Sharon Van Tuylen y Bárbara Escobar
Dos biólogas nos explican el efecto del aislamiento social en el ambiente
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Lo que se sabe hasta ahora, es que el SARS-CoV-2, el virus que provoca la enfermedad de la COVID-19, surgió del tráfico ilegal de especies y el mal manejo de estas en los mercados de China. Pero la depredación de los bosques y la destrucción del hábitat de las especies sucede en todo el mundo, incluida Guatemala. Sharon Van Tuylen, bióloga con un máster en hidrología y gestión de recursos hídricos, y Bárbara Escobar, bióloga con una maestría en conservación y manejo de vida silvestre nos dan una panorámica sobre la situación ambiental en Guatemala.


El distanciamiento social sí ha permitido que el ambiente dé indicios de alivio: ríos menos contaminados, lagos más cristalinos, aire más puro, mayor libertad para los animales silvestres. Pero, las medidas de movilidad restringida para prevenir los contagios de la pandemia, con menor vigilancia, también han propiciado la tala y caza. El coronavirus presenta una advertencia para la humanidad.

Este momento, dicen las biólogas entrevistadas, es para cuestionarnos. 

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¿Cuál era el estado de la biodiversidad y salud ambiental en Guatemala, antes del distanciamiento social?

Sharon Van Tuylen (SVT): Guatemala está en el cuarto lugar de los países con mayor deforestación a nivel mundial. Ya con eso nos podemos dar una idea de la pérdida de ecosistemas y daño a la diversidad biológica del país. La deforestación, por ejemplo, ha ido en aumento. Si seguimos al ritmo que vamos —deforestación, minería, degradación ambiental, tráfico de especies, degradación de recursos hídricos— vamos a llevar a muchas especies a la extinción. A esto se suma una legislación ambiental no lo suficientemente estricta.

Bárbara Escobar (BS): Este año los planes de muchos proyectos ambientales eran continuar programas de conservación de especies, apoyo en vigilancia y seguridad. El área que yo trabajo, en Izabal, es muy conflictiva, por ejemplo. Hay mucha inseguridad, cacería, presencia de narcotráfico, etc.

¿Ha tenido un impacto positivo el distanciamiento social en la situación del recurso hídrico en Guatemala?

SVT: En AMSA (Autoridad del Lago Atitlán) monitoreamos constantemente la carga contaminante en la cuenca y lago. En el Río Villalobos vimos que la carga contaminante había disminuido casi a la mitad. Aumentó la transparencia del lago. Esto es porque disminuyó la actividad del transporte acuático. En el lago de Izabal, pues no se vio mucha diferencia tampoco, pero en Río Dulce, sí. Pero esto es un tema más de la actividad humana, digamos, no tanto de si entraban o no entraban contaminantes, sino la disminución de la movilidad en transporte acuático.

¿Es esto  suficiente para crear un impacto positivo en el ecosistema?

SVT: No. Por ejemplo, el Río Villalobos, aunque sí disminuyó la carga contaminante, esto no significa que hemos dejado de contaminar. Antes de la crisis eran toneladas de carga contaminante que ingresábamos al río. Es demasiado como para decir que en cuatro meses vamos a propiciar una recuperación, por lo menos en sistemas acuáticos. Los ecosistemas son bastante resilientes, pero tienen un límite. Otro tema es, ¿qué pasa después? ¿Qué pasa cuando se reactive todo? Puede que mejore, sí. Pero creo que estas mejoras que estamos viendo ahora son temporales.

En pocas palabras, si regresamos a la misma rutina de antes, ¿va a ser como si no hubiera pasado nada?

SVT: Prácticamente sí. Creo que después va a ser incluso peor. De esa necesidad de reactivar la economía vamos a dañar al ambiente aún más. La necesidad de recuperar la economía puede llevar a que haya un repunte en contaminación ambiental. ¿Qué compromisos vamos a asumir para mantener estas mejoras? Es momento de cuestionarnos.

El fotógrafo y cineasta de conservación afirma que, por ejemplo, ha permitido que ciertas aves migratorias vuelvan a completar sus viajes sin problemas. ¿Ha tenido un impacto positivo la reducción de actividades productivas y de movilidad social en la fauna de Guatemala?

BS: El hecho que haya menor perturbación o presencia humana sí ha permitido que ciertas especies que, históricamente, se habían alejado de algún sitio, regresen, paulatinamente. Estamos teniendo registros de especies de mamíferos; por ejemplo: jaguares, caminando con más libertad y en lugares que no habían visitado. Y esto no es solo atractivo visualmente, es un recordatorio que las especies siguen ahí y que, sin la presencia de humanos, ellas gozan de mayor libertad, de una libertad natural para ellas. El caso más evidente es el del jaguar en el parque nacional de Tikal. Y bueno es probable que animales más pequeños también presenten cambios, pero no los vemos fácilmente. Me refiero a insectos, vertebrados pequeños, reptiles, anfibios, arácnidos. 

¿De qué manera el comportamiento humano impacta a la fauna?

BS: Hay cosas como el sonido, la contaminación del aire, el agua; esto puede afectar los ciclos de vida de varias especies. Pero a veces basta con estar ahí. Es decir, cuando los animales perciben nuestra presencia, van a evitar ciertos sitios o dejarán de hacer cosas que normalmente harían. Luego, claro, si hablamos de actos más evidentes como destruir su hábitat o áreas de paso, podemos reducir sus recursos, evitar que alcancen lugares donde ocurren sus cortejos o apareamientos, etc.

Escucha el episodio de Radio Ocote: “Volvimos a escuchar a las aves”

A pesar de estos cambios positivos, el aislamiento también ha tenido un impacto negativo en la fauna en Guatemala, ¿no? 

SVT: Como los animales andan un poco, digamos, más confiados y más tranquilos, y ha disminuido toda esta actividad humana, pues en las áreas protegidas se ha visto que la caza furtiva pues ha aumentado. Se ha perdido esa vigilancia ambiental. No solo es la parte linda, de que los animales están volviendo y paseando por las ciudades, sino que está esta otra parte que la naturaleza y áreas que están desprotegidas.

BS: En algunas de las áreas donde yo trabajo hay más actividades ilegales. En Izabal estamos viendo más escombros, gente está entrando a talar árboles. Esto no pasaba porque antes había mayor presencia de diferentes instituciones.

Este tipo de cacería, se ha mencionado, está directamente relacionada con el nacimiento del SARS-CoV-2. Es, pues, la COVID-19 una enfermedad zoonótica. ¿Cómo la intervención humana propicia el nacimiento de estas enfermedades?

BS: Las enfermedades zoonóticas son enfermedades que se pueden transmitir entre animales y seres humanos. Hay que tener claro que incluso los humanos tenemos, naturalmente, ciertos posibles patógenos. Estos patógenos tienen la potencialidad de mutar en otras enfermedades. En el caso de las enfermedades zoonóticas no deberían llegar a los humanos. ¿Por qué? Porque hay barreras naturales, como los bosques,  que mantienen separadas a las especies. El problema es que nos estamos acabando los bosques. Nuestro comportamiento propicia el cambio climático, provoca cambios de temperatura, etcétera. O sea, hay muchas alteraciones en la naturaleza que son producto de nuestras actividades, y esto hace que estas barreras naturales caigan.

SVT: Al deforestar y urbanizar, al invadir, digamos, estas áreas naturales, propiciamos que especies que, naturalmente estarían lejanas una de otra, se encuentren. Un ejemplo del impacto que tienen nuestras actividades en el ecosistema, es lo que pasa aquí con la enfermedad de chagas. La enfermedad de chagas la transmite una chinche, que su origen es selvático, digamos. Pero esta chinche se acostumbró a nuestras casas y ahora vive con nosotros y transmite esta enfermedad.

BS: Ya sabemos que este coronavirus surgió en relación con el tráfico de vida silvestre. Este mercado de Wuhan es un mercado donde se vendían especies silvestres y donde se almacenaban junto a otras que, naturalmente, ni se verían.

¿Es posible que esto ocurriera en Guatemala, que nazca un nuevo virus, como el coronavirus?

SVT: Sí, existe la posibilidad. En la medida que tengamos más contacto con animales silvestres existe esta posibilidad. Los murciélagos no solo están en China. Acá en Guatemala se han detectado cantidades de coronavirus en murciélagos locales.  Ahora, ¿qué tanta probabilidad de que se transmita a un humano? Realmente no es tanto. Son las interacciones que tengamos con los animales y con la naturaleza.

A nivel personal, ¿qué podemos hacer? ¿Qué podemos hacer como individuos para reducir el daño ambiental y evitar que una nueva pandemia, de origen zoonótico, ocurra? 

BS: No debemos olvidar cómo surgió este virus. Al estar hablando de cómo mitigar o controlar el contagio de coronavirus, o buscar curarlo, dejamos de hablar de por qué ocurrió. Definitivamente creo que no estamos hablando lo suficiente de la relación que hay entre la destrucción del medio ambiente y la mala relación que tenemos con el resto de seres vivos, y el nacimiento de este virus. Hace falta hablar de ello. La gente debe saber que el virus nació por el tráfico de vida silvestre y de cómo estamos faltándole el respecto a la vida de un montón de especies también.

SVT: Es una cuestión de conciencia. Por ejemplo, veamos los productos importados. No es lo mismo comer una manzana de Totonicapán que una manzana que viene de Chile. Esa manzana viene con una carga contaminante: emisiones de carbono, transporte, gases de efecto invernadero. ¿Cuánto cuesta traer una manzana desde allá? ¿Cuándo cuesta comprar una manzana local? Esto es un llamado a la consciencia a revisar estos patrones de consumo, ¿verdad? Consumir productos locales siempre, siempre van a tener una huella ambiental menos dañina que los importados. Esto también lo vemos en la ropa. Debemos conocer todo lo que implica en que el pantalón que llevamos puesto llegue a nosotros: transporte, mano de obra, empleados explotados…. ¿Realmente necesitamos otro pantalón más?

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