Guiones Radio Ocote
La sublevación de dos hermanas k’ichés
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Este es el tercer episodio de la serie La pandemia del abuso sexual en Guatemala de Radio Ocote. Una joven quiché, de un cantón en una zona rural del Occidente del país, huye a la capital, en busca de oportunidades y para escapar del padre que la abusaba. Regresa un tiempo después para rescatar a su hermana y exigir justicia. Les contamos su historia y explicamos los vacíos de un sistema de justicia, que es aún más ausente en las zonas rurales del país. Una historia de violencia, pero también de valentía. Esta serie fue producida por una alianza de colaboración con Proyecto Miriam.


[El audio del episodio lo encuentras aquí] 

Hermana 1: Yo sentía que era porque era una niña y no podía defenderme. Yo digo: esto no puede seguir. Yo sentía que no valía nada, que no servía para nada. Intenté suicidarme, pero gracias a dios aquí estoy. Yo digo: si lo hizo conmigo y lo hizo con ella, y mis hermanas había más pequeñas, yo digo: puede seguir, esta cosa no va a terminar. Y tomé la decisión de llevarme a mi hermana y no regresar un tiempo. [Continúa audio detrás de la narración]

Narración: Es un domingo soleado en un cantón de un departamento del Occidente de Guatemala. A unos kilómetros de la transitada carretera Interamericana. Es uno de esos poblados de casas esparcidas entre montes, donde aún crece la milpa y el maíz se asolea en los patios de tierra. Ella nos salió a encontrar a la carretera y nos llevó a pie  por serpenteantes veredas rodeadas de siembras hasta su casa. Un patio de tierra, gallinas flacas, perro flaco y una pequeña construcción de adobe con un pórtico donde se acumulan las mazorcas de la reciente cosecha. Ella es una mujer maya k’iché que ronda los 30  y es a Ella a quien escuchan hablar de fondo. Nos recibe su mamá y su hermana y un pequeño niño que es hijo de otro hermano. Los demás hermanos y hermanas están trabajando, “van y vienen” dice. Y su papá… Bueno, su papá está en la cárcel. Cumple una condena por violación y abuso sexual a sus hijas.

Ella y sus hermanas son apenas dos de las miles de víctimas de violencia sexual en Guatemala. Son apenas dos de las miles de mujeres guatemaltecas que han sido abusadas por sus propios familiares. Ella y sus hermanas son de las pocas que lograron justicia.

Soy Melisa Rabanales y el episodio de hoy es el tercero y último de una serie de nuestro podcast Radio Ocote que expone el horror de las agresiones sexuales en menores: la pandemia del abuso sexual contra menores. Esta serie se produjo por una alianza de colaboración con Proyecto Miriam para la promoción intelectual de la mujer. En las dos historias anteriores nos hemos referido a las víctimas como “Ella”. En este episodio volvemos a llamarla así, para conservar su anonimato.  

Hermana 1: Empezamos a poner la denuncia, nos llevaron el caso en la capital. Mi mamá al principio nos apoyó, pero de último ya no quiso seguir el caso. Solo era yo y mi hermana. Pero gracias a Dios llegamos a ganar el caso. En la capital llevamos la denuncia. Pasaron 8 meses de la denuncia y ya empezaron a buscarlo a él.

[Silencio]

******

[Silencio]

Madre: [Voz de fondo en q’iché]

Hermana 2: [traducción] Dice que a los siete años se murieron sus papás. Primero se murió su mamá, luego de una semana, se murió su papá. Tiene tres hermanas y un hermano. Mi tío fue creciendo. Todas mis hermanas vivieron con mi tío, pero con el transcurso del tiempo se casaron y mi mamá fue creciendo

Madre: [en q’iché]

Hermana 2: [traducción]  A los siete años empezó a estudiar, pero no terminó sus clases. A los 12 años se fue a la capital a trabajar por un año. Luego regresó porque tuvieron problemas con una su cuñada. Desde ese entonces, ya no estaba con su hermano y como ya tenía una hermana casada se vino a vivir con ella.

Narración: Escuchan a la madre y hermana de Ella. La mamá tiene 51 años, entiende un poco el castellano, pero no lo habla. Sonríe, aunque tiene una mirada triste… Resignación. Su hija menor le traduce. No se lo hemos pedido, pero la mujer empieza a contar sus orígenes, la historia de su familia, marcada por la pobreza y la violencia.

Madre: [en q’iché]

Hermana 2: [traducción] Tenía 13 años cuando regresó al cantón. Estuvo un gran tiempo con mi tía, trabajando en la casa y luego se casó a los 18 años, se vino a vivir con mi abuela. Todo iba muy bien hasta que las cosas empezaron.

Madre: [en q’iché]

Hermana 2: [traducción] Cuando se vino a casar con mi papá, dice que todo iba bien, él no tomaba. Cuando nació mi hermana, todo seguía bien. Luego nació mi hermano, luego otro mi hermano y ahí empezaron los problemas porque a parte de esta familia empezó a hacer cosas con otras mujeres y otras mujeres y otras mujeres.

Narración: Esto fue apenas el comienzo. Luego de serle infiel a su esposa, él empezó a beber. Y a pesar de las infidelidades, continuaron juntos y tuvieron nueve hijos. Algunos estudiaron. Otros no. Ella, nuestra protagonista, y a quien escucharon al principio del episodio, a pesar de que tenía que cuidar a sus hermanos y hermanas, pudo estudiar la primaria. Pero como su padre se gastaba el poco dinero que ganaba en comprar licor, y en mantener a sus otros 9 hijos, no le alcanzaba para comprarle sus libros y, pronto, dejó la escuela. A los 14, fue a trabajar como empleada doméstica en la ciudad. Allí recibía malos tratos, apenas le pagaban y le daban de comer. Estando en la capital . se enteró de que su papá abusaba de su hermana. Para Ella no fue noticia, ya había intentado hacerlo con ella. Uno de los motivos por los que había decidido salir de su cantón, ahora la hacía volver.

Hermana 1: Sí sabía que mi papá era… porque intentó conmigo. La razón de que mi papá ya no vive con nosotros era que había abusado de una de mis hermanas. Pero cuando yo era niña, también intentó conmigo. No hizo mayor cosa conmigo. Solo me manoseaba, me manoseaba… y en una ocasión le conté a mi mamá. Pero ella lo que hizo solo habló con él, él decía que era por tomado, que no se recordaba de nada. De la historia de eso, yo tomé la decisión cuando sucedió eso con mi hermana yo tenía 22 años. Ya no podía seguir callando las cosas porque yo ya había pasado muchas cosas.

Narración: El principal victimario era el padre. Pero no el único. Escuchemos a la hermana de Ella:

Hermana 2: Yo no solo recibí violación de parte de mi papá. También de mis hermanos. Pero digo: si mi papá hubiera dado una buena educación a mis hermanos, no hubiera llegado a ese límite. Mi papá nos ponía a ver pornografía. Mis dos tíos de parte de mi papá también lo hicieron. Yo se lo contaba a mi líder de la iglesia. Un tío me llevaba al bosque, me decía que íbamos a buscar moras. Me quitaba mi corte y de ahí no recuerdo qué me hacía. Lo bloquee. Otro mi tío me traía a un cuarto de mi papá y me acostaba en la cama. Y lo mismo, es como si lo hubiera bloqueado, ese recuerdo. ¿Qué es lo que pasó? ¿Por qué no logro recordarlo bien?

Narración: En una reciente investigación que publicamos en Agencia Ocote, nuestra periodista Carmen Quintela, haciendo solicitudes de información pública  demuestra que en Guatemala las instituciones públicas no tienen una sistematización rigurosa de las denuncias lo que les impide definir los perfiles de los abusadores. El Ministerio Público no recoge la relación que pueden tener las víctimas con los victimarios. En el caso de abusos a menores de edad, en los últimos 19 años se reportan apenas seis casos en los que el agresor era el abuelo de la víctima; cinco casos en los que era el hermano; 19 el padre y siete el tío. En la gran mayoría de casos, bajo la categoría de “Relación” se indica “No registrado”. A pesar de los escasos datos oficiales, es un secreto a voces que muchos de los abusadores son familiares cercanos de la víctima. Según la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de personas, aproximadamente en la mitad de los casos, el agresor es un pariente o familiar cercano con un vínculo afectivo previamente establecido con la víctima.  Pero los datos pueden ser mucho más aplastantes. Denunciar no es fácil. Las mujeres, las niñas y adolescentes que viven en zonas rurales la tienen aún más difícil: las barreras del idioma, los obstáculos culturales y las distancias para llegar a cabeceras municipales en donde puedan denunciar, silencian aún más estas brutales cifras.

Mirna Montenegro: En el año 2013 y 2014 es cuando empieza todo el tema denuncias, porque antes no había ninguna denuncia. Hay un estudio circunstanciado de la PDH que te dice que el 90% de los agresores son familiares cercanos a la niña. Vecinos o que viven y conviven con la niña. Y de este 90%, un 30% es el padre. Sin embargo, no tienes estudios que te digan cuál es el perfil de un agresor y tampoco tienes procesos de rehabilitación para los agresores.

Narración:  Escuchas a Mirna Montenegro, médica y directora del Observatorio en Salud Reproductiva, OSAR. Y al preguntarle acerca de los procesos de denuncia a agresores, en los que las niñas y mujeres terminan siendo juzgadas, como nos lo han explicado en entrevistas anteriores, explica que tiene que ver con el contexto y el entorno social de cada una.

Mirna Montenegro: Como tenemos pocos procesos para monitorear, nosotros como OSAR, te puedo decir que tenemos mesas departamentales que trabajan muy bien. Un ejemplo es Huehuetenango y la otra es Alta Verapaz, donde esa mesa, que es liderada por el Ministerio de Salud realmente conoce a las niñas por nombre, por edad, ubicación. Conocerlas y tener el dato no es suficiente. Deberías tener un sistema eficiente, una PGN que acompaña y que busque lo mejor para la niña. Deberíamos tener un Ministerio Público que realmente investigué y ante todo investigadores que tengan sensibilidad hacia los casos. Un sistema de Justicia.

Narración: Después de saber lo que había pasado con su hermana, Ella, que en ese momento trabajaba en la capital, como mencionamos, decide regresar para apoyarla en el proceso de denuncia en contra de su padre.

Hermana 1: Dije yo: Mucho ya pasó, y a mí me pasó, y sigue pasando. Entonces, debo poner un alto de esas cosas. A pesar de que no estudié, ni nada, pero a veces digo: la vida te pone las cosas cuando es necesario. Yo estaba trabajando en la casa de mis tíos, pero ellos fueron a vivir a la capital. Cuando supe de eso, mi mamá nos estaba apoyando y con mi hermana también tomó la decisión de poner la denuncia, pero con el tiempo muchas mujeres se quedan a medias por la razón de que reciben amenazas, o sentimientos encontrados. Muchas veces las parejas retiran la denuncia por muchas razones. Ver tus hijos… que había niños pequeños que no entendían las cosas que habían pasado.

Narración: Retirar la denuncia no era opción para ella ni para su hermana, quienes estaban seguras que querían cortar con el círculo de violencia que había encerrado a su familia. Pero claro, denunciar, como lo hemos escuchado en las otras historias de esta serie, significa que tu familia te culpe por la separación, que busquen venganza, significa enfrentarte a quienes no solo avalaron la violencia, sino también fueron parte de ella.  Ella nos cuenta sobre su relación con la familia de su padre.

Hermana 1: Casi la mayoría de sus hermanos, a mí me abusaron de todos sus hermanos, entonces a mí no me da la gana de hablarlos, no me nace, aunque los veo y sé que son mis tíos, yo siento que no. Tenemos una distancia. Sí los saludo desde lejos, y hasta ahí. En cambio mi abuela, ahora ya nos habla. Pero mi mamá dice: ella viene a estar una semana con nosotros, y se va otra vez… y así. Pero mi mamá tiene un corazón… Yo debo tener ese corazón. Mi mamá dice: es tu abuela y… Yo esa parte… empiezo a analizar que tiene razón. Cualquier madre aceptaría el error de su hijo. Pero a veces me contradigo y me cuesta. No tengo otra opción.

Narración: Pero claro, Ella y su hermana también debían enfrentar a su padre. Él también la amenazó cuando se enteró de que lo habían denunciado.

Hermana 1: Como no se apuraba la denuncia, empezó haciendo relajo y fregaba a mis hermanos. Empezó a gritarme, yo esperaba que me pegara, como estaba la denuncia podía llamar a la policía. Me dijo: mira, hijodelanosequé, no eres mi hija. Yo le dije: gracias a dios que no eres mi padre… Decía que iba a cortar la luz, que vendía lo que encontraba… A veces llama y contesto yo y piensa que es mi hermana y ya empieza: “Es que tu hermana tal, tu hermana cual…”. Yo he cambiado. Pero no tengo la esperanza de que cambie.

Narración: Para la madre de ella tampoco fue fácil aceptar lo que había pasado. Quizás lo más duro fue apoyar a sus hijas en la decisión de denunciarlo.

Madre: [en q’iché]

Hermana 2: [traducción] Como ya venían todos los problemas y llegó a ese límite, lo que hizo fue aceptar lo que pasó, aunque en un principio le costó aceptarlo. Yo lo digo por mi parte, que recuerdo cuando ella dice que no estaba segura si él lo hizo o si no, pero le costó aceptar. Pero ya en esas circunstancias cuando ya se fue, está agradecida, porque decía que antes, antes, no solo ella recibía golpes, todos, no teníamos una paz, lo que agradece lo que pasó… Y le agradece a Dios porque quitó ese mal, esa cosa que no nos daba paz. No teníamos un día de decir: “Ah, no va a llegar hoy y vamos a estar en paz”.

Narración: La Fundación Sobrevivientes realizó un estudio llamado “Violencia y embarazo: análisis de las secuelas psicológicas” donde argumentan que existe un alto índice de aislamiento, depresión, agresividad e ideas suicidas en víctimas. Además, la organización Mujeres Transformando el Mundo, MTM, asegura que algunas víctimas de violencia de género optan al suicido. Ella acepta que pensó en hacerlo, a pesar del apoyo de su madre.

Hermana 1: Por zona 7 de Mixco y a veces tenía que caminar el puente del incienso. (Sonido de tráfico) Yo veía que no tenía otra solución. Me paré ahí y pasaban carros y carros y uno se paró. Me dijo qué haces aquí: nada, solo vengo de mi trabajo. Pero cuando uno se queda ahí como que empieza a verte la gente. Tuve esa oportunidad de no haberlo hecho. Y ahora ve o la vida… es tan distinto, y lo disfruto tanto. Eso sí, todavía me duele. No tenía la necesidad de haberlo hecho, si fueran responsables de nuestras vida. Yo sentía que era porque era una niña y no podía defenderme. Yo digo: esto no puede seguir. Yo sentía que no valía nada, que no servía para nada. Intenté suicidarme pero gracias a dios aquí estoy. Yo digo: si lo hizo conmigo y lo hizo con ella, y mis hermanas habían más pequeñas, yo digo: puede seguir, esta cosa no va a terminar. Y tomé la decisión de llevarme a mi hermana y no regresar un tiempo. en la capital busqué ayuda psicológica.

Narración: Ella y su hermana recibieron apoyo legal y psicológico de la Fundación Miriam, de MTM, del Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo a la Mujer, CICAM; y de la Asociación mujeres en solidaridad. Sin embargo, el miedo sigue.

Hermana 1: Al principio creía que todos los hombres son iguales. No tuve novio hasta los 30 años porque creía que todos eran iguales. Me daba mucho miedo, igual en los buses que me subía, me daba escalofríos, y como que uno jala esa energía y más de algo me manoseaba por ahí, yo sentía esa cosa. Empecé a ir con otra psicóloga y como que esa cosa está fluyendo y se está alejando, como que voy superando. Ahora tengo novio, y como que sí, que no…Me cuesta. No es nada fácil y ya transcurrido 15 años, uno no se quiere dar por vencida, que me quedaré aquí… uno quiere salir. Uno como mujer debe de salir adelante. Demostrar a la gente que no se queda ahí.

Narración: El Censo de Población y Vivienda de 2018 afirma que de las 49,561 personas que no fueron a la escuela porque sus padres, o sus parejas, no querían, el 71 por ciento son mujeres. Este fue el caso de Ella, quien dejó de estudiar por el abuso que sufría en casa. Otra de las cifras que arroja el Censo es que el 62 por ciento de las personas que no saben leer y escribir de la población maya, son mujeres. Para Mirna Montenegro la triada de la vulnerabilidad ante los abusadores es innegable: falta de educación, pobreza y exclusión a las poblaciones indígenas. Ella, tras el proceso de la denuncia, buscó ayuda para continuar sus estudios. Un caso poco común.

Hermana 1: Esa es una parte de la historia que nos hizo salir adelante. Desde ese momento, tomé la decisión de seguir estudiando, saqué mi primaria como a los 25, a los 28 o 29 saqué mi tercero básico y a los 30 me recibí de bachillerato. Yo sé que es muy difícil, pero a veces tomo las cosas positivas. Si no hubiera pasado esto, no hubiera estudiado. No me hubiera dado cuenta de las cosas. Yo sé que había hermanos muy pequeños, aunque incluso mis hermanos de último… en el principio nos apoyaban, pero al final como ya había hermanos menores de edad todavía, a veces me decían: “Era tu responsabilidad mantenerlos”. Yo me sentía entre la pared… a veces venía a aquí a ver a mi familia, encontraba a la familia de mi papá…

Narración: Ella fue una de las mujeres becadas de proyecto Miriam. La hermana de Ella, de repente inspirada, supo que estudiar podía ser una de las formas de asegurar su futuro.

Hermana 2: Yo me dormía debajo de la mesa, porque como éramos muchos. Fui creciendo, fui a estudiar. Yo nunca falté a clase y mi papá me decía: para qué te sirve estudiar, si vas a casar, vas a crecer. Y yo siempre le decía: yo quiero terreno. Y me decía: ¿por qué? Si un día tú te vas a casar. Se quejaba conmigo, me molestaba mucho. Yo le decía: un día voy a seguir estudiando y vas a ver.

Narración: Según los datos del censo, el 26% de las personas propietarias de viviendas son mujeres y el 57% de los propietarios son hombres. El resto pertenece tanto a un hombre como a una mujer.

Hermana 1: Esa es mi forma de pensar. Aunque cuesta dejarlo, uno sabe que va a salir adelante. El rol de las mujeres aquí es “Porque no puedo, no voy a poder mantener a mis hijos…” y por eso muchas mujeres se callan. O no ponen la denuncia. O aunque viven violencias, maltratadas, a patadas… no ponen la denuncia. Por el miedo de que no van a poder salir adelante con sus hijos. Es algo patriarcal, no sé como llamarlo. Pero es algo que una de niña lo trae en la cabeza, porque siempre le dicen: te vas a casar, te vas a casar…

Madre: [en k’iché]

Hermana 2: Todavía sigue con la plática con mi papá y como que lo está poniendo a prueba en que si verdaderamente está cambiando o no. Ella dice: “Yo no voy a exponer otra vez a mis hijas, que él”. Ella dice que nos prefiere a nosotras antes que él. Y si él no cambia no va a quedarse con él. 

Yo siento que tal vez el sentimiento que ella trae como madre, el no cuidarnos, tal vez ella tiene ese sentimiento desde pequeñas, porque quieras que no, nosotros como que lo habíamos reclamado. Nosotros la fuimos a decir a ella y como que siente culpa ella. Lo que quiere ahorita es remendar lo que hizo mal. 

Es lo que dice, que prefiere a nosotras antes que a mi papá… y pues… es sorprendente porque nunca le había escuchado eso a mi mamá. La verdad que mi mamá en el transcurso de este tiempo nos ha sorprendido en muchas cosas. Yo digo: Guau, en qué momento ha llegado a pensar eso. Ha cambiado.

Narración: Ahora, después de años de lucha, Ella ha asumido el rol de proveedora. Ella gana Q1,200 al mes, es decir, 150 dólares. Pero con lo poco que recibe, que es una tercera parte del salario mínimo, Ella decidió sacar adelante a sus hermanas y a su madre, está convencida que el esfuerzo ha valido la pena. Ahora veo a mis hermanas. Me siento satisfecha de haberlo hecho. Si no lo hubiera hecho, no estuvieran donde están. Dos hermanas ya se han graduado. Yo digo, si no hubiera dado ese paso, quizás ni hubieran podido estar, o ya nos hubiéramos casado, tenido hijos… Me siento satisfecha de que mis hermanas hayan salido adelante. Y si una de ellas se queda a medias no es porque no hayan tenido apoyo. Es su decisión.

Escuchamos a la madre de Ella que también, ahora, le agradece su esfuerzo. La familia, impulsada por Ella, y a pesar de las carencias, ha logrado superarse de formas que quizás nunca habrían logrado si su padre siguiera libre.

Madre: [en k’iché]

Hermana 2: Dice que está muy agradecida con Dios y con mi hermana, que haya podido sacar el bachillerato y ya tenga su título de diversificado. Ella quiere que nos graduemos de la universidad y nos impulsa con el apoyo emocional que nos da. Nos dice que sigamos estudiando y sobre todo como ella… En esa parte, yo hasta ahorita lo entiendo porque me estoy dando cuenta. Ella dice: “No, si van a estudiar, no tengan novio, porque van a dejar las cosas a medias”. Una parte tal vez tiene razón porque aquí con nosotros cuando una persona tenga novio es para casarse ya. Ella quiere que seamos profesionales, que conozcamos otros lugares. Yo una vez le pregunté, cuál era el deseo de ella, si hubiera podido seguir estudiando… Ella me decía: “Me hubiera gustado estudiar guía turística”. Es lo que a ella le hubiera gustado. Ella me dijo por qué no estudiaba esa carrera, porque es muy buena, conoces muchos lugares, aprendes a hablar inglés… pero eso es lo que ella siempre quiso estudiar si hubiera tenido la oportunidad.

Nos está apoyando mucho, y siendo mujer nos está apoyando más. Porque en esta área, siendo indígena, siendo mujer, es un poco difícil.

Vas a otro lado, te discriminan por ser indígena, por hablar otro idioma… Llega la circunstancia en que a uno se le impide seguir estudiando. Pero ella siempre dice que debemos seguir estudiando y está agradecida con Dios porque ya voy a empezar la universidad. (Ríe)

Narración: Pero no te confundas. No buscamos romantizar la historia de Ella. Sí, han superado obstáculos y han logrado romper el círculo de violencia que las ató por años, décadas, generaciones. Y a pesar del deseo y la superación, Ella y su familia continúan siendo ignoradas por el Estado. Su salario es uno de los síntomas de ese abandono. Según Mirna Montenegro de OSAR hace falta que como sociedad se preste atención al abuso sexual. Y a sus víctimas.

Mirna Montenegro: Nuestro sistema, como país, no está haciendo lo suficiente para defender a las niñas. Ya fueron víctimas de violencia sexual, ya lo estudiaste, ya las conoces, por qué las regresas al mismo lugar donde van a ser agredidas. El movimiento de mujeres tal vez es el que más se ha pronunciado y el que más ha colocado el tema dentro del debate. Te diría que el movimiento de la niñez porque hay un movimiento de la niñez fuerte en Guatemala que está empujando el tema de la ley de protección integral a la niñez.

Los movimientos están un tanto fragmentados. Yo puedo decir que nosotras como Observatorio cumplimos con dar la información y poner los datos. Señalamos, para nosotras, casos emblemáticos. Creo que ayudaría mucho si se aprueba la Ley de Protección Integral a la Niñez porque artículos que hablan específicamente de las niñas. Pero nos hace falta construir escenarios conjuntos cambio de gobierno y cambio de congreso sería buen momento como para sentarnos construir escenarios y articular esfuerzos. Porque si cada quien jala para lo que para su interés particular es difícil que podamos dar una respuesta.

Lo que necesita la ciudadanía son tener más mecanismos de participación porque este es un tema que deberían tratar los consejos de desarrollo departamental, las alcaldías, deberías tenerlo en las iglesias. Para mí que nos faltan acciones concretas y nos falta unificar esfuerzos para poderle dar una respuesta a las niñas.

Hermana 1: La historia de mi hermana nos llevó a donde Miriam, el caso de ella porque ella estaba embarazada. No sabía dónde llevarla. Lo que sucedió, por qué le dio esto… mi mamá juntó a la familia de él y contra la familia de él no podíamos defendernos. De plano eso le provocó el aborto de mi hermana.

Narración: Ella habla de la hermana por la que volvió a su cantón, a rescatarla del abuso. Por su hermana Ella rompió el silencio y buscó la justicia que no había tenido para sí misma. Su embarazo, como imaginarán, fue resultado de las violaciones.

Tuvimos que salir a las 5 de la mañana con ella temprano, que no nos viera salir. Llegamos a la capital, íbamos a la casa de mis tíos como yo trabajaba, pero cuando íbamos en Tecpán ella se empezó a sentir mal, empezó a vomitar, sentía dolor de estómago… Yo no sé por qué no la llevé al Roosevelt. No lo sé. Me acordé que había un centro de salud en la zona 1. Y me la llevé ahí. Estaba Médicos Sin Fronteras, y ahí llevaron el caso. Nos dijeron que teníamos que poner la denuncia porque eso no era lo correcto, lo que sucedía en la casa. Yo ya tenía en la mente de poner la denuncia. Ahí perdió su hijo, mi hermana. Ella llevaba mucho sangrado, dijo la doctora. Igual solo tenía 13 años mi hermana, no podía tener su hijo.

Mirna Montenegro: Los datos y el marco legal te hacen consciente. Si vieras los casos te harías sensible ante la problemática de la niña. Necesitamos espacios de articulación dentro de tantos temas que compiten, y con tanta crisis que tenemos a nivel de país es difícil que uno de estos temas entre como prioritario. Entonces necesitamos articuladores o gestores de políticas que harán de este tema un tema prioritario y que le puedan dar respuesta y una respuesta no sólo en el marco de una ley sino una respuesta que baje a lo local; o sea, porque igual tienes que trabajar en la prevención que en la atención.

El tema de la sexualidad, la violencia sexual toca muchas fibras sensibles de su formación. Cómo hacer para que alguien que está creado en una fe religiosa le digas tú “Mire lo del anticoncepción de emergencia debe estar en todos los hospitales y todos los niños y niñas deben saber que si hay violencia sexual hay que buscar un servicio de salud”. Cómo haces para que una mente conservadora entienda esto o cómo haces para decirle “Mire las niñas deberían tener opción a una interrupción voluntaria del embarazo porque pone en riesgo su vida”. Tú mencionas esa palabra y literalmente ya se cerró. Yo te diría que un 60%, 70% de la población se cierra al oír el tema, pero necesitamos ser más tolerantes y ampliarnos a la evidencia científica y al contexto de los datos que están sucediendo.

[silencio]

Narración: Ella, sus hermanas y su madre siguen luchando. Son víctimas, sí. Pero también sobrevivientes. El denunciar a su padre, a su victimario, fue solo el primer paso. (Inicia audio de Ella, en el fondo, con menos volumen) Con ello rompieron con un ciclo generacional de abuso y violencia.  Ellas tomaron valor. Recibieron apoyo de organizaciones que las acompañaron en el proceso y que les han dado apoyo, becas y un sentido. En Proyecto Miriam las instan a escribir su “proyecto de vida”. Pero ellas son las menos. Cientos de casos se siguen guardando entre las casas perdidas en los montes, en las callejuelas adoquinadas de una zona marginal urbana, en la casa de los vecinos. Pero, tal y como menciona Miriam, la lucha no es solo de ellas.

Hermana 1: Ahora esta casa ya es de mi hermano. Aunque yo haya puesto dinero en este terreno, mis hermanos lo dividieron solo entre ellos. Entonces yo digo… las cosas así, ¿por qué?

Hermana 2: Porque somos mujeres.

Créditos:

*La sublevación de dos hermanas q’ichés se produjo gracias a una alianza de cooperación con Proyecto Miriam para la promoción intelectual de la mujer.

 

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