El telón se abre y sobre el escenario aparecen Inga Apfel y Gloria Deus Pacheca. La primera drag usa un vestido blanco con rayas negras, que simula la piel de una cebra. La segunda lleva un vestido de charra, hecho de cuerina. Las dos son las encargadas de conducir el primer show de drags que se realiza en un teatro en Guatemala. 

—¡¿Están listes para lo que se viene?! —grita Inga. La gente enloquece y empieza a vitorear. La sala, que tiene capacidad para 585 personas, está casi llena. Es la noche del 16 de julio de 2022.

El escenario en el que se presentan hoy es el de Teatro Lux, ubicado en el centro histórico de la capital de Guatemala. El recinto, inaugurado en 1936, ha albergado muestras de cine, conciertos, festivales literarios y obras de teatro. Y hoy, por primera vez, un evento de drags. 

Las drags son personas que idean e interpretan un personaje de rasgos exagerados, comúnmente femeninos, que consiguen crear gracias al maquillaje, el vestuario y las pelucas. 

––¡Estamos haciendo historia! ––dice Gloria frente al público. 

La música, el lipsync, el baile, las coreografías, las piruetas, los vestidos estrafalarios, los cambios sorpresivos de vestuario y de peluca se apropiarán esta noche del escenario del Lux. 

Para este show se unieron los tres principales colectivos de drags: El Orfanato, Las Hijas de la Drag Puta y las Dragbesties. La idea surgió entre las Dragbesties. El evento empezó a organizarse hace tres meses. 

Buscaban un espacio en el que pudiera asistir mucho más público del que consiguen reunir en los bares o en otros espacios en los que suelen presentarse. Buscaban también llegar a otras personas, no solo jóvenes ni personas de la comunidad LGBTIQ+. 

—Las hadas de un bosque mágico llamado Guatemala debían mantenerse ocultas. Ellas vivían en la oscuridad, porque la gente de un pueblo cercano no toleraba ver su brillo… —se escucha por los altavoces del auditorio. 

Es la narración que acompaña un video que se proyecta en el fondo del escenario, después de la introducción que ha dado Inga y Gloria. En el video se lee el título del evento: Érase una vez. Es una analogía de un cuento, en el que las drags son protagonistas, en un país que las invisibiliza y violenta. 

En el video también se proyectan imágenes de cada una de las 17 drags que se presentarán esta noche en el escenario. En las fotografías aparecen como hadas. Tienen alas, orejas puntiagudas y muchos brillos, como las de los cuentos.

El show arranca. Las primeras en pasar son las cinco integrantes del colectivo El Orfanato. Con ellas también llega el primer momento emotivo de la noche. Unos segundos antes de que Jade Ruth, una de sus integrantes, empiece a bailar sobre el escenario, se proyecta un video. Su mamá y su papá le dicen que están orgullosos de ella, que la aman.

Después de El Orfanato, es el turno de Las Hijas de la Drag Puta. La Badass Joto y Fatty Mami sorprenden al público. No aparecen sobre el escenario, sino entre las butacas. Son las únicas que actúan en dúo. 

Mientras suben al escenario. Se escuchan sus voces, amplificadas por los altavoces del teatro. Hablan de sus cuerpos, que no son delgados como los de otras drags. Se mofan de lo malo que era su maquillaje cuando empezaron como drags. 

La Badass Joto usa una peluca celeste y Fatty Mami una fucsia. Esos colores los invierten en sus vestidos y en los gorros cónicos que llevan en la cabeza y sostienen con una mano.

La Badass Joto hace lipsync de la canción You haven’t seen the last of me, de Cher, y Fatty Mami hace lo mismo con Beautiful, de Christina Aguilera. Cierran su intervención bailando con Circus, de Britney Spears.

Otra de las integrantes de Las Hijas de la Drag Puta también se lleva la ovación del público. Amelie Lumiere ha aparecido en el escenario con una enorme bata roja que parece hecha de terciopelo y que combina con las enormes cortinas del teatro, del mismo color. Lo único que contrasta en la puesta en escena es su enorme peluca rubia, adornada con una corona de cinco púas plateadas.

Su bata se desliza hasta el suelo unos segundos después y Amelie queda en un body blanco, cubierto con adornos metálicos que hacen resaltar su cintura, sus piernas y su pecho. Interpreta una coreografía, en la que hace pausas para posar, como si estuviera sobre una alfombra roja y como si cientos de cámaras la fotografiaran. La gente se vuelve loca. Grita. Se oye un “¡Amelie, la más!”, un “¡Ella ya ganó!”. 

Los shows de Badass Joto, Fatty Mami y Amelie Lumiere apenas duraron unos 15 minutos. Un momento fugaz, comparado con las cuatro horas que las tres pasaron maquillándose y arreglando su vestuario.

La tarde del sábado, en la casa de una de ellas, las drags que se presentarían horas después se preparaban para el espectáculo. Entre risas y bromas, se ayudaban las unas a las otras a maquillarse.

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Lo minimalista del show de Amelie contrasta con el de su compañera Nauxxea, otra de las más aclamadas. Aunque aún no ha aparecido en el escenario, la gente ya empezó a llamarla, simulando arcadas, al unísono. El momento llega. El telón se vuelve a abrir y en el fondo aparece la silueta de un ataúd, en vertical, iluminado con una luz neón de tono verdoso.  

El rock pesado empieza a sonar por los altavoces y hace olvidar el pop y la música electrónica que usaron las demás participantes. Todo se vuelve más oscuro. Unas luces azules iluminan a Nauxxea. En el escenario hay lápidas y humo. 

Nauxxea salta, mueve sus brazos con violencia y su rostro expresa furia. Termina el show con una carcajada desquiciada y metiéndose los dedos en la boca, como si buscara provocarse náuseas. 

—¡¿En qué momento esto se volvió un cementerio!? —dirá entre risas Gloria, la presentadora, después del show de Nauxxea. Gloria, aparte de conducir el evento, también es una de las drags que se presentará, en representación de las Dragbesties. 

Con ella, el reguetón y el pop regresan al escenario. Los primeros segundos de su presentación empiezan con Andrea, uno de los últimos éxitos de Bad Bunny. Sigue con Loba, de Shakira, uno de los himnos de la comunidad LGBTIQ+, que ella baila dentro de una jaula, vestida con una bata de felpa oscura y orejas peludas.   

El público la ovaciona cuando cambia de look en medio del escenario. Debajo del primer vestuario se escondía un crop-top y en la parte inferior unas bragas de cintura alta que ciñ su cintura. El conjunto es de colores fucsia, morado y naranja. El toque final de este nuevo vestuario es la corona que una de sus compañeras le llega a colocar. La gente una vez más, eufórica, vuelve a aclamarla.

El telón se cierra luego de la presentación de Gloria y sin esperar a que vuelva abrirse, aparece la siguiente. Su nombre es Mariposona, otra Dragbesties. Lleva un body, un corsé y medias negras, de red. Su rostro lo cubre una máscara de tonos oscuros. Alguien del público le grita: “¡Eso, mamona!”, una de las frases de apoyo más comunes entre las personas diversas. 

El telón se abre, finalmente, y tras él aparece un cuerpo de bailarines conformado por cuatro personas. La coreografía de Mariposona es acelerada y frenética, como la electrónica y el reguetón que la ambientan. Después se torna sombría, cuando los bailarines aparentan que la golpean y entre todos la elevan sobre sus hombros. Ella simula haber sido poseída.

La energía del público parece infinita. Sus gritos, sus aplausos, sus elogios no se han detenido desde el inicio del show, que termina con todas las drags tomadas de la mano.

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Antes de que empezara el show, Gloria hablaba de la que debía ser la siguiente conquista de los colectivos drag: abrir espacios como este en otros departamentos de Guatemala. También que fueran transmitidos por televisión, algo que quizás pueda ocurrir en un futuro cercano. La promoción de Erase Una Vez incluyó un espacio en el matutino de Canal 7, un medio televisivo tradicional con alcance en todo el país.

–¡Nosotras existimos y vamos a seguir joteando! –decía Gloria.