Una historia de devenir antiespecista
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Quiero contarles sobre mi recorrido hacia el antiespecismo, lo hago desde mi experiencia situada, lo que significa que lo que aquí escribo está intrínsecamente relacionado con mi historia de vida y mi contexto. Mi intención es propiciar la reflexión, la crítica y el debate. Este es un aporte desde la esperanza sabiendo que podemos habitar en armonía con la naturaleza y les animales no humanos.

Todo empezó una tarde de domingo en el 2012, acompañada de Salem mi perrita y Benito el primer gato que me adoptó, tomé una decisión sin imaginar que cambiaría mi vida: ver un documental sobre la industria de la carne, ¡no sé por qué lo hice! Lo que sí sé es lo que me hizo sentir: asombro, asco, tristeza, indignación. En ese entonces yo desconocía la violencia sexual que sufren los pavos cuando los preparan para matarlos, tampoco sabía que engordan a los pollos a tal punto que sus patas se rompen por el peso y en definitiva no sabía qué es la vivisección, después de esto, no podía seguir contribuyendo con esta violencia.

¿Por qué no nos importa el sufrimiento de estos animales? ¿Por qué amamos a nuestro animales de compañía -llamades también mascotas- y comemos a otros? Poco después llegué al concepto de especismo. El especismo es la discriminación de ciertos individuos por no pertenecer a la especie humana. El antropocentrismo es una forma de especismo.

¿Cómo se muestra el especismo en el contexto guatemalteco? Muchos hemos crecido escuchando y usando frases como: “no seas coche”, “parece una ballena”, “no seas mula vos”, “¡qué burro!”, estas expresiones evidencian la creencia de inferioridad que tenemos sobre les animales, al relacionarles con las personas logramos insultarlas. Como mujer, muy pronto aprendí a cuidarme de que jamás me llamaran zorra o perra, todes sabemos qué significan estas palabras para las mujeres, estas expresiones son especistas y además sexistas.

Vestir lana o cuero, beber leche de vaca y cabra, comer carne, son prácticas comunes y hasta tradicionales en nuestro contexto, lo que no es común es que indaguemos sobre el proceso que se necesita para que un ser vivo se convierta en comida o ropa. ¿Alguna vez alguien les ha dicho que si presenciáramos cómo sacrifican a les animales probablemente no querríamos volver a comerles? Cuando vemos en nuestro plato una carnita asada de domingo no pensamos en que antes fue una vaca, aun cuando vemos al cerdito dar vueltas y vueltas en el convivio de fin de año, tampoco estamos pensando en que antes tuvo vida. En general, cuando comemos carne no pensamos en la crueldad y violencia que sufren estos animales y en los intereses que tenían.

Se preguntarán ¿cómo así intereses? Quiero presentarles acá otro concepto: sintiencia. La sintiencia es la capacidad de sufrir y disfrutar, por lo tanto, como seres sintientes nos interesa disfrutar y no sufrir[1]. Les animales no humanos son sintientes. Desde un pensamiento especista no tomamos en cuenta el sufrimiento animal, el documental aquel que les conté es esto lo que muestra. ¿Sabían que en el 2012 se firmó la Declaración de Cambridge donde se explica científicamente que les animales no humanos tienen conciencia?

Otra situación muy actual: se ha encontrado que la transmisión del virus SARS-COV-2 que causa la covid-19 proviene del uso de animales para consumo humano, esta pandemia al igual que otras, se origina por el comercio y uso desconsiderado y violento de animales. A pesar de saber esto, el debate en su mayoría gira alrededor de las medidas de higiene y de la creación de una vacuna que venga a rescatarnos, todas estas acciones son necesarias, pero reactivas. Creo que, si no queremos volver a vivir una pandemia como esta u otra peor, se hace necesario que nos cuestionemos cómo usamos a les animales no humanos.

El antiespecismo busca rechazar y oponerse al especismo. Mi devenir antiespecista inicia con la transición al vegetarianismo y luego al veganismo, el cual se ha convertido en una postura política porque he decido no contribuir con el sistema que violenta a les animales. Desde una mirada feminista interseccional, la opresión y explotación de las mujeres se entrecruza con la de les animales en cuanto son patriarcales, así que para mí ser vegana es en consecuencia con mi consciencia feminista. Aclaro que el antiespecismo no es exclusivo de los feminismos, en este sentido les recomiendo informarse sobre el movimiento de liberación animal y los proyectos descoloniales de las personas negras veganas. Como el feminismo, el antiespecismo es un camino personal de aprendizajes, sobre todo, de muchos desaprendizajes. ¿Cómo podrías tú acercarte al antiespecismo?

Concluyo este escrito invitándoles a aprovechar los días de confinamiento para cuestionarnos nuestras formas de vida antropocéntricas y reflexionar sobre cómo queremos seguir relacionándonos con les animales con quienes compartimos este planeta.

¡Ni oprimidas, ni opresoras!

[1] Catia Faria


Lidia Guerra Marroquín. Feminista antiespecista, ingeniera, lectora, cat lover. Cofundadora de OCACGT. Actualmente, estudio el feminismo antiespecista en Latinoamérica.


Las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan los criterios editoriales de Agencia Ocote. Las colaboraciones son a pedido del medio sin que su publicación implique una relación laboral con nosotros.

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