcast iremos a Santa Cruz la Laguna, a conocer el proyecto de natación para niñas y mujeres Jo’Pachoy que en kaqchikel significa “vamos al lago”.
***
Narradora: Santa Cruz la Laguna es un municipio a unos 120 kilómetros de la Ciudad de Guatemala. En Santa Cruz viven casi seis mil personas, que se dedican en su mayoría a la pesca y la agricultura, según el Ministerio de Economía.
El municipio queda a apenas unos ocho kilómetros de Panajachel, el lugar más turístico del lago de Atitlán. Pero de Panajachel a Santa Cruz solo se puede llegar o en lancha, o en vehículos 4×4.
Por eso, cuando Shelly Baril llegó a Santa Cruz en 2020 con otros colegas de su organización, se dio cuenta de algo. Durante esas semanas de vacaciones, iba y venía en lancha a los municipios que quedan alrededor del lago, nadaba y remojaba los pies en la orilla.
Y ahí, fue cuando Shelly vio que las mujeres y las niñas de Santa Cruz no disfrutaban del agua como ella.
Shelly Baril Y pues cuando estaba en la orilla y veía que muchas familias locales venían al lago, tal vez los fines de semana, a disfrutar del agua y siempre algo que se veía mucho y me llamaba mucho la atención, era que en general en las familias eran los varones, los hombres los que se metían en el lago y las mujeres se quedaban en la sombra en la orilla (…)
Narradora: Como escuchaste al inicio del episodio, Shelly les preguntó si alguna estaría dispuesta a aprender a nadar.
Shelly Baril: «Pero si alguien les enseñara a nadar, ¿ustedes se animarían a venir a las clases?».
Narradora: Algunas le dijeron que sí. Fue entonces, en abril de 2021, que Shelly empezó a organizarse. Vio en qué lugar podría dar clases de natación, y encontró el sitio perfecto a unos cuantos metros de un muelle en la playa Palatalik. Un sitio con una plataforma perfecta para poder saltar de clavado o para sostenerse y recuperar el aire mientras nadaban.
El espacio en el agua colindaba con una propiedad y, según explica Shelly, la plataforma había sido construida por una de las dueñas de la misma.
Shelly hizo algunos volantes que repartió en tiendas y restaurantes. Así, de boca en boca las personas se enteraron de que “la argentina que vivía en el pueblo” daría clases de natación para mujeres.
Tomasa Pérez: Cabal vi una nota que estaba pegada en la pared de una tienda ahí, que pasé, vi que Shelly está juntando más señoras, señoritas para clase de natación. Entonces agregué… apunté su número y le mandé un mensaje diciéndole que me interesa mucho aprender a nadar con ella.
Narradora: Tomasa Pérez tiene 26 años, es una mujer maya kaqchikel de Santa Cruz la Laguna y ha trabajado en organizaciones por los derechos de las mujeres en su municipio. Fue una de las primeras ocho que se animaron a participar.
Algunas niñas y adolescentes, de entre diez y quince años, le pidieron a Shelly que hablara con sus mamás para que les dieran permiso
Shelly Baril: Se fue corriendo la voz y ya se fueron enterando de que yo soy la profesora de natación, que enseño a nadar y doy las clases… Entonces hay mucha iniciativa de las niñas como: «Ay, yo quiero aprender a nadar, pero tenés que hablar con mi mamá y así entonces ahí arreglamos y yo me acerco a la casa y platico con la madre y es más que nada contarle un poco la historia del proyecto.
Shelly Baril Esa plática por suerte ya alcanza, para que se animen a que sus hijas lleguen a las clases y bueno, siempre también invitó a las madres a que vengan, pero con las más adultas el desafío es un poco diferente a que puedan llegar.
Narradora: En estos dos años Shelly se dio cuenta de que algunas mujeres no llegan a las clases porque sus esposos no las dejan apuntarse o seguir en la escuela de natación.
Shelly Baril Al principio vienen y después, no sé, algo sucede en la casa con la familia, que los esposos dicen: «No, ya no te doy permiso».
Narradora: Otras mujeres dejaron de ir a nadar porque tienen que cuidar a sus hijos o a sus familiares, o encargarse de los cuidados del hogar.
Shelly Baril Recaen muchas responsabilidades en las mujeres y sobre todo el reto está en las mujeres que tienen familia, hijos e hijas y esposos. Entonces en la responsabilidad de, bueno, de tener que limpiar la casa, de hacer la comida, de hacer el desayuno para el esposo, para los hijos y demás… ¿Quién se va a quedar a cargo del cuidado de sus hijos e hijas mientras vienen en las clases? Entonces sí ha habido muchas participantes que han empezado y abandonado, porque ya no tienen más tiempo y no hay como un entorno familiar que pueda apoyar mucho para que las mujeres tengan un tiempo que puedan disfrutar para ellas y nada más que para ellas.
Narradora: Cuando empezó con el proyecto, Shelly también se dio cuenta de que había mucho pudor y prejuicios sobre la desnudez.
Tomasa Pérez Nunca se me ha dado la oportunidad de meterme al lago ni siquiera los pies, porque en la comunidad, y nuestros papás no nos permitieron que nosotros bajemos al lago…
Acá no están acostumbrados a ver a mujeres nadando, más que todo con un short. Eh, entonces la mente de ellos es un poquito, cerrada entonces, como que les daba pena a ellos. Por esa razón es que nunca nos dejaron, ni nos dejaron usar shorts ni nada de eso.
Narradora: Las chicas llegan a la clase y se cambian en la orilla, se quitan su corte y algunas se ponen calzoneta larga. Otras usan un short de lona o una licra que les cubra todas las piernas y camisas de manga corta.
Shelly ha intentado encontrar puntos medios para que las mujeres y las niñas que van a sus clases puedan sentirse cómodas mientras aprenden a nadar.
Shelly Baril Yo siempre digo que para nadar tienen que usar algo que sea cómodo y con lo que se sientan cómodas. Algunas pocas usan traje de baño y shorts y algunas otras usan tal vez unas calzas más largas y una playera de manga corta y ahí de a poco, ¿no? Porque al principio tal vez unas venían con pantalones largos y playeras y a medida que van entrando en confianza conmigo, con las compañeras del grupo y con ellas mismas y confianza con sus propios cuerpos…
Narradora: Las personas de Santa Cruz viajan entre los poblados de la ribera, y lo hacen en lancha. Son lanchas sencillas; una embarcación para aproximadamente 15 personas —a veces con una estructura, apenas cubierta con una lona— que en los días y en las horas de más viento, cuando el oleaje se vuelve más brusco, pueden volcar.
En febrero de 2022, por ejemplo, rescataron a nueve personas de una lancha que volcó en el lago. Según un artículo de Prensa Libre, entre 1974 y 2018 en el lago de Atitlán se registraron seis accidentes en lancha que dejaron víctimas mortales.
El hecho de no saber nadar vuelve vulnerables a las personas que viven en los alrededores del lago.
Hace unos años, Brenda Simaj estuvo en uno de estos accidentes. Brenda es una mujer de 24 años de Santa Cruz. No le gusta recordar lo que pasó, pero dice que después del accidente, no volvió a tomar una lancha. Hasta que se apuntó a las clases de natación en el 2022.
Brenda Simaj Ahora ya no es tanto el miedo, porque anteriormente yo no viajaba sobre el lago, por lo mismo. Entonces me tomó como varios años el superar ese miedo y ahora ya es como más confianza. Como por ejemplo igual, o sea, en mi trabajo, pues tengo que viajar a los diferentes municipios de acá de Santa Cruz, entonces siempre viajo en lancha.
Narradora: En abril de 2022, Shelly se propuso arreglar la plataforma de cemento sobre la que da las indicaciones y hacen el calentamiento antes de meterse al agua.
Narradora: Desde entonces ha hecho dos recaudaciones con sus amigos en Argentina y otros extranjeros que viven en Guatemala, para comprar materiales y para qué puedan patrocinar a las mujeres y niñas que reciben clases. El costo de las clases es de 100 quetzales por mes. Hay chicas que no pueden pagarlos, así que solo dan una donación simbólica.
Con el dinero recaudado también pensó mover algunas piedras de la orilla, construir un cambiador para que las mujeres puedan vestirse con tranquilidad y una bodega pequeña para guardar las tablas, los flotadores y los tubos que usa para enseñar a nadar.
Además, se le ocurrió que podía ser útil colocar andariveles, unas cuerdas que irían en el agua, para crear un carril. Algo así como las pistas para nadadores que suele haber en las piscinas profesionales.
Pero cuando iba a llevar a cabo estas mejoras en el espacio, Shelly se encontró con un problema. Te cuento más sobre esto después de la pausa.
***
Narradora: A inicios de 2022 Shelly se planteó mejorar la plataforma donde las mujeres recibían las clases de natación. A través de una pequeña campaña de recaudación de fondos en sus redes sociales logró juntar 2,500 dólares (más de 15 mil quetzales) que eran suficientes para hacer estos cambios.
Para hacer las mejoras, decidió hablar con la dueña de la propiedad, quien construyó la plataforma. Ella no vive en Guatemala, así que buscó al administrador del terreno.
Shelly Baril: En un principio había hablado con el administrador de la propiedad de la orilla donde doy las clases, que me había dicho que estaba bien, que claro que está bueno el proyecto porque era hacer una mejora de algo que ya estaba construido.
Narradora: Pero después, le dijo que había hablado con la dueña de la propiedad y que a ella no le había gustado la idea.
Narradora: Según las leyes en Guatemala, el espacio que Shelly y las mujeres de Santa Cruz utilizan las mujeres es público.
El artículo 122 de la Constitución establece que el Estado se reserva el dominio de una faja terrestre de doscientos metros alrededor de las orillas de los lagos. La Oficina de Control de Áreas de Reservas del Estado (OCRET) es la encargada de administrar estas reservas, que siguiendo las leyes, se pueden dar en arrendamiento con fines de vivienda, comerciales, turísticos o agrícolas.
Pero según la Ley Reguladora De las Áreas de Reservas Territoriales del Estado de Guatemala, no se puede dar en arrendamiento la franja de veinte metros a partir de las aguas de los lagos.
¿Entonces las orillas son espacios públicos? ¿Quién decide sobre las obras que se realizan en la orilla como muelles o plataformas?
El abogado ambientalista Rafael Maldonado, explica que todo el manto hídrico es decir todo lo que está en el agua, en este caso del lago, corresponde al Estado. Cuando se desea construir sobre el agua deben intervenir ciertas instituciones y leyes.
Rafael Maldonado: concretamente la ley de la Ocret, la ley de reservas territoriales del Estado. El Código Municipal para la autorización de la construcción y la ley de protección y mejoramiento del medio ambiente y el reglamento de evaluación y control ambiental.
Maldonado explica que ahora cualquier mejora o construcción sobre estas áreas debe contar con un estudio de impacto medio ambiental, aunque en la práctica no se realice, también menciona que las municipalidades deberían fiscalizar estas acciones.
Narradora: Para hacer modificaciones en este espacio público, como mejorar la plataforma, construir un cambiador o colocar andariveles, sí tienen que contar con un permiso municipal.
Shelly Baril Pedimos una audiencia a la municipalidad. Estuvimos con el alcalde y todo el concejo municipal, contándoles el proyecto y de lo que queríamos hacer para mejorar. Y más que nada esto es para tener un espacio más seguro todavía, ¿verdad? Entonces ahí el alcalde muy contento, muy feliz con el proyecto dijo que qué bonito, esto nunca lo habían hecho. Y nos dieron el aval municipal.
Narradora: El permiso duró poco. Un par de semanas después, en septiembre de 2022, la municipalidad le notificó a Shelly que la autorización había sido cancelada. En el documento le explicó que los vecinos del área habían dicho que había un problema de colindancia en el terreno.
Shelly Baril Presentamos un recurso de un abogado para pedir que cancelaran la cancelación del aval en audiencia también. Y, bueno, muy complicado. Finalmente no lo logramos, no nos aceptaron este recurso que presentamos.
Narradora: Me comuniqué con el alcalde de Santa Cruz la Laguna, Bartolo Simaj Balcot. Por teléfono, me explicó que no se había podido llegar a un acuerdo con la dueña de la propiedad y por ello se había retirado el permiso. También mencionó el problema de colindancia en el terreno y dijo que prefería mantener este tema por la vía pacífica. Según aseguró, las mujeres y niñas pueden seguir usando el espacio para nadar, ya que es público.
Mientras decide qué hará con el permiso de la municipalidad para mejorar el espacio, Shelly prepara las siguientes clases. El balance del proyecto que hacen ella y las demás mujeres es muy positivo.
Tomasa Pérez: Sí, conocí varias chicas, aunque vivimos en la misma comunidad, pero nunca hemos compartido con ellas. Pero ahorita ya compartimos. Si no sabe la una, la otra abrazada, nos corregimos entre nosotras mismas y hasta nos vamos juntas. Siento que conocí más amistades e hicimos más amistades acá.
Narradora: Las clases también han resultado ser un espacio para conocer más su cuerpo, dentro y fuera del agua. Shelly ha invitado a especialistas que les dan talleres, con los que resuelven dudas sobre la menstruación o sobre su salud sexual y reproductiva.
Shelly Baril Es algo extra que hago, que de lo que hoy platicando con ellas de las preguntas que les surgen…
Entonces organicé un taller de sistema reproductor femenino, porque algo que sí veía mucho, es que estaba… no, estoy con la regla, no voy a las clases. Que porque estoy con el período y demás, entonces, bueno, para entender un poco más cómo funciona nuestro cuerpo, nuestros órganos, el ciclo menstrual, cómo es, por qué tenemos el ciclo cada mes y cuáles son algunos métodos de higiene menstrual… También entonces para ir conociéndonos cada vez más. No digo aprendemos a nadar y es nuestro cuerpo el que está el juego en cada clase y qué mejor que conocerlo.
Narradora: Estela Simaj, otra de las alumnas, comparte la importancia de estos talleres.
Estela Simaj Como grupo de mujeres y niñas, nos hemos involucrado más, ¿verdad? Y también, no solamente vemos temas de natación, sino que también Shelly coloca otros temas como por ejemplo del cuidado del cuerpo. Y ha hecho algunos talleres como estos que son bien interesantes, porque muchas niñas no conocen a veces su cuerpo o no saben o no les dicen en la casa. Más que todo como de educación sexual y reproductiva.
Narradora: Jo’Pachoy ha sido un espacio de conocimiento y movimiento a través del deporte, pero también ha sido un proyecto que disputa un espacio público. Un espacio al que no tenían acceso, por el miedo o los prejuicios. El proyecto sigue buscando ser autosostenible.
Shelly Baril Hasta ahora yo soy la única persona que da las clases y si me enfermo, tengo algún otro compromiso, surge algo, pues no vengo y no tienen clases las chicas. Entonces ir en equipo pensando cuál es la mejor manera de que este proyecto sea sostenible y si el día de mañana me pasa algo o me voy o lo que sea, que Jo’Pachoy siga existiendo y que sea un recurso para las mujeres de la comunidad y un espacio donde puedan seguir aprendiendo y disfrutando de la vida.
Narradora: Si te interesa apoyar el proyecto Jo’Pachoy, puedes contactar con Shelly al correo jopachoy@gmail.com
El guion y las entrevistas de este episodio los hice yo, María Olga Domínguez Ogaldes. La edición es de Carmen Quintela. La música original es de Isaac Hernández, quien también realizó el montaje y la producción sonora y musical. El material audiovisual es de Carlos Alonzo. Puedes ver la fotogalería y el video que trabajó para este episodio en agenciaocote.com.
Ixmucané Us es la gestora de comunidad de Ocote y Magui Medina la coordinadora institucional. La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.
