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Yo, macho // Los hombres no lloran

No hay nada que le moleste más al macho que llorar. ¿Qué pasa cuando un hombre transgrede los límites de la masculinidad hegemónica? José David López Vicente cuenta su historia marcada por ese “no encajar” en los moldes tradicionales, en la construcción de la identidad dentro de un barrio popular de Ciudad de Guatemala, y las consecuencias que tiene la represión de las emociones en la violencia hacia las mujeres y la población LGBTIQ.

–Guion– José David López: Desde pequeño me emocionaba mucho cocinar y mi mamá tuvo como algún tipo de enseñanza progresiva en la cocina, porque empezó con lo más sencillo y …


Guion

José David López: Desde pequeño me emocionaba mucho cocinar y mi mamá tuvo como algún tipo de enseñanza progresiva en la cocina, porque empezó con lo más sencillo y poco a poco fue escalando. Pues así fue como le acogí más aprecio a la cocina y era algo que que disfrutaba hasta ese día que estaba en la clase de artes industriales y el catedrático lanzó la interrogante de que ¿ustedes consideran que la cocina es un arte o no lo consideran de esa manera?  Y todos empezaron a decir que no y yo de alguna forma siempre, en ese entonces participaba aún en clase de manera frecuente, era uno de los que más participaba, entonces ningún problema y en ese momento no sentía ningún tipo de timidez. O algún tipo de miedo de pronunciarme sobre lo que pensaba. Entonces, defendí la cocina y fue el único que lo hizo, entonces eso fue lo que desató que esa persona que era mucho mayor que yo en tercero básico, decidiera pues hostigarme. Todavía recuerdo que dijo “ya habló la florecita”. Y en ese momento fue cuando caí en cuenta que no, que ya no estaba en un territorio seguro. Y que no me había percatado de eso.

Roberto Samayoa Ochoa: “El lugar de las mujeres está en la cocina” Aunque cada vez parezca una frase de antaño, la verdad es que escuchamos y reproducimos esto con más frecuencia de lo que pensamos. En los anuncios y comerciales, en nuestras casas, en el colegio y con nuestros amigos. Existe aún en el imaginario social la creencia de que las tareas del hogar son exclusivamente de las mujeres, que son ellas las que deben dedicarse a la casa y a los hijos; mientras que los hombres debemos hacer, entre comillas, cosas de hombres. Pero ¿Qué pasa cuando un hombre trasgrede esos límites? ¿Cuando empieza a hacer cosas que socialmente estaban designadas solo para las mujeres? Muchas veces ocurre lo mismo que le pasó a José David López, quien hablaba al inicio de este podcast. Hostigamiento y la violencia.

Narradora: Este es el segundo episodio de la serie Yo Macho, el espacio de Agencia Ocote para repensar las masculinidades, cuestionarlas y hablar sobre lo que significa ser hombre en Mesoamérica. Hoy, a través de la historia de José David, conversaremos sobre el patriarcado, y las consecuencias que tiene la represión de las emociones en la violencia hacia las mujeres y la población LGBTIQ. Soy Melisa Rabanales.

Roberto: Y yo soy Roberto Samayoa Ochoa. Les damos la bienvenida a este nuevo episodio de Yo Macho.

Narradora: En el episodio pasado hablamos sobre la construcción de la masculinidad a través de tres negaciones. Si aún no lo has escuchado, te recomendamos que lo hagás. Aquí hacemos un breve repaso: Elisabeth Badinter, filósofa e historiadora francesa que se dedicó al estudio de las masculinidades, definió que en nuestra sociedad, la identidad de los hombres está definida por tres negaciones: Ser hombre es no ser un niño, es no ser una mujer y es no ser homosexual. Bajo estas tres premisas, como si fuese lo peor que podría ocurrirle a un hombre, se les atribuyen ciertas conductas y estereotipos a esas otras identidades, y hacer algo que se les parezca es fallarle a la idea del ser hombre.

José David Es algo complicado porque, un barrio realmente es violento, no podemos decir que no lo es, porque sí lo es. Si alguna forma tienes que demostrar tu hombría. Tú tenías que hacerte de un estatus valiéndote de la violencia muchas veces como hombre, es decir, que si tenés algún tipo de conflicto con algún otro vecino entonces tienes que tener una pelea física. Para demostrar quién es mejor, y de alguna manera demostrar que sos hombre. Ese tipo de de ideas que existe en el imaginario de un barrio. Entonces sí era complicado porque realmente nunca. A mí nunca me criaron como para ser violento, nunca tuve como este tipo de cosas, entonces sí era complicado, porque de alguna manera es es como algo generalizado el que esté en la calle y que busquen una pelea con vos. Entonces eso hace que  de alguna forma, huyás de esas peleas o busqués evitarlas para de alguna forma. No demostrar que no puedes pelear o que no, que no sos violento. Porque si lo hacés y quedás mal, o sea por qué no puedes enfrentar directamente a esa persona y se vuelve y se convierte en una especie de estigma contra vos que sos un maricón que no puede pelear y un montón de aspectos más que de alguna forma te hacen sentir menos, te hacen sentir débil.

Narradora: José David López Vicente es periodista y comunicador guatemalteco. Trabaja en Agencia Ocote. Su infancia la vivió en una de las llamadas “zonas rojas” de Ciudad de Guatemala, La colonia el Incienso, zona 3. Un barrio tocado por la pobreza, por las pandillas y la violencia. Un barrio que tampoco se escapaba de la idea de virilidad asociada con las agresiones. José David recuerda cómo era un día normal en su entorno.

José David: Habían como estos grupitos que se forman en los barrios era común que empezaran a beber alcohol, fumar y eso provoca que hubieran conflictos a cada rato. Entonces sabías que cuando había alcohol lo más probable es que iba a haber una pelea. Entonces era como. Algo que siempre sucedía y sobre todo los fines de semana, los viernes. Entonces sabías que el sábado fijo había una pelea en el barrio porque se pasaron los tragos y entonces eso implicaba una pelea. Y las escuchabas, los vecinos salían a ver las peleas. Y sangre al otro día, el domingo estaba lleno de no sé, de botellas quebradas. Era un ambiente, o sea, en esos días se convertía en un ambiente hostil. Pero no viví como tanto esto, por eso mismo que mis papás decidieron que qué que no salieras de casa, entonces, por ejemplo, ahora no tengo ningún amigo en el barrio.

Narradora: José David nunca fue el tipo de niño que le gustaba pelear o el adolescente que estaba metido en riñas. No era el que hablaba peyorativamente de las mujeres o se emborrachaba. Tampoco podía subir a las torres de electricidad para demostrar que era “macho”. Pero tenía que fingir, cumplir de alguna manera con el estereotipo para no ser agredido.

José David: Entender que tenés que cumplir con distintas normas sociales. Con distintos aspectos culturales. No entendés que a esto le llaman masculinidad, no sabes que algo sistemático no, sino simplemente los seguís como patrón y sabés que tienes que adecuarte a eso para sobrevivir, para evitar ser agredido, para evitar burlas, para evitar un montón de situaciones que te dejan vulnerable. Entonces decidí de alguna forma, voy a tratar de acoplarme como a todas estas normas sociales que te digan. Realmente es un tanto complejo porque de alguna manera sabés que muchas de las cosas que estás haciendo realmente no, no las compartís, no la sentís solo lo hacés porque tienes que cumplir con esos patrones para no sufrir de todo este tipo de agresiones.

Narradora:  Pero hay algo más. José David descubrió en su adolescencia que tampoco le gustaban las mujeres, que no encajaba con el modelo de hombre heterosexual. Sí, una de las tres negaciones en las que se construye es concepto de masculinidad único.

José David: Lo confirmé cuando ya estaba en la secundaria, en básicos. El hecho de que intenté tener una novia, o sea porque realmente te sentís como presionado a hacerlo porque ya en la entrada  de secundaria te sentís mayor de alguna forma. Entonces busqué tener una novia y era. Fue algo extraño porque no sentía nada entonces. Y realmente al final no pasó nada, ni siquiera fui novio de mi amiga ni nada. Pero fue cuando confirmé que realmente no sentía ninguna atracción por las mujeres, sino que luego ya conocía otros compañeros sí sentía una atracción hacia ellos y no hacia a la persona que me agradaba y de la que quería hacer novio actualmente. Entonces es cuando ya empezás a darte cuenta que realmente está pasando algo de que no sos como el resto de de compañeros.

Roberto: Te imaginas descubrir que  sos gay en una sociedad que te repetía todo el tiempo que lo peor que podías ser es ser “maricón” o que tuvieras actitudes que socialmente eran atribuidas a las mujeres. Porque, nuevamente, parecerte a una mujer, mostrar sensibilidad o tener ciertas conductas que no encajaban con el molde violento es “la más grande traición al macho”.  Reaccionar de forma agresiva y actuar violentamente para demostrar que sos hombre es la respuesta al adiestramiento que hemos recibido. El patriarcado se asienta sobre cuatro elementos: la homofobia o el miedo hacia la existencia de los hombres homosexuales porque se perciben como “traidores” de esa masculinidad patriarcal; el androcentrismo o la idea de que los hombres como “machos” son la medida de todo, del conocimiento, de la economía, de la política, del planeta; el falocentrismo que es la idea sobre la centralidad del falo o pene no solo en el ejercicio de la sexualidad, y es también asociado a la paternidad como patrimonio, y a que una persona vale más por tener pene y menos por no tenerlo. Y el cuarto elemento que promueve el patriarcado es la misoginia, el odio hacia las mujeres y a lo que se considera femenino. Por eso, José David decidió no contar acerca de su orientación sexual. 

José David: No, nunca lo dije, nunca hablé de mi orientación sexual con nadie, estaba consciente que era un tema complejo para todos, o sea, no solo para los adultos, no sólo para los niños sino no era un tema complejo para todos, de eso siempre estuve consciente entonces. Y nunca, o sea, eso sí fue como una de las cosas que desde que estaba claro de quién era y sabía que no tenía que comentar nada al respecto porque. Y nadie tendría como, eso creía yo que, nadie podría comprenderme quizá y que tenía que evitar hablar acerca de mi orientación sexual para no ser rechazado. Entonces nunca nunca hablé del tema, lo hice hasta que, tenía 21 años o 22 años

Roberto: Además de esa eterna violencia hacia esas otras identidades, el patriarcado esconde también consecuencias graves para los hombres. Como buen embaucador que es, nos roba, sin que nos demos cuenta, la posibilidad de comprendernos como seres emocionales y de construir relaciones respetuosas. Cegados por el patriarcado muchos hombres se pierden de la sensibilidad, de la ternura, del cariño, de la intuición y del respeto de las mujeres y de otros hombres.

Narradora: José David lo sabía, hablar sobre lo que sentía, expresar sus emociones y gustos o demostrar su afecto con otros hombres lo ponía en una posición de peligro. Conversamos con Gabriel Álvarez, psicólogo experto en temas de masculinidades, y nos explica: 

Gabriel Álvarez: La forma como nos estructuramos funciona en esta lógica masculina. En una lógica de competencias, en una lógica de relaciones de poder, en una lógica de subordinar, ¿verdad?, la misoginia también se aprende desde esta temprana infancia. Y conductas como para ejercer su dominio, también como algo muy fuerte que es la represión emocional, que es donde empieza también esta violencia contra sí mismo.

Gabriel Álvarez Desde que le dices al niño “no los niños no lloran” y no hay algo, digamos que nos pasa a muchos, digamos, muchas personas no sólo en en en cuestión de género, sino muchas personas, también somos como tenemos dificultad para identificar las emociones. ¿Y cuán importante es también que en la infancia se nos enseñe verdad a identificar las emociones, verdad? Como decirle al niño a tomarle  y decirle, estás enojado. Lo que lo que solemos llamar a ser el reflejo: no estás enojado y sientes esto, verdad. Y entonces también aprender, uno,  a reconocer la emoción. Pasa también que en esta castración de las de las emociones no se permite la identificación. Que si no se puede nombrar, tampoco se encuentra el camino para expresarlo y que en este no encontrar el camino para expresarlo se cargue como una frustración o como una sensación de incomodidad, la cual genera angustia y por tanto, un arrebato como única forma de de expresión. Que sí, o sea, no podemos negar que más en contextos como el guatemalteco, la represión emocional para los hombres es: ley.

Roberto: Otro autor, Daniel Gabarró identifica que el patriarcado, como criterio de construcción de la identidad masculina, tiene consecuencias negativas para los hombres como acoso escolar o bullying, violencia y criminalidad ¿Por qué seguimos entonces tan aferrados a un modelo de masculinidad que sabemos que es inalcanzable y también tiene consecuencias negativas para los hombres?  Si no podemos llorar, o fracasar, o decir que perdimos. Si reprimir nuestras emociones nos cuesta en ocasiones tener que aguantar el dolor solos, sin posibilidad de mostrar o pedir afecto.

Una palabra: Poder

A los hombres nos gusta el poder. Tener poder significa demostrar que “nada se mueve bajo el sol” y  por supuesto, también significa tener privilegios. Que le digan jefe, licenciado, doctor, que cedan el paso, que nadie hable, que todos se pongan de pie o que todos asientan a sus opiniones es señal de poder. Y este poder se consigue muchas veces por el sometimiento y la violencia. Es cierto que no todos los hombres conquistan territorios y planetas, pero sí es cierto que el mandato es el mismo y que el poder de forma violenta puede ejercerse incluso con las personas a quienes se ama o con el perro de la casa. Ejercer poder abusivamente significa pasar sobre los derechos y la voluntad de las otras personas, no escuchar sus opiniones, porque no se valoran o porque estas personas no se atreven a hablar. Ejercer el poder de forma violenta no siempre implica golpes, sino que puede ser una violencia pasiva en donde quien tiene el poder ignora o descalifica.

Gabriel Álvarez: Rita Segato nos lo dice, verdad: los hombres son las primeras víctimas del patriarcado. Pero es difícil también soltar los privilegios. O es difícil también cuando realmente lo social o la estructura te beneficia.

Narradora: Y aunque hemos hablado del poder y de los espacios violentos que se propician alrededor de esta construcción patriarcal de la masculinidad, también es importante reconocer que las cosas no están grabadas en piedra. Que hay quienes han logrado deconstruir esta lógica y propiciar espacios seguros para los hombres, las mujeres y la población LGBTIQ.  Para José David, hablar sobre su orientación sexual, a los 22 años, no fue fácil.  Aún no lo es. Pero logró rodearse de amigos y hombres que no lo violentaban, con personas con las que podía ser él mismo. Cuando decidió hablar de su sexualidad se encontró con que su familia lo aceptó, su padre lo quiso de la misma manera, que sus hermanos lo trataron igual y que muchos de sus amigos siguieron siendo sus amigos. Que podía ser él mismo.

José David: Ay, mi papá recuerdo que lo que dijo es que le costaba entenderlo, pero que no cambia para nada el hecho de que me quería. Y si esas  fueron, fueron sus palabras, bueno, más o menos sus palabras. Ya para entonces mi papá se había deconstruido bastante. Por el hecho de que empezaba a como a dar sus primeros pasos como guía espiritual maya, entonces ya tenía como una nueva visión de vida ya tenía un montón de aspectos que antes no se cuestionaba.Y que en ese momento ya lo hacía entonces mi papá ya había cambiado radicalmente muchos de sus pensamientos y por eso creo que no fue complicada esa parte. Eso fue lo único que dijo mi papá, que era complicado para él entenderlo. Recuerdo que me preguntó si yo tenía dudas o si ya lo confirmé totalmente. O sí, sólo estaba confundido, pero no. Lo que pasa con mi papá, él sí dijo que era complicado para entender todo. Pero que para nada cambiaba los sentimientos que tenía hacia mí.

Roberto: Repensar la masculinidad, cuestionar los privilegios y comenzar a reconstruir paradigmas dañinos puede abrir una puerta grande para empezar a construir a través de la ternura y como dice Gabriel a continuación: a cometer actos revolucionarios.

Gabriel Álvarez: Pues yo creo que sí va a ser un ataque todo aquello que hagamos con ternura, no. Creo que hacia aquello y se dice que, toda acción tiene una reacción y este modelo se ha construido a través de violencias eterna. Si empezamos a actuar con ternura y ahí que apuesto mucho, hay muchas técnicas que se pueden encontrar desde las posturas que han trabajado estos artistas, desde la ternura radical. Como también cada acto que hacemos con ternura es prácticamente un acto político porque estamos haciendo la contrapartida de lo que el modelo nos ha puesto a pensar, entonces como también el empezar a ejercitar la ternura desde nosotros, es un acto revolucionario y sí va a causar digamos estruendo, pero empieza a moverse, pero también empieza a suceder algo adentro, que empiezas a disfrutarlo. O empiezas a sentirte más cercano y empiezas a conocerte.

Narradora: Gracias por escuchar este segundo episodio de nuestra Serie YoMacho de Radio Ocote, un espacio para repensar las masculinidades. Recordá que si te gustó el episodio, podes compartirlo con tus papás, tus amigos, tus amigas o familiares. O ponelo en alto para que escuchen los vecinos.  ¡Nos escuchamos! ¡Hasta la próxima!


Créditos finales

La serie Yo Macho es una producción de Agencia Ocote basada en los intercambios del webinario “Hombres en confinamiento” realizado por La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos con el apoyo de Canadá. 

Guion, reporteo y entrevistas: Melisa Rabanales.

Investigación y líneas temáticas: Roberto Samayoa Ochoa.

Edición de guion: Alejandra Gutiérrez.

Diseño de audio y edición: José Monterroso.

Ilustraciones: Maritza Ponciano.

Melisa Rabanales

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