Filgua: 25 años de impulsar la lectura

Cada julio, en Guatemala, miles de personas llenan pasillos repletos de libros, voces y actividades en la FILGUA. Detrás del evento más importante del libro en Guatemala hay una historia de casi tres décadas de esfuerzos colectivos, tensiones políticas y decisiones clave. A pesar de los obstáculos, la FILGUA se ha sostenido y transformado como una de las ferias culturales más importantes del país.

La Feria Internacional del Libro en Guatemala reúne cada año a miles de personas de todas las edades. Desde niños y niñas que apenas están comenzando a leer, hasta adultos …

  • La FILGUA nació en el año 2000 tras el impulso de una feria centroamericana rotativa iniciada en los años 90.
  • Ha enfrentado crisis presupuestarias en 2014, 2018 y 2022, y migró al formato virtual durante la pandemia.
  • Hoy, es un evento cultural clave que en ediciones pasadas ha reunido a más de 90 mil personas.

La Feria Internacional del Libro en Guatemala reúne cada año a miles de personas de todas las edades. Desde niños y niñas que apenas están comenzando a leer, hasta adultos de la tercera edad que van en búsqueda de su libro favorito. A la fecha muchos lo consideran como un gran espacio cultural que fomenta la lectura, pero también la música, el arte y la conversación. Este año Filgua celebra su edición número 22 del 1 al 13 de julio en Forum Majadas.

Una historia nace entre libros

La idea de este espacio de encuentro comenzó a gestarse en 1996, hace ya casi 30 años. Irene Piedra Santa, editora, socióloga y expresidenta de la Gremial de Editores, recuerda que fue durante un encuentro que realizó el Centro Regional de Fomento del Libro y la Lectura de América Latina y el Caribe, en Guatemala, que se propuso la idea de una feria internacional del libro centroamericana. 

Los directores de las gremiales de editores y las cámaras del libro en Centroamérica estuvieron presentes en este encuentro. En un documento quedó establecido que la Feria Internacional del Libro en Centroamérica, FILCEN, sería rotativa. Cada país de la región sería el anfitrión. La primera se realizó en Costa Rica en 1997, luego en El Salvador y después en Nicaragua. En el 2000 fue el turno de Guatemala.

«Nos sentíamos muy temerosos, fuimos el penúltimo país en realizar su feria», recuerda Irene Piedra Santa. Aunque la gremial de editores era relativamente joven, asumieron el reto y fue todo un éxito. Pero la FILCEN no regresaría hasta 2005 y no podían esperar tanto para hacer otra feria del libro. 

«Los países queríamos hacer nuestras propias ferias independientes y en 2002 nos atrevimos a realizar la primera Filgua», comenta la editora. Así fue como nació la Feria Internacional del Libro en Guatemala. 

Desde ese año, la feria se presentó cada dos años y se celebraba en el Parque de la Industria en ciudad de Guatemala.

Unos años después, en 2008, se empezó a realizar anualmente. Raúl Figueroa, editor y expresidente de la Asociación de la Gremial de editores y de la Filgua, recuerda que a partir de ese año la feria comenzó a crecer y a atraer más público. «Yo creo que fue en ese momento en que de alguna manera la feria empezó a convertirse en noticia y dejamos de estar rogando que nos dieran cobertura. Los medios de comunicación vieron la feria como una noticia, algo que era importante cubrir», comenta.

Desde sus primeras ediciones, la Filgua asumió una doble tarea: impulsar el mercado editorial y también convertirse en un espacio de formación crítica. Los temas que ha abordado lo prueban: desde el cambio climático en 2010, hasta la cosmovisión maya en 2012 o los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2016. También ha sido una plataforma para reconocer trayectorias de escritores como Margarita Carrera, Humberto Ak’abal  y Dante Liano.

Las crisis presupuestarias para la Filgua

El apoyo estatal a Filgua ha sido intermitente. En 2008, durante el gobierno de Álvaro Colom, la Secretaría Social de la Presidencia apoyó con el alquiler de mobiliario y sonido. Sin embargo, en 2014, bajo la administración de Otto Pérez Molina, el Ministerio de Cultura y Deportes anunció la suspensión del aporte estatal para ese año. 

Irene Piedra Santa recuerda que, en vísperas del evento, lanzaron un comunicado en el que mostraron preocupación por el recorte de presupuesto. «Como a las diez de la noche pusimos un comunicado desesperado y la población salió a defender y a exigir el desembolso para que se realizara la feria». 

Horas después, la exvicepresidenta Roxana Baldetti informó que se haría un desembolso de 300 mil quetzales para Filgua. Irene Piedra Santa tiene muy presente ese momento y cómo, por el apoyo de las personas y al amor que ya le tenían a la feria, el gobierno tuvo que responder. 

En 2018 se firmó un acuerdo ministerial que institucionalizó un fondo anual de Q1 millón, aunque su ejecución fue irregular. 

En 2020 ya comenzaban a existir problemas con ese fondo anual. Ese mismo año, el ministerio, a cargo entonces de Silvana Martínez. excluyó a la feria para el presupuesto del año siguiente. Así, durante el gobierno de Alejandro Giammattei, la feria enfrentó diversos retrasos en los desembolsos que obligaron a posponerla.

Tanto Raúl Figueroa como Irene Piedra Santa recuerdan que en diversas ocasiones los editores tuvieron que conseguir fondos y hacer colectas entre ellos para poder pagar las instalaciones del Parque de la Industria con anticipación porque no habían conseguido el dinero a tiempo. «Creo que fue en la feria del 2006 que tuvimos que hacer coperacha porque nos amenazaron con cerrarnos en Parque de la Industria, así que tuvimos que endeudarnos momentáneamente», explica Raúl. 

24 años de retos 

Además, en 2018, Filgua atravesó un conflicto que marcó su historia reciente: la disputa entre la Asociación Gremial de Editores de Guatemala (AGEG) y la Cámara de Industria de Guatemala (CIG) por la propiedad de la marca. 

La AGEG, que fundó y ha sostenido la feria, inició el registro de la marca, mientras la CIG también reclamó derechos sobre el nombre. El conflicto legal, aunque silenciado en ciertos espacios, reflejó las tensiones entre el sector editorial independiente y los intereses empresariales más conservadores del país.

La pandemia por COVID-19 también representó un reto para Filgua. En 2020 y 2021, la feria se trasladó al formato virtual. Ofreció actividades en línea, como presentaciones de libros, conversatorios y talleres. Aunque la interacción fue distinta, la adaptación permitió sostener la presencia de la feria en el calendario cultural y mantener el contacto con su público.

Desde el 2000, la FILGUA —que entonces no se llamaba así—,  ha logrado sobrevivir y afianzarse. Son 25 años ya. Irene Piedra Santa resalta la importancia de este evento: «Una feria es una herramienta que ayuda a la economía del libro, es herramienta del comercio del libro pero tiene otros objetivos tan importantes como es atraer a la población y que se dé cuenta de que la lectura puede ser un festival, puede ser un lugar a donde ir a pasear y conocer».

La Filgua hoy

A pesar de los obstáculos, la Filgua ha crecido en escala e impacto. Para 2023, solo en el primer fin de semana, se registraron 15 mil asistentes. En 2024, cerca de 90 mil personas asistieron a las diversas actividades de la feria. Para 2025, se proyecta que sus actividades lleguen a más de 140 mil guatemaltecos y guatemaltecas. Además, ha logrado sostener una oferta diversa, con espacios infantiles, conversatorios y la presencia de editoriales independientes. 

En 2024, la feria abordó el tema de la migración y estuvo dedicada a Francisco Pérez de Antón. Para su edición 2025, el país invitado será España y la dedicatoria será para Marta Elena Casaús Arzú.

Diana López, actual presidenta de la Asociación Gremial de Editores y presidenta del comité organizador de la feria, explica que este año el evento cuenta con un aumento de presupuesto que se logró en 2024 en el Congreso, con el fin de hacer crecer la feria. Con este monto se celebrará la vigésima segunda edición de la FILGUA y tres ferias del libro regionales: tercera edición de «Libro Al Viento Retalhuleu», la tercera edición de «Libro Al Viento Chiquimula» y la primera edición del «Libro Al Viento Cobán».

Además, este nuevo presupuesto les permitió gestionar proyectos para la promoción de la lectura entre niños y jóvenes que llegan de centros educativos. «Se hizo un tiraje de 20 mil ejemplares del libro infantil Leyendas de la Lluvia para poder entregarlos de manera gratuita a los niños que lleguen a la feria. Este libro fue escrito por Gloria Hernández, nuestra premio nacional de literatura 2022 y por Frida Morales Barco, doctora en literatura infantil y juvenil», explica López. 

Para 2025 se espera a autores internacionales relevantes como Irene Vallejo, Santiago Posteguillo, Walter Riso. Además, la feria contará con diecinueve mesas de conferencias dedicadas a Marta Elena Casaús y otros espacios de intercambio académico. 

Raúl Figueroa mantiene las expectativas altas para el evento este año. No solo por la extensión del presupuesto sino también por el apoyo moral que este gobierno ha mantenido hacia la feria. «Que el presidente del país llegue a la feria hace que la gente la valore», comenta el editor. Aunque también considera que el Estado aún le debe un recinto ferial mucho mejor acondicionado a los eventos culturales como este. 

Para Irene Piedra Santa, es clave que ahora no se den pasos atrás. «La FILGUA ya es un espacio público, un bien público que es querida y exigida por la población». Diana López, resalta además la importancia de la FILGUA como uno de los espacios democráticos más importantes para celebrar la lectura y la cultura del país. 


¿Te interesa asistir este año a la Filgua? Conoce más detalles en la página y las redes sociales de la feria. Sigue la cobertura que Agencia Ocote hará de las actividades de esta edición.

María Olga Domínguez Ogaldes

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