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Episodio 50 // Retar al tiempo

En Guatemala, las mujeres trans no viven, sobreviven. La esperanza de vida para ellas no supera los 35 años. Quienes logran pasar el promedio, lo consideran un milagro. Tener más de cuarenta años es como robarle años a la muerte, pero lo que viene después tampoco es fácil. Si Guatemala es un país hostil para los adultos mayores, los problemas se agudizan para las mujeres trans que transitan por la adultez y la vejez: están cada vez más solas ante un Estado que no responde, a las instituciones les dan la espalda, a las familias que las desprecian. Y a cierta edad, se suma el miedo de morir solas.

Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo. GUION Jolie Totó: Mi madre no aprobó mi sexualidad cuando se lo dije a los ocho …

Este es un episodio de podcast. Para escucharlo, dale play al enlace de abajo.

GUION

Jolie Totó: Mi madre no aprobó mi sexualidad cuando se lo dije a los ocho años. Yo llegué con mamá: “Mamá, yo quiero ser niña”, así. En aquel entonces, ya te imaginas, hace 72 años, pues no me dijo nada, nada porque del sexo no se hablaba absolutamente nada, en ninguna parte. En consecuencia, lo único que hizo fue darme una paliza, la mejor de todas las que me dio.

Narradora: Cuando Jolie Totó hablaba de su vida, cuando contaba su historia, casi siempre empezaba relatando la escena de la paliza que le dio su madre. Recordaba el cinturón de cuero sobre su cuerpo y lo cansada que le habían dejado los golpes. Recordaba cómo ese día sintió que había muerto y había vuelto a nacer, ahora menos ingenua. Era 1958.

A los ocho años comprendió que, si no quería ser golpeada, tenía que quedarse callada y no ser ella. Por un tiempo, no sabía cuánto, debería seguir siendo Eloy, el nombre que le habían dado al nacer. Eloy el niño, luego el adolescente, luego el hombre.

Tuvieron que pasar cuarenta años para que Jolie se nombrara como Jolie. Cuarenta años de silencio, de un pacto con ella misma, para sobrevivir a su familia, a una sociedad y a un país, a Guatemala, en el que las personas trans no viven. Le ganan cada día el pulso a la muerte, en un lugar en el que se enfrentan a diario a la violencia machista, a los insultos y a los golpes. A la violencia institucional, que no les reconoce derechos ni su identidad, al cierre de los espacios laborales y, también, al desprecio y abandono de sus  propias familias.

De acuerdo al informe Basta de genocidio trans, realizado por el Centro de Documentación y situación Trans de América Latina y el Caribe, CEDOLSTALC, en Guatemala la esperanza de vida de las mujeres trans es de 30 a 35 años.

Narradora: Soy Melisa Rabanales, periodista de Agencia Ocote, y en este episodio voy a hablarte de qué implica ser mujer trans y querer llegar a vieja en un país como Guatemala.

Las personas trans son personas cuya identidad y expresión de género, no se ajusta con la que generalmente está asociada con el sexo que se les asignó al nacer.

En este episodio, dos mujeres trans guatemaltecas narrarán lo que significa ser de las pocas que superan la media de edad.

Jolie Totó Ryzanek tenía 72 años cuando la entrevisté, el 6 de julio de 2021. Galilea Monroy, 44. Las dos desafiaron a la muerte al sumar más años de lo que se espera. Según la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida de los guatemaltecos es de 73 años. Las mujeres trans, difícilmente superan los treinta.

Jolie no alcanzó a escuchar su propia voz en este episodio de Radio Ocote. Murió el 15 de julio de 2021.

Jolie: Nos reunimos tres días después de haber enterrado a mi madre. Y nos reunimos la familia para leer el testamento y todo lo demás que hay que hacer. Entonces ahí fue cuando aproveché para decirles a todos que iba a cambiar de sexo, no iba a entrar que transgénero, que todos las demás enredos con los que hemos estado aquí, va. Sino que simplemente iba a cambiar de sexo. Y quería que lo supieran por mí, pues, ya que eran mi familia. Les gustara o no.

Narradora: Jolie Totó tenía el pelo blanco, rizado. La tarde que hablé con ella por videollamada combinaba con el camisón que vestía, del mismo color: blanco. En la entrevista se definió como una mujer trans, bisexual, y como “una erudita del idioma español”.

Tenía una personalidad fuerte e imponente. Hablaba por varios minutos sin parar, casi no dejaba espacio para hacerle preguntas e interrumpía constantemente. Era poco modesta: tomaba aire para enumerar los que habían sido sus múltiples oficios: correctora de textos, editora, escritora, cosmetóloga y hasta teóloga. También fue estudiante de ingeniería y de derecho.

Jolie vivía sola, en un cuarto dentro de una vecindad de más de veinte habitaciones, en un barrio popular llamado Los Álamos, en San Miguel Petapa, un municipio del departamento de Guatemala. Tenía un poco más de un año de estar ahí. Se había mudado porque le salía más barato que en la capital, donde vivía antes.

Era lo que podía pagar: un monoambiente pequeño, con techo de tablas de madera, algo podridas por la lluvia, en el que cabía su cama, un refrigerador, una estufa y un mueble con su ropa y sus libros.

Fue después del entierro de su mamá, cuando le contó a su familia que ella no era un hombre.

Jolie: Entonces vino la mueca aquella tan terrible. Ah, de aceptación: “Bueno, tu rollo” de “qué onda la tuya”, que “esto no tiene nada que ver” o que sé yo que va .O sea, fue algo que yo se los hice saber y luego de mi familia, tocó el vecindario.

Narradora: Para ese entonces, Jolie, a quien todavía llamaban Eloy, tenía 49 años y trabajaba como correctora de estilo en el Diario de Centroamérica. Mostrarse como un hombre le había permitido, en sus palabras, “pasar desapercibida” casi la mitad de su vida. Se había casado dos veces con mujeres cisgénero, es decir mujeres cuya identidad y expresión de género coincide con el sexo biológico que se les asignó cuando nacieron. Con una de ellas había tenido dos hijas. 

Pero un accidente de tránsito primero y la muerte de su mamá después, le hicieron reflexionar. Pensar que el tiempo pasa, que la vida sigue y que era importante vivirla como lo que era: como una mujer.

Contarles a sus hijas que era una mujer trans sería lo más difícil. Ellas ya eran mayores de edad y habían formado sus propias familias.

Jolie: Hice una cita con ellas y sus esposos para llegar a platicar. Ya eran casados, ya. Y les dije  que iba a cambiar de sexo. La primera… pues se enojó. La segunda lloró, en fin.

Narradora: Con esta decisión, Jolie se había quitado un peso de encima. Pero le vinieron muchos más. Entendió que sus primeros 49 años habían sido, pese al silencio y el sufrimiento, años con ciertos privilegios.

Como Eloy, había podido estudiar en la universidad sin ser discriminada por su identidad de género, ir a misa sin sentirse incómoda y caminar por la calle sin notar que las miradas dolían.

Identificarse como hombre, primero heterosexual, después bisexual, también le permitió seguir vivo. En su juventud, participó en movimientos estudiantiles de la Universidad de San Carlos.

Era un contexto difícil para cualquiera. Eran los 70, Guatemala estaba en medio de una guerra interna. Jolie recuerda cómo el Comando VI, una sección de la Policía Nacional creada en 1976, se ensañaba con la población LGBTIQ. Contra algunas de las personas que ella conocía.

Jolie Hacían una redada, como que era un concurso a ver quién era el más, quién era el más sádico y más brutal, con la persona que elegían como víctima. Quién le quebraba de una patada el brazo a una persona, por ejemplo. O quién lo hacía gritar más. Y el único delito de esa gente era ser diversos. Porque ellos ni siquiera guerrilleros eran, ellos simplemente eran personas diversas. 

Narradora: Ella se salvó de la persecución.

Al definirse como hombre, también pudo aplicar a trabajos formales. Primero en una agencia de ventas, después como correctora de textos.

Pero años después, ya como Jolie, como mujer trans, fue diferente.

Jolie:A partir de ese momento. Todo se me complica. Todo se ha vuelto difícil porque nadie te da la oportunidad, nadie cree en ti.  Ni siquiera trabajo aun siendo una persona tan especial como como fui yo.

Narradora: En el Diario de Centroamérica informó sobre su transición y  siguió trabajando unos años más, hasta el 2008. Pero cuando cumplió 58 años  presentó su renuncia después de una pelea con otro colega que le había lanzado insultos transfóbicos. Las palabras “hueco y marica” pronunciadas por su compañero, le resonarían a Jolie por años.

En el mercado laboral de Guatemala y de muchos otros países, a medida de que las personas se hacen mayores, encontrar trabajo es cada vez más difícil. Las puertas se cierran, las empresas ponen requisitos de edad para aplicar a los trabajos, la discriminación es más evidente. Para las mujeres trans, como Jolie, es mucho peor. 

Un informe publicado en el 2019 por la Red Latinoamericana y del Caribe de Personas Trans, indicó que en Guatemala, solo el 11% de las personas trans tienen un trabajo formal.

Después de su salida del Diario de Centroamérica, Jolie trabajó de manera independiente en empleos informales. En algunos lugares como correctora, pero también como estilista. Por un año, del 2014 al 2015, fue correctora en el Consorcio Nacional de Medios, de los que eran parte NTV, La Nación, esPrimicia y La Tribuna, todos medios ligados al entonces candidato a presidente Manuel Baldizón.

Pero luego se volvió a quedar sin trabajo y empezó a quedarse sin dinero.

La edad para la jubilación en Guatemala son los 65 años. En las instituciones públicas las personas pueden retirarse con 60. La condición es haber cotizado durante al menos 10 años en el sector público o durante 20 años en el sector privado.

Jolie tenía la edad, pero no había sumado suficientes años en un empleo formal.

La empezaron a ayudar sus hijas, aunque no era suficiente.

Jolie: Y el cuarto tan solo con lo que mis hijas me regalan que tampoco es gran cosa. Va, que no llega ni a mil quetzales mensuales. Entonces por eso tampoco puedo pagar algo.

Narradora: En los últimos años, Jolie había tenido que buscar otras formas de ganar dinero: trabajaba consultorías y corregía textos que le pedía alguna persona esporádicamente.

​​Jolie: Mira, ayer precisamente tuve un trabajo, estuve trabajando. Que tres días de trabajo y que me cayó un trabajo de corrección y lo llevé a cabo. Pero no es algo con lo que yo pueda contar, con decir “tengo siquiera 100 quetzales al mes”. No. Hay veces que pasan hasta seis o siete meses sin nada.

Narradora: Henry España es Defensor de los derechos de la diversidad sexual de la oficina del Procurador de los Derechos Humanos, la PDH. Él explica lo difícil que es poder garantizar una mejor calidad de vida a las personas mayores. El debate aún no es una prioridad, ni en la opinión pública ni en las instituciones estatales.

Henry: Creo que no tenemos como un concepto aún de protección de derechos de personas mayores en Guatemala en general y entonces hablar de la vejez, lo vuelve todo un reto en un país como el nuestro en donde no existen, creo yo, las garantías suficientes como para promover el bienestar de ese sector de la población.  Tanto su bienestar económico,  psicológico, social. Y al hablar de una población que es históricamente discriminada, como las personas trans, imaginate qué pasaría al momento de que a una edad adulta y no tengan un apoyo familiar por ejemplo, un apoyo por parte del Estado. Pues sí parece una fórmula de preocupación bastante fuerte

Narradora:  Guatemala cuenta con un Comité Nacional de Protección a la Vejez a cargo de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente, y con una Política

Nacional Integral a las Personas Adultas Mayores. Tanto el comité como la política tienen como objetivo promover la protección de las personas mayores.

Pero un informe de la PDH publicado en 2020 evidenció muchas deficiencias en las políticas de protección. Durante 2020 se registró una disminución en las solicitudes de pensión por vejez en el sector público y privado. Según la PDH, esto no quiere decir que las personas hayan dejado de necesitarlas, sino que cada vez, menos personas cumplen los requisitos para poder optar a las jubilaciones.

Además, la pandemia de COVID-19 agravó la situación para las personas mayores y puso en evidencia las condiciones penosas en las que viven muchas personas de la tercera edad..

La PDH denunció la falta de protocolos de salud diferenciados y de estrategias del Estado para priorizar a la vejez como un grupo vulnerable.

El informe también indica que se agravó la desigualdad estructural en la que se encontraban las personas mayores en condición de pobreza y pobreza extrema. 

Además, en Guatemala, las personas trans no tienen una ley de identidad de género que las proteja. Que reconozca su identidad, que procure su inclusión en empleos dignos y formales, o que vele por que se cumpla el derecho a la salud diferenciada. Es decir, que el Estado pueda, por ejemplo, proveerles medicamentos o estrógenos a las mujeres trans; o que las atienda según sus necesidades.

Las personas de las comunidades LGBTIQ que transitan la vejez en un espacio precario, sin trabajo y sin asistencia social, parecieran quedar fuera del sistema.

A Jolie le costaba caminar. Su salud empeoraba. El Estado la había abandonado, pero en los últimos años había encontrado redes de apoyo en su propio barrio. A los 72 años, logró resignificar las formas en las que concebía el amor y formó vínculos con quienes nunca habría imaginado: con los niños y niñas del vecindario.

Jolie: La verdad es que si no fuera por los hijos de todas estas gentes y que ahora no están yendo a la escuela, no sé cómo me estaría yendo. Porque realmente estos niños me ayudan un montón, un montón. Y cuando tengo que ir a la tienda van y me compran. Cuando necesito algo más lejano, va un niño en bicicleta y me lo trae, o sea que te dijera yo si no fuera por la ayuda de esos niños en mi vida. Incluso hay una que me detiene hasta la puerta ahora que uso muletas para poder caminar. Que me detiene la puerta para que pueda entrar con mayor comodidad al servicio sanitario.

Narradora: Decía que con los niños y las niñas es más fácil todo, incluso hablarles de su identidad de género, de su orientación sexual. Eso que había tenido que mantener callado por tantos años, ahora le resultaba fácil decirlo. Y le daba paz.

Jolie Lo más que han llegado a preguntarme es: “¿Tú sos hombre o mujer?”. Entonces digo… me he presentado como las dos cosas. “Yo soy hombre y soy mujer.” Y con esa simple explicación han quedado conforme hasta ahorita, va.

Narradora: Por momentos, a Jolie le hubiera gustado no tener que pasar tantas penas económicas, no vivir en un cuarto pequeño con olor a humedad.  Pero cuando intentaba imaginarse en otro lado, siempre pensaba en los niños. En la ayuda, en la vida en comunidad y en la compañía.

Jolie: Hasta cierto punto está bien porque, tampoco, si me voy a algo mejor tampoco estarían los niños que me ayudan. Tampoco tendría compañía y tendría que hacerlo yo.

Narradora: Jolie también recibía ayuda de algunas organizaciones que apoyan a las comunidades LGBTIQ+ en Guatemala.

 Jolie: De la diversidad me han donado cosas. En dos oportunidades, tres mejor dicho, una Otrans, Otra Redmmutrans y la otra vez el diputado Aldo Dávila.

Narradora: Redmmutrans, la organización que menciona Jolie, es la Red Multicultural de Mujeres Trans de Guatemala. Una agrupación que vela por los derechos de las mujeres transgénero y transexuales en el país. Su directora es Galilea Monroy, una mujer de 44 años que todos los días conoce casos de violencia y abusos contra mujeres del colectivo.

Hablaremos con Galilea al regreso de la pausa.

*** Pausa Radio Ocote ***

Galilea: Pues, primero, agradecida con la vida y con Dios porque, pues, llegar a esta edad nunca me lo imaginé. Pero también es un reto bastante grande como persona. De superación personal y también de preparación porque las próximas generaciones que vienen detrás de nosotras nos inspiran a seguir adelante.

Narradora:  Ella es Galilea, activista y defensora de los derechos de las mujeres trans. Eso de que está agradecida con Dios, dice, es por haber superado los cuarenta años. Sí, para ella, llegar a lo que debería ser un poco más de la mitad de la vida de una persona guatemalteca promedio, es casi un milagro.

Como explicamos al inicio del episodio, la esperanza de vida de las mujeres trans en Guatemala no supera los 35 años. En otras palabras, según la investigación realizada por CEDOLSTALC y RedLacTrans; la esperanza de vida de las mujeres trans es la misma que en la época medieval en Europa, o en la Mesoamérica precolombina. Galilea le roba a las probabilidades nueve años. 

Henry España, el defensor de la PDH, explica por qué es tan difícil superar la media.

Henry:  Son factores de violencia, muertes violentas de mujeres trans habitualmente. Derivado a odio o derivado de los contextos en los que se han tenido que desenvolverse.

Narradora: En Guatemala a las mujeres trans no las contratan con facilidad en empleos formales. Así que muchas de ellas se ven obligadas a ejercer trabajo sexual.

La criminalización, el acoso y la precariedad las obliga a hacerlo en zonas pocas seguras, en contextos de mucha violencia. Salir a trabajar, para ellas, puede significar no regresar nunca.

Galilea experimentó esta violencia en las calles. Su transición, a diferencia de la de Jolie, la hizo cuando recién comenzaba su adolescencia.

Galilea: De lo que yo tengo uso de razón, me di cuenta que era diferente de los seis, siete años. Mi transición la empecé entre los 15 y 18 años de edad. Tuve que salir de mi casa para poder expresar mi identidad de género, porque mi familia es netamente religiosa evangélica, y eso en mi hogar no era aceptado. Tuve que ejercer el trabajo sexual en el centro histórico de la zona 1 y llevo cicatrices en mi cuerpo y en mi rostro de los golpes que han venido de la misma sociedad en general.

Narradora: El trabajo en las calles era duro, pero también le permitió conocer a otras compañeras. Así como Jolie encontró esos vínculos con los niños de su vecindario, Galilea los descubrió en otras mujeres trans que la entienden como nadie. Que comparten su historia, su vida y sus miedos En la calle hizo amigas. Se sentía menos sola.

Galilea: Me encontré con más amigas porque al inicio yo pensaba que era la única rara, o diferente, porque así me habían hecho creer mis padres o la sociedad y me di cuenta que no, que no era la única. Para muchas de las mujeres trans nuestra familia son amigas, compañeras de la calle que están en el mismo contexto del que una se encuentra en ese momento.

Narradora: Galilea poco a poco ganó liderazgo entre sus compañeras. Se convirtió en, lo que ella dice, una especie de “mamá” para las jóvenes que ejercían el trabajo sexual. Estaba siempre al tanto de ellas, procuraba que la zona fuera segura y que a ninguna le faltara nada. Así se inició en el activismo.

A los 34 años, Galilea fundó la organización Redmmutrans. Era 2011. Durante tres años alternó el trabajo sexual con el activismo, mientras procuraba que su asociación reuniera los fondos necearios. Cuando cumplió los cuarenta se sintió orgullosa de haber superado una barrera. Ahora, cuatro años después, empieza a ver que la tratan diferente. Que a medida que suma años, la discriminación también suma.

Galilea:  Pues sí, se siente, se hace se hace sentir en el entorno en el mismo entorno social, ¿verdad? Donde uno va a los lugares, pero es algo que a mí por el momento no me afecta, no le he puesto como importancia, pero sí, con otras pares lo dialogamos. Y sí, afecta muchas veces, porque digamos que llegamos a una edad mayor, adulta, y  llegamos sin oportunidades de trabajo, sin desarrollo integral, sin desarrollo personal. Entonces el reto es mucho más difícil porque, pues, tenemos que pagar nuestra casa y alimentarnos, sin esas oportunidades.

Narradora: Como explicó Jolie, las oportunidades labores laborales se cierran mucho antes. Cuando empiezan a llegar a una edad adulta, quienes ejercen el trabajo sexual, comienzan a perder clientes, no les pagan lo mismo. Pero tampoco hay muchas oportunidades en otros lados.

En Guatemala, según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de 2019, el 70% de las personas trabajan en el sector informal. Es decir, solo el 30% puede optar a jubilación.

El problema no es solo que no haya fuentes de trabajo, sino que la baja escolaridad en Guatemala tampoco le permite a la gente aplicar a empleos formales que requieran formación educativa. Según el censo del 2018, el 43% de la población alcanzó a terminar los estudios de primaria, es decir, el sexto grado.

Como ya lo explicamos antes, para las personas trans, la situación es peor. Además de la pobreza, la discriminación y el rechazo de sus familias hacen que muchas de ellas tampoco lleguen a terminar sus estudios de primaria. Eso reduce aun más las posibilidades de tener un empleo formal.  

El Estado y la sociedad les dan la espalda.  La discriminación y el abandono también están presentes en un sistema de salud deficiente para las personas mayores, y especialmente para las comunidades LGBTIQ

En Guatemala, a pesar de que hay una estrategia de salud integral y diferenciada para las personas trans aprobada por el Estado desde el 2016, la realidad dista mucho de lo que ahí se propone. Henry España, asegura que no solo hay desabastecimiento y precariedad, sino que el personal tampoco está capacitado para poder asesorarlas.

Henry:  Pero tampoco da la orientación que también sería importante. Hay algunas organizaciones que cuentan con médicos, doctores o doctoras, especialistas en salud que les orientan un poco. Bueno no un poco, les orientan muchísimo, y hacen esto. Pero es el trabajo que hacen las organizaciones sociales. Ojalá fuera algo ya de Estado.

[Música de transición]

Narradora:  Hay otro aspecto que también le preocupa a Galilea,: el derecho a la sexualidad en la vida adulta y en la vejez.

La Organización de las Naciones Unidas reconoció los derechos sexuales y reproductivos como un derecho universal.

Galilea: También se pasa a un proceso de que se va haciendo discriminada. A pesar que es un derecho a vivir nuestra sexualidad libremente sin discriminación, se va también discriminando conforme se va teniendo mayor edad. Creo que es algo que también afecta, porque lastimosamente tenemos que acoplarnos a este sistema machista y patriarcal. Porque si no, no podemos subsistir para poder vivir nuestra sexualidad libremente.

Narradora: Acoplarse, como dice Galilea, significa en algunos casos la clandestinidad del afecto, del amor. Las personas de las comunidades LGBTIQ sufren todo tipo de violencias por hacer visible su orientación sexual o su identidad de género. Les insultan, les golpean. Galilea lo sabe porque lo ha experimentado. Recuerda los golpes de la policía, de hombres, los malos tratos y la criminalización.

Por eso muchas personas deciden ocultarlo. Deciden dejar de darse muestras de afecto en público, o como Jolie: pasan muchos años de su vida con temor a ser juzgadas por quienes son.

Continuación: En algunos casos, hasta a las pobres compañeras, a las pocas que conozco, cuando tienen que estar en esa vida adulta muchas veces hasta hay que comprar el afecto sexual, por ejemplo. Entonces es bastante difícil.

Narradora: Henry España, de la PDH, afirma  que es importante romper el mito de que la vejez está ligada con la asexualidad. Dejar de ver a los adultos mayores, y especialmente a las mujeres trans, desde una mirada paternalista y asistencialista.

Garantizar sus derechos sexuales y reproductivos, dice él, implica también reconocerlas como seres humanos con autodeterminación. Con derecho al goce, a tener parejas, a vivir plenamente su vida y su sexualidad.

Henry: En Guatemala aún no llega la discusión a eso. Hablar de derechos sexuales y derechos reproductivos termina siendo un gran reto. Principalmente para quienes quieren seguir compartiendo la idea  únicamente de la sexualidades desde el aspecto reproductivo y no, también desde el placer de las personas y desde el derecho a las personas de poder sentirse bien al respecto.

[Música de transición]

Galilea se niega a dejar disfrutar de su sexualidad, a dejar de trabajar, de luchar por los derechos de las diversidades. Continúa su labor de activista en Redmmutrans.

Desde la organización han implementado estrategias para proteger los derechos de las mujeres trans, especialmente durante la pandemia. Ha facilitado talleres y coordinado la entrega de kits de emergencia a trabajadoras sexuales y mujeres en situación de vulnerabilidad. También tiene deseos y metas a los que se niega a renunciar.

Galilea: Mi reto personal ha sido capacitarme políticamente para participar en algunas de las elecciones en Guatemala, participar en un cargo público.Por lo menos llevar una candidatura de una mujer trans para que el país empiece a familiarizarse con las personas trans, que se den cuenta de que somos capaces de hacer cosas buenas y desarrollar y aportar al desarrollo de este país.

Narradora: También piensa en el futuro de sus relaciones. En su vida personal.

 Continuación: Dos: pues me gustaría verme cuando ya esté grande, si es que lo logro, pues tener una pareja estable. Una sostenibilidad estable, una familia, adoptar un par de niños… Hay tantos niños que abandonan las madres por diferentes razones.

Narradora: Sabe que será difícil, pero cree firmemente en que su lucha abrirá oportunidades para otras mujeres.

Galilea: Ojalá que la vida me lo permita realizar y si no pasa conmigo, pues que yo pueda seguir colaborando con un granito de arena para que mis generaciones creen detrás de mí, lo puedan puedan gozar de esa mejor vida libre de estigma libre de discriminación.

[Música de transición]

Narradora:  Galilea tiene el mismo miedo que tenía Jolie Totó y que tienen muchas mujeres trans. El miedo a la soledad, al abandono, a la discriminación, a morir solas.

Nueve días antes de morir, Jolie ya lo pensaba:

Jolie: Porque de lo único que sí estamos seguros en nuestra vida, es que todos nos vamos a morir, eso sí es cierto. Eso es lo único que sí es real y segurito segurito de todo ya.el día que eso suceda. Pues que no esté no está sola. Para que haya en primer lugar quien avise. Porque si te mueres si te llegan a descubrir a los tres días y hay inflamada y llena de gusanos como que la cosa no muy. Alguien que le rode una lágrima porque ya te moriste. Alguien que te alcance tu rollo para pensar. No sé decirlo, simplemente no quisiera morir solo.

Narradora: Jolie pensaba en la muerte, pero no perdía las ganas de escribir. Cuando hablé con ella, me contó que le gustaría publicar un libro sobre la muerte. Mientras, usaba Facebook como bitácora.

El 10 de julio, escribió su última publicación. Decía que se internaría en el hospital de Amatitlán y que estaría incomunicada.

La siguiente publicación fue de  alguien más para anunciar que Jolie había muerto.

Familiares dijeron después que murió sola, en el hospital, a causa de un paro respiratorio, el 15 de julio del 2021.

La velaron en una funeraria de la zona 1 de la capital. Por las restricciones sanitarias de la pandemia, solo pudieron entrar 10 personas, sus hijas, y algunos familiares cercanos.

Durante la pandemia del COVID-19 , miles de personas de la tercera edad y de las comunidades LGBTIQ quedaron en el desamparo. Si deseas apoyarlas, puedes comunicarte con las organizaciones:

Redmmutrans a través de sus redes sociales o al teléfono: +502 2309 6824 o a

Otrans Guatemala al  +502 2251 0685 o en su sitio web reinasdelanoche.org.gt

Si conoces alguna situación de violencia o discriminación, o eres víctima de ella puedes hacer la denuncia anónima en la Procuraduría de los Derechos Humanos marcando el 1555.

Si te gustó este episodio te recomendamos escuchar “Pero si soy nena”, en donde contamos la historia de Lu, una niña trans en Guatemala. Recuerda que puedes escucharnos en Spotify, Google podcast, Apple podcast o tu plataforma de podcast favorita. Suscríbete y activa las notificaciones para que te avise siempre que publiquemos un episodio.

Música final

Narradora: La investigación, las entrevistas y el guion de este episodio lo hice yo, Melisa Rabanales. Carmen Quintela editó el guion. La producción sonora es de José Monterroso. Maritza Ponciano hizo la ilustración. Melany Malín es la encargada de las redes sociales. Esta es una producción de Agencia Ocote.

Cintillo final.

***FIN***


Créditos

Investigación y guion: Melisa Rabanales.

Edición del guion: Carmen Quintela.

Producción y edición sonora: José Monterroso.

Ilustración:  Maritza Ponciano.

Fotografía de portada (Jolie): Jose Pablo Chu

Música original: Juancarlos Barrios.

Melisa Rabanales

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