En esta noche oscura elPeriódico no estará para contarla
Por:

“El silencio es, después de la palabra, el segundo poder del mundo”, Fray Enrique Domingo Lacordaire. Portada del Siglo XXI, el 31 de mayo de 1993.


Da play, antes de empezar a leer. Este es el soundtrack con que la autora escribió la columna:

Se echa de menos el papel. No el de los libros, porque aún resisten. Pero sí el de los diarios, que enflaquecen, se agotan pronto, no llegan a todos lados, y se esfuman imperceptibles. Se extraña el papel de los diarios, por el ritual tangible de la lectura, pero también; y quizás ante todo, por sus portadas. Esas portadas que dejan improntas como cuchillo en el tronco, esos titulares como haikus que nos adelantan la historia. Esas imágenes de la primera plana que se adhieren a las memorias.

Como aquella de La jornada que silabea Ge-no-ci-da, y reaparece persistente. O aquella, que en estos días resuena: la de hace 30 años, la del autogolpe de Serrano Elías, la del Siglo XXI. Tachonada de negro, censurada, cuando el diario transformó su nombre a Siglo Catorce, en referencia al período terrible de plagas, guerras y oscurantismo.

Y como un péndulo, la historia vuelve. Y vuelve otra ola en que se quiere implantar el silencio. Y quien fuera el director y fundador de aquel aguerrido Siglo XXI que se enfrentó a la censura, ahora está en prisión. Y elPeriódico, el diario que José Rubén Zamora fundó después, anunció esta semana su cierre. La censura de hace 30 años fue vulgar, violenta y explícita, con un grupo de censores invadiendo las redacciones. Ahora es más perversa porque introduce a quienes quiere callar en el kafkiano sistema de justicia, porque amedrenta en el laberinto líquido de las redes sociales, porque amenaza en las sombras. Se perfecciona y se alimenta de las estrategias de otros sistemas totalitarios.

La censura, la fundación del silencio, la que busca que una voz única y pétrea se instale, sigue igual de vulgar, de violenta; pero ahora es, quizás, más cruel y vengativa.  Se van eliminando las garantías, se impide el derecho de defensa, se procura que la historia no se cuente.

Desde que nació, elPeriódico -no es casual que fuera pocas semanas antes de la firma de la firma de la paz, en noviembre de 1996- se posicionó como una especie de buque insignia. Lanzaba investigaciones, narraciones, miradas frescas y diversas. Se creó otra burbuja de oxígeno. ¿Con fallas? Sí, sin duda. Pero con innegables aportes a la construcción de la narrativa de un país que buscaba construir la democracia y reconstruir la paz.

En una Guatemala con unas brechas de acceso a la información brutales, con períodos de sombras y de silencios aplastantes, elPeriódico se constituyó, junto con otros medios fantásticos (ahora pienso en Crónica), en el periodismo que narraba y avizoraba el país en el que muchos queremos, o queríamos vivir. Ahora, elPeriódico tampoco está. Y José Rubén Zamora lleva diez meses en prisión.

Foucault lo demuestra: el péndulo regresa, pero no precisamente al mismo sitio del que partió, con esto prueba la rotación de la tierra. En Ocote queremos pensar, que ese péndulo que nos evoca a los períodos de más oscuridad, de silencio, de totalitarismo, no nos llevará exacta y precisamente al mismo sitio. Ahora regresa, talvez, más más rabioso y cínico; pero quizás, solo quizás, ojalá, algo ha cambiado, algo hemos cambiado, como sociedad, como ciudadanía, como país. 

En Wikipedia ya se habla de elPeriódico en pasado. Nosotras lo seguiremos contando, al medio y a todo su equipo, en presente. Queremos pensar que la despedida de elPeriódico, es temporal, que se detendrá la persecución a José Rubén Zamora y a decenas de periodistas, jueces, fiscales, abogados, abogadas y activistas, que luchan por la justicia. Que los exilios y silencios forzados se detendrán, las detendrán, las detendremos. 

Y, mientras tanto, desde el periodismo, desde los medios, desde Ocote, seguiremos contando esta noche oscura.

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