Las Recias
Las Recias // El Salvador // Sara García Gross, María Isabel Rodríguez y Marcela Zamora Chamorro
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Sara García Gross, es defensora de Derechos Humanos que, desde la psicología y el activismo, lucha por los derechos de las mujeres, el acceso de la salud sexual y reproductiva. María Isabel Rodríguez, es una pionera: fue la primera mujer rectora de la Universidad de El Salvador, la primera decana de la facultad de medicina, la primera mujer a la que la Organización Panamericana de la Salud nombró representante en un país latinoamericano. También fue una de las primeras tres mujeres diputadas de la Asamblea Legislativa de El Salvador, en 1956. Marcela Zamora Chamorro, una de las cineastas más reconocidas de Latinoamérica, y por sus documentales María en Tierra de Nadie, El cuarto de los huesos y Los Ofendidos. Las tres explican su formación, sus retos, y lo que las inspira.


En este episodio de la primera temporada de “Las Recias”, la serie de Radio Ocote sobre mujeres que son puro fuego, entrevistamos a tres salvadoreñas que trabajan en ámbitos distintos espacios, donde usualmente son más reconocidos los hombres. El activismo en defensa de los derechos humanos, la medicina y la producción audiovisual.

Soy Carmen Quintela, periodista de Agencia Ocote, y hoy en “Las Recias” te llevo a escuchar a la defensora de Derechos Humanos Sara García Gross, a la doctora María Isabel Rodríguez y a la documentalista Marcela Zamora Chamorro. 

Mujeres salvadoreñas que hablan fuerte y claro sobre la construcción de su carrera en países como los nuestros, las adversidades que han enfrentado por el hecho de ser mujeres y la esperanza que tienen en las niñas y adolescentes que deben saber que sus voces importan.

[TRANSICIÓN MUSICAL]

Sara García Gross: Por un lado, desde 2009 hasta la fecha se ha logrado la libertad de 43 compañeras. Y creo que eso ha sido justo porque ha habido una lucha jurídica, feminista, social de movilización y solidaridad. Solidaridad internacional. Eso ha sido para mí uno de los motores. O de los hechos que más esperanza me han dado. Luego, conocer a las compañeras que han estado en la cárcel y construir con ellas.

Narración: Ella es Sara García Gross. Sara se refiere a 43 mujeres que fueron condenadas por haber abortado. Porque en El Salvador, los abortos, incluso los espontáneos, están penalizados. Esta es una de las razones por las que, hace diez años, ella decidió convertirse en defensora de los Derechos Humanos de las mujeres. Sara tiene 34 años, nació en Chalchuapa, al oeste de El Salvador, es licenciada en psicología por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y forma parte de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, que surgió en 2009.

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Ilustración: Maritza Ponciano

Sara García Gross: La agrupación ciudadana nace, en principio, para el acompañamiento de mujeres que han sido criminalizadas debido a la penalización absoluta del aborto. Mujeres que han llegado a hospitales públicos y que a partir de esto han enfrentado denuncias y han enfrentado el estigma y la persecución de un Estado que es un Estado que está violentando a las mujeres.

Narración: Un trabajo por el que hace dos años la reconocieron con el premio Simone de Beauvoir para la libertad de las mujeres, que se otorga en Francia a personas que luchan por la equidad género.

Sara García Gross: Fue una gran noticia porque fue un reconocimiento a casi diez años de lucha en esa temática y que lo que yo decía y siempre he tratado de conectar que este reconocimiento, si bien ha sido personal por tantos años de estar trabajando desde el territorio, desde la incidencia, como desde varias perspectivas, ha sido un reconocimiento a la lucha colectiva porque para mí el trabajo que hago es muy conectado con la lucha colectiva de la agrupación ciudadana. Fue una gran noticia, un hecho que permitió hacer visible la realidad de El Salvador, porque era primera vez que también se lo daban a una persona de Latinoamérica.

[TRANSICIÓN MUSICAL]

María Isabel Rodríguez
Ilustración: Maritza Ponciano.

Narración: El nombre de María Isabel Rodríguez no pasa desapercibido en El Salvador. Casi cualquier persona con la que hables la conoce y conoce sus méritos, que no son pocos. María Isabel es una pionera. Fue la primera mujer rectora de la Universidad de El Salvador, la primera decana de la facultad de medicina, la primera mujer a la que la Organización Panamericana de la Salud nombró como representante en un país latinoamericano. También fue una de las primeras tres mujeres diputadas de la Asamblea Legislativa de El Salvador, en 1956. Con sus 97 años, María Isabel nos recibe en la biblioteca de su casa. Cuatro paredes repletas de libros y archivos del suelo al techo. Después de toda una vida dedicada al servicio público, su mente lúcida hace un repaso por algunos de los momentos que la han marcado. 

María Isabel Rodríguez: Mi madre, mi tía, las personas con las que yo me desarrollé, pensaban que era muy natural que ciertas cosas estén solamente dedicadas a que la mujer las haga. Yo me crié en un ambiente en que estaba estereotipado que la mujer tiene que servir al hombre. Pero nunca me dijeron que el hombre tenía que servir a la mujer.

Narración: María Isabel desafió esa cultura, que aún hoy muchos replican “la mujer tiene que servir al hombre”. Ella se atrevió y dio un paso al frente. Decidió que estudiaría la secundaria en un instituto público mixto y militar. Algo impensable para su familia. Y probablemente para la mayoría de la sociedad salvadoreña de aquellos años. Recuerda que hablamos de las primeras décadas del siglo pasado.

María Isabel Rodríguez: En esa época existía en instituto en donde admitían algunas mujeres. Entonces, tuve la obsesión, diría yo, de decir: yo voy a ir a ese colegio. Y me tomé la libertad, cosa que en ese tiempo las mujeres no tomábamos a esa edad, de hacer una solicitud y pedirle a una persona que había sido mi profesor en la primaria, de que si me daba una recomendación. Bueno, fue escándalo familiar.

Narración: Fue su primer grito de independencia, dice. El segundo, llegó unos años después. María Isabel tenía clara la carrera que quería estudiar: medicina. Entonces, la Universidad de El Salvador no pedía requisitos de ingreso, cuenta, así que le tomó por sorpresa lo que le dijo el decano cuando entregó su papelería.

María Isabel Rodríguez: Y empezó a decirme que esa no es una carrera para mujeres. Es una carrera para hombres. “Ustedes tienen muchas posibilidades. Tú tienes posibilidad en tu casa, vas a tener familia, tu esposo, los hijos, la casa…La mujer está hecha para atenderlo. Y hay otras carreras que te pueden servir para eso, pero medicina no es para mujeres”, Recuerdo con mucha claridad cuando me dijo: “En medicina, en el primer año, las quebramos. En anatomía las quebramos. De ahí no pasan”.

Narración: Pero María Isabel pasó. Y, de hecho, a los 45 años llegó a ser decana de esa misma facultad. Y a los 77, rectora. La primera, en más de 150 años de la universidad.

María Isabel Rodríguez: Y cuando llego a la rectoría de la universidad, una de las cosas que traté de hacer, era apoyar a todos, pero en particular mujeres que necesitaban de ese apoyo. Alguno de los discursos de graduaciones hice notar lo interesante que había sido el incremento del número de mujeres que entraban a la universidad y el número de graduadas.

Narración: Mientras hablamos con ella, su mente parece pasear por los documentos a su alrededor. De pronto, se detiene. Recuerda un archivador, lleno de recortes de prensa y noticias impresas sobre la participación de mujeres en las rectorías del mundo. Un artículo que tiene pendiente, dice.

María Isabel Rodríguez: Como rectora era la única que había llegado en ciento y tantos años de vida de la universidad, y ahí fuimos viendo que es absolutamente piramidal, y eso ocurre en muchas instituciones. Pero en la universidad es interesante ver el escaso número de mujeres que acceden a puestos de nivel superior. Eso me gustó mucho encontrarlo, pero muy doloroso. Porque me he encontrado que no es solo en este paisito que ocurrió esto. Es en todos lados.  

Periodista: Después pasa a ser Ministra de Salud. ¿Inmediatamente después de dejar la Rectoría o pasa un tiempo?

María Isabel Rodríguez: Unos dos años. Todavía tengo la osadía diría yo (risas). No es valentía, es osadía. De aceptarle a Mauricio Funes el Ministerio de Salud. Yo le he prácticamente secuestrado una frase a Violeta Parra. Yo digo gracias a la vida. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Porque me ha dado demasiado, quizás, para mí.

[AUDIO DE “GRACIAS A LA VIDA – VIOLETA PARRA”]

Marcela Zamora
Ilustración: Maritza Ponciano

Narración: Marcela Zamora es la tercera recia de este episodio. Con 40 años, se ha dedicado a documentar la memoria histórica de El Salvador. A los 14, recuerda ella, comenzó a familiarizarse con su voz, a saber que podía utilizarla para lograr un cambio.

Marcela Zamora: Retrocediendo muchos, muchos años atrás, me acuerdo de una pasada que, pues yo vengo de una familia de un político muy famoso, Rubén Zamora, y de una madre muy, muy humilde. Y como sabrás, en la guerra, saber, tener conocimientos, era peligroso. Muchos de los hijos de la guerra, que nos llaman, no nos contaron todo, más bien nos mantenían a muchos en una burbuja para protegernos. Y recuerdo una pasada que a mí me marcó la vida. Yo dije: mira, yo puedo gritar y puedo decir las cosas. Mi papá iba para candidato a la presidencia en 1994, y yo me acuerdo que andaba pegada a él porque siempre me interesó lo que él hacía, lo que él decía, y sus luchas siempre me interesaron y sus luchas las sentía mías, aunque era muy pequeña, yo tenía 14 años en ese momento. Yo me acuerdo que a él le tocaba votar en un lugar de aquí de El Salvador que se llama La Feria. Y era un bastión del partido contrario, del partido de derecha, de Arena. Fue el primer candidato a la presidencia y esta fue la segunda vez que lo fue. Y eh (…) me acuerdo que él nos dijo: no pueden bajarse, voy solo yo. Pero yo me colé, y me colé y le agarré la mano y me fui caminando. Íbamos caminando en el segundo piso y abajo había, no sé, 3000 personas, 4000 personas, y yo me acuerdo que empezaron todos a gritar en coro: Asesino, asesino, asesino, guerrillero asesino. Y yo me acuerdo que tal fue la cólera, que yo me paré y les comencé a gritar: los asesinos son ustedes, ustedes mataron a monseñor Romero, ustedes mataron a monseñor Romero. Entonces, creo que ese es el inicio de mi rebeldía, de mi voz, de mi interés.

Narración: Por eso, años después, Marcela decidió estudiar periodismo, pero pronto sintió que le faltaba algo. Se dio cuenta de que quería crear sus propios discursos, y en el periodismo encontró límites.

Marcela Zamora: Luego de que yo estudié cine documental me di cuenta de que había encontrado la felicidad. Las dos felicidades en mi vida son ser madre de María y hacer películas documentales. Al terminar la trilogía del horror, como la llamaba mi productor, que es María en tierra de nadie, El cuarto de los huesos y Los Ofendidos, que son tres temas muy duros de abordar para los personajes y para el equipo que realizó conmigo los documentales, y luego mi separación, mi divorcio, yo decidí parar un momento. He parado tres años para renovarme, para renovar energías. Y estoy con dos proyectos. El de Soy Vida, que es un proyecto que vamos a traer el primer grafitour de Centroamérica, aquí en El Salvador, en cuatro comunidades de alto riesgo y vamos a hacer un documental sobre el proceso de transformación. Y yo voy a hacer mi sexto largometraje después de tres años de no hacer cine, voy a hacer mi sexto largometraje que se llama “El sentido de las cuerdas”. Que es un documental con (…) no te puedo contar, porque todavía lo estamos creando, pero habla del sentido de la vida de las niñas, mujeres, que lo encontraron en la música, en las cuerdas, en los instrumentos de cuerda, ese es el resumen sin llegar a detalle.

[PAUSA RADIO OCOTE]

Narración: Las tres salvadoreñas trabajan en ámbitos liderados generalmente por hombres y crecieron escuchando el estigma de que no podían ocupar esos espacios de los que se han apropiado.

Marcela Zamora: Muchas veces me humillaron, no solo por ser mujer sino también por ser Centroamericana. Muchas veces se aprovecharon de mí, muchas veces no me pagaron los trabajos, o me pagaron menos, muchas veces eligieron a un hombre y no a mí, porque era hombre, pero me acuerdo que nunca me quedé sentada llorando: siempre dije, bueno, vamos palante.

Narración: Marcela Zamora cuenta cómo en una ocasión llegó a su casa devastada.

Marcela Zamora: Le habían dado el fondo a un muchacho que no sabía nada de cine, y yo ya tenía un largo en ese momento, ya tenía dos largos en ese momento, pues, un poco de prestigio, además tenía mucha más educación y no es por nada, también más talento, pero se lo dieron a él, y siento que fue por eso.

Narración: María Isabel Rodríguez también se encontró con este tipo de prejuicios. Nos cuenta una serie de discriminaciones que encontró cuando terminaba la carrera de medicina.

María Isabel Rodríguez: A grado tal de que yo he guardado en mi historia el hecho de que yo no aparezca en la fotografía de los egresados, de los que terminan la carrera. Se tomaron la fotografía sin mí. Y después la fiesta que se hace, la despedida de los egresados, tampoco me invitaron.

Narración: María Isabel lo achacó a que ella no tomaba alcohol. En su momento lo entendió como una actitud de respeto hacia ella. No la invitaron a la fiesta porque quizás se sentiría incómoda. Pero tiempo después, en la celebración de 15 años de egresados, escuchó una conversación entre unos compañeros. Se acusaban mutuamente de no haberla invitado.

María Isabel Rodríguez: Y el cuento era, termina la discusión de que porque yo me había opuesto rotundamente a la pedida de renuncia de un grupo de profesores de altísimo nivel que había venido del exterior. Si hubiera sido un compañero, hubiera sido una opinión más, un compañero varón, pero como fue mujer…

[TRANSICIÓN MUSICAL] 

Narración: Uno de los principales motivos que nos impulsaron en Agencia Ocote a crear “Las Recias” es el de que estamos convencidas de que las mujeres necesitamos referentes. Que las niñas, las jóvenes necesitan de espejos, de faros de inspiración. Nos interesa saber cuáles son esas personas en las que estas tres mujeres salvadoreñas se vieron reflejadas, mentoras, otras recias que las impulsaron para construir las mujeres que son hoy. Sara García empieza:

Sara García Gross: Bueno, una de las compañeras que para mí ha sido bastante importante y como a nivel político también. Ha sido una persona que siempre ha estado también para orientar, para debatir. Morena Herrera, que la conocí en esta escuela de debate feminista. Es una compañera que ya tiene años de estar en la lucha feminista. También estuvo en la guerrilla, para los acuerdos de paz fue de las mujeres que fundó de las primeras organizaciones feministas aquí en El Salvador. Ella sigue siendo para mí un referente político porque sí ha significado, ha sido de las que siempre ha puesto los temas más difíciles, los temas que nadie quiere hablar.

Narración: Marcela, dice, ve influencias en todas las personas, a diario, que la hacen entender situaciones que antes ignoraba.

Marcela Zamora: Yo creo que al principio tus influencias se vuelven unos referentes a los que vos aspirás llegar, no sé, en mis inicios del cine documental, yo admiraba mucho a Agnès Varda, a Lucrecia Martel, a Chantal Akerman, me encanta Patricio Guzmán, me encantaba. El cine documental, como es un discurso personal que uno construye sobre un sentimiento colectivo, mi primera influencia fue mi madre. Creo que, a través de los años, después de su muerte, he ido madurando mi forma de ver el mundo, sabiendo el legado que ella me dejó, y luego se han ido sumando todos estos cineastas que yo admiro mucho y no solo eso, también la fe. Creo mucho en Monseñor Romero, cómo él hizo su vida, creo mucho en la coherencia entre lo que uno dice y lo que hace…

Narración: Como Marcela, Sara también encuentra referentes en su familia.

Sara García Gross: Sí, creo que mis abuelas han sido bastante importantes para mí. Desde donde ellas pudieron hacerlo y a su manera, fueron mujeres que transgredieron con lo que se esperaba de la sociedad para una mujer. Desde el hecho de ellas solas tener que llevar un hogar, desde haber tenido familias ampliadas en donde estaba propiciando la formación de sus hijas en un momento donde no había. Que se divorciaron. Hicieron diferentes transgresiones.

Narración: María Isabel recuerda las influencias durante su adolescencia.

María Isabel Rodríguez: Don Saúl Flores fue un profesor de Literatura muy comprometido. Profesor del Instituto Nacional que me estimuló mucho a mí en mis estudios de Secundaria. Entonces me siguió mucho en mi carrera. Y un día me regaló… me gané yo un concurso de literatura, una cosita de esas. Y me regaló un libro que era la vida de Madame Curie. Pero me lo regaló con una dedicatoria que he querido rescatar y ese libro no sé dónde está. Siempre lo tuve conmigo porque me puso unas palabras que me marcaron: “María Isabel, recuerda… con este libro tú vas a recordar que una mujer puede alcanzar en la vida, todo lo que quiere de veras”. Entonces como que a mí me revolvió mi interior de siempre recordar ese libro 

Narración: Nos interesa saber cuáles son sus secretos. Les preguntamos qué le dirían a las niñas y adolescentes que quieren usar su voz para cambiar el mundo. Marcela recuerda una frase que leyó pintada en una pared, en un viaje que hizo con su hija María hace unos años.

[AUDIO DE PASOS EN LA CALLE]

[AUDIO DE RISA DE NIÑA]

Marcela Zamora: Yo me acuerdo que íbamos caminando las dos y en un momento leí la frase de Eleanor Roosevelt: “El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”. Y yo eso es lo que les diría a todas las niñas, a mi hija. Yo creo que el futuro de cada una de las niñas, de mi hija, de las jóvenes, está en la belleza de sus sueños y en el esfuerzo que le pongan para alcanzarlo. Y que dejen de hacer sueño y se hagan tangibles, que lo sigan y siempre los vean bellos. Yo creo eso. No sé. Si ella quiere ser baterista, pues que sea baterista y que se imagine siendo la mejor baterista del mundo.

Narración: Una de las estrategias de Marcela es elegir sus batallas a pesar de que algunas pueda perderlas. A dejar ir. Es una de las lecciones que quisiera las más jóvenes aprendan pronto.

Marcela Zamora: Decir: hasta aquí nomás. ya no voy a pelear más por esto. Hay que saber dejar ir. Y como mujeres no nos han enseñado a dejar ir. Nos han enseñado a seguir luchando constantemente por algo que a veces solamente hay que dejarlo ir, porque se vienen nuevas cosas. Siempre que cerrás una puerta se te abren dos, y cuando cerrás dos, se te abren 3, hay que saber cerrar las puertas. Y a las mujeres no nos enseñaron a hacer eso. Nos han enseñado a aguantar, a seguir, a luchar, yo estoy de acuerdo, pero a veces hay cosas que solo se tienen que dejar ir para crear algo nuevo

Narración: En la misma ruta, aunque fueron conversaciones en distinto momento, María Isabel recuerda:

María Isabel Rodríguez: Fíjese que yo estoy muy segura, pero muy segura de que tenemos que buscar mecanismos para convencer a todas estas niñas que sí se puede. Yo digo que esa es una palabra que la deberíamos de acuñar. Sí se puede. Y eso se lo digo a los jóvenes como a las jóvenes. A todos. Que en la vida podemos alcanzar la mayor parte de cosas, a veces que nos imaginamos, y otras veces que ni siquiera nos imaginamos. Pero siempre requiere voluntad, compromiso, esfuerzo, porque esa capacidad una la va creando a medida que va trabajando seriamente.

Narración: Y Sara García habla de la necesidad de lo colectivo.

Sara García Gross: A las niñas: que nos apoyemos entre nosotras. Que nos escuchemos, que veamos que la organización, unirnos, es lo que permite transformar. Creo que es importante que sepamos que, desde esta unión, desde esta manera de construir colectivamente es como se puede también ser felices, poder alcanzar los sueños que tenemos. Eso, reconocer nuestra historia y, sobre todo, poder, siempre, que nuestra voz se escuche. Eso es lo que yo les diría. Que, desde la unificación, desde estar acuerpadas podemos también lograr que nuestra voz siempre se escuche y que ahora estamos aquí luchando para que ellas no tengan que vivir lo que han tenido que vivir, y hemos tenido que vivir, las que estamos ya adultas.

[SUBE MÚSICA Y QUEDA DE FONDO PARA EL CIERRE]

Marcela Zamora: Hay muchas injusticias para las mujeres, pero creo que juntas, poniendo un granito cada uno, abanderando la palabra sororidad, si mi compañera hizo una película y le salió bien, pues hablar de ella. Podés hacer un test y decir: díganme cinco directores de cine, y te los dicen en tres minutos y les dices: díganme cinco cineastas mujeres y yo creo que no llegan ni a tres, la gente, si es que no saben mencionar a una. 

Narración: Marcela hace referencia a las desigualdades que viven a diario las mujeres, en El Salvador y en tantos otros lugares. En unas sociedades donde acostumbramos a repetir los discursos de siempre, quien piensa distinto, la va tener más difícil. Mujeres recias como Marcela, como María Isabel, como Sara, se han propuesto escapar de las imposiciones sociales, de los espacios y roles que se les ha dicho que tienen que ocupar. No les es fácil, pero ellas siguen.  Son generosas con las lecciones aprendidas. Ellas, algunas de Las Recias de El Salvador, de Centroamérica son hoy referentes para otras muchas mujeres.      

CRÉDITOS

Con el apoyo de Radio Sónica

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