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La angustiosa espera de los resultados que no llegan
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Pacientes que llevan dos semanas sin obtener resultado de su prueba COVID-19, que se han tenido que someter a más de una prueba o que por no tener síntomas no aplican al hisopado. El Sistema de Salud se atrasa en la entrega de resultados y envía pacientes asintomáticos a aislarse a sus casas. Aquí las historias de tres de ellos y un panorama de cómo funciona el sistema de detección del coronavirus en Guatemala.


En las primeras semanas de junio empezaron a hacerse públicas denuncias sobre el retraso del resultado en los hisopados que realiza el sistema de salud en Guatemala. Personas que esperan dos semanas para conocer si tienen resultado positivo a la COVID-19. Asintomáticos que son devueltos a sus casas sin que se les haga la prueba  y personal médico que ha tenido que someterse a más de una prueba. Relatos desde la primera línea de la pandemia, después de que el Ministerio de Salud (MSPAS) ha reconocido que los resultados se atrasan hasta 10 días en el Laboratorio Nacional de Salud (LNS).

El LNS “es un lugar donde se procesa del 80 al 90% de las pruebas, se hace a través de un método específico. Este método no lo pueden manejar otros hospitales u otros laboratorios que no tengan los recursos necesarios. Eso nos ha complicado porque quiere decir que todas las pruebas van al LNS”, confirmó el entonces viceministro de Salud, Miguel Ángel Borrayo, el pasado miércoles 10 de junio en conferencia de prensa. Miguel Ángel Borrayo fue sustituido el 19 de junio.

En Agencia Ocote recopilamos algunos testimonios que ejemplifican los procedimientos del Ministerio de Salud, como ente rector de la pandemia COVID-19 en Guatemala. Las tres personas que narraron su experiencia prefieren mantenerse en el anonimato, por lo que las identificamos con una letra.

A.

“Mi empresa me ha hecho ir a trabajar a pesar de la emergencia”. Esta es la primera denuncia que hace A., quien explica que a pesar de su enfermedad, no le pagaron la quincena en la que estuvo en aislamiento por orden del MSPAS. La empresa para la que labora se dedica a suministrar abarrotes a otras empresas.

A. explica que a mediados de mayo comenzó a experimentar síntomas relacionados a la COVID-19, por lo que acudió a un Centro de Salud de Villa Canales. “El médico tomó mi temperatura. Tenía fiebre y no podía respirar bien. Aun así, no me hizo el hisopado, y me mandó a mi casa con paracetamol y claritromicina”. El médico, según relata A., le explicó que sus síntomas no se relacionaban a la COVID-19, pero que estuviera en casa unos días para observar cómo podía evolucionar. Ante esto se extrañó porque según lo que ha informado el Ministerio de Salud, sí tenía síntomas.

“Y me seguí sintiendo mal”, explica. “Cinco días después regresé al Centro de Salud y ese día (25 de mayo) sí me hicieron la prueba. Escuché al personal médico decir que iba a ir a la farmacia a comprar gabacha, guantes y careta. En una banca afuera del centro me hicieron la prueba”. Entonces, notificó a su trabajo y se quedó en casa. Ahora con instrucciones estrictas de aislarse, tomar medicamento y con la promesa de que llamarían a su trabajo para avisar de su situación. Pero no lo hicieron.

Transcurrieron los días y los síntomas empeoraron. A. recibía llamadas del MSPAS para monitorear sus síntomas, pero no le daban el resultado de su prueba, entonces visitó a un médico privado. Éste lo examinó y le diagnosticó una bronconeumonía. “Él me dejó un antibiótico que sí empezó a mejorar mis síntomas”, relata.

Han pasado más de dos semanas desde que el Centro de Salud tomó la muestra de A., y aún no le notifica el resultado. “No sé si fui positivo o negativo. Estuve dos semanas en casa con mi mamá. Vivo con ella”, dice. Ha decidido volver al trabajo porque necesita el dinero. Su jefe le ha dicho que por no tener constancia del MSPAS, no tiene derecho a la quincena anterior. “Buscar otro trabajo implicaría el doble de esfuerzo para mí, que soy una persona trans”, agrega.

A. dice que denunciar al Ministerio de Salud ante el Ministerio Público sería un proceso demasiado largo, por eso busca una vía más inmediata para denunciar y por eso decidió contar su experiencia a Agencia Ocote. Además, dice que podría haber señalamientos sociales debido a los prejuicios que hay sobre los portadores del coronavirus, y teme un posible despido. Además, “las personas trans corremos muchos más riesgos”, enfatiza.

B.

“Tengo turnos cada tres días. Dos días antes había turnado en el hospital”. Así empieza B. la conversación telefónica, quien es parte del personal médico del  Hospital San Juan de Dios, que atiende casos COVID-19 en la Ciudad de Guatemala. B. vivía en Antigua Guatemala antes de trabajar en el San Juan. Se mudó a casa de unos familiares en la zona 1 de la capital para estar cerca del hospital. “En marzo de este año me mude a un apartamento para aislarme, igual en zona 1”, previendo la situación de un posible contagio. B. dio positivo hace dos semanas.

B. relata que el primer día que tuvo síntomas fue un jueves. “Me desperté y tenía dolor de garganta. Había pasado más de 24 horas sin dormir por el turno y pensé que era por eso”. Repetía en sus pensamientos: “No es coronavirus”. Aunque el dolor de cabeza y de garganta aumentaba. “Le avisé a mi jefe y hablé con el Departamento de Epidemiología del hospital. Ese día fui y me hicieron la primera prueba. Me dijeron que me avisaban en cuatro o cinco días, pero luego rectificaron que por ser personal médico iban a acelerar la prueba a ese mismo día”.

Pasó el viernes, el sábado y el domingo. No había resultado de la prueba. Le indicaron que no saliera de casa y así lo hizo. B. pasó por mareos e incapacidad para levantarse de la cama. Tuvo fiebres y tomó acetaminofén, recetado por ella misma. “Me preocupaba saber el resultado de la prueba. Podía ser una gripe, pero yo asumí que sí era COVID-19. Sentía angustia e inquietud”, dice.

El sábado desaparecieron los síntomas. No más fiebre ni malestar. “Tenía un poco de dolor de garganta y una presión en el tórax. Me costaba respirar un poco, pero era leve”, agrega.

B. recibió una llamada el lunes: se habían quedado sin el reactivo para procesar su muestra en el hospital y debían tomarle una segunda muestra. Recibió el resultado el martes: dio positivo. Cinco días después de haberse sometido a la primera prueba.

“Me preocupé mucho. Tuvieron que hacerle la prueba a mis contactos en el hospital. Mis compañeros. Mi único equipo de protección en el hospital ha sido una mascarilla (porque el hospital ha recibido donación de mascarillas), careta (también donación) y mi filipina”, explica.

Ahora  B. espera a que las autoridades del hospital decidan si vuelve al trabajo, continúa aislada o le realizan otro hisopado. “Creo que volveré a insistir para saber qué hacer”, dice antes de terminar la llamada. B no sabe cómo proceder. Ha pasado de ser médica a ser una paciente más a la espera.

***

Según la última actualización de la Guía Epidemiológica por COVID-19 del Ministerio de Salud, será considerado un caso recuperado después de cumplir 10 días desde el inicio de los síntomas, y al menos tres días sin síntomas (sin necesidad de hacer una prueba control). Esto para los pacientes sintomáticos. “Para pacientes asintomáticos: lleva al menos 10 días desde la toma de la muestra que salió positiva (sin necesidad de hacer una prueba control)”, describe el mismo protocolo.

Carlos Grazioso, infectólogo pediatra y miembro de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI) opina que esta es una decisión positiva. “La definición de recuperado solía ser muy estricta al realizar dos o tres pruebas. En cada país es diferente el protocolo y en Guatemala no nos podemos dar el lujo de utilizar pruebas para determinar como recuperados a pacientes”, dice.

Después de esos 10 días la posibilidad de contagio es mínima, asegura Grazioso. “De igual forma se les recomienda tomar precauciones. De ser posible, continuar aislados en sus residencias”, agrega.

C.

C. es  funcionario del Organismo Judicial. “Nos enteramos de que el papá de mi jefa se contagió del virus. Esto fue un domingo. Ella y yo estuvimos en el mismo espacio de trabajo toda una semana”, comienza.

“Me tocaba turno el martes y amanecí con una temperatura de 37.4 grados. Fui al trabajo y me regresaron a mi casa. Me dijeron que debía hacerme la prueba por haber sido contacto, así que el miércoles fui al IGSS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social)”.

El miércoles a las 9 de la mañana, se formó en la fila que, según C., llegó a ser de al menos 100 personas. “Me atendieron después de las 5 de la tarde. Después del toque de queda. No sabía qué iba a hacer para volver a mi casa”, dice.

En la cola había personas que iban por atención clínica y otras para hacerse la prueba de COVID-19. “Al medio día llegó una ambulancia. Vimos bajar a dos personas escoltadas por personal médico, con traje blanco de pies a cabeza. Asumimos que eran posibles infectados de coronavirus y fue como si hubieran tirado una bomba. Todos salieron corriendo. Luego nos volvimos a formar”, describe.

Así de lento como C. sintió el día, así avanzaba la cola. “Faltaban 10 minutos para que iniciara el toque de queda y un trabajador del IGSS dijo que se les habían agotado las pruebas. Quienes estábamos allí comenzamos a alegar. Muchas personas nos quedamos. A los 10 minutos dijeron que habían encontrado insumos para más pruebas”, dice C., mientras señala que no creyó que se tratara de un milagro. “Creo que siempre tuvieron pruebas pero buscaban disminuir la cantidad de personas”, se queja.

“Llegó mi turno. Me tomaron la temperatura, el pulso, la respiración y me pidieron que contara mi historia y si había tenido contacto con algún caso positivo. Me dieron paracetamol, ibuprofeno y un antialérgico. Dijeron que no aplicaba para el hisopado”. C. no tenía ningún síntoma, más que un leve dolor de cabeza del día anterior. “Me dieron un documento para que cumpliera aislamiento en mi casa”, relata.

El papel que le entregaron a C. dice: “27 de mayo de 2020. El paciente indica que hace una semana tuvo contacto con una compañera de trabajo cuyo padre fue diagnosticado como caso positivo. Por lo que lo envían a este servicio a realizarse la prueba. No se considera caso sospechoso. Se da egreso con tratamiento asintomático”.

Le indicaron que si dentro de siete días no presentaba síntomas, estuviera tranquilo. De lo contrario, debía volver al IGSS para someterse al hisopado. “Llevé el documento a mi trabajo. Al sexto día de mi aislamiento me llamaron y me dijeron que era urgente que me presentara a trabajar”.

***

El IGSS informó el viernes 12 de junio que no atenderá más casos en los que patronos envíen a sus empleados a realizarse la prueba diagnóstica de COVID-19. En su boletín número 20  asegura que los patronos deberán gestionar con el IGSS el procedimiento para realizar pruebas a sus trabajadores.

Según el Departamento de Comunicación Social del seguro social, en esta entidad se procesan tres grupos de pruebas al día: a las 10 y 15 horas, de las cuales entregan resultados el mismo día, y otro a las 19 horas de las que dan resultado al día siguiente. No informan cuántas pruebas procesan porque aseguran ya está incluido en el total que el MSPAS hace público en cadena nacional.

El ahora exviceministro Borrayo, recién sustituido este 19 de junio, aseguró en la misma conferencia del miércoles 17 que “en las últimas semanas hemos incrementado el personal para el LNS. Se han contratado más biólogos y más digitadores para que las virólogas se dediquen a la evaluación de las pruebas”. Agregó que el aumento de tomas de muestra ha hecho que los procesos y la entrega de resultados se atrase.

A más de cuatro meses de que se realizó la primera prueba en Guatemala, el 3 de febrero según datos del MSPAS; y a 96 días de que se detectara el primer caso en Guatemala (13 de marzo), la cantidad de pruebas procesadas ha ido en aumento. Según el MSPAS, el 13 de marzo se procesaron 19 pruebas, y en junio la cifra se ha mantenido entre 1,500 y 1,800 pruebas diarias. “Desde hace tres o cuatro semanas se comenzó a preparar otros laboratorios para que no todas las pruebas lleguen al mismo lugar (LNS). Esperamos descongestionar el trabajo del Laboratorio Nacional de Salud la siguiente semana”, aseguró Borrayo.

Mientras el Borrayo declaraba que  acelerarían estos procesos, el ahora exministro de Salud, Hugo Monroy y el director ejecutivo de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19 (Coprecovid), Edwin Asturias, declararon en diversas ocasiones, que prevén la implementación de un nuevo protocolo para ejecutar 5 mil pruebas diarias para identificar un mayor número de casos.

La diputada de Movimiento Semilla, Lucrecia Hernández Mack informó a través de un tuit que al 8 de junio el MSPAS tenía pendientes de procesar 4909 pruebas. Es decir, que el número de casos detectados a diario tiene un subregistro de miles de pacientes que aún no conocen su resultado. “Urge un plan para agilizar laboratorios y tener mejor información para tomar decisiones”, denunció la diputada.

***

Horas antes de la publicación de esta nota, el gobierno de Guatemala informó la destitución de la cúpula del Ministerio de Salud. Las nuevas autoridades aún no se pronuncian sobre los planes para agilizar los procesos.  Mientras tanto, hay pacientes, desconocemos el número, que aún esperan, entre la ansiedad y la incertidumbre, sus resultados.

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