Las Recias
Luna Marán: el cine es la memoria de un pueblo
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Luna Marán es zapoteca, oaxaqueña y serrana. Una cineasta indígena, una observadora y narradora nata que recupera a través de su propia historia y la de su familia la memoria de un pueblo en la sierra norte mexicana. En el último episodio de la segunda temporada de Las Recias, escuchas su retrato hablado.


Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo.

Si quieres leer la transcripción de este episodio, la dejamos aquí.

Canción Nostalgia, de Jaime Martínez Luna: Antes de respirar quise darte mi aliento, hoy solo te entrego mi angustia y mi coraje, un caminar incierto y mi cantar de emigrante”…

Narradora: En la imagen,Luna está sentada junto a Julia y Andrés, sus hermanos, en un sofá gris. Ronda los 30 años, y recoge su pelo largo y negro en una trenza. Cuando empieza a sonar Nostalgia, la canción de su papá, Luna cierra sus ojos grandes. Canta bajito y las voces de sus hermanos la acompañan. Y mientras sus ojos están cerrados, el lente de una cámara graba la escena. Una cámara que ella misma colocó, como muchas veces lo había hecho antes y lo haría después, para registrar el momento. Su momento y el de su familia.

Aquella escena, grabada en 2018, formaría parte del documental Tío Yim, su primer largometraje, estrenado un año después, en 2019, del que Luna sería productora, directora y guionista. En Tío Yim, a través de su historia y la de su familia, Luna logra hacer un retrato de su padre y recuperar la memoria de un pueblo en la sierra norte de Oaxaca, al sur de México.  La de su pueblo.

Soy Melisa Rabanales, periodista de Ocote, y en este episodio de la segunda temporada de Las Recias hago un perfil sonoro de Luna Marán, la cineasta zapoteca, la narradora, la activista.

Luna es una soñadora, una “aventada” como dice ella. Y a la vez, una mujer que ha aprendido a contemplar paciente y a narrar, a través de un lente, la diversidad y las formas de vida dentro de las comunidades originarias. Las que ella llama distintas formas de habitar al mundo.

Luna Marán:  Me ha tocado el privilegio de haber crecido en una comunidad que tiene aún sus formas tradicionales de organización. Eso me ha permitido tener una estructura de aprendizaje muy fuerte para hacer lo que hago hoy en día, que son películas.

Narradora: Guelatao de Juárez, un pueblo rural en la sierra norte de Oaxaca, no pasa de 600 habitantes. Es un lugar pequeño, pero parece estar destinado a ser cuna de grandes personas.

Nació ahí, hace más de doscientos años, Benito Juárez, el primer presidente indígena de México. También, varias décadas después, el filósofo, trovador y antropólogo indígena zapoteco, Jaime Martínez Luna, conocido en su comunidad como Tío Yim. Yim, porque así acostumbran a llamar en México a los “Jaimes”. Tío, por cariño. 

Y también nació ahí, en Guelatao de Juárez, Luna, la hija de Jaime, quien lleva por nombre el apellido de su abuela. Dos comadronas la recibieron un primero de mayo de 1986. 

En ese pueblo, el que la vio crecer, ella se recuerda así:

Luna: Creo que esa imagen es de una niña que podía salir de su casa con mucha seguridad desde muy chiquita. Que tenía un contexto donde si salía a la calle, la gente que estaba en la calle sabía quién era yo y sabía quiénes eran mis padres.

Narradora: Luna jamás pasó desapercibida. Era una niña alta, mucho más alta que el promedio en su comunidad y un poco más blanca, como su mamá, la venezolana Magdalena Andrade. Luna siempre sintió que en ella se unían dos culturas.   

Aun así, creció como toda niña zapoteca, bajo una lógica de “comunalidad”. Este término acuñado por su padre y que después se estudiaría desde la sociología que nombra la forma de vida de las comunidades en la sierra. Así lo define ella:

Luna: Una infancia donde las asambleas, por ejemplo, era algo muy cotidiano. Ver a tus padres involucrados en la organización, en la participación, en los sistemas de cargos. En la que hay cosas muy divertidas como las fiestas, y también crecer en un espacio seguro. Mis padres en su quehacer como gestores de cultura comunitaria, hicieron un ecosistema, pues, donde había talleres, había conciertos, festivales, música, teatro, títeres, artes plásticas…

Narradora: En esta efervescencia cultural y en una época de acontecimientos importantes para los pueblos indígenas, como el levantamiento zapatista de 1994, Luna se volvió parte activa de la comunidad.

Con solo nueve años ya era locutora de Radio Xegló, la voz de la Sierra Juárez,  una emisora que transmitía desde Guelatao y se escuchaba en otras comunidades indígenas de la sierra norte. Luna narraba los eventos de su comunidad.

También fue actriz infantil en Nuestra visión, un canal que también nació ahí mismo, en Guelatao, y que llegaba a más de 40 comunidades en Oaxaca. Así fue como aprendió a narrar a su pueblo desde el arte, y donde también se acercó a las cámaras. En un canal que registraba al pueblo, sus fiestas, a su padre cuando cantaba junto a los niños, los discursos de las asambleas. Registraba la comunalidad.

Luna: O sea, como un universo ahí pues muy muy prolífico como para crecer siendo siendo una infanta y tener esa posibilidad de crecer, sobre todo, como pensando en cambiar el mundo.

Narradora: Cambiar un mundo que pronto necesitó explorar. Probar esas otras formas de vida fuera de lo que ella conocía.

Luna: Como que siempre he sido una persona como muy ‘aventadilla’. Y entonces yo creo que desde muy chiquita estaba digámoslo así como muy claro, para mí que iba a salir. Luego lo segundo que estuvo muy claro era que quería estudiar artes.

Narradora: A los 15 años unió sus dos apellidos (Martínez Andrade) y se nombró como Luna Marán. Algo corto, sencillo de aprender, dice ahora. También se fue de Guelatao. Migró a la ciudad de Oaxaca, a unos 60 kilómetros, para estudiar un bachillerato en artes, gracias a la beca Guadalupe Musalem. Ahí conoció a Tajëëw Díaz Robles, una adolescente mixe serrana que también ganaría la beca un año después y quien se convertiría, con el tiempo, en una de sus amigas más cercanas.

Tajëëw, ahora es politóloga y antropóloga y define así a Luna:.

Tajëëw: Luna siempre ha sido soñadora. También muy valiente y se avienta, o sea, como que digo nosotras siempre platicábamos con Yas (Yasnaya Aguilar) así de: “Ay, no manches, esta Luna no tiene miedo”. Como que dice que quiere hacer algo y ya lo está haciendo, o sea, como que no planea tanto. No le da 20 mil vueltas y entonces eso es algo que todavía hoy a mí me parece increíble.

Narradora:  Yas, con la que platicaba Tajëëw, es Yanaya Elena Aguilar Gil: lingüista, activista, escritora y pensadora mixe oaxaqueña. Amiga cercana de Luna.

Yasnaya también forma parte de la generación de mujeres indígenas que desde el arte, la literatura y la academia han abierto debates y generado conocimiento sobre lo que significa ser descendiente de pueblos originarios en México.

Con 18 años, Luna se aventó su primer gran proyecto: talleres sobre salud sexual y reproductiva para los jóvenes de la sierra a través del teatro, el cine y la fotografía. Y aunque le gustaban todas las artes, empezó a encontrar que con el lente podía hacer lo que más le gustaba: atesorar momentos, guardar imágenes, contemplar.

Tajëëw: Pienso en Luna y siempre la pienso con una cámara, o sea, como Luna caminando. Como mirando para todos lados con su cámara. Alguna vez nos tocó subir una montaña con ella y eso recuerdo, que iba caminando despacio deteniéndose, mirando

alrededor tomando algunas fotos. Como no es la fotógrafa de que todo el tiempo está “clic clic clic” sino que me gusta esta imagen de ella caminando la montaña y contemplando con los ojos y a ratos, contemplando a través de la lente de su cámara.

Luna: Claro, que quería hacer televisión, que quería hacer telenovela. Quería hacer historia, y en este sentido, creo que no lo dudé mucho.

Narradora: Después de graduarse, se mudó a Jalisco, donde estudió Artes Visuales en la Universidad de Guadalajara. Las  formas de vida en comunidad y la vida en la ciudad le chocaron.

Luna:  Cuando me tocó salir de mi comunidad y darme cuenta que el mundo no era como era mi pueblo, ahí aprendí que el mundo se puede organizar de otras formas no comunales, donde impera la individualidad. Es donde me doy cuenta que existen otras formas de habitar el mundo y que esas otras formas de habitar el mundo son muy diferentes. Pero no solo diferente, porque lo diferente no es malo, sino también son, digamos, espacios donde habita la soledad.

Narradora: Y también donde habita el racismo. Luna prefiere no profundizar en las experiencias que enfrentó, pero es consciente de que el racismo la atravesó a ella y a su pueblo.

Luna: A veces es difícil disociarlo de cualquier experiencia. Creo que en este ejercicio de nombrar el racismo, que no es nada fácil, porque uno quisiera realmente que no existiera y uno no quiere colocarse en ese lugar como decir: “Es que a mí me pasó, a mí me hicieron…”. Es muy duro tener que hablar desde lo que a una le ha pasado. Pues duele en el cuerpo y duele la memoria también, reconocer que yo no hablo zapoteco porque hay un sistema, un Estado que ha provocado un lingüicidio de manera sistémica y contundente para que yo no lo hable. Pues es reconocer que mi padre recibió golpes. Que mi abuela tuvo que golpear para que mi padre dejara de hablar el zapoteco.

Narradora: Incluso lejos, era imposible desligarse de Guelatao, de su identidad. Tajëëw me habló de cómo su territorio marcaría todo el trabajo de Luna.

Tajëëw: Como es muy sencillo para alguien de una comunidad que cuando se va dejes todo tu bagaje comunitario en la comunidad. Pero creo que Luna desde el inicio o por lo menos desde que yo conozco esta etapa, sobre todo su etapa de después de la universidad, después de estudiar cine, pues que siempre ha estado muy consciente, muy clara de que esté donde esté su visión siempre ha sido muy comunalista, muy comunitaria.

Narradora: Te cuento más de Luna al regreso de la pausa.

*** PAUSA RADIO OCOTE***

Narradora: Antes de la pausa, Luna Marán explicaba cómo el racismo, desde su historia familiar, le había afectado. Sobre cómo le dolía recordar el pasado de sus padres, de sus abuelos y reconocer que lo que ellos habían vivido también le afectaba a ella. Que su vida estaba marcada por un Estado que había pretendido negar su identidad, y la de los suyos.

Un Estado Nación que, como dice Yasnaya Aguilar Gil, se construyó bajo el presupuesto de la homogeneidad y supuso la existencia de una sola lengua y de una sola forma de nombrarse, como: mexicano. Ese ser “mexicano”, para Yasnaya, es una negación de la diversidad de pueblos originarios, sus idiomas y sus propias formas de vida. 

Y ese racismo, esa homogeneidad y la lógica individualista que Luna había encontrado cuando salió de su comunidad también la descubrió en su pasión: el cine.

Una industria dominada por hombres, por blancos, por lógicas capitalistas, por el clasismo y la falta de oportunidades que tienen los habitantes de los pueblos originarios para hacer películas.

Tajëëw me lo explicó así:

Tajëëw: Ves en la televisión cómo se ven en qué papeles están las personas como más racializadas. Y el cine es lo mismo, no solo que en el cine quienes hacen, quienes te cuentan estas historias, pues casi son siempre las mismas personas, entonces el acceso a los recursos, el acceso a los financiamientos, pues está como muy delimitado. El tipo de historias que se financian pues son siempre las mismas.

Narradora: Personas indígenas que aparecen en la televisión comercial como empleadas domésticas, como campesinos pobres, como personajes de chiste o victimizados. Esos son papeles de los que habla Tajëëw.

No solo son los personajes, también las condiciones.

Luna: Nos toca poner los límites a la violencia y empezar a nombrarla. No solo como mujeres, sino también como personas racializadas. Como creadores, como artistas porque el sistema capitalista pues históricamente ha pauperizado las condiciones de los artistas porque somos los que construimos las narraciones que permiten una reflexión crítica de la realidad y eso siempre tiene consecuencias en la vida de todas las personas.

Narradora: Frente a todo esto que aún inunda las pantallas y las producciones cinematográficas, estaba una Luna que quería hacer cine fuera de esos márgenes. Que veía en el arte una posibilidad de hacer comunidad. Ella quería hacerlo como lo hacían en su pueblo. Como lo habían hecho sus padres en La voz de la Sierra, en el canal Nuestra Visión.   

Luna: Como para mí el cine, me gusta pensarlo como hacer una fiesta, ¿no? Y en una fiesta a veces a uno le toca poner la comida, a veces le toca poner la música, a veces le toca poner la sillas. Como que a mí lo que me gusta es participar dentro de esta pieza. Me gusta mucho también la posibilidad de cambiar de lugar y no siempre hacer lo mismo porque creo que aprendo mucho en cambiar de lugar. Y encuentro mucha pasión en poder acompañar el proceso de creación de una película.

Narradora: Luna se empezó a mover por esa fiesta. Como productora, directora, guionista. Lo hizo con una certeza: que iba a narrar con otra mirada, con su mirada. Desde lo personal, desde la experiencia y la subjetividad. Y también desde la comunalidad.

En 2012 estrenó su corto Me parezco tanto a ti, en el que entrevistó a tres abuelas y tres jóvenes de Guelatao. Exploró en sus sueños y aspiraciones para retratar el paso de tres generaciones de mujeres de la sierra norte.

Fragmento  de Me parezco tanto a ti: !”Él era un hombre que no tomaba, era muy trabajador… y muy respetuoso”. “Y era mi novio aquí, pero de chamacos, de mano sudada, que decimos”.

Luna: Creo que he crecido bajo las historias de muchas mujeres. Mis abuelas, tanto mi abuela materna como paterna. Creo que las figuras de las mujeres de mi comunidad, las mujeres que participan de manera cotidiana, creo que me han marcado.

Narradora: Luna ha defendido esta forma de hacer cine ante la propuesta de establecer una distancia entre el narrador y la obra.

Luna:Pues yo creo que la gente que pide distancia es digamos más bien como un recurso como del conquistador. O sea, como para expropiar la responsabilidad de la narración a solo los que no pertenecen a ese lugar. Yo diría que más bien todo lo contrario. Nuestras historias, nosotras, nosotros, nosotres quienes las estamos viviendo y por lo tanto somos nosotres quienes podemos contarlas y será nuestro punto de vista subjetivo.

Narradora: Julio López es un cineasta salvadoreño-mexicano. Trabajaría junto a Luna en 2020 en la película Polvo de Gallo, que él dirigió y ella produjo. En la que Ocote participó como coproductora. Para Julio, la decisión de narrar desde lo subjetivo, personal y comunal no sólo es valiosa para los pueblos originarios. También para el arte mexicano.

Julio: Me parece que es una decisión política en el plano artístico y por lo tanto está súper bien que lo haga. Creo que también de una forma parte de toda una generación, digamos, de creadores de pueblos originarios o de lugares, que no son los centros de poder en México, que definitivamente van a cambiar el discurso y la forma de entender las artes para bien. Siempre va a existir como este arte y este discurso hegemónico. Pero los discursos digamos que se han desarrollado desde la periferia creo que están adquiriendo un poder de difusión importantísimo y eso ya no va a cambiar.

Narradora:  Desde que salió de la universidad, Luna siguió haciendo películas, siguió desafiando el discurso hegemónico y comenzó a trabajar en proyectos como productora, como la cinta Los años azules, junto a mujeres como Sofía Gómez-Córdova.

En ese camino, y ese transitar en la fiesta del cine se dio cuenta también del enorme privilegio que representa ser una de las pocas que se puede permitir estudiar y trabajar haciendo películas.

Luna: Digamos mujeres que vienen de procesos comunitarios o mujeres que vienen de pueblos originarios que están dedicándose a hacer películas, series, pues son muy pocas y entonces… eso más que dar un orgullo me da mucho, mucho coraje, porque declara lo difícil que es que las mujeres originarias de pueblos indígenas estén dentro de la construcción de la representación de las historias que habitan este planeta. Y ahí es donde me doy cuenta que no ha sido fácil.

Narradora:  Reconocer el privilegio, para Luna, también implicaba hacer algo por abrir espacios. Decidió volver a Guelatao.

Luna: Antes tenía claro que quería vivir sola, que quería vivir la aventura

de vivir en una ciudad. Pero también tenía claro que quería regresar.

Narradora: Quiso devolverle a las comunidades de Oaxaca lo que le habían enseñado. Con 26 años, fundó el Campamento Audiovisual Itinerante, el CAI.

Fragmento del Campamento Audiovisual Itinerante

Luna:Creo profundamente en mi trabajo de activismo. Está concentrado justamente en fomentar y desarrollar espacios de formación. Espacios en los que creadores audiovisuales de pueblos originarios tengan herramientas para construir esa narración subjetiva. Esa narración que viene desde esa otra lógica y desde ese cuerpo distinto que le ha tocado vivir.

Narradora: El campamento, el CAI, nació con esa idea. Facilitar el acceso de jóvenes indígenas de las comunidades de Oaxaca a talleres y formación en producción audiovisual.

Durante siete años, de 2012 a 2019, el último año antes de la pandemia de COVID-19, decenas de jóvenes pudieron aprender y contar sus historias. Historias que no siempre salen en las pantallas de la televisión.

No fue fácil. En países como México, para lograr el financiamiento y el apoyo de organizaciones y del Estado, se necesitan contactos y dinero. Y si no se tienen, hace falta mucha perseverancia. Algo que no le falta a Luna. 

Luna: Porque sí creo que para para hacer lo que estoy haciendo hoy en día, solo se entiende en medida de una terquedad muy fuerte y de una disciplina también como muy clara de llevar a las últimas consecuencias.

Narradora: Su amiga Tajëëw coincide con ella.

Tajëëw:Yo creo que algo que Luna ha tenido, o sea, de pronto, puede ser muy necia, o sea que también te ayuda muchísimo sobre todo cuando estás en un medio en el que, para empezar, la mayoría son hombres, la mayoría son personas con poder adquisitivo. O sea, necesitas ser no sólo valiente, sino también ‘necear’ un poco sobre tu punto.

Narradora:  Fue así como logró conseguir financiamiento de algunas organizaciones e instituciones del Estado para el CAI. 

Para Julio, Luna no solo es una persona perseverante, también…

Julio: Una persona digamos como muy directa y con un objetivos muy claros de organización social, de organización artística, de organización comunitaria. Y esa energía se transmite y es muy contagiosa y dan ganas de participar en estos proyectos que empuja. Tanto de arte como de organización comunal,  artística y de activismo también. Estas causas importantes que maneja ella y que de una otra forma nos hemos ido uniendo muchas personas en el camino.

Narradora: En paralelo con la formación de jóvenes, Luna construyó, con paciencia, con constancia, el que sería su primer documental. Desde 2012 comenzó a filmar a su familia en Guelatao. Y de ahí surgió Tío Yim.

En el documental, Luna repasa la vida de activista y trovador de su padre, Jaime Martínez Luna, pero también ahonda en lo más profundo de su historia familiar: cuestiona la ausencia y presencia de un papá alcohólico, y la relación con sus hermanos, su madre y Guelatao, con él.

Hacerlo no fue fácil. Implicaba tocar heridas que aún dolían. Aun así, Luna estaba segura que era algo que quería hacer.

Luna: Para mí, la diferencia entre el documental y la ficción no existe. Realmente es más un ejercicio académico, por decirlo. En el sentido de que estamos contando una historia. No podemos contar todo de de la propia historia de la familia, decidimos contar solo una parte y decidimos responder a curiosidades que teníamos como familia y también a un interés colectivo familiar de compartir una historia. Pero solamente es un fragmento de esa historia, no es la totalidad.

Narradora: El proceso de creación no solo la involucraba a ella. De nuevo, era en comunidad. Era con su familia. En una entrevista con Ambulante, una organización mexicana dedicada a apoyar y difundir el cine documental, Magdalena, la madre de Luna, dijo esto:

Magdalena: Fue un proceso muy lindo, de veras. De sentirte, más que como una familia, era como un equipo de trabajo en ese momento estábamos en función de sacar una historia. De poder compartir con muchos jóvenes…

Narradora: Junto a sus padres y sus hermanos logró dirigir, producir y hacer una obra en la que explora los muchos significados de la paternidad.  En este documental, Luna utiliza escenas reales de su vida en familia y el material de archivo de su pueblo, para crear una obra desde la mirada de una familia zapoteca.

Fragmento del trailer de Tío Yim: Tuve un papasototote, pero era un papasototote en ausencia.

Narradora: Tío Yim se estrenó en 2019. Julio López piensa que el trabajo de Tío Yim es también un producto valiosísimo para la memoria.

Julio:Maneja como esta cuestión de distintas memorias o distintos planos de la memoria: una memoria individual de ella misma, como persona, como mujer joven.  Pero luego también de su familia y luego también de su comunidad. Luego de las causas que llevaba su padre o que sigue llevando su padre, entonces sin duda es un trabajo de memoria súper valioso. Digamos, matizado también por el estilo de Luna, íntimo, de contar las cosas en primera persona, de tener como mucha sinceridad respecto a los claroscuros de ella misma y de su familia.

Narradora: La memoria, para algunos pensadores como Paul Ricoeur y Marc Augé no es el pasado, sino una representación de él. Una huella, un indicio de lo que pasó, pero formada por un doble proceso. Por un lado, ver atrás, y por el otro, ver de nueva cuenta. Recrear el pasado con preguntas que surgen en el presente.

Y es precisamente lo que hace Luna, retratar esos claroscuros, visitar el pasado y cuestionar desde el ahora el alcoholismo, la relación de una hija, de ella, con su padre, reclamar la ausencia, pero también intentar comprender esas otras formas complejas de amor.

Luna:Por un lado, la película me permitió entender cuántas formas hay de decir te quiero y entender que hay muchas formas de ser papá. Y que esas muchas formas de ser papá, pues justamente por un lado no son las que occidentalmente nos enseñan por medio de las telenovelas o por medio de de la televisión o de la música. Sino que son otras. Y también la defensa del territorio, la construcción de la cultura comunitaria son formas de decir “te quiero”.

Julio: Si hay alguna palabra que pueda definir muy bien la personalidad de Luna y su trabajo artístico es la honestidad, pero que lo enfoca mucho desde la unión.  La honestidad, muy transparente, como hija, como creadora, como miembro de esa familia.

Narradora: Luna participó con Tío Yim en varios festivales y se estrenó en cines. También está disponible en plataformas en internet como Just Watch.

Tajëëw: Yo creo que esta industria es un mar inmenso como que algunos navegan con un botes, con yates super elegantes y algunos con un botecitos, y algunos nadando para llegar a otra orilla. Y justo Luna, creo que lo que ha hecho todo el tiempo es nadar y nadar; y aventarse y aventarse; y a veces llega y a veces no. Sí la he visto caerse, levantarse, caerse, levantarse, pero eso nunca un impedimento para seguir trabajando en eso que sueña, que quiere.

Fragmento de la canción Luna, Lunita sol, de Jaime Martínez Luna: Luna lunita, eres un primor. Tu cara plateada parece una flor. Luna Lunita dejame subir, que muchas cositas te quiero decir.

Narradora: Desde Guelatao, el pueblo de Benito Juárez, el pueblo de su abuela, el pueblo de su padre, su propio pueblo, Luna también espera seguir haciendo cine. Construir memoria, pero también bases para el futuro.

Luna:Definitivamente el cine es memoria, o sea, como que si la música es el corazón de un pueblo, el cine es la memoria de un pueblo. Hago conciencia de que me toca o juego ese rol de narradora. Y como narradora de un proceso complejo que vive mi comunidad y que me toca justamente ahí. Y pensar también, que pues el cine que estoy haciendo, es el cine que representa también la memoria no solo de mi pueblo, sino de de una región o de un Estado.

Y luego no solo del Estado sino del país. Porque, pues, el cine hace eso, va construyendo justamente el imaginario de un país. Y ahora pensar que películas como‘Tío Yim’ o las nuevas películas que estoy haciendo van a construir ese imaginario de un país, espero, más diverso.

***

Narradora: El guion y las entrevistas de este episodio los hice yo, Melisa Rabanales. La edición es de Carmen Quintela. La producción y el montaje sonoro de Isaac Hernández con el apoyo de Jose Manuel Lemus. El diseño gráfico y la portada son de Maritza Ponciano.

Agradecemos a Luna Marán y a Jaime Martínez Luna por permitirnos utilizar fragmentos del documental Tío Yim y de las canciones Nostalgia y Luna Lunita sol, interpretadas por las voces de niños y niñas triquis, canciones representativas de la trova serrana oaxaqueña.

La voz institucional de Radio Ocote Podcast es de Lucía Reinoso Flores. Julio Serrano Echeverría es el coordinador creativo. Alejandra Gutiérrez Valdizán es la directora general y editorial de Ocote.

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