Gabriela* no olvida el estruendo que la despertó la madrugada del 10 de febrero de 2025. El sonido fue tal que la obligó a levantarse, colocarse sus zapatos y salir …
En resumen
- Vecinos y bomberos rescataron a las víctimas en condiciones extremas, usando sogas y herramientas improvisadas para sacarlas del río.
- La comunidad convirtió un salón comunal en morgue y organizó ayuda con ropa, comida y transporte para voluntarios y rescatistas.
- Aunque familiares de las víctimas recibirán el pago del seguro, la empresa dueña del bus no ha recibido sanción alguna.
Gabriela* no olvida el estruendo que la despertó la madrugada del 10 de febrero de 2025. El sonido fue tal que la obligó a levantarse, colocarse sus zapatos y salir corriendo.
Sin entender bien lo que veía, corrió hacia el juego de luces que vislumbraba entre las aguas negras del río que atraviesa el barranco en la parte baja de su comunidad.
No olvida la hora: las 4:22 de la mañana.
El sonido despertó a muchos vecinos del asentamiento Jesús de la Buena Esperanza y Proyecto El Carmen, ubicados bajo el puente Belice, en la zona 6 de la capital.
Algunas personas creyeron que se había derrumbado alguna casa. Otras, que hubo un choque sobre la carretera. La oscuridad y la neblina que cubría el cielo les impedía ver lo que sucedía.

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En la Cuarta Compañía de los Bomberos Voluntarios, el oficial Juan Francisco Sal estaba por terminar su turno y regresar a su hogar en San Andrés Itzapa, Chimaltenango.
De pronto recibió una alerta. Desde la estación central le informaron que hubo un accidente automovilístico en la calzada La Paz.
Junto a un compañero, salieron en ambulancia a responder a la emergencia con tan solo un botiquín de primeros auxilios.
Al llegar al lugar, encontraron un automóvil con dos personas a bordo, que eran atendidas por bomberos municipales.

«Una señora me dijo “al parecer hay un bus, pero no sé si siguió el camino o se fue para abajo”. Otra persona dijo “no, aquí no hay nada”», recuerda Sal.
Sin embargo, sus 18 años de experiencia como bombero lo hicieron acercarse a los matorrales doblados a la orilla del bulevar.
Escuchó gritos que venían desde abajo del barranco. «¡Aquí está el bus!», gritaban y al instante corrió casi un kilómetro vereda abajo y fue cuando lo vio.
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Un bus extraurbano que provenía del municipio San Antonio La Paz, El Progreso, se descontroló cuando bajaba desde la zona 18 hacia la calzada La Paz y cayó en un barranco de 70 metros.
Sal descendió por la pendiente del barranco. «No sabía si había personas vivas o fallecidas, si era un bus o microbús. No sabíamos la cantidad (de personas)».
Al llegar al río de aguas negras, donde el bus estaba llantas arriba, se encontró con vecinos, casi todos jóvenes, que, sin experiencia ni equipo necesario, buscaban desesperados cómo sacar a las víctimas.
El primer sobreviviente salió solo. El resto de personas estaban atrapadas entre la infraestructura del bus retorcido y el agua que corría por dentro.

Sal recuerda que uno de los vecinos reventó una ventana dándole golpes con el codo, sin estar consciente del dolor.
De inmediato el socorrista alertó vía radio a sus compañeros y pidió refuerzos, además de equipo especializado para romper la estructura retorcida.
En minutos llegaron más bomberos, municipales, voluntarios, de la Cruz Roja.
Con la ayuda de vecinos, decenas de manos extraían los sillones, a los pocos sobrevivientes y a los fallecidos.
El resto de la comunidad auxiliaba con lo que se necesitaba: sogas, sábanas y ropa seca para los sobrevivientes.
«Prácticamente, todas las víctimas pasaron por mis manos», dice el bombero.
Su camisa se tiñó de sangre, que el mismo río, en el que estaba sumergido casi a la cintura, iba lavando. Su pantalón se rompió por el roce con el metal.

Por la adrenalina, perdió por completo la noción del tiempo. Estuvo ahí horas.
La morgue improvisada
La comunidad convirtió el salón comunal, aquel que la municipalidad utiliza para celebraciones como el Día del Niño o el Día de la Madre, en una morgue temporal.
Fue rodeada por cintas amarillas, de las utilizadas por el Ministerio Público, y una trabajadora de la institución recibía a los familiares de las víctimas.
Allí también se encontraba personal de la Cruz Roja, que auxiliaba a las personas que sufrían algún padecimiento por el shock de la noticia.

Una vecina también abrió las puertas de su casa para que allí se atendiera a los sobrevivientes.
Estos, luego de ser estabilizados por socorristas, fueron trasladados al Hospital General San Juan de Dios y al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).
No era posible atenderlos junto al bus embarrancado, en el proyecto El Carmen. Es imposible ingresar al lugar en motocicleta, carro o ambulancia.
Lo separan 375 gradas desde la calle principal, ubicada a un costado del puente Belice.
Estas 375 gradas, que todos se aprendieron de memoria, se convirtieron en la única opción para trasladar a los sobrevivientes.
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Después de la tragedia, vecinas como Gabriela estuvieron junto a los bomberos apoyando en lo que hacía falta.
Muchas seguían vistiendo pijama, pantuflas o la ropa que demostraba que la madrugada las sorprendió. Y no dudaron en salir a ayudar.
«Hay que subir y bajar. Por la adrenalina uno ya no siente nada, solo quiere llegar al fin de las gradas y volver otra vez para seguir ayudando», recuerda Gabriela.

Ya con calma, un día después de la tragedia, nos cuenta que en ese momento olvidó por completo un dolor de tobillo que le molestaba desde días antes.
Mientras las más jóvenes iban y venían, el resto de mujeres se organizó para llevar café, sopa y comida a los bomberos.
Según Gabriela «la comunidad completa se unió» para apoyar a los cuerpos de socorro.
También recibieron apoyo externo, por ejemplo, de comerciantes del mercado San Martín, ubicado también en la zona 6, quienes llevaron comida.
El dolor de perder a un ser querido
Dos años atrás, la tía de Gabriela murió de dengue hemorrágico. El recuerdo aún le duele.
«Los bomberos no quisieron bajar hasta aquí donde vivimos. Cuando la sacábamos, ella murió a mitad del camino».
«Sentir ese pesar y ver que no se podía hacer nada por ella fue triste. Por eso mi primer pensamiento en ese momento (del busazo) fue ayudar», dice sin pensarlo.
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Juan Francisco Sal salió del río y el bus volcado a las ocho de la mañana; casi cuatro horas después de ser el primer bombero en encontrarlo y socorrer a las víctimas.
Decidió retirarse cuando solo faltaba sacar a la última víctima: el piloto, quien quedó en la parte más dañada debido a que el impacto fue de frente.

El socorrista recuerda, con agradecimiento, que las vecinas lo llevaron a una casa, donde le dieron una mudada de ropa, café y comida.
La adrenalina se había ido y el dolor y el cansancio empezaban a golpearle.
«Lo necesitaba porque iba temblando. El agua (del río) estaba demasiado fría y contaminada», dice.
Las acciones oficiales
El presidente Bernardo Arévalo declaró luto nacional por tres días el 10 de febrero, día de la tragedia.
Un día después, visitó Santo Domingo Los Ocotes, la comunidad de San Antonio La Paz, de donde salió el bus de Transportes Tineca.
De esa comunidad también era la mayoría de las víctimas.
Arévalo también anunció que el Gobierno indemnizaría a las familias de las víctimas, pues el piloto no contaba con licencia tipo A (requerida para manejar transporte extraurbano), por lo que el seguro no cubriría los gastos.
Sin embargo, la asegura Seguros Universales anunció horas después que se haría cargo de la indemnización.

«A pesar de las circunstancias que ocasionaron el accidente, esto no afectará la cobertura del seguro», indicó la empresa en un comunicado.
La indemnización, según el Reglamento para la contratación de seguro obligatorio en el transporte extraurbano de personas, deberá ser de hasta 50 salarios mínimos para actividades agrícolas en caso de muerte.
Ocote preguntó a la Dirección General de Transportes (DGT) si se sancionará a la empresa Transportes Tineca, S. A.
La DGT respondió que, desde el 10 de febrero, «revisó el expediente de la empresa, verificando cada una de las licencias vigentes y haciendo una investigación para determinar las acciones a seguir».
Según la entidad, también invitaron a la empresa a «una reunión» el viernes 14 de febrero con representantes de la Defensoría de los Usuarios del Transporte Público de la Procuraduría de los Derechos Humanos.
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El dolor de lo vivido permanece. «No es nada fácil. Es traumatizante», dice el bombero Juan Francisco Sal.
Después de descansar unas horas, volvió a la estación, listo para atender otras emergencias. Ahí fue donde lo entrevistamos y recordó lo vivido.
El 12 de febrero, dos días después de la tragedia, el presidente Arévalo visitó la Cuarta Compañía de Bomberos Voluntarios, junto con el gobernador del departamento de Guatemala, Mauricio Bernard.
Los funcionarios agradecieron a Juan Francisco Sal y sus compañeros por la labor de rescate.

En Jesús de la Buena Esperanza y proyecto El Carmen, las vecinas aún visitan el lugar de la tragedia.
Lo ocurrido el día anterior no las dejó dormir. Fue un evento que, a sus 23 años, marcó la vida de Gabriela.
«Tenemos la paz de saber que apoyamos en lo que se pudo, pero sigue la tristeza. Sigo sin poder aceptar lo que le pasó a tanta gente humilde como nosotros que somos de aquí, también gente humilde».
(*) Gabriela pidió no publicar su apellido.
Las víctimas de la tragedia
Un día después del accidente, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) confirmó 54 fallecidos por el accidente. La causa de muerte fue politraumatismo.
Sus nombres son:
- Adelaido Alistún Hernández
- Alba Roselia Hernández González
- Alfredo Canté Reyes
- Ana Ruth Tum Morales
- Angie Nathaly Arreaga Ramírez
- Barta Aracelly Tello Santiago
- Bernabé Lorenzo García López
- Billy Aníbal Foronda Azañón
- Candelaria Gómez Ramírez
- Carlos Efraín Monroy Mayén
- Catalina Noemí Pérez Molina
- Celestino Quiñónez Tobar
- Christopher Angelito Joronda López
- Crist Engel Stivie Arreaga Ramírez
- Consuelo de los Ángeles Mayén Cruz
- David Natanael Dávila López
- Delfina del Rosario Rodríguez Salazar
- Edna Mariela Ramírez
- Emiliano Pérez Canté
- Eswin Rodolfo Larios
- Eulalio Colorado Cobox
- Fernando Batín Ramos
- Germán Hernández Hernández (nacionalidad mexicana)
- Gloria Cristina Lucas Franco de Ventura
- Heber Antonio Guzmán Rivas
- Héctor Rafael Monroy Castillo
- Hilario Esteban Aguilar Cipriano
- Hugo Napoleón Martínez Agustín
- Ileana Karina Monzón Canuz
- Jaime Rocael Güigüi Vásquez
- Jeaneth Alejandra Montoya Catalán
- Jorge Estuardo Equibach Prado
- José Alberto Lemus Díaz
- Juan Alfredo Enríquez Reyes
- José Luis Roldán García
- José María Ochoa Cano
- José Ramón González García
- Julio César Arrivillaga
- Lucía Gómez Canté
- Ludvin Zharay Pivaral Arteaga
- Manuel de Jesús Aroche Revolorio
- Manuel Tzib
- Margarito Marroquín Ortiz
- Mario Enríquez Lainez
- Marvin Alexander Pop Chiquín
- Rafael Armando Barrientos Cozo
- Rafael López Aguilar
- Roi Jefren de Jesús Arreaga Ramírez
- Rubén Augusto Rivera Teo
- Santos Aureliano Ortiz Monroy
- Selvin Abraham Picón Ramos
- Socorro Danilo Manzón
- Telma Paola Ventura Lucas
- Tomasa García Vega
Otras ocho personas fueron internadas en el IGSS y el Hospital San Juan de Dios:
- Edwin Rosendo Alvarado
- Nelson Obdulio Canté Flores
- Carlos Enrique Cifuentes Solís
- José Vicente Carrera Quan
- Ovidio Véliz Valencia
- Juan Gabriel Ortiz Galicia
- Carlos Josué Rodríguez
- José Moisés Dávila Ayapán
Si presencias un accidente de tránsito, comunícate de inmediato al número de teléfono de los cuerpos de socorro:
- Bomberos Municipales: 123
- Bomberos Voluntarios: 122
- Policía Nacional Civil: 110
