Guion Angélica Serech: Actualmente la palabra que me representa es Kat, en castellano significa “redes”, y me gusta mucho identificarme con esta palabra porque para mí las redes son …
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Angélica Serech: Actualmente la palabra que me representa es Kat, en castellano significa “redes”, y me gusta mucho identificarme con esta palabra porque para mí las redes son muy especiales, y podemos converger dentro de las redes varias disciplinas del arte.
Narración: Angélica Serech es una artista del textil de Comalapa. Si han podido ver Kixampé el video que dirigió Rosa Chávez del dúo Sarah Curruchich y Rebeca Lane, pues la mujer tejedora es Angélica, y algunas de sus piezas aparecen en el videoclip. Gigantes tejidos con formas, colores y texturas que pensamos reconocer de la tradición textil maya, pero reinterpretadas, reimaginadas en las manos de Angélica. Ahora al lado de su nombre aparece la palabra artista, y sus tejidos, por extensión son obras de arte, suena evidente, pero a las puertas de su primer bienal, para ella todo esto es más que una pregunta
Angélica Serech: Trascender de esta forma, en mi vida y para mí, jamás imaginé lo que actualmente estoy viviendo. Nunca lo percibí de esta forma, es más, ni siquiera sabía que el arte textil se llama como tal, para mi el arte eran solo esculturas, pinturas; y como, tristemente en nuestras escuelas públicas no se nos da desde un inicio el concepto de arte, entonces como que vamos en esa ignorancia y tratando de captar cosas que vemos de fuera, como podamos, y el arte en sí es un privilegio, nunca se nos introduce a nosotros en el arte.
Narración: En este episodio de Radio Ocote hablaremos del arte, hablaremos de los hilos que nos conectan, de la urdimbre que nos hace, ojalá, comunidad, o cuando menos público en uno de los eventos de arte contemporáneo más importantes de la región, la Bienal de Arte Paiz.
Naturalmente una bienal se hace cada dos años, excepto, cuando hay pandemia. La 22 Bienal de Arte Paiz es algo así como la 22 expandida. Programada originalmente para 2020, este que podríamos considerar el evento de arte contemporáneo más grande de Guatemala, resistió el confinamiento y abre sus puertas este mayo del 2021, gran mérito. Imaginen ustedes la logística para que 2 curadores y 40 artistas de 14 países preparen su trabajo y lo expongan en seis sedes de dos ciudades distintas, sumado a un generoso equipo de voluntarios, montaje, mediación pedagógica, guías, diseñadores y el etcétera más creativo que se les ocurra. Y todo esto, pues ya sabemos con restricciones, protocolos, la matemática de la salubridad que hace todo más difícil. Pero bien, se trata de artistas, de mentes creativas, de personas que o solucionan problemas o crean nuevos, pero algo hacen. ¡Qué dolor con los artistas! Será una frase que estoy seguro repetirán muchas de las personas que trabajaron arduo para levantar esta bienal, y pues sí, ya todo montado y expuesto el comentario se vuelve chiste, y se transforma en gratitud.
Gabriel Rodríguez: Esta pandemia cayó de una manera para las artes visuales, que te afectó algo que para nosotros era muy cotidiano, muy común, que incluso lo descartábamos, que era juntarnos, verdad.
Narración: Y bueno, no habrá junta, y las obras también sufrirán lo suyo
Gabriel Rodríguez: Cómo plantear lo interactivo, ahora tan habitual en las artes visuales, obras que se puedan tocar, que se puedan sentir a través de otros sentidos, por ejemplo una obra que se sienta a través del olfato, ahora es otra cosa, ya no podemos pensar en eso.
Narración: Pero salió adelante la bienal, como bien nos cuenta Gabriel Rodríguez quien junto a la chilena Alexia Tala son los curadores de la 22 Bienal de Arte Paiz, y que decidieron nombrar “perdidos, en medio, juntos”. Leamos un fragmento del texto curatorial que es, a su manera, una declaración de principios, algo así como una infraestructura de ideas que hacen de este evento una polifonía de visiones, de ideas, de emociones y, sí, de preguntas críticas.
¿Qué significa lo que ocurre en el mundo hoy? ¿Hacia dónde vamos? Nuestro tiempo se define por la incertidumbre y el retorno de estas preguntas. Esta confusión está determinada por una forma de relacionarnos con el pasado y con el futuro, una relación llena de obstáculos y contradicciones que nos ha atrapado en una sensación de “sin salida”: discursos del odio e intolerancia que se pensaban superados hoy vuelven con fuerza; la vida tecnologizada basada en la instantaneidad afectando la manera de convivir de las personas y voces invisibilizadas por siglos, que reclaman su lugar en la historia. Estos fenómenos contradictorios, dibujan una compleja realidad en la contemporaneidad, basada en una dificultad tanto para interpretar el pasado como para proyectar nuestro destino. Algunos pensadores han llamado a esta desorientación: presentismo.
Gabriel Rodríguez: Entonces nosotros estábamos hablando de exceso de presente y cómo pensar un futuro con este exceso de presente, y de repente viene la pandemia y es todavía más exceso de presente. Por una cuestión de azar, parece que incluyera la pandemia verdad, “perdidos en medio juntos”. A mí se me hacía muy alusiva a las caravanas migrantes, entonces, es como una cuestión poética esta idea de perderse en medio, también una cuestión política, una cuestión de crisis.
Narración: Curaduría es un latinismo que, paradójicamente, entro por el inglés, un latinglisismo digamos. El curator latín se refiere a “cuidar de”, “resguardar de”, y bueno, no es que esta dupla de curadores, Tala-Rodríguez estén cuidando o resguardando nada, pero sí la imagen de articular en torno a ideas el trabajo del grupo de artistas invitados. Los artistas de la bienal son seleccionados algunos en convocatoria abierta, e invitados otros, a criterio de los curadores. Así esta bienal, busca plantearnos estas preguntas. ¿Cómo abordar los pasados del Sur Global en la actualidad? ¿Dónde identificamos las violencias colonizadoras? ¿Cómo respondemos a ellas? ¿Qué pasado construimos para el futuro?
Pasado, futuro, revisiones, encuentros, desencuentros, utilizaremos la palabra de Angélica para tratar de conocer algo del mundo de aquello de lo que estará pleno esta bienal, arte y artistas. De ahí que el hilo, el tejido en sí, sea la metáfora que elijamos para continuar con este relato.
Andrea Monroy: Una gran parte de mi trabajo se basa en una investigación que realizo sobre la tradición textil en Guatemala. Lo que voy a presentar en la bienal es parte de esa investigación, porque es como infinita.
Narración: Andrea Monroy es arquitecta, pero también podría ser relojera, digamos, una apasionada de la minuciosidad y del aprendizaje. Su trabajo es, sobre todo, preguntarse y seguir aprendiendo, y ese camino le ha llevado a una especie de intimidad secreta y metódica.
Andrea Monroy: Siempre mi investigación ha sido como muy externa en este sentido, carezco con una conexión directa con una tejedora indígena, bordadora indígena o tintorera indígena que sea parte de mi familia, no. Entonces siempre ha sido todo como empezar a investigar por lo que me queda más cerca. Pero después empezás a ver que el tejido es hacer, y si tu estás en algo el hacer es lo que te da la pauta para seguir, y entonces empezás a hacer a crear otro tipo de lenguaje y cuando lo empezás a crear ya podés relacionarte con aquellas personas que practican ese lenguaje, entonces ya esa palabrita identidad que puede tomarse de muchos ángulos, también empieza a difuminarse un poco, porque te convertís en hacedora, en bordadora, en tejedora, en creadora y empezás a conocer a quienes se mueven en lo mismo, entonces ya hay puntos de encuentro más que de desencuentro, o diferencias marcadas o etiquetas.
Narración: Una lanzadera de ideas cruza por los hilos, conecta, tal cual señala Andrea, el quehacer es un camino al encuentro. En un contexto como el guatemalteco, donde el tejido es un territorio en disputa, entre las legítimas luchas a partir de la tradición maya de tejedoras, y otra forma de industria extractiva que se apropia de diseños y técnicas para sus productos. Sin embargo, al entenderlo desde el arte vemos también la esencia profunda de esta histórica práctica humana.
Angélica Serech: Mis inicios son desde niña, como la mayoría de las personas que nos dedicamos a los textiles. En mi caso, lamentablemente, la transición no fue de madre hacia hija, pero siempre, en nuestro entorno si no es mamá es la abuela, es la tía, es la prima, es cualquier otra persona que nos puede transmitir ese conocimiento y ese fue mi caso.
Narración: Y simbólicamente de eso se trata el encuentro -y también el desencuentro- de cómo las tradiciones nos marcan y nos permiten hacer exploraciones desde el arte hacia lo colectivo o hacia lo personal, y vaya fuerza colectiva la del trabajo de Angélica Serech.
Angélica Serech: Historia en nudos a través del dorso de mi huipil. Le coloqué este nombre porque el huipil para mí significa mucho, de ahí partimos todas las artistas textiles natas, venimos de un entorno con mucha historia. La vida de una mujer rural, como es mi caso, tiene muchos nudos. Y los nudos significan bastantes cosas, pueden significar un paso firme para mí, cada nudo puede ser un paso firme, un paso adelante, o puede ser un tropiezo, un bache, una desilusión. Mi obra es de color café porque es mi huipil tradicional de San Juan Comalapa. Y el dorso del huipil porque precisamente habla de esas texturas que no se ven, que van muy dentro de nosotros, pegado a nuestra piel, y que en determinado momento solo uno lo puede ver, solo uno lo puede transmitir.
Narración: Y el de Andrea Monroy así de íntimo
Andrea Monroy: En Guatemala hay una mujer fundamental que es Olga Reiche, que la considero mi maestra de tintas. Y me voy directo a ella para que me guíe un poco en este mundo, empiezo a tomar cursos con ella, y ella es como la primera que me abre esta puerta. Y me dice algo muy importante porque tú tienes qué hacer muchas mezclas en esto. Y yo le decía, hey no me estás dando las mezclas exactas, y cómo voy a saber cuando yo esté sola. Y me dijo “lo que importa no es lo que yo te enseñe sino lo que tú podás hacer con esto”. Entonces yo me di a la tarea, porque fue una tarea que yo me impuse sola, que yo iba a empezar a hacer tintes naturales con plantas que yo misma sembrara y cuidara. Eso te abre otro campo, porque es una espera, una perseverancia, un cuidado y una conexión con la planta que tenés que tener de manera increíble. Y esa es toda una lucha con los insectos que se la quieren comer, y es otra manera de tener esa conexión que tiene la cosmovisión maya. Cuando tú ya la entendés de manera vivencial te cambia el panorama, ya todo es mucho más fácil, ya es hacer las conexiones, ya todo viene, como que lo entendés mejor porque lo sentís.
Narración: La Bienal de arte Paiz se fundó en 1978, y ha sido un largo camino que, afortunadamente, sigue su rumbo. Organizada por la Fundación Paiz, trabaja con equipos curatoriales que suelen combinar nacionalidades, género, edades, visiones. Grandes curadoras como Cecilia Fajardo o Gerardo Mosquera, han trabajado con curadoras guatemaltecas como Maya Juracán, Anabella Acevedo, o Pablo Ramírez. Y del listado de artistas, pues basto y generoso, como algunos pocos bosques que aún nos quedan.
Y entre el perdernos y el encontrarnos, pues los cruces de fronteras se vuelven esenciales. Somos un país de eso que llaman Sur global, vaya referencia pues. Y las narrativas que sostienen esta manera de organizar el poder se ven amenazadas, precisamente, por los encuentros, cuando los mundos se encuentran, el poder pierde una forma de hegemonía.
Ana Teresa Barboza y Rafael Freyre, peruanos ambos, trabajando con tejedoras de San Antonio Aguas Calientes; el brasileño Ayrson Heráclito colaborando con el poeta de Livingston, Wingston González; Oscar Santillán, ecuatoriano, a dúo con el cineasta de Tacaná, Elimo Eliseo.
Y en ese perdidos, en medio, juntos; tejidas las visiones, como en el Kat de Angélica, entre colaboraciones y tensiones, pues falta la parte medular de todo este inmenso esfuerzo.
Gabriel Rodríguez: Hay una regla no escrita de la curaduría, de las exposiciones, que dice, lo más importante es el público. Porque es en función de eso que hacés todo, o sea es en función de eso que hacés una museografía, que decidís acá va a estar el texto, el texto va a estar en este idioma. Todas esas ya son cosas que por regla tienen que ser las más importantes, osea, la accesibilidad. Que ahora va a tener que ser por grupos, pero al final sigue siendo presencial. Y los tiempos, por supuesto, también este es otro límite que nos están poniendo, que es cuánto tiempo puede estar cada persona.
Narración: Aquella amenaza pandémica de “cuando todo esto pase” no parece que vaya a resultar tal cual, y sin embargo, la imaginación es esencial en estas realidad, y no nada más con la pandemia, también con las lógicas del mundo que necesitan ser transformadas, reinventadas, reventadas a lo mejor. El esfuerzo titánico de levantar una Bienal en tiempos donde la cultura ha sido una de las grandes víctimas no solo de la pandemia, sino de un sistema intolerante a la crítica, despectivo de la imaginación, e irrespetuoso de la culturas, por dejarle barata la cuenta. Pero ahí estará abierta en su versión expandida, a las artistas, curadores, voluntarios y público que hacen del arte una realidad en el presente, también es necesario agradecerles, y celebrarnos.
Créditos
Investigación, producción y locución: Julio Serrano Echeverría
Edición de guion: Alejandra Gutiérrez Valdizán
Ilustración: Maritza Ponciano
Música: Juancarlos Barrios
