Geraldina Céspedes Ulloa, doctora en teología y misionera, nació en República Dominicana, pero ha residido en varios países a lo largo de sus 56 años. Vivió en Guatemala en dos …
En resumen:
- La teóloga Geraldina Céspedes considera que el papa Francisco será recordado por ser uno de los que abrió más espacios de participación para las mujeres dentro de la iglesia.
- Sobre los abusos sexuales y otros abusos de poder de la Iglesia Católica, la teóloga señala que dar la voz, la palabra, el respeto y la dignidad a las víctimas debe ser una prioridad para el próximo papa.
- Para Céspedes, con la elección del nuevo papa está en juego la respuesta de la iglesia a migrantes, personas empobrecidas, mujeres y personas de los colectivos LGBTIQ+.
Geraldina Céspedes Ulloa, doctora en teología y misionera, nació en República Dominicana, pero ha residido en varios países a lo largo de sus 56 años. Vivió en Guatemala en dos ocasiones. En 2020 se mudó a San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, México, con la congregación a la que pertenece, Misioneras Dominicas del Rosario. Desde 2022 se considera «un poco nómada».
Ha estado en países de Asia, África y América Latina. Cuando se conecta al internet para esta entrevista virtual está en España, donde reside actualmente. Ahí se encarga de procesos de formación.
En Guatemala fue docente de la Universidad Rafael Landívar. Aunque su constante ir y venir la aleja un poco de la docencia teológica, sigue vinculada al Núcleo Mujeres y Teología de Guatemala. Céspedes es parte del movimiento la Revuelta de Mujeres en la Iglesia. Su último libro, Susurros del Espíritu, lo publicó en colaboración con otros escritores de la red Amerindia.
Cuando Céspedes Ulloa habla del papa Francisco asegura que «abrió un clima nuevo». Reconoce que dejó pendientes, pero considera que sus acciones sentaron precedentes que marcaron la historia. Ahora, espera que avancen sin un retroceso.
En los 12 años de su pontificado, el papa Francisco se ganó muchos enemigos. Sectores y actores de poder mostraron abiertamente su rechazo hacia él, por haber promovido la igualdad entre hombres y mujeres y dar algunos pasos a favor de los derechos de personas LGBTIQ+. El presidente argentino Javier Milei llegó a decir que era el representante del maligno en la Tierra y un grupo de curas españoles incluso admitió que rezaban por que se muriera pronto.

El nombre de su sucesor aún no se conoce y es difícil predecirlo. Todo dependerá del cónclave. En los medios de comunicación suenan nombres como Matteo Zuppi, Luis Antonio Tagle y Walter Kasper.
De acuerdo con quien ocupe el cargo, hay mucho en juego.
El papa Francisco tuvo una postura distinta frente a los derechos de las personas LGBTIQ+. Permitió las bendiciones para parejas del mismo sexo, que aunque no se equipara al matrimonio, fue un avance. Hizo un llamado a los padres y madres para aceptar a sus hijos o hijas homosexuales. Se pronunció en contra de la criminalización de la homosexualidad y dijo que no es un delito. ¿Cree que abrió caminos irreversibles para la Iglesia Católica?
Indiscutiblemente. Quizás ahora mismo no nos damos cuenta de todo el avance y la trascendencia de su liderazgo dentro de la iglesia.
El papa Francisco creó un clima nuevo, de escucha, de diálogo, de acercamiento, de no condena, de no sentirse superior. Como una fraternidad o sororidad universal. Si el clima está dado, pueden surgir otras cosas. Eso es parte del legado: puertas abiertas a la inclusión.
Es muy importante esa postura distinta que ha tenido el papa Francisco. No podemos hablar de una gran revolución, pero sí de muchísimos cambios.
Ante una sociedad que juzga, que condena y que señala, él dice: «¿Quién soy yo para juzgar?». Desmonta una serie de prejuicios, de tabúes y de condenas. El papa Francisco echa abajo muchos de los moralismos que están en clérigos y religiosos y en mucha gente de a pie.
Nos ayuda mucho a entrar en una dinámica diferente de autocrítica. Cómo ando yo de inclusión, cómo nos va con la diversidad. En la diversidad se pone a prueba nuestra capacidad de acogida de la otra persona.
Esa cercanía es a todas y a todos y especialmente a las personas que son más marginadas, que son más señaladas dentro de nuestra sociedad. Las mujeres, los colectivos LGBTIQ+ y muchos otros colectivos que también nos ayudan a desmontar tantas cosas del racismo y del clasismo, porque a veces tenemos que verlo desde esa mirada interseccional.
Justo en el tema de las mujeres, el papa Francisco nombró a más mujeres en el Vaticano y promovió su ascenso dentro de la Iglesia. Incluso nombró a la primera mujer gobernadora del Vaticano. ¿Logró un cambio real en el machismo de la Iglesia Católica y en su postura patriarcal?
Ha sido una sacudida. Faltan muchísimos pasos para vivir lo que nosotras, las teólogas feministas, hablamos de que es el proyecto incluyente de Jesús; el discipulado de iguales.
Pero tenemos ya muchos pasos. Crear mayores espacios de participación de las mujeres dentro de la iglesia ha enojado a bastantes patriarcas.
Pasa a la historia como uno de los papas que ha abierto más espacios a las mujeres. A muchas mujeres también nos ha dado ánimo de que es posible cambiar muchas cosas, poder actuar en esos espacios y todavía ir un poquito más lejos.
No olvidemos la responsabilidad, la visibilidad que tiene un papa. Quizás él mismo no pudo ir más lejos, pero nos provocó. Nos ha provocado sobre todo dentro de las instituciones religiosas donde hay tanta exclusión y tanta marginación por nuestra condición de mujeres.
Otra cosa también muy importante son los actos de denuncia frente a la violencia, ante el machismo. Motivó a muchas diócesis a dar pasos y crear las condiciones de transparencia, de denuncia, de tratar la cuestión de los abusos.
En el sínodo (la junta del clero de una diócesis, convocada por el obispo para tratar asuntos eclesiásticos), es muy interesante ver las pocas mujeres que estaban participando y el papa tuvo la valentía de plantear más mujeres.

¿Consiguió hacer cambios de fondo o hay asuntos que quedaron más superficialmente en el discurso?
El papa, recién elegido, inicia así: «Me gustaría una iglesia pobre y para los pobres». Yo creo que ahí tenemos una pista muy interesante para no perdernos. Pero no podemos olvidar que necesitamos profundizar más en la feminización de la pobreza.
Cuando el papa se encuentra con los movimientos sociales habla de las tres te: tierra, techo y trabajo. Hay quienes añaden una cuarta, la tecnología. ¿Qué pasa cuando ese acceso a la tierra, al techo, al trabajo y a la tecnología lo miramos desde la perspectiva de las mujeres? Ahí hay una brecha, una gran desigualdad y un olvido.
Nos ayudaría ponernos las lentes de la perspectiva de género y profundizar en todos esos caminos que abrió el papa. Hizo denuncias muy valientes al sistema. Lo denuncia como un sistema perverso, como el fetichismo del dinero, la codicia de querer ganar más.
Ese discurso estamos llamadas a llevarlo un poco más lejos. El papa lanzó una piedra en el estanque, pero hay ondas que se siguen provocando.
Tengo muchísima esperanza de que por más que haya intentos de frenar los avances con relación a las mujeres y a los colectivos más marginados, será difícil que demos marcha atrás. Siento que estamos en un movimiento de no retorno y el papa ha puesto su parte. Nos toca ahora a otras y otros hacer que eso avance.
Mencionó el tema de los abusos. ¿Qué deudas dejó Francisco con respecto a la sanción y prevención de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes?
Me gustaría ampliar la cuestión de los abusos. Hablamos de erradicar los distintos tipos de abuso. El abuso sexual, el abuso de poder, el abuso de conciencia, el abuso espiritual y el abuso económico.
En todos esos distintos tipos de abuso, el avance está en haberlo destapado. Vienen de hace mucho tiempo, fueron vistos como algo normal. De eso no se habla. Cuando hay una herida se necesita destaparla para curar y sanar a fondo, cuando hay dolor, hay que tocarlo.
Valoro mucho que se haya destapado. El poder hablarlo es un paso. Pero hay que avanzar a un cambio sistémico dentro de las estructuras.
No son casos aislados. Es una estructura que ha alimentado, permitido, legitimado y visto esto como normal.
Todo hay que englobarlo en abusos de poder, incluso los abusos sexuales. La necesidad de un cambio profundo en las estructuras es una tarea de sanación y resarcimiento; el tema de justicia hacia las víctimas.
Muchas veces se habla del perdón, pero no se puede llegar al perdón sin verdad. Ha habido mucha falta de verdad y por la ausencia de verdad los casos han quedado en impunidad. Esto va ligado a destapar la verdad con toda valentía y reconocerla personal e institucionalmente. No se puede hablar de perdón si no hay justicia o resarcimiento. Son tareas pendientes.
Si hay algo que nos queda del legado del papa Francisco es la opción por las víctimas. Dar la voz, la palabra, el respeto y la dignidad a las víctimas.

Pensando en la próxima elección, ¿cómo influye en el mundo la mirada y el discurso que tenga un papa sobre la igualdad entre hombres y mujeres?
Mucho. Por lo menos con el papa Francisco no estábamos hablando de un liderazgo solamente en el ámbito católico, sino un liderazgo reconocido en otros ámbitos de la sociedad civil e incluso en otras religiones. Fue un creador de puentes para muchos temas. La paz, el desarme, los migrantes.
Con la equidad de género tiene mucha fuerza. Son espacios y liderazgos para aprovechar e ir erradicando las distintas formas de marginación que nos deja a las mujeres como ciudadanas de segunda categoría dentro de la Iglesia.
Tiene mucho peso, porque lo que no se puede hacer desde otros espacios, sí se puede hacer desde ahí. Lo que hizo el papa incluyendo a muchas mujeres, no todas las que deberían estar, pero sí muchas en altas responsabilidades dentro de la iglesia, no lo habíamos visto nunca. Es como una provocación.
Oro con fuerza y hacemos nuestra palabra por la esperanza de que tengamos un papa que siga avanzando en el clamor de las mujeres en el mundo por la equidad. Que nos invite a avanzar en cambios sociales y eclesiásticos para que todas y todos vivamos con la misma dignidad.
¿Estamos en riesgo de vivir una regresión a nivel mundial si el próximo papa es de un corte conservador y afín a políticos como Donald Trump, por ejemplo?
Ciertamente creo que no. A mediados de mayo tendremos un nuevo papa. Falta poco tiempo, tenemos mucha esperanza de que podamos tener un liderazgo que vaya en esa línea de los pasos que avanzaron con el papa Francisco.
Estamos en un momento delicado, peligroso, con una regresión en el mundo, no solo es Donald Trump, hay muchos otros ejemplares en el mundo. Como lo vemos en muchos otros líderes que son los señores de la guerra, los señores de la violencia y de la amenaza. De pasarse por encima de los derechos humanos, la dignidad de las personas y la opción por los más débiles.
Estamos en un momento delicado. Más que nunca necesitamos líderes religiosos pero especialmente de la iglesia católica para ir adelante y no volver atrás.
¿Qué está en juego ahora, con la elección del próximo papa, en relación a los Derechos Humanos?
Está en juego la respuesta de la iglesia a todos estos clamores que son los gritos de las minorías. De los migrantes, de los pobres, de la tierra, de las mujeres, de los colectivos LGBTIQ+. Todo eso está en juego.
Son los signos de los tiempos, también. Se juega la fidelidad, la coherencia con el evangelio. Porque precisamente el evangelio y el reino anunciado por Jesús brota de ahí. Es un mensaje liberador.
Esperamos que sí, que el próximo papa sea un hombre de Dios, un hombre de Evangelio, un hombre en esa fidelidad a Jesús y a los pobres.
¿Cree que podamos llegar a ver una mujer papa?
Pues supongo que sí. Hay muchos pasos que dar dentro del cambio. Necesitamos un cambio de chip, de mentalidad y sobre todo situarnos en el corazón del Evangelio, en el corazón del proyecto de Dios.
Dios no hace excepción de personas. Somos nosotros, los humanos, los que hemos hecho una división sexual del trabajo, una división sexual de los ministerios.
Tenemos una serie de tradiciones y cuestiones que se han hecho costumbres, pero el tema del servicio y de los ministerios es el mismo derecho, hombres y mujeres.
Créditos:
Entrevista y redacción: María José Longo Bautista
Edición: Carmen Quintela
Fotografía de portada: Cortesía Geraldina Céspedes
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