Diario de una pandemia: Madre coronavirus. Día 81.
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Entre muchas de las dinámicas que la cuarentena del coronavirus ha revelado, están las relaciones de poder y privilegios que implica ese espacio llamado hogar. Una mujer debe de lidiar -y luchar- con la dinámica de la casa, el trabajo, las hijas, entre otras relaciones complejas que nos describe en este espacio la cineasta Pamela Guinea.


Estoy en una reunión virtual de trabajo. Parece una reunión muy importante donde trataremos temas, incluso, de interés nacional. En dicha reunión hay 6 hombres y yo, una mujer. Primera interrupción: —Mamá, se me trabó el zoom y estoy en pleno examen. Segunda interrupción: —Mamá, tengo un problema serio (llorando). —Tercera interrupción: —Mamá, me alcanzas aquello. Cuarta interrupción (en mi mente): Hay que empezar a hacer el almuerzo. Quinta interrupción: —Mamá el profe te quiere hablar. Sexta interrupción: escucho que se rebalsa la sopa, hay que bajarle la llama. Séptima interrupción: (el clima) empieza a llover y hay que meter la ropa. No sé, y lo digo de verdad, si los hombres involucrados en esta misma reunión tuvieron ese tipo de interrupciones. Yo no lo vi. Sin embargo, así son la mayoría de mis reuniones de trabajo virtuales. Y sí, soy mujer, soy mamá de dos adolescentes y soy profesional. Y así vivo ahora mi nueva “normalidad”.

Empiezo estas líneas como un desahogo, como una catarsis. Ser madre nunca ha sido una tarea fácil, pero ahora en el confinamiento toma otras dimensiones y proporciones. Hablo por mí y por nadie más. Pero he estado visitando, viendo y leyendo temas relacionados y en todos abordamos casi lo mismo: pasamos de ser madre a ser también la maestra buena onda, la maestra que cae mal; la amiga confidente, la amiga con la que pelea; la cocinera, la proveedora, la dictadora del hogar, entre muchos otros roles. Pasamos a estar 24/7 sin tregua con los hijos. De pronto, hemos perdido nuestra habitación propia que de por sí en muchas de nosotras ha sido una lucha poder sostenerla.

Amo a mis hijas. Amo verlas crecer y florecer y ver los seres humanos hermosos que son. Mi compañero de vida juega un rol importante en la dinámica familiar y entre todos nos apoyamos. Y sí, hemos pasado momentos muy hermosos en familia durante esta pandemia. Hemos tenido (los cuatro) angustias, miedos, ansiedades, risas, llantos, enojos, peleas: todo lo que una convivencia tiene. Y, claro, también los lazos se han reforzado.

La carga emocional es gigante. No solo es la tarea de ser madre y todos los roles que mencioné, también es llevar una casa (que vaya si es un trabajo enorme y tan poco reconocido), es atender las actividades en las que estoy metida, el trabajo por el que me pagan y el trabajo por el que no me pagan, los proyectos y los sueños. Además, es surfear las preocupaciones económicas por la incertidumbre laboral y económica de nosotros los artistas.

Más que una queja, mi intención es poner esto sobre la mesa para empezar, ojalá, una serie de reflexiones alrededor de nuestro papel de madres ahora en confinamiento, que sin duda no es el mismo de siempre. Encontrar el equilibrio es quizá donde está la clave. Sin embargo, no es fácil. Es quitarse años de años del lastre del patriarcado impregnados en la sociedad, incluso en una misma. Es aprender a vivir sin culpas. Aprender a decir no cuando así se desea. Es luchar por nuestros espacios aún en este encierro. Es seguir luchando por lo que creo y lo que amo profundamente. Es seguir criando con amor. Es cuidarnos mutuamente. Es cuidarme yo misma. ¿Quién dijo que sería fácil? Nadie. Y acá me tienen, escribiendo este desahogo.


Pamela Guinea es productora de cine, ha producido, entre otras películas, Las Marimbas del Infierno, Tesoros y Nuestras Madres. Actualmente, desde su empresa Cine Murciélago desarrolla diversas películas en la región. Es presidenta de la Asociación Guatemalteca del Audiovisual y la Cinematografía, AGACINE.


Las opiniones emitidas en este espacio son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan los criterios editoriales de Agencia Ocote. Las colaboraciones son a pedido del medio sin que su publicación implique una relación laboral con nosotros.

 

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