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Explora aquí la segunda temporada completa de Aquí pasó algo
Lee aquí la transcripción del episodio:
Estamos en la cuarta avenida de la zona 1 de Ciudad de Guatemala. Justo en la esquina con la novena calle, que es una de las vías de entrada al centro histórico, desde el anillo Periférico que bordea la capital de Guatemala de sur a norte.
El paisaje es similar al resto de cuadras de la zona uno. Las banquetas desgastadas y quebradas son el camino que muchas personas toman a diario para llegar a sus trabajos. El bullicio de vendedores ambulantes y de trabajadores de autobús que buscan clientes se mezcla con las bocinas de los autos y los tubos de escape sin silenciador de las motos.
En la cuarta avenida, hay algunas ópticas y un banco. Los colores deslavados en los edificios rompen un poco la monotonía de la cuadra y entre la maraña de cables se pueden apreciar los balcones de algunas casas.
En esta esquina verás un edificio azul de cinco niveles con el numeral 3-72. Parte de la fachada está llena de grafitis. De frente, el edificio tiene una puerta negra, y dos grandes ventanales protegidos por rejas. Uno de los locales del primer nivel es una oficina jurídica. Al lado de la puerta suele colocarse un hombre que vende cigarros, chicles y golosinas. Acércate y baja la mirada. En la banqueta de este edificio, frente a la puerta de ingreso, fundida en el cemento, hay una placa en la que se lee: «Aquí fue vilmente asesinado Adolfo Mijangos López el 13 de enero de 1971».
Adolfo Mijangos López fue un abogado, académico y político guatemalteco. Se graduó en la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde también fue catedrático. A sus 29 años sufrió un accidente que lo hizo quedar en silla de ruedas.
Fue elegido diputado por el Partido Revolucionario y formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente entre 1966 y 1967. En esos años defendió activamente los derechos laborales y criticó con firmeza los abusos del Ejército y la represión contra movimientos populares.
Más adelante fundó el Frente Unido de la Revolución Democrática. Su pensamiento crítico, sus denuncias públicas y su defensa del Estado de derecho lo convirtieron en una figura incómoda para las estructuras de poder de la época.
***
María Eugenia Mijangos: Mi nombre es María Eugenia Mijangos Martínez. Yo soy trabajadora social, abogada y notaria. En los últimos 6 años de mi carrera profesional, digamos, de mi vida laboral activa, estuve de magistrada del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala.
El vínculo que me une con Óscar Adolfo Mijangos López es muy fuerte, puesto que él además de ser mi primo hermano, fue mi padrino de bautizo. Y una persona que marcó mi pensamiento y sobre todo pudiéramos decir mi forma de pensar políticamente, puesto que desde mis años de adolescencia y después joven, siempre tuve la influencia de él muy cerca.
La personalidad de Adolfo definitivamente era muy carismática. Él era una persona que nunca perdió la alegría de vivir, a pesar de que tuvo su accidente estudiando sus doctorados en Europa, pero él se sobrepuso a esto y la primera impresión que usted tenía al estar con él era que era una persona juguetona, de muy buen humor.
Yo me recuerdo que en mis tiempos de estudiante tanto de trabajo social como de derecho, me acompañaban a veces a verlo amigas, todas quedaban prendadas de él, después: «Vamos a ver a tu primo, vamos a ver a tu primo», o sea, era muy simpático él, muy agradable, muy carismático.
Pero también, digamos, como referencia, era una persona de principios muy fuertes. La ideología de Adolfo, de Manuel Colom, también de Fuentes Mohr, era eran ideólogos y políticos practicantes socialdemócratas, eran vistos como comunistas, porque aquí estabas o con el estatus quo o eras comunista, no había matices, había muy poco desarrollo político.
Me recuerdo que a veces llamaba él por teléfono a mi papá que iba a llegar un fin de semana y todos nos poníamos muy contentos, mi mamá preparaba comida e íbamos de día de campo. Pero yo siempre recuerdo que cuando ya él se iba, ya partía, mis papás siempre se quedaban platicando y siempre existía esa preocupación por la vida de él.
Había mucha gente alrededor de él que le decía que se fuera, que mejor abandonara el país, pero él nunca lo quiso hacer y prácticamente con eso firmó su sentencia de muerte. Pero también coincidió con que Adolfo se estaba desempeñando en el Congreso, entonces también ahí se puede ver que las posiciones de él generalmente pues no eran populares, se puede decir, dentro de la bancada oficial porque era una pequeña bancada de oposición integrada por tres diputados de la Democracia Cristiana y Adolfo. Entonces, generalmente las intervenciones de ellos pues trataban, digamos, de ir por otro lado de donde iba la bancada oficial.
El 13 de enero del 71 yo regresé de Estados Unidos a donde había ido a comprar mi vestido de boda. Me llegaron a esperar al aeropuerto mi mamá, mi hermano, el que era mi novio y un amigo de él y después fuimos para la casa donde yo vivía y estuvimos departiendo un poco.
Ellos se retiraron y más o menos como a la hora de haberse retirado mi novio regresó. Entonces él entró con un amigo y dijo: «préstame el teléfono —dijo— pasó algo grave». Pero no dijo qué. Habló por teléfono y cuando habló dijo: «balearon a Fito».
Adolfo tenía su bufete en la novena calle y cuarta avenida esquina. Eran aproximadamente las 7 de la noche y él siempre bajaba en el elevador y su piloto esperaba en una camioneta Volkswagen. Entonces, él se acercaba a la camioneta y con sus brazos se jalaba, digamos, y él mismo se colocaba en el asiento. Entonces, en ese momento que él hacía eso, el piloto quitaba la silla, la plegaba y la metía atrás, cuando tres hombres con sombreros de petate llegaron y le dispararon por la espalda. Cayó muerto instantáneamente, así fue como fue perpetrado el el asesinato. No hubo ninguna investigación seria de parte de autoridades de las autoridades, de la policía.
Realmente es una pérdida en el sentido que la mayoría eran personas pensantes y esencialmente democráticas en un momento del país en el cual la polarización era demasiado fuerte y éramos tan atrasados y tan violentos que la solución para que no hubiera esa polarización era la eliminación física. Creo que se perdió para el país la oportunidad de que hombres valiosos como Fito, como Manuel Colón, como Fuentes Mohr dieran su aporte y se pudiera evolucionar políticamente.
Hay un poema que le escribió precisamente otro personaje querido por el pueblo de Guatemala que es el doctor Barnoya y que realmente es es un un poema donde se retrata muy bien la personalidad de Adolfo, se llama Amigo Mártir y dice así:
Amigo mártir
te recuerdo
jovial y
bullanguero
en lo más alto de tu escuela
leyendo a voz en cuello
decretos de un jolgorio
poniendo en evidencia
la estolidez
el latrocinio
el crimen
la injusticia
y el prevaricato.
Amigo mártir
te recuerdo
en una silla
inmóviles las piernas
muy ágil el cerebro
y fluida la palabra
que infortunada
caía en el vacío
sin ser oída
ni tomada en cuenta.
Amigo mártir
te recuerdo
cubierto por un manto
ensangrentado
por doce proyectiles
de insania
de ignominia.
Amigo mártir
te recuerdo
con manos suaves
risa franca
corazón abierto.
Amigo mártir
fue largo tu calvario
muy ardua la tarea
ya descansas.
Enero en sombra de un año sin nombre
***
¿Quieres escuchar lo que pasó en otros lugares?
A unos cuatro kilómetros de aquí, entre la tercera avenida y cuarta calle de la zona 9, asesinaron a Manuel Colom Argueta, amigo y compañero de Adolfo Mijangos.
Si haces un recorrido presencial puedes seguir sobre la novena calle. Al llegar a la 12 avenida encontrarás el lugar en el que secuestraron y desaparecieron a Rubén Amílcar Farfán.
Si haces el recorrido digital, puedes escuchar las demás cápsulas en agenciaocote.com o en tu plataforma de audio favorita. También puedes explorar el mapa para ver otros lugares.





