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GUION
Narradora: En el centro de la Ciudad de Buenos Aires, en Argentina, hay un barrio llamado Almagro. En Almagro, una calle que nombraron Palestina. Y en Palestina, un apartamento en el primer piso de un edificio naranja, algo viejo, justo frente a una escuela primaria.
De ese apartamento, todos los viernes desde que se declaró la pandemia, se desprende un olor distinto al que usualmente se respira en La Ciudad de la Furia, como la bautizó Soda Stereo. Quienes saben reconocerlo, sabrán que huele a maíz, a chuchitos y tamales, a salsas y recados. A tortillas recién hechas.
Tony: Cuando ella cocina, así cosas muy ricas, me encantaría, mi idea es compartirla con todos. Digo: “No puede ser que solo yo estoy disfrutando de esto tan rico, más gente lo tiene que probar”.
Narradora: Soy Melisa Rabanales, periodista de Agencia Ocote, y en este episodio nos vamos a Buenos Aires para conocer la historia de Tony, a quien acabas de escuchar, y de Lesly, su pareja. Dos guatemaltecos que se dedican a cocinar y vender comida de su país para otros migrantes centroamericanos en Argentina.
Este episodio forma parte de nuestra serie “Fronteras líquidas”, en la que contamos historias marcadas por la migración.
Esta es una crónica que no solo tiene que ver con la gastronomía. Es también un relato vivo del arraigo, de la cultura, de esos lazos fuertes e invisibles que provocan invocar los orígenes. Es la historia de una pareja de expedicionarios: primero al norte y luego al sur de América. La historia de dos personas que construyeron un micro hogar espejo, en un pequeño departamento en la calle Palestina, en Almagro, Buenos Aires.
Narradora: Es un viernes de octubre del 2020. El año en el que comenzó la pandemia de Covid-19, y en Buenos Aires las restricciones aún son bastante estrictas. Las fronteras siguen cerradas, aún están prohibidos los eventos con mucha gente y apenas empiezan a reabrir algunos locales y restaurantes.
Tony y Lesly me invitaron a su casa a comer al mediodía.
Es lo que hacen todos los viernes: tomarse un tiempo, conversar y comer. Lo que hacen antes de empezar un trepidante fin de semana entre ollas, fogones y pedidos del negocio que empezaron hace un año.
Narradora: Hoy Lesly preparó bistec, arroz, frijoles volteados y plátanos maduros fritos.
Narradora: En la estructura, el apartamento es como casi todos en la Ciudad de Buenos Aires: pequeño, algo oscuro, un living -para los argentinos, una sala para Centro América-, una cocina y una habitación. Apenas hay espacio para caminar.
Si cierras los ojos, este no se siente como un hogar porteño, donde olería a asado, a milanesa, a pasta y empanadas. Donde habría un mate en la mesa.
En esta casa, justo al lado de la puerta, en el suelo, hay dos cajas con pencas de plátanos maduros, amarillos. Al lado, unas diez bolsas de harina de maíz. Una pintura de óleo de La Antigua Guatemala, fotos del Lago de Atitlán y un tecomate adornan la sala. En el comedor, una canasta con tortillas envueltas en un tejido maya bordado con colores fuertes: rojo, verde, azul.
Melisa: ¿Ustedes desde hace cuánto están aquí?
Lesly: Yo tengo un año, casi dos años, él tiene muchos más.
Narradora: Ella es Lesly, tiene 29 años, el pelo rizado y una risa nerviosa, tímida. Lesly nació en Chiquimula, en el oriente de Guatemala. Vino a Buenos Aires en 2019, después de casarse con Tony. Aunque se conocían desde la infancia.
Tony: Los dos somos de la misma aldea.De Árboles Pino, Concepción las Minas, es un municipio que está fronterizo con El Salvador, no es muy conocido. Está al lado de Esquipulas. 2:13 Lo único interesante ahí es que antes habían minas, de plata y de minerales.
Narradora: Tenían seis y siete años. Sus familias eran amigas: los padres de Tony eran los padrinos de bautizo de la hermana menor de Lesly, y acostumbraban a verse seguido. Sus madres se visitaban los fines de semana y los niños jugaban en el patio.
Tony: A mi me gustaba mucho cuando era chiquita. Era bien bonita. Es, va.
Lesly: ¿Era? (se ríe)
Narradora: Pero cuando Lesly cumplió nueve años, todo cambió. A su madre le diagnosticaron leucemia y murió unos meses después. Los caminos de Tony y Lesly se separaron.
El padre de Lesly decidió migrar a Estados Unidos.
Lesly: Decidió que si se quedaba con nosotros no nos podía dar un buen futuro entonces se fue y nos dejó con una tía. (corte)
Narradora Su tía, Hermelinda, vivía en otra aldea, Los Achiotes, a unos 26 kilómetros de donde vivía Tony. Lesly se mudó y no volvió a haber visitas de fin de semana ni juegos en el patio con él.
Narradora: Lesly pasó el resto de su infancia y su adolescencia con su tía Hermelinda. Le ayudaba con las tareas de la casa y cuidaba a su hermana y su hermano pequeños. Además fue con ella con quien aprendió a cocinar. Fue lo que, entre comillas, le tocó, por ser mujer y por ser la mayor. Veía a su tía hacer tamales los fines de semana.
Lesly: Yo le ayudaba porque yo podía envolverlos. Y yo decía: ay no, yo nunca voy a hacer masa, yo nunca voy a hacer recados. (ríe) Quesadilla también, siempre la ayudaba a ella, pasé 12 años ayudándole a ella a hacer tamales y quesadillas.
Narradora: Mientras esto pasaba en Los Achiotes, Tony crecía en Árboles Pino.
Cinco años después, él también tendría que migrar. Pero iría más lejos, a Estados Unidos. Tenía solo 13 años.
Tony: Un 31 de diciembre de 2005, solo me recuerdo que pasé media hora de ese año en mi casa. Porque cabal a las doce y media de ese año nos fuimos de nuestra casa.
Narradora: Tony recuerda el momento exacto cuando se fueron. Sus padres le ordenaron meter algo de ropa en una maleta y empacar. Dieron las doce de la noche, la familia se dio un abrazo que se sintió a despedida y partieron. Dejaron todo atrás, los muebles, las fotos, todo.
Había una razón para salir tan rápido de Árboles Pino. Tony y su familia huían de un grupo de narcotraficantes que llegaron a intimidarlos.
Tony: El problema era que un primo mío, hijo de un tío mío como que andaba metido en eso y quedó debiendo dineroy esas personas llegaban a cobrarse con las familias más cercanas que estaban ahí. De repente un día llegan a la casa y le dicen a mi papá, le piden una suma exagerada de dinero y le dan un plazo como de tres días para conseguirlo. Y mi papá no supo que hacer más que “nos vamos” porque cómo nos vamos a poner a negociar esas gentes y poner en peligro a la familia.
Narradora: El papá de Tony trabajaba como pequeño agricultor y ganadero. Su mamá vendía leche y queso fresco. Con el dinero que ganaban, que apenas alcanzaba para mantener a la familia, era imposible pagar lo que pedían los narcos. Tony no sabe ni cuánto era. Quedarse ahí significaba vivir con el miedo de que podían asesinarlos.
La mejor opción era irse a New Jersey. Tres de las hermanas mayores de Tony ya estaban allá. Habían migrado unos años antes para buscar un mejor futuro.
Melisa: ¿Y cómo llegaron allá?
Tony: Mojados.
Melisa ¿Cruzaron el río?
Tony: Mjm, México, Río Bravo,
Narradora: Así se fueron. Sus familiares en Estados Unidos les prestaron el dinero para pagarle a los “coyotes”. Les cobraron 10 mil dólares por persona.
En cuatro mochilas, los padres de Tony, su hermana de 17, él de 13, y sus dos hermanas pequeñas de cuatro y dos años, intentaron empacar su vida y comenzaron a caminar.
Tony: En esos viajes estás a merced de los coyotes. Ellos dicen a qué horas te levantás, a qué horas te acostás, dónde vas a dormir, a qué hora comés, si comes y no. Y con niños es muy complicado. Y las caminatas que te hacen hacer. Yo me acuerdo que caminé desde 12 del mediodía una vez, hasta como las cinco de la mañana sin parar.
Narradora: Tony y su familia viajaron a México, caminaron varios días, vieron personas subirse a La Bestia, a migrantes quedarse en el camino, a otros morir en el intento. Antes de llegar a Tamaulipas, a Río Bravo, esa frontera natural que divide a México de Estados Unidos, los coyotes los separaron. Él y su madre pasaron primero, su papá y su hermana mayor llegarían después. Las pequeñas entrarían por la frontera terrestre. Una desconocida las haría pasar como sus hijas. Ese era el plan.
Tony: Cuando cruzamos la frontera, llegamos a una casa donde supuestamente teníamos que esperar, llegamos cansadísimos y el otro día en la mañana nos levantan y habían como 70 personas en una casa y los coyotes nos dicen: “Nos vamos, sálganse todos que nos tenemos que ir”. Y nosotros así como: “No, a nosotros nos toca esperar a mis hermanitas”. “No —dijeron—, qué hermanitas ni qué nada”.
Narradora: Tony y su mamá siguieron su camino sin poder pedir explicaciones. Caminaron por el desierto de Texas. No sabían si las pequeñas estaban vivas, si habían logrado cruzar. Tampoco sabían nada de su padre y de su otra hermana. Era una pesadilla.
Más de la historia al regreso de la pausa.
*PAUSA DEL MEDIO RADIO OCOTE*
Tony: Después de caminar todo eso, nos agarró la migración, y sin poder comunicarnos, sin poder llamar a mi papá ni a nadie de qué había pasado con mis hermanitas. Y por suerte como yo era menor, le dieron entrada a mi mamá para que peleara el caso. Entonces cuando llegamos a Houston pudimos llamar a los coyotes y a mis tíos que se comunicaron con ellos.
Narradora: Les dijeron que sus hermanas pequeñas habían pasado la frontera, pero su papá y su hermana de 17 años, no.El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas estadounidense, más conocido como ICE, por sus siglas en inglés, los detuvo. Los separaron: a ella la mandaron a un centro de detención en Chicago. A él lo mantuvieron en la frontera.
La madre de Tony logró localizar a las niñas más pequeñas y se las entregaron después de 10 días. Pero aún faltaba su otra hija y su esposo. Solucionar su caso tardaría tres meses más.
Tony: Después pudimos recuperar a mi hermana, que uno de mis tíos tenía papeles, la pudimos recuperar se hizo cargo y todo. Y a mi papá finalmente lo deportaron. Todo ese proceso mi mamá esperó allá y cuando finalmente lo deportaron a él, ella decidió volverse. Con las chiquitas. Porque yo quise quedarme. Como en ese tiempo yo solamente trabajaba, no estudiaba. Y le dije de quedarme porque quería ahorrar un poco de dinero y después irme.
Narradora: Sus padres y sus hermanas pequeñas volvieron a Guatemala.
Igual que Lesly, que entonces vivía con su tía, Tony también pasó su adolescencia sin sus padres. Ella en Guatemala, él, con sus cuatro hermanas mayores, en Estados Unidos.
Comenzó a trabajar en una pizzería italiana de New Jersey. Tenía que ahorrar para pagar el dinero que sus tíos le habían prestado para pagar el coyote. Fue ahí donde comenzó a sentirse más cerca de la comida. Tenía 13, así que empezó con lo más básico.
Tony: De lavar platos, empecé. Después aprendí a preparar, a cocinar, a hacer pizza. Después cuando estudiaba fui mesero, de todo.
Narradora: Aunque no sabía nada de inglés, Tony logró inscribirse a una secundaria. Fue aprendiendo poco a poco, acostumbrándose a una nueva cultura, a una nueva vida. Pasó a ser parte de los más de tres millones de guatemaltecos que viven en Estados Unidos.
Y aunque se la pasaba el día entre la escuela anglosajona y las pizzas italianas, en su casa siempre había tortillas, frijoles, enchiladas, tamales. Eso lo hacía sentir que estaba un poco más en casa. Esa casa que nunca quiso dejar.
Tony: Muy loco porque ahí en la aldea de donde nosotros somos el único objetivo que tienen los chavitos al crecer es irse a Estados Unidos, no hay otra visión, otra meta. Y yo ni soñaba irme a Estados Unidos, y de repente un día para otro mi familia tuvo que irse.
Narradora: Los siguientes cinco años Tony siguió trabajando en la pizzería, aprendió otras recetas: pastas, calzones, lasañas. También logró aprender inglés y graduarse del high school.
Pero Tony tenía otros sueños. Aunque sus tíos y primos habían decidido dedicarse al negocio de la pizzería, él quería seguir estudiando. Quería ser abogado.
Tony: Cuando terminé fue como bueno, qué hago, aquí no puedo seguir estudiando.
Narradora: No podía porque su situación migratoria no se lo permitía. No tenía papeles. La secundaría la había pasado sin problema porque las escuelas públicas estadounidenses no le solicitaban ser residente ni tener un permiso especial. Pero en la universidad las cosas eran diferentes. No podía estudiar si estaba de forma irregular.
Pensó en regresar a Guatemala, pero un amigo chileno le contó sobre la educación universitaria pública y gratuita en Argentina.
Tony: Entonces tuve que buscar opciones y la UBA es como que bien reconocida en Latinoamérica y entonces me vine. Porque en Guate la vi muy difícil, ir a la capital, con la inseguridad, yo no conocía nada. Y acá pues dentro de todo era más viable y me vine.
Narradora: Así, en 2012, cuando tenía 19 años decidió, nuevamente, migrar.
Y aunque esta vez fue en mejores condiciones, lo hizo solo. Averiguó sobre una residencia universitaria e ingresó a la Facultad de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, la UBA.
Así aprendió a querer esa nueva ciudad que le dio refugio, que le dio un hogar y le permitió estudiar. Aunque jamás se sintió tan a gusto como cuando estaba con otros guatemaltecos.
Tony: Los conocidos que yo tenía de la facultad eran conocidos, nos juntamos a estudiar para esta vez y nada más. Como que “te veo en la facultad” y ya, nunca. No es igual que nosotros en Guatemala que cuando conocemos a alguien si nos cayó bien lo invitamos a comer, a tomar un café. Acá son bastante fríos.
Narración: Lo más difícil no fue el trato, sino adaptarse a la comida. Cuando llegó, no solo tenía que acostumbrarse a sabores nuevos, también le costó encontrar ingredientes esenciales. Dejó de tener todo eso que tenía en la casa de sus hermanas, en Estados Unidos. Todo lo que tanto le recordaba a su casa, la de Guatemala.
Tony: Porque por ejemplo antes no había Maseca, no había nada para hacer tortillas. Era difícil encontrar frijoles. No se venden caldos ni sopas acá, de pollo o de res. Entonces era bien difícil antes porque no se encontraba nada de eso, y después fue cambiando con la venida de los venezolanos que trajeron más condimentos. La harina pan y todo eso.
Narración: “La venida de los venezolanos, le dice Tony”, al flujo migratorio de venezolanos que creció a partir del 2015 en Argentina. En ese momento, con ingredientes un poco más cercanos a los guatemaltecos, Tony comenzó a sentirse un poco más en casa.
La pasó un poco mejor, pero extrañaba Guatemala, a su mamá y a su papá. Su situación migratoria en Argentina, a diferencia de Estados Unidos, le permitió regresar a verlos cada año, en diciembre. Y así, volvió a saber de Lesly.
Tony: Y después el hermano de ella en 2015 me agregó en Facebook, porque ella no tenía redes sociales. Y cuando me dijo que era hermano de Lesly me acordé, no lo podía creer. Y empezamos a platicar, y cuando volví en diciembre nos encontramos.
Narradora: Lesly ya no vivía en Los Achiotes, sino en Ipala, un municipio en las faldas del volcán del mismo nombre, también en Chiquimula. Se había mudado cuando su padre volvió de Estados Unidos.
Fue en Ipala donde Tony y Lesly decidieron juntarse. Era la primera vez que se veían en muchos años. Pasaron juntos el mes que Tony estuvo en Guatemala. Después, cuando regresó a Buenos Aires, siguieron hablando por WhatsApp. Se enamoraron.
Tony: Y empezamos una relación de distancia hasta que yo me gradué en 2017, pero como había que juntar para la boda y juntar alguito con qué vivir, decidí trabajar un año acá en 2018 y ya 2019 venirnos los dos juntos.
Narradora: Mientras Tony estudiaba Derecho en Buenos Aires, Lesly estudió Trabajo Social en Chiquimula.
Ahora, más que antes, Tony sentía ese vínculo con Guatemala. Extrañaba estar allá. En ese tiempo, se hizo amigo de migrantes de otros países: ecuatorianos, chilenos. Ellos le dieron una idea: formar una colectividad de guatemaltecos en Argentina con los que podría compartir sobre su país, cocinar, hacer eventos, sentirse menos solo. Tony cuenta mientras lava los platos.
Tony: Y en 2016 vino un embajador acá que era bien ayudado con la gente, y yo platicando con él y todo y expresándole mi intención de hacer algo. Y un día me citó a la embajada y me dijo que él me apoyaba en lo que pudiera.
Narración: Tony logró reunir a un grupo de guatemaltecos, algunos que ya estaban agrupados, otros que no se conocían entre sí y comenzó a gestionar eventos. Hicieron exposiciones de fotografía y de arte, se unieron a la semana de la gastronomía centroamericana organizada por el gobierno de Buenos Aires, crearon el evento Guatemala emergente donde hubo danza, música, poesía.
Narradora: En enero de 2019 Tony y Lesly se casaron. La boda fue en Guatemala.
Y aunque fue una decisión difícil, especialmente para ella, decidieron que vivirían un tiempo en Argentina. La economía en el país sudamericano tambaleaba, pero Tony tenía un trabajo estable en un bufete de abogados. Ella no trabajaba en Guatemala.
Además, tenían otro plan: después de un tiempo se mudarían a Estados Unidos. Tony había ganado una beca para estudiar una especialización en Leyes de Inmigración en la Brooklyn Law School.
Lesly: Para mi era todo muy rápido, venir de una boda, de empezar un matrimonio, un hogar, y luego estar seis meses en un país y luego para otro. No tenía planes en realidad, era adaptarme allá y ver qué pasaba.
Narradora: Pero el viaje a Estados Unidos se frustró. Tony se enteró de que el gobierno estadounidense le había prohibido la entrada por diez años por el tiempo que vivió de forma irregular en el territorio. La beca la perdió. Y decidieron entonces hacer su vida y su casa en Argentina.
Lesly llegó a Buenos Aires diez días después de la boda. Pasó de vivir en Ipala, un pueblo pequeño de unos 20 mil habitantes, a moverse en una de las principales ciudades de Latinoamérica, donde residen más de 3 millones de personas. No conocía a nadie más que a Tony.
Lesly: Fue difícil. Porque yo vengo de un pueblito, no de la ciudad. Y Tony quería que yo en una semana ya agarrara el colectivo y me fuera. Pero ahora ya me sé mover sola, no tanto, así, pero si llego. (ríe). Si no la gente lo lleva a uno.
Narradora: Poco a poco Lesly se fue adaptando a la vida en la gran ciudad, pero intentaba rodearse de personas que la acercaran a su tierra. Hizo algunas amigas guatemaltecas, con las que cocinaba taquitos, enchiladas, dobladas. Y aunque sí, le gustaba el asado, los choris, la pasta y la pizza, nada era como la comida de Guatemala. Decidió que todos sus almuerzos los haría como en casa.
Después de un año, se adaptó. Hasta que en 2020 la pandemia detuvo al mundo.
Narradora: El 20 de marzo de 2020, Alberto Fernández, el presidente de Argentina, anunció las medidas de aislamiento social obligatorio. Tony, había renunciado meses antes a su trabajo para empezar un negocio de marketing digital para empresas de comida. Tuvo que suspender los planes.
Lesly buscó trabajo, pero con las nuevas medidas era casi imposible. Estaban solos, aislados en su apartamento. Tenían que buscar pronto una manera de conseguir dinero para pagar la renta y la comida.
Y así surgió Guatefood by Lesly. Un amigo que ya había probado su comida les animó a emprender. Sabía el potencial. Les propuso ayudarles con la publicidad.
Tony: Y dije como sí, la verdad que está bueno. Y le dije a ella, mirá armá un menú y lo mandamos por WhatsApp, por las redes sociales, por todo.
Narradora:Se dividieron el trabajo. Lesly decidía el menú y Tony hacía los artes para distribuir en redes. Cuando ya tenían calculado los pedidos, Tony iba al mercado a comprar algunos ingredientes y Lesly dedicaba todo su viernes a cocinar. Empezó con cosas “sencillas”.
esly: Solo dobladitas. Como era la primera vez no sabíamos. Hicimos dobladitas y la verdad que se vendieron. Hice 80 dobladas.
Narradora: La prueba piloto fue un éxito. Las primeras semanas vendieron todo lo cocinado. Después Lesly calculaba mejor las porciones y perfeccionaba las recetas.
Lesly: Y se van mejorando las cosas, porque la primera vez que hicimos garnachas con carne molida. Y ahora las hago con carne procesada, salen más ricas.
Narradora: A medida que los platillos y las recetas aumentaban su dificultad, Lesly comenzó a necesitar ingredientes que no se consiguen en Buenos Aires. Eso le agregaba tiempo y dificultad al proceso.
La última vez que fue a Guatemala, en lugar de llenar la maleta de ropa, metió todo lo que creía que le podía servir para cocinar.
Lesly: Algunos los traemos de allá, como los chiles, acá no se encuentra chile guaque ni chile pasa. Y el consomé traemos, porque cuando se acaba usamos de esos cubitos Knorr.
Narradora: Y el negocio prosperó. Desde abril de 2020 Lesly dedica todos sus viernes a preparar paches, tamales, enchiladas, chiles rellenos, hilachas. Bebidas como horchata, rosa de jamaica o fresco de tamarindo.
Tony: Nos entretiene porque tres días pasamos ocupados con esto, y ya no tiene ella que preocuparse por encontrar trabajo acá, porque con el ingreso que tiene es como un sueldo en cualquier trabajo acá, y es su propia jefa.
Narradora: Tony sigue haciendo los afiches en redes. Al principio alquilaba un carro para ir a dejar los pedidos, pero a finales de ese año logró comprarse un auto rojo chiquito, con el que recorre la ciudad. La mayoría de sus clientes son personas guatemaltecas. que viven en Buenos Aires y quieren algo de su tierra los fines de semana.
Narradora: El día que Tony y Lesly me invitaron a su casa, estaban por preparar chuchitos para vender el fin de semana. Explico, los chuchitos, son una especie de tamal de maíz de consistencia firme, relleno de salsa y alguna carne, y envuelto en una tusa, la hoja de la mazorca. Pasamos a la cocina. Tony abrió dos bolsas de harina de maíz y comenzó a amasar en un baño de plástico. Cuando terminó, Lesly torteó mientras me contaba sobre los ingredientes secretos para darle “el sazón”.
Lesly :Le puse sal, sal de ajo, sal de cebolla, lleva consomé, pero le pongo cubitos Knorr, lleva aceite y un poco de Royal para que no queden duros. Para que esponje. Son secretos de mi tía.
Narradora: El olor inunda toda la cocina, el apartamento. Los chuchitos están casi listos para ser entregados. Lesly y Tony afinan los últimos detalles mientras se preparan una taza de café caliente. Café de Guatemala. Les pregunto sobre el futuro de Guatefood, si piensan dedicarse a esto.
Tony:Para hacerlo todos los días creo que no, porque como los clientes son ya poquitos, son los mismos que compran, no comprarían todos los días o tres cuatro veces por semana.
Narradora: A Tony y Lesly les han llegado un par de ofertas para ampliar el negocio, pero no las han aceptado aún. No saben si estarán en Buenos Aires para siempre. En 2022, Tony quiere postularse de nuevo a la beca en la Brooklyn Law School. En unos meses, se cumplirán los diez años que dura su prohibición para entrar a Estados Unidos. Están decididos a irse. Saben que allá están “los suyos”.
Tony: Pues regresar allá a Estados Unidos y trabajar de eso, de abogado de migraciones. Yo conozco demasiada gente que está en esa situación, que necesita orientación y acompañamiento y en todo los procesos judiciales que hay allá. Y es como: yo quería ser abogado, pero no solamente abogado, sino tener un impacto más específico en mi comunidad. Y qué mejor que con la comunidad migrante en Estados Unidos que es donde me siento más representado.
Narradora: La pandemia ha complicado las cosas. Los ha hecho sentirse solos, pero la comida los ha devuelto a casa, a Chiquimula, a los fines de semana en casa de sus padres jugando en el patio, comiendo tamales, chuchitos y tomando café.
Lesly: Me tiemblan los brazos, por estar “chiqui chiq”
Narradora: Gracias por escuchar este episodio de Fronteras Líquidas, la serie de Radio Ocote donde contamos historias atravesadas por la migración.
La investigación, las entrevistas y el guion de este episodio los hice yo, Melisa Rabanales. La edición es de Carmen Quintela, la producción y edición sonora de José Monterroso y la ilustración es de Maritza Ponciano. La música original es de Juancarlos Barrios. En este episodio se utilizaron fragmentos de noticias de la Televisión pública Argentina y La Nación.
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FIN
Créditos:
Investigación y guion: Melisa Rabanales.
Edición del guion: Carmen Quintela.
Producción y edición sonora: José Monterroso.
Ilustración: Maritza Ponciano.
Música original: Juancarlos Barrios.
En este episodio se utilizaron fragmentos de noticias de la Televisión Pública Argentina y La Nación.
