¿Alguna vez escuchaste que tomar bebidas o comidas calientes, como el caldo, puede ayudar a calmar el calor? Según la ciencia, esto puede ser así. Vanessa Granados Barnéond, catedrática de …
¿Alguna vez escuchaste que tomar bebidas o comidas calientes, como el caldo, puede ayudar a calmar el calor? Según la ciencia, esto puede ser así.
Vanessa Granados Barnéond, catedrática de Fisiología Animal en la Universidad del Valle de Guatemala, explica que los seres vivos contamos con procesos fisiológicos complejos que nos permiten mantener el equilibrio corporal.
«En fisiología lo conocemos como homeostasis: es el conjunto de fenómenos de autorregulación para mantener una relativa constancia en la composición y las propiedades del medio interno de un organismo», explica Granados.
«La termorregulación es el proceso por el que el cuerpo mantiene una temperatura estable. El organismo puede detectar cambios de temperatura gracias al sistema nervioso central y a los receptores periféricos y de superficie de la piel llamados termorreceptores. El cuerpo trata de calentarse o enfriarse basándose en las mediciones de los termorreceptores».
Es por ello que cuando sentimos calor y nos tomamos un caldo caliente, un té o un café, al entrar en contacto con la lengua y la garganta «los termorreceptores reciben el estímulo y reaccionan estimulando la vasodilatación y la sudoración. Esto ayuda a perder calor y a que el sudor se evapore creando la sensación de que el cuerpo “se enfría”», explica Granados.
¿Es mejor caliente que frío?
«Cuando tomamos algunas bebidas frías se obtiene una sensación refrescante inmediata, pero el organismo siempre hará frente a esa bajada brusca de temperatura para equilibrarla», asegura la experta.
Este efecto fue probado en un estudio publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. En el estudio pusieron a un grupo de personas a pedalear en bicicletas y luego de llegar a una temperatura corporal alta, probaron el efecto de beber agua del tiempo y agua tibia, provocando el efecto termorregulador más rápido con la segunda.
Aun así, según recoge esta nota de Maldita.es, donde también se analizó el estudio, «esto dependería de que estuviésemos en un ambiente que permita la completa evaporación del sudor».
Además, la termorregulación no ocurre de la misma forma en todos los seres vivos, ya que estamos divididos en «homeotermos» y «heterotermos», explica la doctora Granados.
«Un animal homeotermo puede mantener su temperatura corporal dentro de ciertos límites compatibles con la vida, sin importar necesariamente la temperatura ambiental, ni el lugar donde se encuentre, porque tienen un mecanismo fisiológico interno que regula la temperatura (es acá donde entramos los humanos y muchos de los otros mamíferos)».
«Los animales heterotermos varían su temperatura dependiendo del lugar donde se encuentren y se termorregulan manteniendo temperaturas distintas en determinados momentos y/o en determinadas regiones de su cuerpo (este es el caso de los reptiles y anfibios)», concluye la catedrática universitaria.