Algunos día antes de que en Guatemala se recuerde a las víctimas del conflicto armado interno, sin que termine la pandemia y antes de que salga a la calle la primera procesión en la que te toman la temperatura, las noticias estallan en una sucesión de verdades, medias verdades y mentiras respecto a la invasión rusa a Ucrania.

Villoro dice que Jünger dijo: “en la guerra nadie tiene gripe”. Yo no pude encontrar la cita, pero me parece que razón tiene, porque ante el peligro inminente de un conflicto, las preocupaciones pueden variar. Confieso lo poco que sé de esta guerra y lo mucho que me interesa el fenómeno de manipulación que se hace de la realidad, así que opto por esta película escrita y dirigida por Sergei Loznitsa.

La película dura 120 minutos, está catalogada como drama y da la apariencia de falso documental, su contenido está basado en hechos reales que el director escribe y reinterpreta: los doce capítulos del film partieron de vídeos de YouTube.

El director, en esta entrevista, dice que su película “es una metáfora muy sencilla. Cuando empiezas a jugar con el mal, nunca piensas que puedes acabar como otra de sus víctimas”. Pero la metáfora que plantea Donbass usa un tono satírico que confronta. El director lo explica como una salida necesaria para sostener el fondo que pretende contar.

Donbass empieza con un grupo de actrices preparándose para rodar y termina con la noticia de un asesinato. Es decir, el rodaje de la noticia preelaborada. Escuchas a una de las supuestas vecinas repetir la aflicción en una segunda toma. Poco antes has visto a un periodista atosigado por un grupo de militares que le llaman fascista por ser alemán, a un hombre que encuentra su automóvil perdido, pero al que obligan a cederlo, un niño que te guía por el laberinto de un edificio húmedo y otros episodios que parecerían inverosímiles, pero que están basados en la realidad.

Donbass fue presentada en el Festival de Cannes en 2018, inaugurando la sección Un Certain Regard. Ese mismo año ganó el Giraldillo de Oro en el Festival de Sevilla. En algunas listas, Donbass aparece como una pieza necesaria para entender el conflicto, creo que se necesitan muchas cosas más. La película me dejó con más cuestionamientos y sensación de impotencia. La ficción se ocupa de contar una verdad, pero también nos lleva a reflexionar que la verdad está plagada de ficciones, muchas de ellas creadas intencionalmente. Incluso producidas. El cine por otro lado ayuda a digerir esa verdad que suele ser tan dura y que necesita apoyarse en la ficción y sus herramientas, entre estas el humor. Ficción y realidad, un juego de engranajes que se van articulando, dependiendo de quién los maneje.

Donbass no es una película cómoda. El recorrido visual que hace el director por las historias puede resultar difícil de comprender porque el tono, los diálogos y el humor no son cercanos. Sin embargo, la frase lapidaria de un hombre viendo de frente a la cámara mientras dice: “vivimos en la edad de piedra” resulta tan inmediata, cuando entendés que las historias de corrupción y abuso de poder no son exclusivas de una sola latitud. Cuando la película termina, podés optar por una comedia que te ayude a modular emociones, pero en la realidad no podés cerrar los ojos.

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Liliana Villatoro es cinéfila y escritora, ha publicado investigación social, narrativa breve, poesía y novela.

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