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EL DOCTOR ASTURIAS NO ES NINGÚN MAGO
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Edwin Asturias es epidemiólogo y está al frente de la Comisión presidencial de atención a la emergencia del Covid-19, Coprecovid, su trabajo en esta comisión despertó distintos comentarios y también reflexiones, como esta que comparte el periodista Haroldo Sánchez sobre los retos de luchar contra el coronavirus en un país como Guatemala.


¿Qué piensa del doctor Asturias? ¿Cree que hará algo positivo o, por el contrario, se topará con La roca inamovible que es la burocracia del Gobierno? Escuché esas preguntas y comprendí que eran las mismas que leí en las redes sociales. Unos, aplaudiendo la presencia del profesional de la medicina, otros, rechazando su nombramiento por ser un hombre de izquierda, y algunos más, decepcionados porque en sus primeras apariciones públicas no llenó las expectativas, al pensar que llegaba con un látigo a sacar a los mercaderes del templo.

La realidad en este país es que toda persona que empiece a trabajar con el gobierno, inmediatamente es víctima de la duda o del ataque por haber tomado esa decisión. Al doctor Edwin Asturias, ni siquiera se le ha dado tiempo para que demuestre qué hará, pero ya se le bajó del pedestal en donde muchos, de manera inconsciente e irresponsable, lo colocaron.

Desde que se anunció el primer caso de coronavirus en Guatemala, el doctor empezó a tener una gran presencia en las redes sociales, sobre todo en twitter, donde sus atinados comentarios y su postura, lo situaron a la vanguardia de quienes podían hablar con propiedad de las consecuencias del Covid-19 y de las medidas gubernamentales, que muchas veces cuestionó y por eso se ganó la admiración de sus seguidores.

Su postura como profesional, académico, científico y guatemalteco, le valió de inmediato el reconocimiento de las grandes mayorías, que se sintieron identificadas con su postura firme, la claridad de sus mensajes y el conocimiento que destila cada twitter que sube a la red. De la noche a la mañana, se convirtió en el personaje público más seguido durante esta pandemia.

Cuando se oyó mencionar su nombre para presidir como director la Comisión Nacional contra el Covid-19, un pequeño pero ruidoso sector elevó la voz para acusarlo de ser un miembro infiltrado de la izquierda y que su nombramiento era uno de los más grandes errores del gobierno de Giammattei. Lo colocaron en el altar del sacrificio y lo compararon con antiguos y oxidados dirigentes guerrilleros. Su rostro fue colocado en una fotografía, con una boina y un puro, al mejor estilo del Che Guevara.

Esa oposición sistemática, sin sentido y fuera de la realidad, tan solo era la muestra de lo que siempre ha sido la sociedad guatemalteca: dividida y fragmentada. Ni es de izquierdas, menos comunista, ni busca destruir el sistema capitalista que cobija a sus detractores. De izquierdista el doctor Asturias tiene, lo que Trump de humanista.

Tampoco aquí es aquello de que hay que darle el beneficio de la duda, porque él no vino para ver en qué puede colaborar. Llegó a tratar de mejorar el combate al coronavirus, no a poner orden a un sistema de salud inoperante y poco solidario con la población más necesitada. En la actual crisis, de seguro se encontró con sub-registros, con un gran desorden administrativo en el ministerio de Salud, con poca o nula respuesta a las demandas de los médicos de los hospitales Covid-19, y con innumerables trabas burocráticas.

No es lo mismo verla venir, que bailar con ella, dice el refrán. Una cosa es criticar desde el twitter y otra enfrentarse de manera directa con los grandes retos que demanda implementar medidas de inmediato, urgentes, en un lugar donde durante años, nada cambió. El sistema de salud de Guatemala es uno de los peores de América Latina, y el colapso de la red hospitalaria nacional es permanente. Malos y pocos recursos. Sin recambios en una infraestructura con décadas de olvido. Salarios miserables para profesionales sanitarios. Escasez de medicina. Saturación de los servicios de enfermedades crónicas, que se han vuelto comunes en nuestro medio. Y lo peor, desfile durante años, de funcionarios mediocres y corruptos.

Lo que hay que tener claro es que el doctor Asturias no vino para arreglar los sempiternos problemas de la salud en el país. Aceptó el cargo, sabiendo que conlleva un gran desgaste humano, físico y de imagen.  Su rol está enfocado en el tema del coronavirus y estoy seguro que hará todo lo que esté de su parte para apoyar a los guatemaltecos. No es un mago, ni tiene ninguna varita. Lo que sí sé, es que pondrá todo su esfuerzo y sus conocimientos para aportar en estos momentos, y que esta pandemia no termine por destruir lo poco que aun tenemos. Esperar más, es tan solo soñar con lo imposible.

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*Haroldo Sánchez es escritor y periodista. Ha coordinado varias de las redacciones más importantes del país, y actualmente es fundador y director del medio digital Factor 4


Las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan los criterios editoriales de Agencia Ocote. Las colaboraciones son a pedido del medio sin que su publicación implique una relación laboral con nosotros.

 

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