La charla inició con una invitación: cómo desmitificar la violencia digital. «La responsabilidad no es de quien recibe la violencia». Con esta frase, la bióloga Mayeli Sánchez, fundadora de Técnicas …
La charla inició con una invitación: cómo desmitificar la violencia digital. «La responsabilidad no es de quien recibe la violencia». Con esta frase, la bióloga Mayeli Sánchez, fundadora de Técnicas Rudas y especialista en cuidados digitales, arrancó el panel «Pink Mirror: la utopía de un futuro digital sin violencias», en el tercer día del Festival Expansiva 2025.
Sánchez recordó que las agresiones en el ámbito digital tienen implicaciones graves en las víctimas —en su cuerpo y mente—, pese a lo que pueda parecer, por la aparente distancia entre agresor y víctima.
Linda García Arenas, comunicadora, investigadora y gestora feminista destacó que la violencia digital no es algo nuevo. «Son las mismas violencias que vivimos en el ámbito público y que ahora se trasladan también al entorno digital», recordó.

Inteligencia artificial y nuevas vulnerabilidades
Uno de los temas centrales de la charla fue la inteligencia artificial (IA) y los riesgos que puede conllevar en relación a la violencia.
Mayeli Sánchez expuso que el principal problema es que es inmaterial y neutra: «Son máquinas que consumen agua, energía y generan impacto en comunidades. La inteligencia artificial no es magia: son algoritmos con efectos sociales y ambientales».
Sobre la violencia sexual digital facilitada por IA, Sánchez advirtió que el problema va más allá de lo técnico. «No hay una respuesta de solución únicamente tecnológica. Es un problema social que debemos enfrentar colectivamente».
Linda García hizo ver una realidad alarmante: «Ya existen adolescentes que han vivido violencia sexual mediada por inteligencia artificial, mientras la sociedad y el Estado no cuentan con mecanismos para responder».
Redes sociales: espejos de la violencia estructural
Las participantes coincidieron en que las redes sociales reproducen los mismos patrones del sistema patriarcal. «Las plataformas no están diseñadas para cuidarnos, sino para lucrar y mantenernos consumiendo. Ese modelo también potencia las violencias, como la violencia estética, que afecta fuertemente a las mujeres», explicó García.
Cambiar la infraestructura digital para que las mujeres no solo sean usuarias, sino creadoras, es una posible solución, aseguraron.
También destacaron la necesidad de rediseñar algoritmos para que promuevan conexiones humanas y no adicción, y eliminar las narrativas de odio.
Los protocolos de protección que garanticen que internet sea un espacio seguro son una de las claves definitivas.
La realidad legislativa del país
Un mecanismo para pensar un futuro digital más justo y seguro puede estar en las leyes.
La diputada Elena Motta reconoció que la legislación guatemalteca está desactualizada frente a las violencias digitales.
«Sabemos que en Guatemala no ha sido prioridad proteger a las mujeres. Sin embargo, ya avanzó en el Congreso la iniciativa 6280, Ley contra la violencia sexual digital, que propone nuevos delitos como el ciberacoso y la extorsión sexual», afirmó.
También añadió que esta ley contempla prevenir, sancionar y erradicar la violencia digital con sanciones más fuertes cuando los delitos se cometan mediante inteligencia artificial y asigna responsabilidades claras a instituciones como el Ministerio de Educación y el Ministerio de Gobernación.
Aunque las tres valoraron como un paso positivo la iniciativa 6280, también expresaron dudas sobre su implementación.
«Más allá de una ley bien hecha, preocupa cómo funcionan los mecanismos de justicia, porque muchas veces las víctimas terminan revictimizadas», subrayó García.
En ese mismo sentido, alertó sobre la propuesta de una Ley de ciberseguridad que podría usarse para vigilancia estatal, lo que abre nuevas tensiones en la protección de derechos.

La utopía de un futuro digital sin violencias
El panel Pink Mirror cerró recordando que la violencia digital es evitable y que existen caminos colectivos, políticos y comunitarios para transformar los entornos digitales en espacios más humanos, solidarios y libres de violencias.
Cada una terminó con una idea sobre como imaginan un internet feminista libre de violencias
«Más como un mercado, menos como un Walmart, donde no sólo seamos consumidoras sino creadoras», explicó García.
«Una tecnología que responda al poder social, y que todos puedan administrar, que no genere adicción sino motive a la humanización», expresó Sánchez.
«Espacios libres de violencia, sin narrativas de odio», finalizó Motta.
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